Hard

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Capítulo Cuatro

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Capítulo Cuatro

 

Davina no había tenido una cita real en años. Y esto estaba pasando justo ahora. Bueno, las salidas con Derek no podían considerarse como citas, no cuando eran planeadas y ambos se la pasaban discutiendo. Estaba tan cansada de que su cuerpo estuviera demasiado alerta y sensible últimamente alrededor de Derek, que sí, necesitaba distraerse.

Nick era alto, no tan musculoso como lo era Derek o cualquiera de la banda, pero esos brazos fibrosos por levantar seguramente equipo de sonido, seguro como el infierno que podían con su peso, y esos encantadores ojos… sería hermoso verlos mientras empujaba dentro de ella. Con un escalofrío, Davina sacudió la cabeza de esos pervertidos y lujuriosos pensamiento; su realidad ahora era que si la veían saliendo con otro chico, todo su teatro se iría para abajo. Por eso, su mente gritó dentro de su cabeza cuando se escuchó diciendo todo lo contrario a lo que debería hacer.

—Te diré cuando termine el concierto, Nick.

Que viva la calentura.

—¡Davina!

La fotógrafa se asustó de muerte antes de mirar a Giselle saludarlos, y mientras caminaba hacia ellos sobre unos tacones rojos altísimos y un ajustado vestido negro sin mangas, se sintió pequeña y sumamente andrajosa. A su lado, su inseparable amiga, Zoe la acompañaba, y al menos no iba vestida como para una pasarela.

—Te buscaré terminando el concierto. —Nick le guiñó el ojo antes de despedirse de las chicas con un movimiento de cabeza.

—¿Quién es ese tipo caliente? —inquirió Zoe, mirando todavía a Nick marcharse.

—¿Verdad que es caliente? —canturreó, quizás todavía poseída por sus hormonas.

—¿Estás utilizando la técnica de los celos con Derek? —preguntó Gis.

—¡¿Qué?! ¿Te estás ligando a Derek? —gimió Zoe, mirándola ahora.

—¿Técnica de…? ¡No! —sacudió la cabeza—, claro que no, nunca haría algo así.

Zoe miró de ella al escenario, antes de cruzar los brazos.

—Ustedes dos, zorras. ¿Por qué se están ligando a todos los integrantes de la banda?

—Yo solo estoy sacando a un integrante del mercado —explicó Giselle, sonriendo.

—¡Yo no estoy sacando a nadie! —se quejó, pero bajó la voz cuando Derek la miró desde donde estaba, tenía el ceño fruncido y estaba estrechando los ojos, como si intuyera que estaban hablando de ellos.

—Bueno, la técnica de los celos es peligrosa, a veces puede resultar en tu contra.

—¿Quieres dejar de decir “técnica”? —Zoe arrugó la nariz, haciendo reír a Gis.

—Una vez la usé con Dylan, las cosas se salieron de control. Peleamos por ello.

—Solo estoy cuidándolo de una posible recaída. Soy libre de salir con quien quiera.

Al diablo con la verdad, la verdad estaba sobrevalorada.

—El chico del sonido está bastante caliente —asintió Zoe—, yo tomaría ese pase en cualquier momento del día.

Davina suspiró mirando a las dos amigas, sintiendo cierta culpa. Ambas iban perfectas, aunque Gis siempre lucía elegante. De hecho, ella y Dylan eran un marcado contraste que tenía vuelta loca a la prensa rosa, mientras Giselle usaba ropa de diseñador y parecía una modelo, Dy parecía un ex convicto a cualquier hora del día, lleno de múltiples tatuajes, ropa colorida y perforaciones.

Con un suspiro cansino, la fotógrafa meditó lo que había dicho Giselle, pero darle celos a Derek nunca había estado en sus planes, mucho menos después de que él le dejara bastante en claro que no quería estar a su alrededor… y que, por el contrario, sí alrededor de la chef, alabando su comida, solo por poner un ejemplo. Quizás su tipo de mujer eran las bien vestidas, o solo…

—¿Y cómo te va con Derek? —preguntó Gis.

