Henry

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Epílogo 2ª parte

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Epílogo 2ª parte

—¡...HELENAAAAAAAAAAA!

Le escucha gritar su nombre pero no se da la vuelta, no quiere ver el destrozo en sus ojos. Las lágrimas le caen raudas y veloces por las mejillas a medida que se acerca al alto rubio con la niña en brazos. Cuando vuelve a oír su nombre en un grito, se agarra el bajo del vestido y echa a correr limpiándose las lágrimas a manotazos. El hombre abre los brazos y la estrecha contra él.

—¿Qué es lo que acabo de hacer, Alex?

—Aceptar tu destino, Helena.

Cierra los ojos y coge aire. La niña le limpia los restos de lágrimas que le quedan aún en la cara con su pequeña manita. Helena le da un beso en la palma.

—Vámonos a casa.

—¡Helena!

Oye el chasquido de unos dedos y abre los ojos.

—¿Te has quedado dormida o qué?

Frente a ella tiene la cara sonriente de la morena más joven.

—Eh... Creo que sí.

—Tienes que empezar a vestirte ya.

—Sí, claro. ¿Podéis dejarme unos minutos a solas?

Las dos chicas morenas se miran extrañadas. Después miran a la rubia sentada en la banqueta.

—¿Ocurre algo?

—No, Danny. Es solo que necesito unos minutos a solas. Por favor.

—Sí, claro. Vamos Syl, esperaremos fuera. Cuando estés lista, nos avisas.

La rubia sonríe y asiente.

Cuando se queda sola, se da la vuelta hacia el tocador para mirarse en el espejo. Y vuelve a verse dos años atrás, delante de un espejo distinto, pero el mismo reflejo. No, el mismo no. Era una Helena distinta. La otra Helena no estaba convencida. Esta Helena, sí. A pesar de eso sus sentimientos son agridulces. Piensa por un momento en él. Desea con todas sus fuerzas que esté bien, que haya encontrado su camino y a la persona adecuada. Alguien que le dé lo que ella no pudo darle. Lo desea de verdad. Una lágrima solitaria le rueda por la mejilla.

—Ojalá puedas perdonarme algún día, Henry. Para poder perdonarme a mí misma.

Cuando camina por el pasillo en dirección al altar olvida todo aquello y se siente feliz otra vez. La pequeña Nora está parada al lado de su padre, y la mira con una sonrisa deslumbrante. Cuando llega a su altura, se agacha para darle un beso.

—Du är vacker, mamma.1

Helena se muerde los labios.

—Tack, min prinsessa.22

Después le da un tirón a Sylvia en el vestido para llamar su atención.

—Te dije que mi mami llevaría un día un vestido tan bonito como el tuyo.

Sylvia le guiña un ojo y sonríe. Danielle se pone un dedo en los labios y le hace un gesto para que se calle.

Y media hora después, Helena y Alex ya son marido y mujer. Se miran a los ojos mientras bailan un vals en el centro de la pista. No hacen falta las palabras, ya saben lo que sienten el uno por el otro.

Y casi un año después, Helena da con el teléfono de Henry por casualidad. Están de vacaciones en Kansas, y lo encuentra apuntado en una libreta que tiene su madre guardada en un cajón de la cocina. Alex se ha ido con Nora a comprar al pueblo y su madre está recogiendo algunas verduras en el huerto. Acaba de discutir con Alex porque no la dejan hacer nada.

—Estoy embarazada, no enferma.

—Ya lo sé, cariño. Pero yo me quedo más tranquilo si descansas.

—¡Es que no estoy cansada!

Nora la mira frunciendo la nariz y se encoge de hombros.

—No te preocupes, mami. Luego saldremos nosotras a dar un paseo. A Samuel también le vendrá bien.

Le acaricia la barriga con cariño.

—Gracias, min prinsessa. Si fuera por tu padre estaría encerrada en una burbuja.

Alex resopla.

—Venga, vamos a comprar, Nora. O tu madre al final terminará castigándome.

—¿Mamá te castiga?

—Oooh sí, claro que lo hace.

Helena lo mira con los ojos muy abiertos.

—¿Cómo?

—Ya te lo cuenta tu padre mientras vais camino del pueblo.

Alza una ceja y sonríe.

Coge su teléfono y marca el número. El bebé se agita en la barriga al notar los nervios de su madre. Cuando descuelga y escucha su voz le da un vuelco el corazón. La conversación es breve y llena de reproches, pero ella ya se esperaba eso. Aunque se queda con la última frase.

—Pues da la casualidad de que la persona que más me importa en estos momentos está sentada a mi lado. Me has jodido la vida una vez, no me la vas a joder dos veces. No se te ocurra volver a llamarme. Nunca.

Y Helena piensa en esa frase. La persona que más le importa. Eso quiere decir que está con alguien. Alguien que vuelve a importarle. Y se alegra. Una sonrisa se extiende por su cara. Y por fin, tres años después de todo aquello, Helena puede perdonarse a sí misma.

FIN

Título original: Henry

Autora: Aida Cogollor

Primera edición: 2014

ASIN: B00HBSI6FK

Autopublicado en Amazon

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