Hard

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Capítulo Veinte

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Capítulo Veinte

 

—No pensaba explicarte por qué estamos aquí hasta ver a Derek, pero no sé. —Nick sacudió la cabeza—. Igual y me equivoqué y no vendrá por ti.

Davina se mordió los labios, intentando contener otro sollozo mientras descartaba esa posibilidad, Derek vendría por ella, y eso la angustiaba casi tanto como le daba esperanzas, su corazón latía a un ritmo que estaba por provocarle un paro cardiaco.

—Por favor, Nick, ¿qué rayos estás haciendo?

—Sé que esto te resulta un verdadero shock. Pensaste que éramos amigos, pero ahora las cosas han cambiado. Bueno, para ti han cambiado, no para mí, pero eres lista, te pondrás al día con rapidez.

—¿Qué quieres decir?

—Sé que estás enterada de quién fue Ellen, ¿no?

—¿Ellen?

—Mi hermana. —Oh-Dios-mío—. La chica que Derek mató de una sobredosis, deja de hacerte la ignorante, me enerva.

Davina tragó saliva mirando fijamente a Nick, desconocía de todo esto y sabía con certeza que Derek también, esto lo destrozaría más allá de la imaginación, porque justo ahora, Nick estaba reviviendo la pesadilla de la que él trataba de salir. Y mientras miraba esos ojos, el horror la recorría, llenaba de hielo sus venas y le robaba el aliento.

—Oh, veo que sabes de qué estoy hablando. Definitivamente lo sabes. —Nick sonrió de nuevo. Davina quería refutar lo que estaba diciendo, pero temía encender su ira, así que solo hipó mientras lo miraba.

—¿Qué tengo que ver yo con eso?

—Cuando conseguí trabajo con Resistance, muchas veces tuve que controlarme para no darle a Derek un tiro en la cabeza. —Suspiró negando, Davina ni siquiera podía considerar esa imagen—. Sería una muerte muy fácil, un tiro y listo, se acabó. Verlo hundirse en las drogas fue algo… bueno. Saber que estaba destruyéndose a sí mismo fue un placer que no te voy a negar que me mantuvo cuerdo por meses, él estaba destruyendo a su familia, a sus amigos, a su propia banda, me daba el regocijo suficiente como para entender que una bala en su cabeza era muy poco para lo que en realidad el bastardo merecía.

»Durante un tiempo, me consolaba viendo su jodida miseria, en realidad él no estaba con ninguna groupie, nada. Pude verlo, eso me satisfacía, esa escoria de mierda no merecía estar al lado de una mujer nunca más, pero entonces todo cambió cuando le puse ese cóctel de drogas en aquella fiesta donde atacó a Giselle, esa era su verdadera esencia, supe sin lugar a dudas que era un depredador, arruiné a su familia, a su casi hermano, a todo mundo, casi tuve un orgasmo. —Se rio sacudiendo la cabeza mientras ella procesaba la información con horror—. Cómo disfruté verlo cayéndose a pedazos, pero entonces apareciste tú.

Los ojos de Nick estaban muy dilatados cuando se enfocaron en su rostro, y se quedó sin aliento cuando lo vio levantarse.

—¿Y-Yo?

—Sí, y fue como verlo volver a nacer, ¿sabes cómo me destruyó eso? —dijo regresando después de unos instantes, y aunque la pistola ahora estaba guardada en la cinturilla de sus vaqueros, en sus manos ahora traía… su vieja cámara.

—¿Por qué tienes mi cámara?, ¡me la robaste!

—Lo siento. —Le tomó una fotografía, encandilándola—. Yo solo… necesitaba joderlo de todas las maneras posibles, primero sus guitarras… luego esto. —Agitó frente a ella la cámara, y después le mostró también su desaparecida memoria extraíble—. Es curioso cuántas vidas puede destruir un pequeño artefacto.

La vista de Davina iba y venía entre su cara, donde una cínica burla contorsionaba sus rasgos, y su vieja cámara que se balanceaba perezosamente entre sus dedos. Con pecho agitado y ojos llenos de brillo antinatural, Nick se puso en cuclillas frente a ella, y sorprendiéndola sacó una fotografía de ellos juntos, haciéndola sentir náuseas mientras él hablaba.

