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Capítulo Dieciocho

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Después de saludar a Rachel, Derek los condujo a la mesa donde la mayoría de su familia se había reunido para beber y comer entremeses.

Por alguna razón, Davina notó el cuerpo bajo la ropa que Derek vestía, cómo se agrupaban y marcaban sus músculos bajo la camisa de franela, así como sus pantalones estirados sobre sus muslos, pantorrillas y su parte trasera… era un sueño, y cuando se sentó, la sorprendió al tirar de ella para sentarla entre sus piernas, haciendo que su espalda descansara contra su pecho. Todos los observaron durante unos momentos antes de darse cuenta de que lo estaban haciendo y fingir demencia, al parecer para todos resultaba bastante nuevo conocer este lado de Derek, cariñoso y amable en público.

Su madre también lo notó, y lo pudo ver en la sonrisa indulgente desde el otro lado de la mesa, haciéndola ruborizar.

—Puedo tomar mi silla, ¿sabes? —Él acarició con la nariz la curva de su cuello.

—¿Para qué?, yo también puedo ser muy cómodo, y te haría rebotar sobre mi regazo, si no es porque no queremos avergonzarte más en público, ¿verdad?

—Ojalá nunca pregunten cómo me conquistaste. —Lo miró fingiendo enojo.

Todo el mundo se veía muy feliz, y aquello era una sensación indescriptible, incluso con la prensa vapuleándolos. Ella y Jeremy tuvieron que idear un plan para contener aquello, mostrándolos más en público y actuando como si nada pasara, pese a que el mundo se les estaba cayendo a pedazos alrededor, sin embargo, justo aquí, nada de eso importaba. Y estar rodeada de personas que se amaban y no colocaban líneas de droga en lugar de la cena de Acción de Gracias, como haría su familia disfuncional, realmente se sentía increíble.

—Solo aléjate —le gruñó Caden a Ethan.

—¿Por qué esos dos están peleando?, lo esperaría de todos menos de ellos. —Derek sonrió, apoyando el mentón en su hombro mientras los observaba.

—Caden nunca nos ha querido cerca de su hermana, ha hecho de hombre de familia desde que lo conozco, y siempre ha mantenido a Amber lejos de la banda por completo, ya sabes, el león piensa que todos son de su condición. Solo que Amber ya es mayor de edad, supongo que no puede solo ordenarle qué hacer.

—Nunca lo hubiera pensado.

—Siempre ha sido así —murmuró pasando la nariz por su cuello. Davina frunció el ceño ante la información, y cuando vio a Amber sujetar una guirnalda sonrió.

—¿Crees que la decoración fue mucho?

—No. Es justo la cantidad de mucho. —Había pequeñas líneas en las esquinas de sus ojos, pequeñas arrugas que se marcaban cuando sonreía o fruncía el ceño.

—Gracias, Derek, eso me hace sentir menos como la loca de las festividades.

—Oye, estaban tan felices; tú decorando como loca y Giselle haciendo comida para cientos, que nos dio pena decirles algo. —Ella le pegó en el pecho, haciéndolo reír.

Derek sujetó el borde de su ajustado vestido negro, ese que Gis la obligó a usar. Girando para encontrarse con su mirada, se topó con unos increíbles ojos azules que ardían…

—¡Es hora de regalos! —De repente, Vincent y los demás se pusieron de pie, sacándolos de ese frenesí en el que sin duda se estaban embarcando.

—Más tarde —ronroneó con esa voz ronca contra su oído, haciéndola derretirse.

Giselle se puso a la cabeza, y comenzó con una extraña tradición de intercambio de regalos, en donde cada uno se turnó para darlos. Los abrían recitando una pequeña frase positiva que Gis había añadido a cada regalo, de manera que después de leerla, se daban un fuerte abrazo.

Era tan cálido.

Además, algunos obsequios eran graciosos, como cajas de cereal envueltas, o rastrillos y desodorantes dentro de enormes cajas. Davina estaba casi en la conmoción al recibir no solo el regalo de intercambio, sino un regalo de cada integrante, que incluso tuvo que luchar contra las lágrimas mientras los abría.

Varias veces, Derek se inclinó para besar su mejilla, asegurándole con el gesto que comprendía cuánto significaba para ella ser parte de esta familia. Y cuando todo aquello terminó, Dy se puso de pie, tirando de Giselle a su lado para hacer un anuncio.

