Hard

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Capítulo Veintiuno

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Capítulo Veintiuno

 

Despertarse nunca había sido tan complicado. Si bien Davina era una persona que amaba su cama, esto iba más allá de la comprensión.

Esforzándose, abrió los ojos para encontrarse directamente con una luz incandescente que la hizo cerrarlos de nuevo. Y como una película a la cual rebobinó, todo lo acontecido la golpeó, haciéndola abrir inquietantemente los ojos, incluso pese al dolor persistente de cabeza.

Estaba en una habitación desconocida de paredes blancas, y su corazón latió con fuerza al pensar por un momento que estaba muerta, salvo porque un molesto pitido sonaba desde algún lugar cercano, y una intravenosa estaba conectada a su lastimada mano. Intentó sentarse, pero fue como si tuviera un saco de cemento encima.

—No te levantes. —Unos dedos acariciaron su cabello.

—¿Derek? —Él ladeó la cabeza para estar a su nivel, dejándole ver su apuesto rostro.

—¿Cómo te encuentras?

—No lo sé… creo que bien. —Derek suspiró.

—Davi, no sabes cuánto lo siento, nunca pensé…

—Shhh... —lo calló poniendo un dedo en sus labios—. Ahora todo está bien.

—¿Qué sucedió?, ¿cómo diablos te raptó?

Davina no conseguía recordarlo con claridad, y su mente parecía resistirse cada vez que intentaba rememorarlo, igual le contó cómo Nick la había llevado con mentiras a su casa, cómo todo cambió drásticamente cuando la drogó o algo parecido, sin embargo, no mencionó todo lo que habló con Nick, no quería alterarlo más con eso, había cosas que simplemente tenían que quedarse sepultadas por pura cordura.

—Maldición, ¿qué hubiese pasado de no haber llegado a tiempo? —susurró con voz y ojos atormentados—. Lo peor es que nunca logré ubicarlo, ¿cómo no me di cuenta?

—Nos engañó a todos. —Le acarició con suavidad la áspera mejilla—. Necesito hablar a la clínica, Brant… —comenzó, a pesar de la nube de confusión.

—Jeremy llevó un abogado a la clínica, Brant está aquí, todos de hecho, se han estado turnando, justo Giselle acaba de salir a buscar algo para comer.

—¿Brant está aquí? —Intentó levantarse de nuevo, pero el mareo por poco la hizo vomitar, justo al tiempo que sentía que Derek la empujaba suavemente hacia las almohadas.

—Lo llamaré si quieres, pero permanece en reposo, por favor.

—¿Por qué tengo todo esto…? —Miró debajo de las sábanas a la escayola en su pierna—. Diablos, sabía que había escuchado ese horrible sonido.

—Tuviste principios de hipotermia, el hijo de puta te tenía en ese sótano aislado, deshidratada, y luego tu pierna… —Davina puso la mano sobre la suya, tratando de controlar su temperamento que iba claramente en aumento, él la miró lleno de pesar.

—Me siento bien, de verdad… —Él sacudió la cabeza frenéticamente.

—Lo siento tanto, Davina, por mi culpa estás aquí, me dijiste que cerrara el círculo, y continué guardando mi mierda sin entender cuánto afectaba a todos a mi alrededor, y por eso Nick te cazó, todo esto es mi jodida culpa, te fallé…

—Detente. Deja de ser un idiota. Nick es el único que estaba mal, dejó que su pérdida se transformara en odio… ¿lo entiendes? —suspiró sin dejar de mirarlo—. Recuerdo una vez que me dijiste que no me convenías. —La inquietud le oscureció los ojos—. Pero en este momento, no me veo estando con nadie más. Tu presencia es lo único que necesito, tu sonrisa… —Deslizó los dedos a sus labios—. Nunca digas que me has fallado.

—En algo te equivocas —dijo besándole los nudillos—. Eres tú quien me salvó a mí, gracias por eso, Davina.

Con el rostro lleno de emoción, sacudió la cabeza, tratando de negarlo, pero luego tragó saliva cuando él se inclinó para besarla. Y mientras la besaba con toda la suavidad del mundo, Davina sonrió entre sus labios, justo cuando alguien pronunció su nombre.

Derek se tensó contra ella.

—Maldita sea. ¿Al menos puedes matarme en el pasillo?

—¿Qué...? —Davina alzó la cabeza, preguntándose qué ocurría, solo para divisar a su hermano con las manos dentro de sus bolsillos, dirigiéndose hacia ellos.

—Lo haré después de saludar a mi hermana, ¿te molesta si me dejas con ella a solas? —pidió Brant con un saludo cauteloso, sonriendo vacilante, como si no estuviera seguro de si era bienvenido entre ellos o no.