—Pues, ah… cuidarlo es complicado. —Jugueteó con la cámara en sus manos—. A veces pienso que solo desearía poder deshacerse de mí. —Lo cual era cierto, y estaba segura de que Derek haría eso en un pestañeo, y mediante armas o bolsas de plástico.

—No dejes que su actitud de “me importa una mierda” te engañe, Davi. Derek mataría por la gente que ama, es una persona muy noble.

Sí, seguro que mataría por algo.

—Además es un adonis —suspiró Zoe, sin quitar la mirada del escenario.

Davina miró también hacia ese lugar, sabía que Derek los veía a todos como familia, por eso era aún más frustrante que al parecer solo a ella la viera como a una intrusa, también era desgastante ese juego donde un segundo parecía querer saltar sobre ella con fines inciertos, y al otro quería saltar sobre ella para… cometer asesinato.

Aunque eso podía no ser del todo cierto. La joven recordó cómo le devolvió el beso, lo suaves que fueron sus labios, su respiración acelerada, el brillo de excitación en sus ojos… Eso no era propio de alguien a quien no le interesabas en lo absoluto, aunque la biología siempre podría traicionar incluso al hombre de hielo más fuerte… pero Davina era más del tipo de personas que ven el vaso medio lleno, así que Derek podría negarse a aceptarlo, pero algo estaba ahí, surgiendo entre ellos, podía sentirlo.

Como cuando la miraba pensando que no lo notaba, y sin duda detectaba esa chispa en sus ojos por las mañanas cuando regresaba de correr y ella le hacía el desayuno (o intentaba), y tal vez no había intentado la técnica de los celos, pero sí había andado solo en camiseta un par de veces por el autobús, en lugar de vestirse decentemente antes de salir de su alcoba, solo para verlo sin aliento.

A Davina le gustaría aún más si él la tocara y manejara su cuerpo como a su guitarra favorita…

Y demonios, una cita era necesaria, contacto humano, todo ese toqueteo y fluidos por aquí y allá, porque esto de vivir en tortura constante con Derek, donde cualquier lugar estaba impregnado con su aroma, se estaba volviendo insostenible. Sin embargo, si querían que esto funcionara…

—¿Davi?

—Lo siento, ¿qué? —Sacudió la cabeza, mirando a Giselle y a Zoe quienes le estaban sonriendo de una extraña manera, como rayando en lo condescendiente.

—Definitivamente, distraída. Vamos a comer algo antes de que empiece, ¿vienes?

Davina miró hacia el escenario, ahí estaban todos menos Derek.

—Primero tengo que tomar unas fotografías, volveré en un momento… —mintió.

El guitarrista estaba exhalando el humo del cigarro en su mano, cuando de pronto vio a Dy trotando felizmente antes de detenerse y mirar sobre su hombro a Gis, lanzándole una mirada sugestiva. Esas miraditas eran peores que verlos besándose en público.

Genial, lo que necesitaba justo ahora. Desgraciadamente, y al igual que los demás días, la llegada de la pareja de oro siempre era anunciada por un desfile de gritos ensordecedores. Dyselle. Eso también sonaba a un producto, a uno de gasolina. “Me pone dos litros de Dyselle, por favor, ah… y un aditivo”. Como tocar por horas no había bajado del todo sus niveles de estrés, Derek se fue a la sala de ensayo e intentó acomodar el desastre, barriendo un poco el tiradero que Ethan y Caden tenían, entre colillas de cigarro y envolturas de paleta…

—Siento lo que pasó allá en el restaurante. —Derek casi dejó caer la escoba al escuchar esa suave voz a sus espaldas.

Mientras Giselle era la energía, las risas, la mujer elegante, seductora y dominante, esa chica dinámica que aceleraba no solo el corazón de Dy, sino el suyo, Davina era otra cosa totalmente distinta. Se manejaba en las sombras, oculta a veces como un fantasma, como parte del mobiliario, discreta, y de semblante silencioso, pero con enormes y agudos ojos azules, y su vieja e inseparable cámara siempre en sus manos, como… sí, justo ahora. Ella tenía una rara belleza que era una mezcla entre hermosa y seductora con un lado de increíble inocencia tímida. Era pequeña, ni siquiera le llegaba a la barbilla, y usaba camisetas grandes, como si no fuesen suyas y tenía que atarlas siempre en un nudo.