—¡Tenemos algo que decirles,

Bonita está embarazada!

—¿Qué? —jadeó Jeremy desde su silla a unos metros de distancia, su semblante pálido, y el rostro de Vincent y Rachel era de verdad un poema.

—No estoy embarazada —aclaró Giselle tranquilamente.

—¡Bueno, un bebé también estaría bien!, pero lo que en realidad quiero decir, es que es momento de rockear.

Todos seguían conmocionados con la falsa noticia, salvo los integrantes de la banda, incluso, y para su sorpresa, Derek le dio un beso guiñándole un ojo mientas se levantaba y trotaba hacia los demás, y de pronto Resistance estaba subiendo a un pequeño escenario improvisado. A su lado, apareció repentinamente una muy emocionada Rachel, y era el vivo retrato de vida.

Hermosa, joven y cariñosa, y cocinaba la mejor comida casera que hubiera probado en muchísimo tiempo, comida que les había mandado al autobús. Claro que Gis tenía un toque exquisito, probar esa comida gourmet siempre era como un mini orgasmo en el paladar, pero la comida de Rachel transmitía la sensación de hogar. Susana, su madre, nunca había sido del tipo cariñoso y de crianza. De hecho, rara vez estuvo cerca de ella, en cambio, las veces que había tratado a Rachel por teléfono, le resultaba dulce y amable, ¿cómo alguien como ella podía haber perdido a Derek en el camino?

—Ustedes dos juntos son tan hermosos que ya me puedo morir en paz.

—Por favor, no diga esas cosas… —pidió entre ruborizada y alarmada.

—Es un placer conocerte finalmente, y un gusto ver como se aman.

Y mientras se estrechaban, Davina se ruborizó, incapaz de manejar la palabra con A. Habían conversado un par de veces, y ella la adoraba, siempre estaba al pendiente de Derek, por eso en cuanto vio las fotografías de ellos juntos, la había contactado. Al principio, Davina pensó que quizás fuera para gritarle por maltratar a su bebé. Pero nada de eso sucedió, por el contrario, Rachel trajo una conversación ligera, y le preguntó lo que estaba sucediendo, forjando desde entonces una increíble conexión con ella. Pero una cosa era que Derek le dijera que

la quería, y sí, habían estado uno sobre el otro desde su regreso a la gira, y el autobús quizás le daba una extraña y cálida sensación de hogar, pero…

—Derek mencionó que pasarás las navidades con tu hermano.

—Sí —sonrió con entusiasmo—, hace mucho tiempo que no nos vemos...

—Lo sé —dijo sujetando su mano.

La joven parpadeó, nunca pensó que Derek le contara a Rachel sobre las adicciones de Brant, pero debió suponerlo, tenía una estrecha relación con ella, además Rachel de todas las personas, era quien mejor entendía, y obvio no iba a juzgarla.

—Ha pasado por mucho, tan solo espero que esta vez sea la definitiva.

—No pierdas la fe. —Davina sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, lágrimas que casi se desbordaron cuando Rachel la abrazó—. Sé cuán difícil es no caer en la desesperación y cuán fácil es pensar en darse por vencida, te admiro por sacar a Derek de ese oscuro pantano, nadie lo habría hecho mejor que tú.

—Él ha hecho un enorme trabajo solo.

—Tal vez no lo sepas, pero Vincent ha arrastrado a Dylan por situaciones que ningún niño debería pasar jamás —negó con cansancio—. No quiero culparlo de que fue una mala influencia para Derek, pero creo que lo fue. Es mi hermano y lo amo, pero hubo un tiempo… en el que solo lo saqué de mi vida, tomé a Dylan y a Derek y me vine a vivir a San Francisco. No obstante, Dy volvió con él, es su padre y lo ama, y a causa de eso ha estado perdido por años; Giselle es todo lo que siempre quiso y ni siquiera sabía que necesitaba, así que te agradezco que hicieran esto por ellos en un principio, Dylan es mi otro bebé —sonrió con ternura mirándolo sobre el escenario—. Lamento que Derek lo haya puesto en esta situación, se ha metido a lo largo de su vida en tantos problemas… mi error fue mimarlo de más, pero Derek es lo único que tengo. —Apretó las manos, sus bonitos y dulces ojos de pronto cargándose con lágrimas y una enorme pena.

