Hard

Hard


Capítulo Tres

Página 6 de 26

Capítulo Tres

 

—Entonces, de ahora en adelante así serán las cosas.

Las cejas de Derek se convirtieron en una sola línea de malhumor rubio mientras miraba sus manos entrelazadas. Gracias al cielo que la autoestima de Davina parecía haberse ido de vacaciones, si no, esto la tendría jadeando y transpirando inseguridades.

—¿Siempre tomarás mi mano? —inquirió con el ceño fruncido aún.

—También tú puedes tomarla.

—¿Por qué haría eso? —Más de ese ceño fruncido.

—Vaya, ¡cuánto veneno! —Ojos azules y tormentosos le devolvieron la mirada—. ¿Derena te suena a algo?

—¿Andar por ahí diciendo Derena es realmente necesario?, porque suena como a una solución para quitar verrugas, lo juro: “compra Derena y libérate de las molestas verrugas”.

—Trata de comprender, Derek, es solo en lo que salimos de este problema.

—Bien —gruñó rodando los ojos.

Entonces caminó hacia adelante y ¡voilá!, la estaba llevando a rastras hacia el auto alquilado. Y a pesar de que este era Derek, rudo, sin sentimientos, un chico malo del rock yendo obligado a un desayuno, era... bastante cálido bajo su tacto. Sus manos eran grandes y callosas, todos sus abultados músculos estiraban las mangas de su camisa negra remangada de la mejor manera posible, y Jesús, para alguien que no se dedicaba al modelaje, y que no usaba camisas el noventa por ciento del día, estaba listo para algún comercial, incluso ese cabello rubio era ridículamente brillante bajo la luz del sol.

Ese hombre iba a ser su muerte. Cuanto más tiempo pasaba con él, más le gustaba y más atractivo se volvía. Davina se mordió el labio, ¿a quién podría culpar por sentirse feliz de cualquier manera? Estaba caminando de la mano de uno de los mejores guitarristas del mundo, comparado con John Frusciante. Derek era ganador de premios, adorado por miles de fanáticos, apuesto hasta el infierno.

Tal vez si tuviera sexo, esta sensación de soledad y necesidad constante desaparecería y las cosas volverían a la normalidad. Donde normalidad era ella sacando lo peor de todos para exponerlo en alguna revista, podía sonar como si fuera una perra, pero perra eras cuando tenías un montón de deudas y a un imbécil recluido en una de las mejores clínicas sin muchas ganas de presentar mejoras. Davina a veces quería abandonar a Brant a su suerte, pero estaba segura de que él no podría soportar volver a casa y descubrir que ya no tenían una, y hacer todo mal de nuevo.

Así que aquí estaba, dejándose llevar de la mano de un tirano.

Un desayuno, tan solo era un puto de-sa-yu-no.

Derek respiró profundo tratando de que el temblor en sus manos parara de una puta vez. No había tomado la mano de otra mujer desde hacía mucho tiempo, y se sentía como un maldito adolescente.

—¿Ves ese paparazzi? —Cuando Davina se acercó a él, la curva de uno de sus pechos rozó su brazo, y el contacto casi lo mandó al borde. Donde borde era él volviéndose un completo afeminado.

—Mhm. —Trató de concentrarse—. Ya lo veo.

—Ahora… —Davina lo soltó del brazo… tan solo para deslizar su mano en el bolsillo trasero de sus pantalones.

—¿¡Qué mierda te pasa!? —medio jadeó angustiado de que ella le tocara la nalga, empujándose fuera del toque de la rubia. Ella parpadeó desconcertada.

—Derek, ¿qué rayos te pasa a ti? Solo estaba tratando de que luciéramos como una pareja… —siseó entre dientes, contrariada.

—Yo no veo a ninguna pareja toqueteándose en público.

—¡Por favor! —gimió exasperada—, ¿no me digas que las groupies no te tocan de peores maneras todo el tiempo tras bastidores?

Jeremy se había encargado de esparcir el rumor de que era un prostituto, literal, que metía a tantas mujeres a su cama como podía. Algo estúpido que debió contener en su momento, pero vaya, estuvo más ocupado en contener otras cosas.

—¿Y eso te molesta? —inquirió en su lugar. Ella suspiró, deslizando sus pequeños dedos alrededor de su mano otra vez, mandando esa extraña adrenalina por todo su cuerpo.

