Henry

Henry


Henry

Página 47 de 54

H

e

n

r

y

Cuando terminan los arreglos en casa de Emily, planeamos la mudanza.

El primer día pasamos allí la tarde. A pesar de que ha cambiado la mayoría del mobiliario y la casa está algo distinta, ella aún se siente un poco violenta y por la noche vuelve a casa de Lily nerviosa.

Al día siguiente no quiere que vayamos.

—Vamos a esperar un par de días, ¿vale? Aún me siento incómoda allí.

—Claro, lo que tú quieras, Em.

—Lo siento, Hank.

—No, no sientas nada. Cariño, si me dices que no quieres volver a esa casa también lo entenderé. Buscaremos otra.

—No, no. Tú me dijiste que había que enfrentarse a los miedos, ¿recuerdas?

—Y lo harás bien, ya lo verás.

Volvemos a pasar otra tarde allí y vuelve un poco más tranquila, así que decide que al día siguiente pasemos la noche también. Durante un rato se revuelve inquieta, pero después se queda dormida profundamente.

Una semana después, Emily traslada casi todas sus cosas de vuelta a su casa y parte de las mías.

Por la tarde estamos cansados, así que me tumbo en el sofá y Emily se acomoda entre mis piernas, apoyando su cabeza en mi estómago. En la tele ponen

La vida es bella, y Em ya está dando los primeros sollozos. Suena mi teléfono. No conozco el número.

—¿Dígame?

—¿Henry?

Me quedo sin aire cuando escucho su voz y me incorporo de golpe en el sofá. Emily me mira arrugando la frente.

—¿Qué...? ¿Qué es lo que quieres?

—Llamaba para saber qué tal estabas.

—¿Casi tres años después?

Me echo a reír con ironía.

—Cambiaste de número.

—¿Y cómo has conseguido este?

—Mi madre lo tenía apuntado en una libreta. Lo tomé prestado.

—No deberías haberlo hecho.

—Solo... Solo quería saber cómo estás.

—¿Te refieres a si he sobrevivido a tu abandono, Helena?

Emily se gira de golpe y me mira con la boca abierta.

—No sabes cuánto lo siento.

—¿Tú lo sientes? ¡¿Tú lo sientes?! ¡¿De repente han vuelto tus sentimientos?! ¡Porque cuando me dejaste plantado en la iglesia con todos los invitados esperándote, creo que tus sentimientos se habían ido de viaje!

—Henry, yo te quería.

—Tienes una forma muy especial de querer, entonces.

—Lo siento de veras, yo no quería hacerte daño.

—¡Pues menos mal, Helena! ¡Porque me jodiste la vida!

Emily baja la mirada dolida.

—No era mi propósito.

—Ya, y supongo que no estarás hablando todo esto delante de tu marido, claro.

—No, Alex no está aquí.

—Pues da la casualidad de que la persona que más me importa en estos momentos, está sentada a mi lado. Me has jodido la vida una vez, no me la vas a joder dos. No se te ocurra volver a llamarme. Nunca.

Cuelgo el teléfono. Le echo un brazo por los hombros a Emily pero ella se aparta.

—Emily.

Mira para otro lado.

—Oye, ¿por qué te pones así?

—¿Por qué te ha llamado?

—No lo sé.

—¿No lo sabes?

—No, no lo sé.

—¿Sabes que la odio?

—¿A quién?

—A ella. A Helena. Por todo lo que te hizo.

—Em, con el odio no se va a ninguna parte. El odio solo te amarga la vida.

—¡¿Tú no la odias?! ¡¿Aún sientes algo por ella?!

—No, yo no he dicho eso.

Se levanta del sillón y me mira con rabia.

¿Pero qué es lo que le pasa?

—¡Si todavía piensas que te ha jodido la vida es que aún sientes algo por ella, maldita sea!

—¿Se puede saber a qué viene esto?

—¡¿Por qué ha tenido que llamarte ahora?! ¡¿Por qué?!

—¡Ya te he dicho que no lo sé!

—¡Vete a la mierda!

Me levanto yo también.

—¡¿Sabes cuál es el problema, Em?! ¡Que ella no es como George! Él quizá se merezca todo tu odio, pero Helena no se merece el mío.

Veo en sus ojos como le ha dolido mi comentario.

—¡¿Ahora vas a defenderla?! ¡Oh, sí! ¡Bendita Helena! Esa que te dejó plantado por un hombre que, seguramente, sea mejor persona de lo que ahora mismo me estás demostrando que eres tú.

Las lágrimas le resbalan por las mejillas. Aprieto los puños.

—¡Yo no la estoy defendiendo! ¡Tú no sabes nada, Emily!

—¡Sé lo que me has contado tú! ¡A lo mejor tendría que escuchar su versión de por qué eligió a otro en vez de a ti! ¡Adelante, dame una bofetada, no te contengas!

—Yo jamás pegaría a una mujer, ¡¿pero qué clase de hombre te crees que soy?! ¡¿Crees que soy como él?! ¡¡Maldita seas, Emily!!

Se echa a llorar. Creo que estamos llevando esto demasiado lejos. Me acerco a ella para abrazarla pero se aparta.

—No me toques.

—¡¿Pero se puede saber qué te pasa?! ¡¿Es que no me has oído lo que le he dicho?!

—¡Sí, sí lo he oído! ¡El problema está en que no sé si puedo confiar en ti! ¡Después de lo de Abril ya no sé lo que pensar!

Cierro los ojos y cojo aire. Esto no me puede estar pasando.