»Quizás no lo he dejado caer hasta el fondo, pero no puedo creer que exista más fondo del que mi hijo ha tocado. —Cerró los ojos—. Intenté por todos los medios darle lo que se merecía al faltarle un padre, quizás dediqué mucho tiempo al trabajo, descuidándolo en el proceso… no lo sé, pero ahora tiene algo por lo que luchar, y sé que no lo habría logrado sin una motivación tan grande como lo eres tú. No puedo esperar a que se muden juntos. Derek dice que quiere comprar otra casa, pero por más que le pregunto dónde, solo mantiene este misticismo, no importa lo… —La joven supo que estaba demasiado aturdida como para parpadear, cuando de pronto Rachel maldijo con suavidad—. Él no te lo ha dicho aún y lo he estropeado todo, ¿cierto?

—Yo, no… supongo, oh…

—Por favor, no me delates… —suplicó con esos enormes ojos azules, tan parecidos entre la familia Chancellor—. Y por favor… cuida de mi corazón, ahora también es tuyo —sonrió acariciándole la mejilla—. Iré por algo de comer, ¿quieres algo?

Un trago de tequila, quizás. Solo atinó a negar mientras miraba a su… suegra. Había visto lo imprudente de Dy muchas veces, pero con Vincent siendo tan callado y tranquilo, difícilmente se podía imaginar de dónde era tan jocoso, hasta este momento.

En cuanto Rachel se levantó, Davina hizo lo mismo, tan solo… necesitaba un poco de aire fresco.

—Ya eres toda una celebridad, ¿eh?

Davina se asustó con la distracción inesperada antes de girarse para encontrar a Nick contemplando el majestuoso árbol a su lado, llevaba una camisa abotonada de cuadros rojos, sus ojos verdes chispeaban con humor y su cabello negro estaba casualmente desordenado, dándole ese look rebelde y guapo con el que siempre lo había identificado.

—¿Por qué lo dices?

—Su relación está en todos lados. —La joven se ruborizó, y cuando miró hacia el escenario, se quedó sin aliento al toparse con la mirada salvaje de Derek—. ¿Sabes?, es curioso que sea tan celoso cuando nunca prestó realmente atención. —Ella frunció el ceño ante el veneno en su voz.

—Eso es porque nunca antes había estado en una relación…

—¿Eso te dijo? —Sus manos de pronto estaban en apretados puños.

—¿Por qué estás tan enojado?

La banda comenzó a tocar, y el lugar se llenó de vida, inundándose con vítores, haciendo difícil que lo escuchara, por lo que se acercaron más.

—Escuché a Jeremy decirle a Derek que entregó fotografías íntimas de ustedes a la prensa en un intento por desviar la atención de lo que pasó con Giselle, así que… ¿qué crees que harán en cuanto eso quede en el olvido? Estoy seguro de que no le servirás más a ninguno de los dos. No lo conoces, Davina, ¿no ves que solo te está usando?

Davina parpadeó. ¿Ya no les serviría?, la cabeza comenzó a darle vueltas, pero, un momento… ¿de verdad la traicionaron? Solo pensarlo dolió como un puñetazo directo a sus inseguridades. Sabía que eso podía pasar, que Derek podría abandonarla, Ruth se lo dijo y no le creyó, pero quizás estaba demasiado cegada por todo, incluso para dudar de algo como esto. Sacudiendo la cabeza, se dijo que Derek era sincero… Siempre y cuando no saliera el tema de Ellen, porque entonces parecía como si pudiera deshacerse de ella en un chasquido de dedos.

—Te dejé pensando, ¿verdad? —inquirió sonriente—. Jeremy es un tiburón, deberías haberlo visto venir, y no me digas que tampoco se te ocurrió lo que te acabo de decir.

Davina tragó saliva ruidosamente, quería negar todo, ¿por qué tenía que venir a decirle algo como eso? Antes de Derek, de Resistance, de todo este jodido embrollo, ella había sido como una mujer de hielo. Ignorando las caras asustadas, molestas, y hasta sorprendidas de las personas a las que fotografiaba, ignorando esa vocecita que le decía que estaba siendo demasiado altanera, había pasado encima de quien fuera para llegar a donde estaba. ¿Ahora?, era triste verse reducida a una pila de sentimientos encontrados.