—No, pero haznos un favor y deja de estremecerte como si tuviera gonorrea cada vez que te toco. —Derek contuvo una sonrisa.

—¿Conque gonorrea, eh? —Davina rodó los ojos.

—Sí, ya sabes, tienes en tus ojos esta mirada de repulsión que no me deja pensar en otra cosa más que en enfermedades venéreas.

—Y hablamos de esto justo antes de sentarnos a desayunar.

—Yumi, ¿quieres pedir huevos revueltos? —canturreó entrado al restaurante.

—Obviamente —dijo ayudándola a sentarse, sintiéndose más relajado a su alrededor.

—Tal vez eres un ser humano después de todo, uno que tiene un sentido del humor algo retorcido. —Derek contuvo una sonrisa.

—Ya sabes, todo un comediante de clóset, de hecho, mi próximo monólogo será sobre sífilis. Estás invitada a la hora de la comida.

Davina no podía creer que estuviera bromeando con el dios del hielo. Derek Chancellor no bromeaba, no sonreía, su boca era siempre una línea dura, de piedra, quizás esto era el fin del mundo.

—No puedo descifrarte. —Él elevó una rubia ceja—. Ya sabes, un minuto emites esta vibra de chico malo que parece querer estrangularme, te portas como si el mundo fuera a detenerse si eres amable conmigo, y al minuto siguiente eres este tipo realmente bueno, que puede bromear y ser normal. —Su sonrisa cayó un poco al concentrarse en el menú.

—Primero me toqueteas y ahora me llamas anormal, ¿cómo te funciona esa técnica de seducción, Davina?

—Me han hecho la misma pregunta un montón de veces.

—¿Y bien?

—No tengo ni la más mínima idea de qué estás hablando —sonrió—, tengo otra teoría para ti, ¿quizás eres bipolar? —Sus ojos brillaron, realmente era hermoso.

—Probablemente.

—Tal vez te inclinas más a ser bueno que malo, después de todo. —Él soltó una breve carcajada amarga.

—Davina, soy un montón de cosas, pero puedo asegurarte que la única cosa que no soy, es un buen tipo.

Y así, el brillo en sus hermosos ojos azules se apagó por completo. Como si acabara de decirle algo que no era su intención contarle.

—¿Qué van a ordenar? —preguntó una joven camarera de cabello oscuro y largas pestañas, genial, seguro era el tipo de chica que sí podía tomar las órdenes de Derek.

—Quedamos en huevos revueltos, ¿no? —Solo la estaba mirando a ella, pese a que la camarera con el nombre de Alice bordado en su uniforme, parecía comérselo con la mirada.

—Sí, eso suena bien para mí.

—Los traeré enseguida —murmuró zorra-Alice, contoneando las caderas mientras que Derek… observaba por la ventana.

Para una reportera como lo era ella, el guitarrista resultaba fascinante, por más cosas además de su ridículo cuerpo y rostro de modelo. La joven lo miró a través de sus largas pestañas, realmente le resultaba todo un misterio, así como también le resultaba imposible no bombardearlo con preguntas, estaba en su naturaleza después de todo.

—¿Alguna vez me vas a decir acerca de lo que pasó con tu ex?

Por el rabillo del ojo pudo ver de nuevo como él se tensaba, al comenzar a rascarse uno de los tatuajes de su brazo derecho. De verdad, ese hombre un día iba a hacer que lo internaran por estrés, no era de extrañarse que buscara salidas con las drogas.

—¿Cuál de todas? —inquirió en un extraño tono burlón.

—Cualquiera de ellas.

—No estaba planeando hacerlo en un futuro próximo, y menos frente a la paparazzi más entrometida de Hollywood.

—¿Así que simplemente aceptas que eres un promiscuo?

—No veo cuál es el problema —comentó arrogante.

—Debes moderarte con eso, por cierto, paparazzi detrás del Volvo azul. —Estiró la mano y sujetó la suya con fuerza, fingiendo ante el paparazzi cuando en realidad quería quebrarle a Derek un par de dedos por su comentario, lástima que estaba claro que no logró ni siquiera un cosquilleo en el guitarrista—. Ahora que estás conmigo tenemos que hacer que parezca que me eres fiel. —Él resopló como si lo que estuviera diciendo le resultara absurdo.

—¿Estás diciendo que no puedo salir con una chica que no seas tú nunca más?

—Ese es el plan.