—Claro, esperaré mi destino afuera. —Derek le dio un beso en la frente, antes de irse.

Davina se llevó las temblorosas manos a la boca antes de tenderle los brazos.

—Oh, Dios mío, cómo te he extrañado —balbuceó cuando por fin él se inclinó para abrazarla. Jesús, estaba tan cambiado, tan grande, tan…

—Tienes mucho por lo que disculparte —dijo contra su cabello.

—¿Por qué debería disculparme?

—Por estar a punto de abandonarme, ¿sabes lo que es estar encerrado esperando noticias? Es la peor tortura por la que he tenido que pasar en los últimos años.

—Lo siento —susurró, empapándose de su familiar aroma.

—Sé lo que pasó, no garantizo que no vaya a golpear a tu noviecito, sin embargo —declaró, su profunda voz resultaba reconfortante—, esto sigue siendo una locura, por supuesto. Deberías ser más precavida, a estas alturas supuse que sabías que no se debe hablar con extraños, y mucho menos beber lo que los extraños ofrecen.

—No me hubiera ido con él si hubiera dudado un poco, quizás mis instintos como reportera ya están fallando, ¿debería retirarme?

—Nunca fuiste reportera, yo creo que deberías retirarte. —Se mostró de acuerdo antes de suspirar, sentándose a su lado, sus ojos llenos de pesar—. No creo que pueda odiarme más de lo que lo hago en este momento. Todo es mi culpa. Él nunca te hubiese conocido si yo no hubiese estado tan fuera de control, y nunca hubieses sido blanco de algún loco si yo...

—Brant. —Davina se incorporó, apretando los dientes a pesar del dolor—. Me gusta mi vida tal cual es ahora, ¿lo entiendes? —Él comenzó a negar, por lo que Davina insistió—. Mírame, no miento, de verdad que no lo hago.

Él la miró durante varios segundos, sin duda su hermano y Derek eran más parecidos de lo que creía, y ambos se sentían siempre culpables de una cosa u otra, finalmente, él asintió con una gran exhalación, Davina se relajó en su cama, haciendo una mueca cuando intentó mover la pierna.

—¿Estás bien?

—¿Qué le ocurrió a Nick?

—Lo arrestaron, escuché que un tipo que parece leñador lo mantuvo en el suelo hasta que llegó la policía. —Davina recordó a Caden con una sonrisa.

—También pareces un leñador ahora. —Brant hizo una mueca.

—Demasiado tiempo libre. —Se animó un poco, sus labios curvándose en una versión débil de su sonrisa de siempre—. Nick no volverá a molestarte, encontraron demasiada evidencia… incluyendo la cámara que te regalé.

La joven se tensó rogando para que Derek nunca pudiera ver esas fotos, y orando porque la policía las eliminara para siempre…

—Entonces… ¿Derek Chancellor, eh?, ¿siquiera te gusta el rock?

—Oh, créeme, estoy muy segura de que amo el rock. —Brant rodó los ojos.

—No necesito los detalles, y por favor quita esa mirada.

Davina se rio, pero al instante se quedó seria al ver su mirada, Brant suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—Davina, yo…

De pronto, la puerta se abrió, y por el rabillo del ojo pudo ver a Giselle y a Zoe moverse nerviosas.

—¿Podemos pasar? —preguntó Gis con inquietud.

—Sí.

Y de pronto, todos estaban entrando. Jeremy, los chicos…

—¿Lo ves? —Sujetó la mano de su hermano—. Mi vida está completa ahora.

Algunas semanas después.

Davina había salvado su vida, cuidado de él, le había hecho reír y sido un ancla cuando sintió que se estaba yendo a la deriva. Sin embargo, no era la primera vez que alguien a quien quería profundamente resultaba mal por su culpa, y no era la primera vez que era perdonado inmediatamente como si no hubiera hecho nada malo.

No se la merecía. El puro recuerdo de ella siendo arrancada de su lado había sido lo suficientemente fuerte como para tenerlo despierto por días.

—¿Has dormido algo en el último año? —Ella lo sorprendió al acariciar bajo sus ojos.

—Por supuesto, ¿cómo va tu pierna? —Se inclinó depositando besos en su cuello.

—Mucho mejor, y lo sabes. —Él suspiró cerrando los ojos—. Te amo.

—Parece como si amarme terminara hiriendo a la gente.

—Oye, abre los ojos. —La miró derrotado—. Deja de tener esos pensamientos, ¿quieres? Sé que eso es lo que te ha mantenido despierto, tus ojeras son profundas, es horrible. —Él sujetó su mano, besando sus nudillos antes de jugar con sus dedos.

—Lo lamento.