Y aunque al principio no sintió que fuese para nada su estilo, sobre todo con esa larga cabellera rubia, la verdad era que poseía la apariencia de una chica que pudiera fácilmente gustarle, con un aura que despertaba un lado oscuro en Derek, un ansia por tenerla debajo suyo mientras lo miraba con esos enormes ojos... Pero, después de todo, había padecido una clase de locura desde el comienzo con ella.

Sacudiendo la cabeza, dejó la escoba en su sitio, negándose en todo momento a sucumbir. Era solo deseo que ella había despertado con ese beso de mierda. Y ahora, ante el recuerdo de esos labios presionados en los suyos, el hormigueo despertó de nuevo. Diablos.

—¿Qué pasó exactamente? —preguntó indiferente.

—Te escandalizaste con un beso —dijo, sujetando la cámara en su contra.

—Difícilmente me escandalizo.

—Bueno, entonces, ¿por qué mejor no me dices exactamente qué cosas te detonan? —Colocó las manos en sus caderas—. Ya sabes, para intentar no hacerlas.

—No… no tengo detonantes.

—Y yo no amo la fotografía —resopló, rodando los ojos—, vamos, puedo mencionar al menos cinco.

—Estás loca —siseó molesto, dejándose caer en el sofá.

Y cuando ella fue a sentarse a su lado, no pudo evitar levantarse y casi lanzarse hacia el otro lado... diablos, estaba más que escandalizado, asustado como el infierno.

—Uno. ¿Lo ves? —dijo mortificada—. Aquí está uno, detestas el contacto, ¿quieres que hablemos de ello?

—Detesto tu presencia, fin. —El brillo en sus increíbles ojos se apagó un poco, y se odió al instante por provocarlo.

—Mira, Derek —suspiró mirando su cámara en lugar de a sus ojos—. Sé que estás enojado y nervioso por todo esto de nuestra relación falsa, sé que no eras tú cuando saltaste sobre Giselle aquella noche, y que lamentas profundamente el haberle hecho daño a tu primo de esa manera. Pero por eso estamos haciendo esto. —Lo miró—. Estamos corrigiendo lo que sea que mi compañía quiso sacar a la luz.

—Si no fuera por ti, no estaría en este problema.

—Yo no te obligué a atacar a Giselle, solo recuerda ese pequeño detalle.

—Pero tal vez fuiste tú quien faltó a su promesa de no filtrar las fotografías, después de todo trabajas ahí. Se me hace muy raro que esté saliendo con tanta frecuencia información que solo conoce nuestro pequeño círculo de amigos.

Ella seguía insistiendo en que no tenía nada que ver con la filtración de esas fotografías, que alguien las había robado durante la gira, que alguien estaba dando información dentro de la banda, sí claro, bla, bla, bla…

—Ya te dije la verdad así que piensa lo que quieras, el caso es que aceptaste subirte a este barco para salvar la reputación de Giselle. —Derek bufó, desviando la mirada.

—Como sea.

—Mira, durante los siguientes meses vas a estar al borde de cometer un error cada día, puedo verlo en tus ojos, tienes esta ansiedad conocida. —Él parpadeó ante eso, ¿cómo podía saberlo?—. Pero tienes que calmarte y buscarme, necesitas cambiar frente a los reflectores, quitar esa mirada loca y en su lugar tomarme de la mano, tratarme como si estuviera hecha de precioso cristal, cosas de ese tipo, ¿lo entiendes?

Se puso de pie, caminando hacia él. Y era tan bonita, con esa belleza inocente, diferente a todo lo que hubiera visto nunca, que no pudo hacer nada más que solo observarla cuando se detuvo frente a él. Derek nunca se había sentido atraído por alguien en muchos años hasta Giselle, y menos ahora, por alguien como ella. Del mismo medio caótico en el que él se manejaba, que además trataba con tiburones de la farándula, que con un dedo podía destruir carreras, era como el diablo personificado, y sin embargo, definitivamente tenía algo que comenzaba a calentar sus entrañas de una manera muy extraña, tirando de él hacia ella.