—Es un plan idiota, la prensa sabe que soy un promiscuo, tú lo has dicho.

—Pues deja de serlo.

—¿Y por eso tienes que invadir mi espacio personal como una novia molesta? —inquirió zafándose de su agarre con suavidad.

—Sí, lo estoy haciendo porque se supone que no podemos quitarnos las manos de encima el uno del otro, te agradecería que dejaras de lucir tan asqueado.

Él empujó el plato a un lado y la miró de una forma que logró que juntara las piernas entre sí, diablos, la manera en la que aquel guitarrista conseguía que ella tomara conciencia de su propio cuerpo, de cada centímetro de su piel, hacía que la joven quisiera ponerse a gritar de impotencia. Era como si su capacidad de concentración se hubiera vuelto del revés y todo lo que había a su alrededor hubiera dejado de existir.

El sol arrancaba destellos dorados a su cabello, y no quería ni imaginar el número de mujeres que habrían pasado los dedos por esos desordenados mechones al yacer bajo aquel poderoso cuerpo. Era bastante frustrante imaginarse la cantidad de mujeres que había tenido él, y de pronto, se sintió ridícula al pensar que la prensa se tragaría esto.

Inesperadamente, Derek la sorprendió al ponerse de pie y sentarse en su lado del largo asiento familiar del restaurante, deslizando un brazo por sus hombros, antes de empujarla contra su duro pecho, dejándola completamente aturdida con su aroma. Santa ricura de brazos, eran grandes, fuertes, tonificados, tatuados, bronceados, podría hacerles un poema en este momento.

—¿Te parece bien así?

—Algo es algo —balbuceó aturdida, haciéndolo sonreír.

—Tienes que trabajar mucho tu culo para ganar mi corazón, Davi —cuchicheó contra su oreja, donde lo sintió sonreír mientras olía sutilmente su cabello.

¿Sabía lo que ocasionaba a su revolucionado cuerpo su cercanía y se estaba aprovechando de ello? Hijo de puta.

—Aw, el gentil Derek dando consejos de corazón —dijo empujándose con una fingida calma fuera de su toque, realmente no debería sentirse así de orgásmico—. El paparazzi ya se llevó unas buenas fotos de tu amor cavernario hacía mí, reto cumplido.

Él sonrió petulante y satisfecho atrayéndola de vuelta.

—Yo lo sigo viendo justo en su lugar, quizás no fue suficiente.

Davina enrojeció, y oh, no, no iba a permitirlo, él no era quien tenía la última palabra, así que se inclinó de nuevo en su contra, y lo sorprendió al dejar que una de sus manos acariciara su áspera mejilla, deleitándose al ver sus ojos dilatados y bailando en horror. Era absurdo que luciera como si lo fuera a violar.

—Ahora si me besas quizás compramos más tiempo… ¿qué dices, novio mío?

Era una total y aberrante mentira, porque nadie más que ella quería ser besada por un tipo como él, un hombre alto, escandalosamente guapo y fuerte, uno de intensos ojos como una furia de tormenta; era como jugar con fuego, pero a estas alturas no importaba, deseaba besarlo más que cualquier otra cosa que deseó nunca antes.

Y cuando alargó la mano y pasó la yema de un dedo por su labio inferior, se dijo que era solo puro placer carnal, no sentía nada por él. Derek abrió la boca y respiró de forma entrecortada. Davina sintió un hormigueo en el estómago, aunque no le dio la mayor importancia. Lentamente, trazó con el dedo el contorno de aquellos labios tan suaves, aterciopelados. Quería sentirlos.

—Te voy a mostrar —se inclinó hacia delante—, lo que es un beso para portada.

Derek intentó echarse hacia atrás, pero ella internó la mano en el cabello bajo su nuca, y posó los labios sobre los suyos dejándolo completamente rígido. Una burbujeante risa manó del interior de Davina, aunque jamás llegó a sus labios. No. Los tenía demasiado ocupados besándolo. Jamás había tomado la iniciativa en ninguna relación.

De hecho, su vida sexual estaba bastante apagada últimamente, y dejaba mucho que desear, no recordaba cuántos meses hacía desde la última vez, y solo hasta este preciso momento, su cuerpo le recordó su enorme falta. Con un suspiro entrecortado, movió la boca sobre la suya, acariciándole los labios con la lengua, y succionando con suavidad su labio inferior antes de separarse.