—Creí que eso lo teníamos ya superado, Emily. Te pedí perdón de todas las maneras posibles. Así que si ahora no me crees, esto no tiene sentido ya.

—¡Es que estoy harta de que cada vez que nos va bien, de alguna manera o de otra, siempre aparezca alguna tía que te has follado para joderlo todo! ¿Esto va a ser así siempre?

—Pensaba que esto estaba funcionando, y otra vez vuelvo a equivocarme. Se acabó. Me voy.

—¡Contéstame, Henry!

Cojo mi cazadora y me largo de su casa.

Lily abre la puerta.

—¿Qué haces aquí?

—Estoy otra vez de vuelta.

—¿Cómo que estás otra vez de...?

—Lil, no quiero hablar de ello. Me voy a la cama.

Le doy un beso en la mejilla y me meto en mi habitación. Apenas pego ojo en toda la noche.

Al día siguiente, en la oficina, ni siquiera me mira. En mi despacho me encuentro con una caja que ha traído con todas mis cosas. Levanto la vista a tiempo para verla cerrar la puerta de su despacho. No vuelvo a verla hasta la hora de la salida. Me dice un adiós seco y se va caminando deprisa hacia los ascensores. Recojo mis cosas rápido y salgo corriendo para alcanzarla. Pero las puertas del ascensor se me cierran en las narices.

Y así pasa una semana, me esquiva si quiero hablar con ella. Si la llamo por teléfono me cuelga en cuanto el tema no es de trabajo. Y su teléfono personal siempre está apagado.

La situación se vuelve insoportable, y yo ya no quiero trabajar con ella, ni siquiera quiero tener que verla todos los días. Pero no voy a pedir que la trasladen o que me cambien de secretaria. Voy a renunciar a mi trabajo en el Meaning. Estoy harto. Harto de todo. Por primera vez en mi vida quiero empezar a vivir como yo quiero. Haciendo lo que quiero, sin que nadie me joda mi vida ni mis sueños. Y me doy cuenta de que para eso tengo que ser el dueño de ella, y de mi trabajo.

Presento mi carta de renuncia un día lluvioso de octubre, ante un atónito Day.

—¿Vas a dejar el trabajo? ¿Por qué?

Me asombro al saber que no se ha enterado de nada. Fue una buena decisión mantener nuestra relación fuera de los muros del Meaning.

—Voy a montar algo por mi cuenta. Fuera de Londres.

—¿No es algo arriesgado?

—Estoy acostumbrado a los riesgos. No te preocupes.

Sonrío.

—¿Dónde piensas ir?

—Tengo pensado volver a Jersey. Comprarme allí una casa y montar una pequeña librería. Vivir tranquilo y sin complicaciones. Estoy cansado de la ciudad y los quebraderos de cabeza que conlleva.

—¿Ha pasado algo que deba saber? ¿Problemas con Emily?

—No, no. Llevaba dándole vueltas hace tiempo.

Y, como siempre, una mujer es la que me ha tenido que dar el empujón.

—¿Es por eso por lo que está ella así?

—¿Emily?

—Sí, lleva unos días un poco rara. Y parecía que os empezabais a llevar mejor después de lo de su exnovio.

—No sé lo que le ocurre. Será una de esas semanas de mujeres. Verás como pronto se le pasa.

En cuanto sepa que me voy.

—¿Puedes darme una semana para buscarte un sustituto? O al menos alguien que pueda cubrir tu puesto.

—Sí, claro. Además tengo que buscar casa y preparar mudanza, supongo que estaré por aquí un mes más. No te preocupes.

—Espero que todo te vaya bien, Shelton. Ha sido un placer trabajar contigo. Lowell tenía razón.

Sonrío.

—Gracias, Day. Para mí también ha sido un placer trabajar aquí.

Ahora a ver cómo se lo digo a Lily...

Por suerte no me monta ningún numerito. Parece que entiende mis razones, pero aún así me da su punto de vista.

—Tienes que darte cuenta que no puedes salir corriendo cada vez que te surge un problema amoroso, Hank. Me parece muy bien que quieras cumplir tus sueños y todo eso, pero deja de huir ya. Si te vas a Jersey establécete allí y supera todos los obstáculos que se te crucen por el camino.

—Lo haré. Me olvidaré de las mujeres y haré mi vida por mi cuenta.

—Esa no es la solución. ¿Tan mal han acabado las cosas con Emily? No has querido contarme nada de lo que ha pasado.

—Lil, no confía en mí, y sin confianza no hay relación. Es eso simplemente.

—Pero muchas veces la confianza hay que ganársela. ¿Qué ha pasado para que haya vuelto a desconfiar de ti?

—Helena me llamó por teléfono.

—¿Y qué coño quería ahora la muy zorra?

—Nada, no quería nada. Solo preguntarme qué tal estaba. Pero le colgué el teléfono. Y Emily se puso histérica.

—¿Pero le dijiste algo que pudiera haber interpretado mal Emily?

—No. Al contrario.

—Entonces no lo entiendo.

—Yo tampoco, Lil. Y encima volvió a salirme con el tema de Abril cuando he hecho todo lo que estaba en mi mano para que lo olvidara. Creo que le he demostrado de sobra que aquello fue un error. Ahora no quiere hablar conmigo, en el trabajo me ignora, no veo forma de arreglar lo nuestro. Y yo ya estoy cansado de suplicarla.

—Lo siento.

—Yo también lo siento. Pensaba que ella merecía la pena.

Ir a la siguiente página

Report Page