—¿Y tú lo conoces mejor que yo? —preguntó, apelando a aquellos días donde su cara de póker había conseguido que cientos escupieran sus verdades frente a la cámara. Nick entrecerró sus ojos verdes, pareciendo molesto y confundido.

—Difícil de creer, pero sí. Por ejemplo, sé que Derek fue capaz de inducir a pequeñas adolescentes a las drogas, si no me crees, pregúntaselo, así seas tú quien lo deje y no al revés —aseguró mirando hacia el escenario amenazadoramente.

Davina se congeló ante eso, ¿podría Nick conocer la historia de

Ellen?, ni siquiera ella sabía cómo fue esa relación. Comenzó a enloquecer por Derek, y justo cuando miró hacia el escenario en su busca, se encontró con gélidos ojos azules, lo vio mientras él daba una calada a su cigarro, antes de que Ethan también lo notara, luego el bajista se lo arrancó de la mano y lo lanzó a un basurero cercano.

—¿Q-Qué dices?

—Sé que es difícil comprender lo que te estoy diciendo, pero yo también estaba cerca cuando Derek atacó a Giselle. Lo vi, estaba desquiciado, fuera de sí mismo, creí que ustedes estaban fingiendo su relación, pero ya veo que no, y me preocupa porque no entiendes que es un peligro… lo que sé, es peor de lo que intentó hacerle a Giselle. —Nick se relamió los labios en un gesto nervioso—. ¿Si te lo digo, esta vez me creerías?

A Davina se le fue el alma a los pies, si Nick sabía lo de Giselle, ¿cuántas personas más lo harían? Podría acudir a la prensa y hacerlo una realidad y no solo un chisme como habían intentado hacerlo parecer ahora que Ruth sacó la verdad.

Davina no era tonta y nueva en esto de la farándula, había manejado a la prensa a su favor, incluso dejando mal parada a la revista Delirium al sacar un comunicado de la mismísima Giselle Carter, diciendo que esas fotografías eran un fotomontaje y que estaba consternada con semejante mentira.

Pero, si aquello que Nick decía que era peor, y resultaba ser lo que se estaba temiendo, la nota de Derek acosando a Gis, o ellos teniendo intimidad, o cualquier otra mierda, sería una bobería en comparación a la bomba atómica que explotaría si descubrieran que era viudo.

Ni siquiera ella conocía qué había pasado entre esos dos en realidad, pero estaba segura como el infierno que buscaría debajo de las piedras para traer una nota turbia, amarillista y llena de escándalo que le daría incluso hasta un aumento. Siempre había sido así, y estaba segura de que sus colegas pensaban igual.

—Dependiendo, necesitaría escucharlo para saber qué pensar. —Estaba tratando de no parecer tan ansiosa como se sentía, sin embargo, el que estaba ansioso era Nick.

—Búscame más tarde en el estacionamiento. —La sujetó por el brazo, los ojos de Davina volaron al escenario, y por la mirada de Derek, supo que estaba a nada de saltar sobre ellos; Nick la liberó, pero antes de irse se acercó a su oído—. Te lo contaré todo ahí.

Los jodidos celos.

Derek había escuchado sobre ellos, sabía que Dylan había ahogado parte de sus penas en alcohol por los arranques que tenía con uno de los mejores amigos de Giselle, lo había visto todo el tiempo con Ethan y Caden peleando por Amber, pero en realidad, nunca los había sentido en carne propia. Ellen y él, solo eran… ellos.

Pero entonces apareció Davina, y tenía un amigo, un jodido bastardo llamado Nick. Y estaban tan ensimismados en su charla, que ni siquiera ponían atención al concierto “navideño”, que incluía las jodidas canciones más navideñas posibles, cambiadas a rock pesado para que pudieran ser toleradas, palabras de Dylan.

A Davina no parecía importarle ni las canciones, ni su presentación en lo absoluto, porque si lo hiciera, vería el fuego en sus ojos, pero no lo hizo, porque estaba totalmente centrada en el hijo de puta que estaba tocándola. ¿Qué estaban hablando? Diablos, los celos se sentían como un tren descarriado que se movía hacia él a toda velocidad.