Quizás por eso, cuando Davina posó sus pequeñas manos en su pecho, en lugar de dar un paso hacia atrás, aceptó el tacto, deleitándose secretamente con lo pequeña que era a su alrededor, y lo fuerte que parecía en comparación.

—Yo a cambio estaré junto a ti y te apoyaré. —Se inclinó poniendo algo de su delicado peso contra él, haciendo que por poco se tambalease, diablos, lograba sacarlo tan fácil de su elemento—. Si nos piden hablar de tu adicción, hablarás y dirás que estás cambiando. —Le acarició la áspera mejilla, y por alguna razón que solo podría describirse como abducción, cerró los ojos, disfrutando de su toque—. Luego, me abrazarás y me susurrarás palabras al oído, puedes decirme cuánto me odias por todo esto, pero frente a las cámaras, parecerán palabras de amor, ¿lo entiendes?

Derek respiró profundo su aroma cítrico, era increíblemente seductor y limpio; se encontró cerrando los ojos y permitiéndose por una vez imaginarse sosteniéndola contra su pecho, susurrándole al oído cuánto deseaba joderla contra la pared del estudio. Diciéndole cuánto la odiaba por hacerlo sentir. Sin pensarlo, una de sus manos se elevó, retirando el cabello de su rostro, sus ojos se encontraron. ¿Qué pasaría si la besaba otra vez? Ella pareció sentir el cambio, incluso se relamió los labios, quizás estaba bien con ello…

—No lo podría haber descrito mejor. —Jeremy aplaudió, asustándolos como a un par de adolescentes atrapados por sus padres—. ¿Sabes, Davina?, creo que voy entendiendo por qué alguien como Ruth te pondría en ese puesto, lo que acabas de decir fue increíble. —Luego se giró para mirarlo, sus ojos fríos concentrados únicamente en él, como una especie de tiburón—. Dylan vino desde su jodida luna de miel en el hotel por tu culpa, ¿por qué decidiste adelantar el ensayo? —Lo apuntó—. Escucha bien esto, al menor indicio de que vea que es porque estás de nuevo al borde de una recaída, te sacaré de la banda, Derek. Esta vez no voy a retrasar la puta gira solo porque tengo un miembro que no puede juntar su mierda de una vez y para siempre.

—Solo quería ensayar, no le pedí a Caden y a Ethan que vinieran, no los necesito.

—Bueno, como sea, Dylan está por irrumpir aquí, y creo que ya es tiempo de que empieces a comportarte como si Davina te interesara aunque sea un poco, ¿lo entiendes?

La joven se estremeció dando un paso hacia atrás, haciendo que Derek cerrara las manos en puños antes de que volaran a la cara de su mánager para hacerlo callar. El problema con Davina no era que “solo le interesara un poco”, era que despertaba en él algo que no había sentido en muchísimos años, no era ese anhelo que Giselle despertaba en su corazón, no. Lo que Davina le provocaba cada vez que la veía en esas grandes camisetas en su casa, o con esos increíbles ojos, o con su beso de mierda, era un fuego que no estaba seguro de cómo manejar, que ni siquiera reconocía en sus venas.

—Lo haré —se escuchó decir.

—Bien, porque de lo contrario, la bomba de que estás con ella solo para fingir, saldrá antes de tiempo y saldrá jodidamente de aquí, tu primo no se va a creer nada de eso, lo sabes, y necesitamos manejar este desastre con la precisión de la maldita CIA si es necesario. Recuerda que no hay escándalo tan malo que no pueda ser volteado a uno a nuestro beneficio, excepto claro, si matas a alguien y ocultas su cadáver, o te toman un video pateando animales o tirando basura en un parque de reserva, ahí sí estás jodido —sonrió ante su propio sarcasmo, sacudiendo la cabeza—. En fin, fuera de eso cualquier cosa lo puedo volver oro para nuestra promoción, no nos dejaré caer. Vamos a salir bien de esto, te lo aseguro, pero te necesito comprendiendo lo que te estamos diciendo Davina y yo.

—Te lo digo en serio, hermano, tú y Davina ya salieron en un sitio de chismes. Esa mujer es rápida distribuyendo la mierda, ¿no?