—¿Por qué no me cuentas de Ellen? Quizás si me hablas de ella, logres ir superando las cosas y teniéndola como un bonito recuerdo, y no uno manchado por la culpa o Nick.

Derek se quedó callado meditando sus palabras.

—Tengo un recuerdo curioso.

—¿Curioso?

—Por lo general, Ellen y yo nos despertábamos todavía elevados, y mirábamos hacia fuera por la ventana de mi auto, para ver en qué dirección iba el tráfico de la autopista, así determinábamos si estaba amaneciendo o atardeciendo. Recuerdo su risa, su cabello, recuerdo que juntábamos algo de dinero, conseguíamos las drogas, y si yo tenía que aparecer para un ensayo, probablemente me lo perdería. Si aparecía, estaría muy drogado como para hacer algo, así que me dormiría en la esquina de la habitación o me desmayaría en la van en la que íbamos de gira. No son buenos recuerdos, pero… eso es lo que hay. —Cerró los ojos, ensimismado en su confesión.

—Está bien, puedo comprenderlo.

—Sin embargo, solo son recuerdos. Ahora tú eres mi presente y voy a luchar por lo que tenemos. —Había convicción en su voz; una profunda certeza retumbante que esperaba no le dejara ninguna duda de que haría lo que fuera—. Así que investigué dónde está sepultada. —Se pasó una mano por el cabello—. ¿Irías conmigo?

—Derek, no es necesario que vayamos. —Le besó con suavidad—. No necesitas probarme nada, no tienes que hacer nada que no quieras.

—Tú has podido hacerme una mejor persona. —Todo lo que él estaba sintiendo se mostraba en su cara, aunque apenas y podía mirarla a los ojos—. Por eso quiero devolverte algo, ser mejor para ti.

Davina lo empujó sobre su espalda y comenzó a besarlo, y el modo en que lo tocaba, el modo en que lo miraba... jamás se había sentido tan querido, tan deseado, tan desgarradoramente apreciado.

Ella jadeó en su boca mientras le ayudaba a sacarse la blusa. Sus miradas se encontraron, el pulso de Derek tronaba en sus oídos, y cuando la palma de Davina subió por su pecho, el calor se extendió a través de él, mandando una corriente de electricidad a todo su cuerpo.

—No estés tenso, puedo sentirlo… —Él sonrió cambiando los lugares, poniéndola bajo su peso.

—No creo que lo entiendas, Davi. Te perdí. Por completo. Nadie sabía dónde estabas, quién te había llevado, o si te encontrabas bien… Me asustó tanto. No hice mucho más que enloquecer durante tu ausencia, no podía volver a perder a alguien.

—Pero estoy aquí ahora —lo besó con suavidad—, y quiero comenzar a retomar mi vida, recuperar el ritmo… sé que me has estado evitando. —Se onduló debajo de él haciéndolo sisear al sentir sus curvas—. Por favor, olvidemos eso, olvidémonos de todo.

—Maldición —siseó empujándose sobre ella—, creo que tienes un argumento convincente ahí, ¿ya lo habías ensayado?

Ella se rio, atrayéndolo a su boca, así que la besó con calma, quería sentirla piel contra piel, terminó de desnudarla sin prisas, manteniendo las manos a la deriva por las partes menos íntimas de su cuerpo, acariciándole el cuello, los hombros, los brazos… Davina por su lado no tenía paciencia, sus uñas arañándole la espalda antes de aterrizar en su culo, donde clavó los dedos en sus nalgas frotándose contra él. Ambos gimieron ante eso, pero no quería proceder al sexo todavía, necesitaba demostrarle que era suya, asegurarle que la quería… no, que la amaba para cuando terminaran. Enredando los dedos en su cabello, la besó con pasión antes de dejar que una de sus manos se deslizara a la curva de su pecho, su pulgar haciendo círculos perezosos en su pezón.

—Cada vez se siente como una primera vez —murmuró contra sus labios—, confía en mí cuando digo que nunca había hecho el amor. No de esta forma.

—Te creo, Derek, y debes saber que nunca he tenido a un hombre que me hiciera sentir tan especial.

Se arqueó bajo él, enganchando el tobillo sobre su pierna y frotando su pie seductoramente a lo largo de su pantorrilla.

—Tú eres más que especial. Te amo, Davina, mucho, y quiero que esto sea el comienzo de algo nuevo. Voy a dejar de hablar de Ellen, incluso aunque los medios lo sigan trayendo a la mesa. —Ambas manos subieron para enmarcar su cara.

—Oh, Derek, no te puedo pedir que hagas eso.

—Tú no lo pediste. —Frotó su mejilla contra la palma de su mano—. Yo lo estoy haciendo. Amo esta vida, te amo a ti, quiero empezar nuestra vida juntos ahora.