—Esta le va a encantar, se pone tan celoso cuando me acerco a ti.

—Nick, no tiene por qué ser así, no quieres esto, por favor...

—Tienes razón, no quería esto para ti. Eres la primera persona que me distrajo de mi propia mente, eres agradable, lista, pensé… —dudó, sacudiendo la cabeza—, podría haber sido diferente, ¿pero entonces de qué se ha tratado mi vida en los últimos años si no es herir a Derek?, tú eres lo que más quiere ahora, y él me arrebató lo único que quería. Mi madre se quedó contenta con una pensión de por vida por matar a su hija, ¿y yo?

—Tienes que detener esto —susurró a través de su garganta constreñida mientras lágrimas comenzaban a caer de nuevo—. Por favor, ¿no puedes verlo? Estás en un círculo, tu hermana no lo habría querido, nada de esto, tienes que vivir tu propia vida... somos las decisiones que tomamos.

—Exacto, y yo ya tomé la mía, Davina, hace mucho jodido tiempo.

Davina se sintió mal por él. Nick ya no podía discernir entre el bien y el mal. El hombre que fue una vez ya se había ido. Sus demonios lo habían consumido por completo.

—¿Derek?

El guitarrista se sobresaltó mirando a Jeremy y a Rick. Habían llegado directamente desde San Francisco y los estaban esperando justo afuera de la oficina del detective. Caden hizo un comentario sobre los tipos llegando tarde, pero Jeremy no parecía de humor. Allí no había absolutamente ninguna tontería rondando al tipo. Sin bromas. Sin alegría tampoco. Y antes de que hablara ya se temía lo peor.

—Ethan investigó la dirección de Nick. —Claro, ¿había mencionado que sus jodidos hermanos eran como detectives? Derek se pasó una mano por el cabello, listo para escuchar que vio a Davina salir de ahí—. Y es la misma que la de Carmen Overville.

¿Conocen ese momento cuando su corazón y estómago caen al suelo y en el interior se siente un enorme vacío? Derek se apoyó las manos sobre las rodillas, jadeando. Esto no… mierda. Estuvo tan ciego… ahora, no solo un mal presentimiento se lo estaba comiendo vivo. No creía ni por un instante que estuviera con Davina solo por coincidencia…

...

—¿Cómo que no sabe dónde está él? —gritó a la persona al otro lado de la línea.

—No lo sé —gruñó Carmen—, no tengo por qué darte más explicaciones, Derek, no sé de él hace muchísimo tiempo. Probablemente haya seguido el mal ejemplo que dejaste en esta familia, solo nos trajiste miseria, ¿ahora puedes ver el daño que tú…?

Colgó sin querer escucharla un segundo más. Carmen sería por siempre una hija de perra. Jamás le interesó el bienestar de sus hijos, pero a diferencia de Davina, quien también tuvo unos padres de mierda, Ellen se había dejado arrastrar por las drogas como su madre.

—Lamento la espera —dijo un tipo de cabello claro acercándose a ellos—. Soy Jon.

Pasaron a su oficina, y entonces el detective Jon le estaba haciendo preguntas que solo lograron ponerlo más nervioso. Con Nick llenando toda su ficha personal de empleo con mentiras, realmente se preguntó cuánto más del personal que trabajaba con ellos era una farsa, y de verdad resultaba inquietante. Las manos de Derek comenzaron a temblar mientras su corazón se lanzaba a una carrera, todo daba vueltas, necesitaba un puto pase. Sacudió la cabeza, intentando enfocarse en la mirada del detective.

—¿Podría decirme si usted y la señorita Ferrec discutieron?

—¿Eso qué tiene que ver? —El detective solo elevó una ceja, haciéndolo gruñir—. Sí, discutimos, pero ella no desaparecería así como así.

—Me gustaría que profundizara un poco. —Jon lo miró de una manera que dejaba bien claro que lo veía como un posible sospechoso, genial.

Así que se vio obligado a explicarle el altercado mientras él anotaba algunas cosas y lo obligaba a adentrarse en otras.

—¿Y sus padres, hermanos?, ¿no podría estar con ellos?

—Solo tiene uno, y ya hablé con él.