Ethan lo sorprendió al golpearlo en el hombro. Acababan de salir de la reunión donde, al parecer, el único idiota que no entendía cómo manejarse en este medio era él. Por supuesto que Davina era rápida haciendo su trabajo, a eso se dedicaba, a la propaganda barata.

Miró a Ethan, listo para soltar un comentario mordaz, pero se sorprendió al verlo distraído, de hecho, en Davina, específicamente en su trasero, y por alguna razón su temperamento se elevó aún más.

—Deja de comértela con los ojos. Es una falta de respeto.

Davina se fue directamente hacia donde estaban los chicos del sonido, y sonrió mientras les tomaba fotografías. Diablos. No había manera de disimular esas curvas, ni siquiera debajo de toda esa tela holgada que le encantaba usar. Y hablando de rostros hermosos, ella era todo labios rosas y pálidos ojos azules, sus rasgos perfectamente simétricos diseñados para captar y mantener cautivo a cualquier tipo. Claro, después de todo, aparecía constantemente haciendo entrevistas con ese rostro.

—¿Eh? —murmuró Ethan, cambiando su atención a él—. Deberías disfrutar más de todo eso —señaló, apuntando al trasero de una despistada Davina—. Ya sabes, darte por fin la oportunidad con esa chica. ¿Quién dice que no es lo que de verdad necesitas?, sirve que compruebas si tu verga no se ha marchitado, eso sería muy triste.

—De verdad me asusta la frecuencia con la que ustedes piensan en mi verga.

—Oye, pero ya en serio —dijo, codeándolo con suavidad—, todos estamos orgullosos de que lo estés intentando. Aunque viéndolo bien… no debió ser tan duro para ti después de todo.

Ethan le enseñó desde su celular uno de los muchos sitios en donde hablaban de su salida con Davina, había varias imágenes de ellos desayunando, otras con ellos tomados de las manos y una borrosa donde se estaban besando, lanzándolo en una espiral de estrés súbito, pero un sitio en particular se enfocó en sacar una reseña de quién era Davina Ferrec.

Hubo una imagen que llamó su atención de uno de los muchos álbumes de fotos en línea, donde ella estaba sentada en una vieja escalera de madera, mirando hacia arriba a la cámara, sus enormes ojos medio ocultos bajo su flequillo rubio, su pequeña abertura en el vestido empujaba hacia fuera sus pechos, sus muy grandes pechos. Derek parpadeó, sintiéndose de pronto en llamas, antes de darle hacia atrás y borrar todo rastro de esa imagen, sin embargo, guardó en su mente la dirección. Definitivamente iba a guardarla en su celular para… ¿qué?, ¿poder mirarla rápidamente siempre que quisiera fantasear con ella en sus rodillas, mirándolo de esa misma manera con esos grandes ojos encantadores?

Mierda.

—Creo que debes hablar con Dy de esto, antes de que lo descubra por sí mismo.

—No, claro que no. Además Jeremy tiene todo bajo control, y Davina sabe que no es otra cosa más que una pantalla para mí.

—Eso es triste, porque está claro que ese tipo de allá no anda perdiendo el tiempo a su alrededor. —Sonrió de esa forma que siempre sacaba a relucir cuando estaba siendo un completo asno.

—No vas a conseguirlo, no voy a mirar en esa dirección.

Ethan se rio, pero Derek solo rodó los ojos mientras ajustaba la guitarra en su pecho, disponiéndose a calentar un poco más. Sin embargo, y pese a que quería concentrarse en esa nueva melodía que Caden quería ensayar… sus ojos volaron hacia donde Davina estaba conversando, otra vez, con ese hijo de puta.

—El ensayo fue increíble, esta noche vamos a estar impresionantes —dijo Caden, acercándose y golpeándolo en el hombro mientras daba un respetable sorbo de whisky.

