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Capítulo Siete

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—El mejor soufflé que he probado es el de Giselle, de verdad se merece todas y cada una de sus estrellas Michelin.

—Mhm.

Decir que Derek tenía un serio problema de amor no correspondido, sería el eufemismo del año. Así que si quería ayudarlo con sus miradas para nada discretas, sus comentarios fuera de lugar, y su amor no correspondido y por demás peligroso hacia Giselle, estaba claro que tenía que empezar por cambiar esto.

¿Qué era eso de que Giselle mandara comida para los chicos?, bueno, estaba claro que además de bonita, era una buena samaritana, sin embargo, tendría que ser la misma Davina quien le hiciera los malditos postres a Derek, o al menos intentarlo. Suspirando ante eso, lo miró culpable.

Para ser completamente honesta, de momento, no estaba capacitada para cocinar mucho, y como el infierno no lo estaba para hacer un soufflé como el que el guitarrista estaba ingiriendo tan felizmente. Así que tan solo siguió mirándolo mientras servía el postre que la chef sumamente cualificada había hecho.

—Supongo que debe estar increíble —murmuró mientras tomaba el tenedor.

¿Y como por qué sentía que una ola de celos iba a ahogarla? Quizás por esa secreta sonrisa en los labios de Derek mientras comía, él no sonreía a menudo, y estaba claro que todo lo que la chef hiciera le iba a poner feliz, y sabía que estaba siendo completamente ridícula al preferir tomar chía, antes de aceptar que a ella probablemente también le gustaría todo lo que Gis hiciera. Mirando el soufflé de naranja, lo probó con cierto recelo por quien lo había cocinado, pero para cuando Davina casi se terminaba el postre, supo que había un antes y un después de los postres mundanos que había probado hasta hoy.

Ya daba igual el orgullo, los celos, la dignidad.

Ese jodido postre se llevaba las palmas de pie, los mentados premios de Michael o lo que fuera, el amor de todos los miembros de la banda. De ahora en adelante le pediría a Gis que cocinara eso como desayuno, comida y cena, por días, sin importar si aquello iluminaba el corazón de Derek o no, porque era el mejor postre que había probado en su vida. Los siguientes minutos transcurrieron en silencio, con Davina inhalando discretamente la comida antes de que pudiera formar una palabra coherente.

Finalmente, señaló su casi terminado postre, y anunció:

—Creo que me he enamorado de Giselle.

Derek la miró estupefacto antes de soltar una sonora carcajada, mandíbula batiente y todo, y Señor todo poderoso, el sonido. Ese sonido fue tan hermoso, y esas pequeñas arrugas en sus ojos, fue como si todo su cuerpo se iluminara. La dejó parpadeando. Y justo ahí, entendió por qué millones de mujeres se volvían locas por él.

—Te entiendo. Es fácil enamorarse de Giselle —comentó porque bueno, estaba claro que estaba muy endulzado con todo el postre, o solo era un jodido idiota.

Derek cerró la boca de golpe, apretando los dientes con fuerza como si eso pudiera de alguna manera borrar lo que acababa de decir. Diablos. Quizás se había dado un pase en el trayecto al autobús, después de todo. Porque no había manera en el universo para que estuviera aquí, terminando de saborear un platillo de Giselle, y no sintiéndose como la mierda, incluso después de que confesara que, efectivamente, era un imbécil del culo enamorado de la novia de su primo, y un adicto a punto de volver a las andadas.

—Vas a tener que controlarte ahí, Romeo, ¿no quedamos en que nos amamos?

—Sí —carraspeó sintiendo cierto calor en las mejillas—, para efectos prácticos.

—Entonces, procuremos moderar todo ese amor que tenemos por Giselle ambos, ¿te parece? —Lo miró con cierta diversión bailando en sus ojos.

Derek asintió sonriendo aliviado, porque de alguna manera, había confesado otro de sus más oscuros secretos: el estar enamorado de la novia de su primo, y Davina no lo estaba juzgando, ni corriendo por las colinas hacia su revista a redactar una nota. Por el contrario, iba incluso a ayudarlo a pasar por todo esto… o al menos eso parecía.

—Gracias por comprenderme y… por intentar ayudarme.

—Por nada —sonrió probando su soufflé—, yo confío en que no necesitarás de mi ayuda, lo has hecho bien en todos estos meses, tienes una fuerza de voluntad increíble.

Ah, claro. Ella se refería al otro tema escabroso; las drogas.

—Tienes demasiada fe en un perdedor —murmuró bajo su aliento, pero ella tan solo se encogió de hombros.

Y mientras contemplaba a Davina disfrutar abiertamente de la comida, pensó que lo que todas esas

groupies no podían hacerle, esta mujer lo hacía con facilidad, lograba despertar cierto interés en él.

La verdad es que Davina era hermosa y agradable, movía de una extraña manera sus entrañas, calentando su sangre, y darse cuenta de eso de pronto lo hizo sentirse como si todo fuera en cámara lenta, como si todo se hubiera detenido aparte de su pulso latiendo ruidosamente en sus oídos. Davina era pequeña, pero con curvas justo en las zonas adecuadas, como una sirena, poseía largo cabello rubio que parecía fluir tras sus hombros, y una sonrisa devastadora que lo hacía pensar que, como los marinos, solo podía mirarla con anhelo, sería una increíble… amiga.