Derek continuó tocando hasta terminar las canciones, porque su piloto automático nunca fallaba, jamás se había equivocado con ninguna canción, incluso en las ocasiones en las que subió bastante colocado. Y para cuando bajaron del escenario, los celos seguían viajando por sus venas como ácido corrosivo. Ni siquiera pudo contener el impulso de fumar frente a su madre, la verdad si alguien más le quitaba el cigarro de la forma en la que lo hizo Ethan, le arrancaría la puta cabeza.

—Derek.

—¿Eh? —preguntó, antes de dar otra calada.

—Sigues actuando raro.

—No, no lo hago.

—Sí, lo haces —espetó Davina, mirándolo de reojo con impaciencia una vez que estuvo a su lado en la mesa—. Lo has estado haciendo desde que bajaste del escenario.

—No lo estoy haciendo. Te estás imaginando cosas.

—¿Es por Nick? —No respondió—. Me conoces bastante bien para no tener celos.

—¿Debería tenerlos? —La miró de soslayo.

—No te lo tomes a broma.

—Créeme —exhaló mirando el vaho de su boca mezclándose con el humo—, no estoy bromeando, de hecho, no hay nada remotamente gracioso en todo este asunto.

—¿Entonces qué es? ¿Qué te tiene despreciando a Nick de esa manera? No sé por qué le guardas tanto recelo, ¿es producto de la testosterona?

—Esto es solo por ti. —Sus ojos flamearon—. No me gusta ese hijo de puta, la forma en la que te toca, el que busque una oportunidad para hablarte cuando no estás junto a mí…

Ella pareció meditar eso antes de suspirar.

—Derek, ¿qué pasó realmente con Ellen? —El abrupto cambio de tema lo tomó por sorpresa, su corazón lo mandó en otra dirección, su estómago dio un extraño tirón, amenazando con devolver la cena.

—¿A qué viene al tema? Se murió, ya te lo he dicho —dijo con una voz ronca.

—¿Recuerdas cuando me prometiste que nunca me mentirías? ¿Sin importar qué?

—Sí… —Un destello de miedo conmocionó su cuerpo. No había forma que una buena conversación saliera de un preludio como ese.

—Entonces, por favor, háblame de ella, dime, ¿a los cuántos años se casaron?

Jodida mierda, debía suponerlo. ¿Eso pasaba cuando te enamorabas, no?, hacías promesas estúpidas en los momentos más inoportunos. Los ojos de Davina se clavaron en los suyos, y supo que darían un enorme paso hacia atrás si volvía a ocultarle algo.

—Acabábamos de cumplir dieciocho.

—¿De verdad?, ¿por qué tenías tanta prisa? —Derek desvió la mirada, incapaz de lidiar con el asombro en sus ojos y en su tono.

—Porque no queríamos que nos dijeran qué hacer —susurró, porque de pronto su voz se estaba yendo lejos, muy lejos, como su mente al recordar el pasado—. Ellen y yo siempre estábamos en el departamento que yo tenía en la universidad y nos drogábamos, y justo en medio de toda nuestra mierda eufórica, jurábamos que esa sería la última vez, que mañana nos detendríamos de una vez y para siempre y saldríamos de esa porquería, sin embargo, al día siguiente empezábamos todo de vuelta. Cuando no estábamos en exámenes, estábamos más que nada manteniéndonos drogados. Mi madre estaba desesperada, pero la verdad era que me importaba una mierda.

—Ella… —se aclaró la garganta—, ¿cómo murió?

Derek respiró hondo, sintiendo bajo su piel el familiar hormigueo, ese que no se apagaba ni con una cajetilla entera de cigarros, tampoco una botella...

Cerró los ojos, el puro recuerdo lo hacía sentir como si estuviera cayendo a toda velocidad y sin un paracaídas. Sabía que iba a tener jodidas pesadillas esa noche, sabía que después de esto iba a necesitar correr o entrenar toda la puta madrugada, y odiaba que lo que parecía una buena velada, estuviera a nada de estropearse. Inspiró de nuevo, intentando no vomitar justo ahí, delante de todos, y odiando como a nada que estuvieran hablando de esto.

