Helena

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Helena

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Helena

—¿Nora? ¡Nora...!

Alex se queda parado de golpe. Pero enseguida echa a andar otra vez, sin darse la vuelta siquiera. Nora me mira y me saluda con su manita. Pero su mirada es triste. Un dolor me atraviesa el pecho como un relámpago. No puedo soportar ver sus enormes ojos con esa tristeza. Y entonces me doy cuenta de lo mucho que la he echado de menos todo este tiempo y de algo que sin querer ya sabía desde que volví de Suecia, que quiero a esa niña con toda mi alma.

—¡Nora!

Me agarro el bajo del vestido y echo a correr. Alex se da la vuelta con la niña en brazos y la deja en el suelo. Cuando llego a su altura se acerca y me abraza con fuerza.

—Helena, ¿por qué no quieres venir con nosotros?

—Yo... yo...

—¿Sabes qué? Alex es mi papa.

A punto estoy de caerme de culo en el suelo. Miro a Alex, tiene los brazos cruzados pero me sonríe. Aunque sus ojos también reflejan tristeza. Asiente con la cabeza.

—¿Y... estás contenta, cariño?

—Cuando me lo dijeron sí. Quiero mucho a mi mama, pero estaba contenta porque quería estar con Alex y contigo. Pero no viniste a Suecia con él... y cuando me trajo aquí no estabas en su casa...

La estrecho contra mí.

—Lo siento, Nora. Lo siento mucho.

—¿Por qué lo sientes?

—Por no haber estado allí para estar contigo.

—¿Por qué llevas un vestido de novia?

—Yo...

—Nora, tenemos que irnos. Estamos entreteniendo a Helena.

—¡No! Por favor...

Me abrazo a la niña con fuerza. Las lágrimas me resbalan lentamente por las mejillas. No quiero que se vayan ¿Qué me está pasando? Si voy a casarme con Henry...

—No llores, Helena. Estás muy guapa.

Nora pasa sus manitas por mis mejillas.

—Helena, siento haber venido y hacerte pasar por esto. No tenía derecho.

—¿Y... por qué lo has hecho?

Le miro suplicando que me dé la respuesta que necesito. La respuesta que me de la valentía que necesito para hacer caso a mi corazón.

—Porque nunca se pierde la esperanza de recuperar lo que más quieres, Hel. Y yo nunca he dejado de quererte.

Sonrío...El corazón me late con tanta fuerza que creo que se me va a salir del pecho...Su mirada...su boca entreabierta... Cierro los ojos.

Por favor, no te vayas a desmayar otra vez... Su sonrisa.

Helena desde que has entrado por la puerta no he podido quitarte los ojos de encima... El Havanna.

Este es el mejor regalo de la noche, sin duda... Te quiero, Alex...Jag älskar, Helena... Sonrío.

Sé que tú no le harás daño, sé que le harás feliz porque nunca le había visto así, Helena... Karin.

Pensábamos que no se recuperaría de aquello min skatt, pero gracias a ti vuelve a haber luz en sus ojos... Johann.

¿Te casarás con el tío Alex, entonces? Tú me gustas mucho Helena... Nora.

Las lágrimas me inundan los ojos, todo un año de imágenes se me agolpan tras los párpados... El Havanna... Suecia... Kansas...

Alex bailando, Alex en mi cama, Alex en la playa, Alex patinando, Alex besándome, Alex sonriendo...

Me encanta tu sonrisa... ¿Me habrá leído la mente?

Auroras Boreales... Prometo desearte siempre por encima de todo, min kärlek...

—¿Helena?

La voz de Henry me hace abrir los ojos de golpe. Me giro hacia él, está parado en la puerta de la iglesia y me mira con un gesto que no sabría describir. ¿Decepción? ¿Incredulidad?

—¿Qué hace él...aquí?

Le señala con el dedo. Me levanto y cojo a Nora de la mano.

—Ve con Alex, Nora.

—¿Vendrás...?

—Nora, ven aquí.

Alex la acerca y la estrecha contra su cuerpo. Ella se coloca detrás de él y se agarra a su pierna.

—Llévatela de aquí, por favor.

Le miro a los ojos y veo dolor, y recuerdo cuando ese dolor fue mío y la sensación de tener un agujero en el alma. Sus labios articulan un lo siento. Y yo quiero decirle que no lo sienta, que la que lo siento soy yo por no haberme dado cuenta antes...pero las palabras se me atascan en la garganta y el nudo que tengo no las deja salir.

—Helena... ¿se puede saber qué coño hace él aquí?

Noto la rabia en sus palabras.

—Henry, yo...no puedo...

—¿Qué no puedes qué?

Cierro los ojos, el corazón me late a mil por hora, me cuesta respirar...me mareo...doy un traspiés...y unos brazos fuertes me sujetan antes de caer al suelo. Abro los ojos y puedo ver las aguas del mar del Norte reflejadas en una mirada.

—Siempre serás tú... Siempre.

Susurro.

—Suéltala ahora mismo.

Henry está a mi lado con los puños apretados. Me incorporo y me retiro de los brazos de Alex.

—Helena, ¿quieres hacer el favor de explicarme qué es todo esto?

—Alex, por favor. Llévate a Nora de aquí.

La coge en brazos y se alejan mientras Nora me mira con la barbilla apoyada en el hombro de Alex. Y ahora sí que lo veo claro. No voy a perderlos nunca. Jamás.

—Yo...no puedo casarme contigo.

—¡¿Cómo dices?!

—Lo siento Henry, lo siento por no haberme dado cuenta antes, creía que mi corazón siempre sería tuyo y que jamás querría a otro como te quise a ti. Pero me equivoqué.

—¿Pero qué estás diciendo?

—Escúchame, por favor. He estado luchando inconscientemente conmigo misma, creyendo que siempre serías tú...pero mi corazón supo querer a Alex incluso antes de que yo me diera cuenta. Pensaba que esa lucha con tus recuerdos eran señales del destino para volver contigo. Y ahora me doy cuenta de que lo único que significaban es que tenía que dejar nuestra historia atrás por fin, y seguir avanzando.

—Helena, no puedes estar hablando en serio...

—Henry se puede engañar a la mente, pero nunca, nunca, al corazón. No puedo casarme contigo, lo siento.

Apenas puedo creer que haya sido capaz de decir todo eso, pero por primera vez en mi vida me siento bien. Siento que todo lo que me impedía ser feliz, mi pasado, mis fracasos...han quedado por fin atrás, y que puedo empezar una nueva vida y seguir adelante, me siento libre. Y en la ecuación de esa nueva vida sólo existe un nombre...Alexander.

Agarro el borde de mi vestido y me doy la vuelta.

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