—Esto —dijo con la respiración entrecortada—, saldrá en todas las redes.

Davina se quedó inmóvil ante la mirada de los ojos de Derek, y por la forma en que los rasgos de su rostro cambiaron cuando algo que nunca antes había visto en ninguna otra cara se apoderó de su expresión. La deseaba. Con urgencia. Del pecho del guitarrista resonó un profundo sonido de anhelo, mezcla de gemido y gruñido. Al instante siguiente, sus ojos cambiaron, todo su semblante, y de pronto, Derek estaba sobre ella, apretándola contra el sofá, casi aplastándola con su cuerpo… cuando una voz carraspeó sobre ellos.

—¿Les traigo la cuenta?

Y… eso es exactamente lo que pasa cuando se tienen tantos años sin sentir nada.

Inhalando por la nariz, Derek sintió otro choque ir a través de su sistema, sus músculos crispándose al igual que su verga. Lo que no tenía sentido.

Aquí estaba, atrapado con la mierda hasta la barbilla, ¿y su sexo decidía interesarse? ¿En serio?

No le extrañaba que le llamaran a la condenada cosa un manipulador de cerebros. Mientras abría y cerraba las manos sobre el volante, Derek pensó que Caden tenía razón, su verga marchita de pronto volvió a la vida con una maldita necesidad de venganza, como alguien que fue privado por siglos de su alimento, y ahora estaba despierta, furiosa… y por todo esto supo que, nuevamente, el baterista tenía razón en decir que parecía un animal en celo.

Quizás ahora lo era, y estaba al borde de la locura. También era cierto que había pasado mucho tiempo desde que se había metido algo y estaba empezando a sentir los efectos, su cuerpo despierto, la mente propensa a una claridad con la que no estaba familiarizado. Necesitaba cocaína. Con urgencia.

El camino de regreso con Davina podría narrarse como un borrón, no hubo charla basura, tan solo un montón de nada en lo que regresaron al autobús, su corazón latía de la misma maldita manera desde que sus bocas habían colisionado, su piel parecía exudar ansiedad, sus ojos buscando todo y nada, estaba coqueteando con el peligro deliberadamente, casi podía sentirlo en sus dedos, podía sentirlo en sus venas, necesitaba un desfogue.

Cuando finalmente llegaron, se bajó del auto azotando la puerta, llamando la atención de Ethan. Vagamente vio que ella caminaba hacia Caden pero le restó importancia. Su mente estaba concentrada en algo, un único y terrible propósito, quizás lo tenía plasmado por toda la cara, porque apenas sus ojos se encontraron con los del bajista, este se precipitó hacia él.

—Oye, oye. —Ethan se acercó hasta seguirle el paso—. ¿A dónde vas?

—Solo vengo por dinero, iré a comprar una botella, s-sí eso voy a hacer. —Diablos, sentía las manos temblorosas. Ethan carraspeó, seguro como el infierno que no se tragó nada de su mierda.

—No, yo creo que no, ni siquiera es mediodía. Lo que necesitas es que hagamos un riff, uno bueno y que nos desconecte de todo. —Empujó el cabello oscuro fuera de sus ojos—. Se llevaron nuestro equipo al estadio para el concierto de mañana, mi bajo está justo al lado de tu guitarra, ¿te parece si comenzamos temprano el ensayo?

—¿Podemos tocar B.Y.O.B?

—Dylan no está aquí para cantarla… ya sabes, está con Giselle en el hotel. —Derek respiró profundo, claro que estaba con ella. El hijo de puta aprovechaba cualquier día libre para largarse de todo esto y disfrutar de su chica—. ¿Qué te parece si nos distraemos con Frantic? —comentó conduciéndolo hacia la camioneta todo terreno que había rentado.

—Oh —sonrió, alegre de que no necesitaran de Dylan para esto—. Sí, puedo cantar esa, es perfecta.

—¿Por qué vamos a ensayar tan temprano? —refunfuñó Caden, siguiéndolos, pero cualquier comentario extra quedó cortado por una sola mirada de Ethan.

—Solo tenemos ganas de empezar temprano con el ensayo, sube, imbécil.

Así que minutos después, los tres iban en el todo terreno de Ethan rumbo al estadio, el ambiente aún era tenso mientras el bajista buscaba una estación en la radio.

—¿A qué se debe todo esto?, ¿tan pronto tienes problemas en el paraíso? —inquirió Caden mirando ausente por la ventana.