Derek miró hacia sus callosas manos y respiró profundo tratando de calmarse. Meses antes de tener nuevamente una recaída con las drogas, se había estado sintiendo demasiado ansioso, y acudió al licor como un medio de desfogue. Funcionó bien al principio, pero como el adicto que era, pronto el licor se volvió muy necesario para mantenerlo en ese estado de limbo en el cual quería permanecer, sobre todo con Gis cocinando y paseándose entre ellos con ese aroma a almendras. Derek pasó todos esos meses, hasta antes del incidente con la chef, bebiendo como si quisiera darle tres días de vida a su hígado.

—Estás muy callado, Derek, ¿sigues molesto con Davi? Solo está haciendo su trabajo, ¿necesitan la atención de los medios, no?

—Este día realmente ha sido un fiasco, creo que necesito una cerveza.

—No vas a beber —contradijo.

—Vete a la mierda, Caden, puedo hacer lo que quiera.

—Sabes lo que pasa si bebes… —empezó Ethan.

Derek apretó las manos en puños, y sin decir otra cosa salió directo a fumar. Sabía que sus hermanos tenían razón, conocían su maldito culo vicioso, de cualquier manera, resultaba enfermizo que lo cuidaran así. Igual, no iba a ponerse como una perra con ellos, no cuando estaba enfrentando todavía las secuelas del síndrome de abstinencia.

Sabía qué esperar también, porque ya había pasado por eso. Se sentía descompuesto, cada hueso de su cuerpo le dolía. Siempre que estaba dejando la droga, sus parpados dolían, sus tobillos, los brazos, todo dolía. Por suerte con las semanas aquello disminuyó, y era un verdadero alivio saber que su nariz ya no goteaba descontroladamente, ni vomitaba demasiado.

Sin embargo, la dificultad venía a la hora de dormir. Se quedaba despierto toda la puta noche, vagando por los pasillos de los hoteles, observando a los huéspedes ir y venir durante toda la madrugada, con Davina viviendo ahora en su casa rodante, tenía que salir a correr en las noches, o volverse loco en su cabeza. El problema era que ella se despertaba siempre que él salía y lo esperaba con un ceño preocupado en su rostro... Y no dejaba de ser una reportera, quizás podía usar aquello para cubrir algún mal día en el abanico de chismes, nunca se sabe.

Derek dio otra calada a su cigarro, cuando por el rabillo del ojo vio al imbécil tipo del sonido con el que Davina había estado conversando. Lo miró fijamente esperando que el hijo de puta encontrara su mirada y expresarle odio, quizás una advertencia, pero cuando lo hizo de forma rápida, antes de seguir su camino, lo dejó helado.

Algo en su mirada verde, o su postura, no sabía bien qué, pero algo le parecía tan dolorosamente familiar, que su corazón comenzó una loca carrera, ¿era el tono de su cabello?, ¿su jodido perfil? Era de alguna manera alguien a quien conocía, pero no podía recordar, y fue tanta la impresión que incluso se sintió mareado mientras el cigarrillo caía de entre sus temblorosas manos.

—¿Todo bien? —preguntó Caden, dándole, una palmada, asustándolo.

—¿Cómo se llama ese tipo?

—¿Cuál?

—El del sonido. —Derek miró hacia el pasillo, pero el chico ya se había marchado.

—No lo sé —dijo encogiéndose de hombros—. Te pone celoso, ¿verdad?

—Por supuesto que no —espetó, sacudiendo la cabeza, enojado—, yo solo… —sacudió la cabeza—, ha sido un día en el infierno, te lo dije, vamos al escenario.

—Aún falta tiempo, pensé que podríamos comer algo. —Derek pensó en Davina, ella tampoco había comido nada desde su desayuno frustrado…—. Bien, ¿qué diablos ocurre?, estás con esa mirada rara y estuviste encerrado en el camerino con Jeremy y Davi.

Así era la cosa con Caden, elegido como una belleza exótica para el rock (título que le había costado muchas burlas por parte de sus compañeros) con una sesión fotográfica para la portada de Delirium, donde solo estaba vestido con vaqueros rasgados, el baterista se montaba en la rutina de músico relajado tan bien, que raras veces podías encontrarlo molesto, o preocupado por algo... Por supuesto que tenía defectos, y uno de ellos, al igual que Ethan, era que eran unos jodidos invasivos.