—Cuando terminé de estudiar renté un departamento, quería que comenzáramos a vivir nuestro sueño, y vivimos ahí por un par de años, pero por el contrario a ser una especie de familia, solo nos drogábamos más, todo el jodido día hasta quedarnos dormidos. Nos distanciamos de nuestras familias, Rachel estaba muy preocupada, pero no me importaba, igual a Ellen tampoco le importaba su mamá o su hermano pequeño. —Aspiró una bocanada de humo—. Hasta que una noche, resultó que solo yo dormía, Ellen se murió en algún momento de la madrugada. Vomitó y se ahogó con eso sin que yo me diera cuenta. Estaba demasiado drogado para haberla escuchado o ayudado, y eso que estaba a mi puto lado.

—Oh, Dios mío —exhaló, llevándose las manos a la boca—. ¿Y qué pasó después, te detuvo la policía?

—Debieron hacerlo —dijo, apretando las manos en puños—. Pero no lo hicieron porque Jeremy me estuvo llamando todo el jodido día anterior, ya que no me presenté a un evento, mamá le dijo donde vivíamos y Jeremy fue a buscarme. Sacó mi culo drogado de ahí antes de dar aviso a las autoridades.

—¿Quiere decir…? —Sacudió la cabeza—. No fue tu culpa, Derek.

—¡Yo mismo le preparé la jeringa!, ¿no lo entiendes? Debieron arrestarme.

Fue Jeremy quien lo llevó directo a Urgencias, y cuando despertó, fue él quien le dijo que Ellen estaba muerta y que, en cuanto se recuperara, lo iban a internar porque esto se le había salido de las manos. Y saber que pudo salvarla si no hubiese estado tan drogado, lo quebró de la peor manera, y no solo en la maldita mente. Lo quebró en todas partes. El dolor físico era increíble, insoportable. Derek no pudo manejarlo. Huyó antes de que le dieran de alta, como un jodido cobarde.

—Eran unos adictos, y si Jeremy te hubiese dejado ahí, también habrías muerto.

—Esa es una justificación de mierda y lo sabes. —Se rio entre dientes—. Hubiera preferido morir ahí mismo. Yo la maté, no importa qué, siempre seré el adicto que le dio la dosis, le robé su vida y por eso no siento que merezca vivir la mía.

—Derek, yo… lo siento tanto…

—Está bien.

Pero no lo estaba.

Lamentablemente, se encontraban de vuelta en el mundo real, y a Davina le dolía el corazón saber que su fantasía de estar con Derek y ser felices, fue algo de corta duración. Por lo que parecieron horas, él se quedó mirando a cualquier otro lado menos hacia ella. Davina lo miró fijamente, pensando en lo afectado que se encontraba en este momento.

Las cosas lo afectaban, por supuesto que lo hacían, aunque fingiera indiferencia. A su mente le tomó un tiempo asimilar el hecho de que Derek había fingido ser como Batman todo este tiempo, pretendiendo que las emociones rebotaban en él, fingiendo que no lo alteraban, y que podía estar perfectamente con ella.

—Deja de mirarme así.

Derek se sentó al revés en la silla para observarla con esos increíbles ojos. Sus brazos descansaban sobre el alto respaldo. Y sin saberlo, el hombre parecía listo para una jodida sesión de fotos.

—¿Cómo te estoy mirando?

—Como si fuera a perderlo en cualquier momento.

—¿Y no?

—Ya te dije, eso fue hace mucho tiempo, no sé por qué seguimos hablando de esto.

—Porque está claro que no has superado nada, por favor, deja de portarte como si no te afectara.

—¿Y quién dice que me afecta? —Davina estudió las luces de colores frente a ella.

—¿Ah, no?, ¿entonces por qué no te has tomado la molestia de visitar su tumba?, ¿de investigar siquiera en dónde está sepultada? —Sus ojos se oscurecieron.

—¿Para qué?, está muerta, hace muchos jodidos años. —Davina dio un respingo ante su exabrupto, y cuando algunos miembros de la banda se giraron en su dirección, se ruborizó pero se negó a dejar el tema.

—Acabas de decirme que no sientes que mereces vivir, creo que necesitas cerrar un círculo con ella, qué sé yo, hablarle.

—¿Hablarle a qué? Es un pedazo de césped con una piedra encima.

Entonces se levantó palmeando sus bolsillos y se marchó, en el camino pudo verlo encendiendo otro cigarro. Su boca se abrió, pero nada salió, estaba estupefacta. Sobre uno u otro acontecimiento no podía decirlo, aunque en realidad no debería sorprenderse.

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