—Estar con Davina difícilmente puede describirse como otra cosa que el infierno.

—¿Lo dices por esas kilométricas piernas?

—¿Por qué te fijas en sus piernas? —Lo miró molesto por alguna razón.

—¿Oh?, ¿escuché bien?, ¿es eso acaso un alarido celoso?

—Vete a la mierda, Caden.

—Como quieras. —Se encogió de hombros—. Solo digo que, si no te gusta, Ethan y yo podemos sacarle el provecho adecuado, sabemos que estás con ella por obligación, así que todos podemos salir beneficiados de esto, a nosotros nos gusta compartir, y la gira me tiene un poco ansioso, necesito algo más —comentó jugueteando con sus dedos sobre sus muslos, en esa ansiosa y fantasmal forma de imaginarse sus baquetas.

—A todos nos tiene ansiosos la gira, pero no podemos dejarnos arrastrar —aseguró Ethan—, con Dylan insoportable sin Gis y desapareciéndose cada vez que puede a sus brazos, tenemos suficiente.

—Al menos él tiene eso —dijo Caden, haciendo que todos gruñeran en acuerdo.

De hecho, Derek no podía estar más de acuerdo, una mujer como Giselle para sobrellevar una maldita gira, sin duda sería el mejor puto remedio de todos.

—No importa, tenemos algo mejor, nuestra banda. Vintage está rompiendo récords —dijo Ethan—, también mis perspectivas, ¿no pueden sentirlo?, ¿Derek?

Sí. Náusea. Ansiedad.

La imperiosa necesidad de salir corriendo a drogarse aún seguía ahí. Así que solo le regaló una débil sonrisa.

—Oh, sí que lo siento.

—Grandeza escénica. Estamos a punto de crearlo. Puedo sentir esa nueva melodía recorrer mis huesos, gracias por ser mi mano derecha, hombre. No podría hacer esos riff con nadie más, nada de esto sería igual sin ti.

Por lo tanto, esa era su manera de recordarle no a ir a buscar drogas, supuso.

Resistance era energía.

Como una enorme, y luminosa bola de energía. Mientras su cuerpo vibraba con la música, sus piernas temblaban por otra razón más oscura, obligándola a presionarlas ligeramente entre sí, Davina trató de ignorar todo eso mientras tomaba fotografías con deleite al observar cómo los chicos sacaban frustraciones, energía, y quemaban todas las calorías del universo en el escenario.

Y Derek, santo Cristo bendito, era una cosa de ver para creer. Con el cabello rubio revuelto, y giros inesperados a su guitarra, era la cosa más hermosa que hubiese visto jamás. Él había ganado bastante peso desde que salió del centro de rehabilitación, su cuerpo no era más aquel larguirucho de ojos apagados, ¿y esa voz?, ¿por qué rayos no cantaba como solista un par de canciones del disco?, ¿por qué solo conformarse con el coro?

—Porque fuma.

Davina gritó asustada, y gritó de nuevo cuando al dar un mal paso se tambaleó peligrosamente en las gradas en las que se encontraba tomando fotografías, en cuestión de un segundo, todo su mundo giró alrededor de ella, y de no ser por un fuerte brazo que apareció de la nada sosteniéndola, se habría caído y con seguridad quebrado algún hueso.

—Lo siento tanto, no fue mi intención asustarte —explicó ayudándola a estabilizarse—. Oh, rayos, tu cámara.

Él se inclinó, recogiendo la cámara que había salido volando.

—Solo se abrió la tapa, no está quebrada. —La cerró, entregándosela—. Lo siento, estaba acomodando el cableado justo por aquí y te escuché hablar…

—¿Lo hice en voz alta? —dijo tensa mientras se estabilizaba, acunando entre sus brazos su preciada y vieja cámara. No podía creer todavía que no se hubiera quebrado.

—Sí, soy Nick. —Estiró la mano—. Trabajo en la instalación de sonido.

—Davina —estrechó su mano—, yo soy…

—Lo sé, eres la reportera.

Fotógrafa —farfulló, haciéndolo ruborizar de una forma por demás adorable.

—Lo siento, te he visto en algunos programas, y lo que se dice…

—Está bien —agitó la mano—, sé los rumores que corren de mí en los rincones.