Lograban detectar cuando algo andaba mal con una jodida precisión que daba miedo, esa misma vista aguda y su carácter analítico, había llevado a Caden, que por lo general se estaba riendo y burlando, a analizar todos los contratos que firmaron antes de conocer a Jeremy, y fue precisamente Ethan quien se había sentado en una mesa a dialogar los pros y contras de firmar contrato con su discográfica. Nadie podría creer que eran más que unos tipos rockeros compartiendo prostitutas todo el tiempo, pero los hechos dictaban otro camino, por eso no tenía sentido mentirles.

—Ya sabes, están planeando nuestro futuro, lo normal.

—Mira, siento lo que te dije, pero vamos a andar de gira por un largo tiempo todavía y tememos que tu rutina se vaya a la mierda. Solo dime que no estás pensando en ir con las drogas, hermano, esta mañana te veías como si…

—Ni siquiera estaba pensando en ello, solo estoy… tratando de lidiar con la presión. —Lo cual era cierto, ¿pero lo de ir con las drogas?, no estaba tan alejado.

—Está bien —asintió, haciéndose rápidamente una coleta en su largo cabello—. ¿Vamos entonces a comer? Jeremy nos contrató un buffet en la otra habitación.

Así que fueron hacia el pequeño restaurante improvisado, y mientras lo hacían, hablaron de música. Era lo que los había mantenido unidos por más de diez años al principio, aunque ahora estaban vinculados por lazos más profundos. Caden estaba trabajando en una canción que le mencionó antes, y cuando acabó de comer, utilizó dos cuchillos para mostrarle algo de sonido sobre cómo quería que comenzara. Riéndose, Derek rodó los ojos.

—En unos momentos más subiremos al escenario, puedes hacer ahí el intro y yo tocaré la melodía, hasta entonces, hermano, deja la música por un segundo.

—Bien —refunfuñó, estirándose en la silla, haciéndola crujir—. Y… ¿cómo ves a Giselle y a Dy?, parece algo serio, ¿no?, nunca había visto a Dylan así.

—Tampoco había visto a Dylan así por una mujer, al menos no tenemos que temer a que vaya a desaparecer de pronto.

Dy sonreía a Gis con una posesividad que tendrías que ser ciego para no verla; pero no era solo eso, había una verdadera conexión entre esos dos, que estuviera tan en sintonía con una chica, era algo que Derek no estaba acostumbrado a ver en su primo.

—Ni que lo digas —consintió Caden mientras salían del lugar—, y hablando de mujeres, ¿qué pasó realmente en la mañana con Davi?

La mirada de Derek siguió a la de su hermano. Davina estaba sentada al lado de Gis y su amiga Zoe, se estaban riendo y disfrutando antes de que empezara el concierto.

—Se ve increíble en jodidos vaqueros, juro que ninguna los llena como ella.

—Caden, ¿pueden por favor dejar de mirar el trasero de Davina? —Le dio un puñetazo en el hombro, incapaz de controlar su irritación.

—¿Qué fue eso? ¿Quién más lo ha mencionado?

—Ethan.

—Tenía que ser —se rio entre dientes—, en fin, ¿eso te pone celoso?

—Claro que no, no me interesa.

—Lo imaginé... —Su mirada se calentó con aún más interés cuando volvió para mirarla—, eso quiere decir que no te molesta que la comparta esta noche con Ethan.

No tenía ni idea de por qué le molestaba. Apenas y la conocía, sentirse posesivo con alguien porque pensaba que era guapa, sin duda, no era su estilo. Demonios, ni siquiera había parpadeado cuando Dy besó con lengua a Giselle justo enfrente de él. Sin embargo, el impulso de alejar a Caden de un puñetazo a la garganta, lo golpeó fuerte.

—No harán eso —ordenó sujetando su brazo—, ella es una buena chica.

—Jodida mierda, Derek. Estoy tan acostumbrado a que rechaces a cualquier mujer, que hasta pensé que realmente eras gay. Estás real y absolutamente celoso.

—Solo aléjate de ella.

Caden tenía una sonrisa burlona plasmada en sus labios mientras se alejaba. Y rayos, quizás esta farsa como que se le estaba saliendo un poquito de las manos.

 

 

 

 

 

 

 

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