—Bueno… igual iré a investigar ahí y a su departamento.

—¡Ya lo hice yo! —gruñó tirando de su cabello—. Tiene que entender que algo muy malo pudo haberle pasado, busque todo sobre Nick, ¡es lo único que debe hacer ahora!

El detective lo miró irritado.

—Mire, señor Chancellor. —Cruzó los brazos frente a él, adoptando una postura defensiva—. La señorita Ferrec se fue por voluntad propia, estoy haciendo mi trabajo aquí, y como un favor a Jeremy, no vuelco a la policía sobre usted. Estoy enterado de lo que pasó con su esposa, o lo que intentó hacerle a la señorita Giselle Carter, tiene una reputación de mierda y a todos los medios encima de usted; Jeremy ha sido astuto con la policía, pero yo puedo mandarlo directo a la cárcel, así que déjeme trabajar mientras usted espera aquí.

Y con eso lo despachó del lugar dejándolo más enojado y frustrado si fuera posible. Caden inmediatamente lo alcanzó, como si temiera que una inyección de heroína apareciera mágicamente sobre su brazo.

—Está desaparecida —murmuró con voz hueca, mirando con preocupación a su hermano—. Y este tipo parece culparme de alguna manera, me hizo preguntas estúpidas, como si yo la hubiese secuestrado.

—Bueno, ese es su trabajo. —Derek se rascó el tatuaje nerviosamente.

—No está haciéndolo bien.

—¿Y qué podemos hacer?, todos lo están intentando.

Derek sacó un cigarro y comenzó a fumar casi con desesperación. Las señales habían estado ahí todo el tiempo, pero él se había rehusado a verlas, quizás porque resultaba demasiado doloroso encontrar algo familiar en ese tipo, el rostro de Ellen, sin embargo, nunca había estado tan presente en su mente como cada vez que tenía un altercado con Nick... Un jodido momento.

—Si te pido que me acompañes... —preguntó, lanzando el cigarro—, ¿lo harías?

—Suena a que vas a hacer algo estúpido.

—Lo voy a hacer. —Caden sonrió.

—Bien, andando.

Derek presionó el acelerador de su auto y lo forzó a una velocidad de vértigo. Pasando cada luz roja, cada alto, y esquivando cada auto detenido. Y era ridículo que solo hasta este momento se diera cuenta de dos cosas: que amaba absolutamente a Davina, y que creía saber en dónde diablos podía estar.

—Esto no está bien, hermano, nada bien. Cuando dijiste algo estúpido no agregaste “suicida” —dijo Caden, sosteniéndose con fuerza del marco de la puerta—. Debimos dejar que la policía hiciera su jodido trabajo, darles la dirección de la casa en donde vivió Ellen…

—¿Cómo sabes que vamos ahí, y por qué no se te ocurrió sugerirlo antes? —Apretó los nudillos sobre el volante mientras aceleraba, esquivando otro auto, ignorando el sonido de la bocina y las maldiciones que le siguieron—. Eres un maldito cabrón, Caden.

—Porque tú y Dylan solo están jodiendo con que Ethan y yo parecemos de la CIA, no quería opinar algo y que me gritaras, puedes ser jodidamente estridente.

Ethan y Caden de verdad se habían equivocado de profesión, eran unos malditos detectives, no músicos.

—Bueno, entonces sabrás que estoy en camino a encontrar a mi chica, y quizás matar a ese bastardo si le hizo algo, no necesitas estar conmigo en la cárcel, puedo estacionarme para que bajes ahora.

—¿Y dejarte solo para que violen tu escuálido culo en la cárcel? —se burló—, además, cuando salga de la jodida prisión seré una leyenda, claro, siempre y cuando tú seas quien lo asesine. No creo que me den muchos años por solo ser un maldito mirón.

Derek apretó los dientes, no estaba seguro siquiera de que encontraría a Davina en ese lugar, a Nick, o a quién demonios, pero no había regresado a la casa de Ellen desde el día de su muerte, no había pensado en nadie más que su propio dolor, mierda, había estado metiéndose drogas desde entonces y hasta hacía muy poco, para preocuparse por nadie en lo absoluto. Y ahora, Davina estaba pagando las consecuencias de eso.