Rumores como que era una reportera oportunista, que los chicos no la soportaban, que era una especie de paparazzi encubierta… afortunadamente, Nick no la estaba mirando como nada de eso, solo sonreía con la mirada clavada en los cables que sostenía. Era un chico bastante agradable a la vista, de hecho, muy, pero muy agradable, con ese cabello negro y sus ojos tan verdes, era alguien a quien no olvidarías a la ligera.

—Entonces… sí, te decía que Derek no se dedica a cantar porque fuma.

—Oh. —Davina volvió la mirada hacia donde Derek estaba saltando sobre el escenario—. Eso debe ser verdad, nunca he visto a Dylan hacerlo.

—No, él cuida mucho su voz, Derek es más…

—Dejémoslo en descuidado —consintió Davina, haciendo sonreír al chico—. No te había visto, ¿llevas mucho tiempo trabajando para Resistance?

—No, apenas desde el inicio de esta gira. Hoy me extrañó que llegaran tan temprano, empezaron tocando canciones de Metallica y ahora están con System, sí que vienen acelerados, no me extrañaría que en cualquier momento saltaran a algo de Slipknot —dijo mientras ambos observaban como Caden se despojaba de su camiseta, nada nuevo.

—Conoces muchas bandas, ¿te gusta mucho la música?

—Sí, cuando era pequeño… un chico hizo que la música fuera una inspiración de verdad, al final… —se interrumpió bajando la mirada, y Davina se percató de que tenía fuertemente apretado uno de sus puños, antes de que él mismo se percatara y sacudiera la cabeza, guardando lo que sea que tenía en la mano en su bolsillo—.

Bueno, al menos no estoy tan alejado de esto —comentó riéndose oscuramente entre dientes.

—¿Era tu pareja? —Él la miró tan rápido que incluso retrocedió, y solo entonces se dio cuenta de su indiscreción—. Oh, rayos, lo siento mucho…

—¿Mi pareja? —Parpadeó antes de reírse histéricamente, y una vez que pudo calmarse, limpió pequeñas lágrimas que se habían formado en sus ojos—. No soy gay.

—Tú… ¿no?, que imprudente, yo…

—Lamento darte una impresión equivocada —dijo aún riéndose—, me refería a que este chico que estropeó todo era increíble con la guitarra, por eso me encanta la música.

—Lo siento, no deberías darme tantas explicaciones —comentó ligeramente ruborizada. A veces su trabajo sacaba lo peor de ella, la experiencia adquirida muchas veces la hacía sacar conclusiones precipitadas—. Pero bueno, déjame decirte que tienes un trabajo muy noble —sonrió apuntando con la cabeza hacia el cableado.

—Ser un técnico no es precisamente lo que tenía en mente. —Hizo una mueca.

—Ser fichada como fotógrafa para Resistance tampoco era mi propósito, pero bueno, alegrémonos por lo que tenemos.

—Tú tienes a Derek, ¿no es así? Escuché que son novios.

Aquella pregunta la tomó por sorpresa, se ruborizó mientras sus ojos salían disparados hacia el guitarrista. Su primer instinto fue decir que no, por supuesto que no lo tenía, jodidamente no, pero aun así… tenían un trato, un papel incluso en toda esa farsa.

—A-Algo así, somos más como amigos.

—¿Cómo algo así?

Davina miró de nuevo a Nick, era tan guapo. Podía estar desaprovechando un buen partido por estar perdiendo el tiempo con Derek. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que sintió la compañía de otra persona... respiró profundo.

—Es… es complicado. Nos estamos conociendo.

—Bueno, si no tienen nada… ¿podría entonces invitarte alguna vez a beber algo?, ya sabes, en plan de amigos, también podríamos conocernos.

Sí, justo en el corazón. Diablos. ¿Debería alejar a toda la comunidad de hombres por Derek? Lo miró de reojo, él había terminado con el ensayo y parecía enamorado, pero de su guitarra. Enojada, arrastró su mirada hacia Nick, admirando la camiseta que se pegaba a su torso, su pelo negro corto, y maldita sea, se le hizo la boca agua al imaginarse cómo se sentiría sobre ella... ¿Qué demonios? Nunca fantaseaba sobre los hombres, e incluso la incursión que había tenido con Diego el año pasado había sido más acerca de ver si todavía era funcional en ese aspecto.

O tal vez había sido simplemente soledad. Un año para apenas un beso era mucho tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ir a la siguiente página

Report Page