Henry

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Henry

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Sonrío por dentro. Ella coge aire hondo y lo suelta de golpe.

—Bueno pues poco más que contar. Nos terminamos liando, pasamos el verano juntos con la moto de aquí para allá, perdí mi virginidad por el camino, y volví a Inglaterra con el corazón roto por ese amor imposible de verano.

Intento que no se me noten las ganas que tengo de estrangular al tal Adrián con mis propias manos. Nos quedamos un rato callados.

—¿No vas a preguntarme nada?

—No, creo que has dado bastantes explicaciones. Me hago una idea.

—¿Por qué tienes el ceño fruncido?

¡Mierda! Al final no he podido disimular la mala hostia que tengo ahora mismo.

—Tenías razón, hace frío para estar aquí sentados. Espera que pague y nos vamos.

—No, deja que pague yo. Tú has pagado la cena.

Se levanta y entra dentro del bar. Yo mientras intento aplacar un poco mi mal genio. Pero el intento me dura poco...

***

La zona está llena de gente, gente en los bares, gente en la calle. Emily me lleva a un bar que tiene un pasillo largo con una barra en un lateral, y un espacio pequeño para bailar al final. Tenemos que abrirnos paso a empujones de lo lleno que está.

—Emily, ¿no sería mejor buscar otro que esté menos lleno?

—Van a estar todos igual. La Latina siempre está hasta los topes.

Nos hacemos hueco como podemos al final de la barra y volvemos a pedir lo mismo de beber. Cuando terminamos, me agarra del brazo y me arrastra hasta otro bar lleno de gente.

—¿Así es como se sale en España?

—Sí, ¿qué te parece?

—No sé, demasiada gente...

—¿Emily?

Me doy la vuelta al oír su nombre en una boca que no es la mía.

—¡¿Adrián?! ¡Adrián!

Emily se abraza al tío que ha dicho su nombre.

—¡No me lo puedo creer! ¡Mi inglesita!

¿Su inglesita? Le coge la cara entre las manos y le estampa un beso en los labios. Aprieto los puños con tanta fuerza que me hago daño. Emily se sonroja.

—¿Cómo tú por aquí, inglesita?

Ahora baja las manos hasta su cuello y sigue sin soltarla.

—Me han destinado a España un par de meses por trabajo. ¡Vaya casualidad!

—El destino vuelve a juntarnos, inglesita.

Se sonroja y se gira hacia mí.

—Mira, te presento a mi jefe, Henry. Henry, este es Adrián.

Se me revuelven las tripas de pensar que este fue el tío con el que perdió la virginidad.

Bueno, ni que fueras tú un santo, Shelton. Me estrecha la mano con una sonrisa.

—Vaya, ¿sales de fiesta con tu jefe? Debe ser un tío enrollado, entonces. Un gusto conocerte, Henry.

Encima el tío parece simpático, así que le cojo más manía aún. Yo le contesto con un gesto parecido a una sonrisa.

—Venid que os invito a una copa.

Emily me mira entusiasmada.

—¿Vamos?

Genial...

—Claro.

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