—Nick, este no eres tú. Te gusta la música, te gusta tu vida, eres un chico listo. —Él sonrió sin humor.

—¿Tu mamá fue una buena mujer? —preguntó sorprendiéndola—. Quiero decir, ¿una buena mamá? ¿Pasó tiempo contigo cuando eras pequeña? ¿Puso comida en la mesa?

—Nick…

—¡¿Cómo quieres que hablemos si no me cuentas nada?! —Davina se estremeció, no quería contar nada, como de costumbre, pero temía que su silencio en esta ocasión la llevara a su muerte.

—No lo fue —susurró con la voz rota—. Cuando yo era niña solo tuve a mi hermano para pelear por mí. Mi mamá era una drogadicta… —Se encogió de hombros como si no fuera nada, sin embargo necesitaba que Nick entendiera la situación—. Ella era una drogadicta, una perdedora, un ser deplorable, sin embargo... la vida ya no es sobre lo que ocurrió en tu pasado, sino dónde estás ahora, ¿lo ves? No tienes que hacer esto…

—¿Que no tengo que hacerlo? —escupió a sus pies—. ¿Cómo puedes ser tan hermosa y tonta a la vez?, ¡imagina que alguien mata a tu hermano! Solo imagínalo. —La joven se encogió en su lugar—. Ahí lo tienes. Nunca he sido nada más que esto, Davina. Hace muchos años perdí mi identidad y desde entonces, he tenido un solo objetivo en mente. Ahora, te recomiendo que te dignes a tomar aunque sea algo de agua, si te mueres por deshidratación antes de que él llegue, nada de esto tendrá sentido.

—Derek amó mucho a Ellen, no te haces una idea de todo lo que ha sufrido por ella, incluso todavía lo hace…

No lo vio venir. Nick enloqueció, y al segundo siguiente un golpe demoledor impactó en su pierna, haciendo que la silla en la que estaba atada se volcara, golpeándola en la cabeza en el proceso al no poder meter las manos. Davina estaba tan aturdida que ni siquiera sintió dolor, quizás náuseas mientras él hablaba.

—Deja de ser tan idílica, por favor. Si la quisiera, nunca la habría dejado ahogarse con su propio vómito. —Se arrodilló a su lado, sus ojos frenéticos—. Si la quisiera, la hubiese salvado, habría dicho la verdad frente a las autoridades, se hubiera entregado, ¡pero la botó como basura y se largó!, ¡ni siquiera fue a su sepultura!

Davina estaba a punto de desmayarse, menos mal, porque entre el frío, la falta de alimento y líquido, más todo el dolor en su cuerpo, no se sentía capaz de enfrentarse a esto de otra manera que no fuera inconsciente.

—Aléjate de ella —ordenó una voz muy familiar.

Y cuando tuvo un atisbo de Derek irradiando ira, Davina pensó que quizás todo se trataba de un sueño, alguna alucinación en lo que se desmayaba. Derek se quedó inmóvil al final de las escaleras que conducían al sótano, mientras sus ojos se lanzaban entre ella y el hombre que ahora sostenía el arma apuntado hacia él.

Si era una alucinación, era una malditamente buena. Derek era una mezcla de odio hermoso y venganza. Él era sublime con sus increíbles ojos, su cabello rubio arenoso, un cuerpo fuerte lleno de músculos y tatuajes que decoraban cada centímetro de su piel bronceada, solo que en esta habitación, se veía como el cielo puro con dudosa reputación, quizás por eso Davina no podía solo dejarse llevar por la inconciencia.

De pie allí, con las fosas nasales dilatadas, su rostro torcido de ira, las cuerdas de su cuello tensas y apretadas, con ese enorme pecho hinchándose de furia subiendo y bajando, y todos esos tatuajes coloreando sus antebrazos, Davina pudo ver un nuevo tipo de belleza en Derek. Más oscuro. Más escalofriante. Quería tanto tomarle una fotografía. Nunca lo había visto de esa manera, y se preguntó por un segundo, si no se habría desmayado ya.

—Te costó toda una puñetera vida llegar —espetó Nick incorporándose, sin quitar ni un segundo la vista de él, ni tampoco dejar de apuntarlo.