—¿Lo dices... en serio?

Derek respondió besando su garganta, sus labios siguiendo su yugular hacia la base del cuello. El deseo se disparó a través de ella, creciendo cada vez más fuera de control con cada segundo que pasaba, así que dejó a su boca jugar con uno de sus pechos mientras una de sus manos descendía a donde ella lo necesitaba. Perdida en el placer, Davina echó su cabeza hacia atrás y se concentró en respirar mientras sus dedos la penetraban.

Él cubrió su pecho con la boca, excitando su pezón, su lengua haciendo círculos, acariciando y sabía que la combinación de sus dedos moviéndose dentro de ella y su boca succionando su pecho era embriagadora, él mismo se sentía borracho con la sensación, casi abrumado, porque todo esto era mucho más que físico. Sus dedos bombearon más rápido, llevándola más alto.

—Sí —dijo con voz ronca contra su pecho—. Más…

El obedeció, pasando el pulgar sobre su clítoris, con presión, retorció sus dedos acariciando a través de su abertura, presionando sobre su nudo de nervios, y cuando introdujo otro dedo, ella lo perdió, gritando con total abandono, contrayéndose ante su toque, cabalgando el clímax. Antes de que el fuego pulsante se desvaneciera por completo, Derek tenía sus rodillas entre las piernas de ella, su erección curvada sobre sus abdominales. Todavía manteniendo el contacto visual, se deslizó con cuidado dentro.

—Te amo, perdón por no decirlo antes, te amo —dijo en un gemido entrecortado.

—Yo también te amo, creí que ya lo sabías —aseguró con una sonrisa satisfecha.

Luego cerró los ojos y movió sus caderas lentamente. Davina le arañó la espalda, arqueándose bajo él, pidiéndole más a su manera. Aquello era demasiado, aceleró el ritmo, la caliente fricción enviando estallidos de éxtasis en la profundo de su ser. Davina se apretó alrededor de él, haciéndolo gemir y moverse más rápido. Su cuerpo entero se ondulaba sobre ella, cada músculo tenso, los tendones de su cuello destacando crudamente.

Estaba casi allí, su cuerpo ansiando liberarse.

—Davina —jadeó—, te sientes tan bien... —Echó la cabeza hacia atrás, embistiendo en ella—. Te siento… correrte. Cristo —graznó, sus caderas todavía bombeando.

Y luego estaba alcanzando el clímax, sus ojos eran meras ranuras mientras se hundía sobre ella, enterrando la cara en su cuello. Sus respiraciones eran duras sobre su piel, pero sus manos eran gentiles mientras acariciaba su rostro, su cabello, sus hombros.

—Gracias —dijo él en su cabello—. Me has dado tanto.

Luego, con un gruñido, rodó saliendo de encima de ella, pero la atrajo a su pecho.

—Apenas te he dado lo suficiente. —Le besó el pecho—. Pero trabajaremos en ello.

—Múdate conmigo, quiero conseguir un árbol de Navidad. No he celebrado vacaciones desde que comenzamos con la gira, invitaré a mi madre, y recibiremos a Brant.

Ella sonrió, ruborizándose un poco.

—Va a ser algo así como mi primera.

—La mía también —susurró estrechándola.

—¿Sabes? —Entrelazó sus dedos con los suyos—. De ahora en adelante, no haré más álbumes de fotografías.

—¿Por qué? —Frunció el ceño.

—Una vez te dije que me encantaba atesorar los recuerdos, pero una foto no es más que eso, una imagen estática del pasado con la que fui creando el álbum de mi vida. Ahora solo quiero dedicarme a vivir el presente, trabajando… en otro tipo de tomas.

—¿Nos dedicamos a hacer nuevos recuerdos juntos?

—No puedo esperar —sonrió.

Y en ese momento, Derek comprendió que estaba compartiendo el futuro con él. La besó lentamente, pensando que tenía que cerrar ciclos, incluso aunque eso significara enfrentarse a sí mismo. Sin embargo, llegar a este punto no había sido fácil, comenzó como un brillo de esperanza, algo que podía sentir en los huesos, en la forma en la que los ojos de Davi lo miraban. Ella lo cambió. Y se enamoró de ella. Y mientras la mimaba, Derek sabía que alrededor de ellos siempre habría chismes, incertidumbre, multitudes y cámaras. No sería bonito, su amor estaría a veces empañado por el pasado. Pero, aun así, haría todo lo que estuviera en sus manos para ver feliz a su chica. Al final del día, para él, eso sería todo lo que importara.

Porque Derek sabía ahora, y mejor que nadie, que no se brillaba sin algo de oscuridad.

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