—Deja que ella se vaya, es a mí a quien quieres.

Nick se rio, el sonido entre dientes la hizo estremecer. Derek terminó de bajar los escalones con las manos elevadas en son de paz, y comenzó a caminar en su dirección, y cuando se encontraron sus ojos, se estremeció al ver la rabia y el pesar en ellos.

—Lo que quiero es verte sufrir. Así que ella es lo que necesito después de todo. ¿Sabes?, ni siquiera me gustan este tipo de cosas: secuestro, armas… no —Sacudió la cabeza—. Pero un hombre desesperado siempre hace cosas desesperadas.

—Eso no te va a traer a Ellen de vuelta, por favor… permite que Davina se vaya.

—Puedo matarlos a ambos y cubrir mis huellas, lo aprendí de ti.

—Yo no maté a Ellen —murmuró, todavía caminando despacio, acercándose a ella.

—¿No? —Se rio—. Estaban casados, ¡dormías con ella todos los jodidos días, y esa mañana estaba sola!

—¡Tú ni siquiera estabas ahí! —rugió Derek, de pronto perdiendo la compostura—. Ambos estábamos mal, a mí me llevaron en ambulancia también, ¿crees que no habría preferido darle mi lugar ni por un instante?, ¡me morí con ella también!

—¡Eso no es verdad! —gruñó, encontrándolo a mitad de camino, a pocos pasos de que Derek pudiera alcanzarla—. ¿Has visto a los ojos muertos de alguien?, porque yo no he podido jodidamente olvidarlo. Me hiciste perder lo único que valía la pena en mi miserable vida, mi hermana era la única que se preocupaba por mí en ese infierno de mierda, ¡y tú me la quitaste! La mataste y luego lanzaste unos cuantos dólares como si eso pudiera traerla de vuelta, dejaste que la sepultaran como si fuera una drogadicta más y nunca la mencionaste en tu jodida carrera en ascenso. —Sacudió la cabeza, soltando una risa histérica—. ¿Cómo ibas a hacerlo si siempre has sido un jodido egoísta?

Derek se movió un poco más, dándole ahora la espalda, y sin que Nick perdiera de vista su enfoque en él.

—Soy yo lo que quieres. Aquí me tienes. Solo déjala ir. —Y de pronto, estaba arrodillándose delante de ella, protegiéndola con su cuerpo.

—¡Lo que no entiendes es que es demasiado tarde! —gritó Nick de forma maniaca, presionando su arma contra la frente de Derek.

Davina estaba a punto de perder la cabeza, o al menos tener un ataque cardiaco, cuando de la nada, una enorme sombra se posó detrás de Nick, como si sintiera su presencia, trató de girar con la pistola en mano, pero el enorme tubo le dio en la sien, por lo que cayó medio mareado, la pistola volando de sus manos.

—No, no, amigo. Nadie tiene permitido jugar sucio con mi hermanito más que yo.

La joven miró a Caden boquiabierta, quien empujó a Nick sobre su espalda en el suelo para poner el pie en su garganta.

—¿Qué mierda, Caden?, pensé que querrías que nos mataran —gruñó Derek dándose la vuelta, buscando frenéticamente heridas por el cuerpo de Davina.

—Teníamos un jodido plan. —Lo apuntó con el dedo—. Te adelantaste, imbécil. —Luego miró a Nick—. ¿Así que realmente hiciste toda esta mierda estúpida?, ¿cómo pudiste tomar a la pequeña Davi?

Nick gruñó, pero no podía responder ya que Caden más o menos tenía aplastada su tráquea en ese momento. Derek logró sacarla de la silla, pero cuando intentó aflojarle las manos, Davina dejó escapar un agudo chillido.

—Lo siento mucho, Davi, de verdad, lo siento mucho...

La levantó del frío suelo y, solo entonces, Davina sintió que podía dejarse ir, se apoyó contra su duro pecho, su corazón latía tan rápido que temía le diera un paro cardíaco en cualquier momento.

—¿Davi? , escúchame, te voy a sacar de aquí, solo no te duermas, por favor…

La joven de verdad quiso responderle. Quería decirle algo, cualquier cosa, pero no encontró su voz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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