La única que tuviera, de hecho. La verdad es que Davina, al igual que las sirenas, estaba simplemente fuera de los límites.

—Aquí tengo el itinerario de posibles lugares para visitar, si es que su mente cerrada no da para más que solo el cine.

Así estaban las cosas, por alguna razón, Derek había rememorado el beso con Davina, y se había quedado dormido con una masiva erección, y se había despertado con otra.

No hizo nada al respecto, con ninguna de las dos erecciones.

Si se masturbaba, de alguna manera se sentiría demasiado real. Así que mientras escuchaba a Jeremy decir que tenían que irse de cita, la ansiedad se arrastraba sobre él como una tormentosa nube oscura.

—Sabes que realmente no son citas, por eso es complicado para nosotros —gruñó.

—Vaya, hombre. Yo llevaría a Davi a cenar al Ritz, y cerraría la noche pidiendo una habitación, te aseguro que daría mucho de qué hablar a los paparazis a la mañana siguiente —canturreó Caden, guiñándole un ojo.

—Prefiero solo algo normal. —Caden lo miró como si le hubiera salido otra cabeza.

—Vamos a detenernos un segundo aquí, define normal.

—Normal es… solo algo cotidiano, ya sabes —gruñó, revolviéndose el cabello.

—No, no lo sé. ¿Acaso acostarse con chicas no es normal? Derek, ¿qué rayos te está pasando? —Caden estaba pálido cuando se puso de pie, mientras recogía su cabello en una coleta—. Diablos, por un momento me convencí de que no, pero realmente te cambiaste de bando. —Rodeó sus hombros con un brazo, una mirada comprensiva en su rostro.

—No, Caden.

—¿No?, es que no lo entiendo. —Hizo una mueca—. ¿Para qué mierda entonces pones todo este esfuerzo en tu apariencia?, matas tu cuerpo en el gimnasio, le sonríes a veces a las chicas, pero no sales con una a menos que sea por obligación, básicamente eres homosexual, y oye, eso está muy bien, solo admítelo para que dejemos de joder.

—Serás el primero en saber cuando salga del clóset.

—¿Sigues así por Ellen?, seguro que ser viudo a nuestra edad es como para quedarse traumado, pero te aseguro que no todas las mujeres son unas adictas.

—¡No vuelvas a expresarte así de ella! —Toda diversión terminó justo con Caden sobrepasando esa línea, Derek veía todo rojo cuando lo sujetó con fuerza de la camiseta.

—Te arrastró a esto, Derek. Todos podíamos verlo menos tú —murmuró Ethan desde la comodidad del sofá donde había estado rasgueando su bajo, sin alterarse por lo que parecía una inminente pelea.

—Váyanse a la mierda juntos —espetó, liberando a Caden—, sé que les gusta compartir.

—¿Podemos solo ocuparnos cada quien de nuestros asuntos? —Jeremy suspiró mortificado—. La verdad es que estamos haciendo esto porque Ruth está poniéndonos muchas dificultades, está saliendo mucha información de nosotros a la luz, y estoy seguro de que la jefa de tu novia ficticia está haciendo lo imposible para que se descubra esta farsa.

—¿Por qué haría eso?

—¿Qué no es obvio? —El mánager rodó los ojos—. ¿Qué noticia leerías más, la de una cita “romántica” de un miembro de Resistance, o la de un miembro de Resistance queriendo sobrepasarse con una chica?

—¡La del jodido abuso! —Agitó el puño Caden.

—Ahí lo tienes. —Jeremy empujó la lista hacia él—. Ahora largo, y haz que les tomen muchas fotografías, eso aplacará a la zorra por un tiempo.

Derek miró el ir y venir de las olas a través de la ventana del autobús. Se encontraban en San Diego, sin tener un descanso adecuado después de una larga noche en la carretera, y pronto partirían a sabría dónde, porque así era esto al estar de gira. Días y madrugadas largas en la carretera… por eso tener una cita en medio de todo parecía más allá de absurdo.

—Tan lindo como se escucha ir a Sea World, prefiero la sugerencia de hospedarnos en el Hotel Coronado, después de todo el estadio donde será el concierto está cerca. —Davina lo miró con esos grandes ojos azules, dejando la lista a un lado.

—Yo no sugerí eso, es la letra de Caden. —Se acercó—. ¿Lo ves?

Ella estaba sentada en su pequeña cama del autobús con las piernas cruzadas, trenzándose el largo cabello húmedo. Había una toalla a su lado, lo cual explicaba que acababa de ducharse, llevaba ropa cómoda como para andar en casa, pantalones cortos y una blusa que…

esa blusa. Maldición, era una simple prenda andrajosa que usaba de vez en cuando para pasearse por el autobús. Era negra, con un estampado de The Killers en el frente, larga hasta sus rodillas, pero tenía este pronunciado escote en V, que por primera vez desde que la conocía, le permitió realmente ver sus tetas, y rayos, estaba arruinado para siempre.

Derek por lo general ignoraba todos los pechos a su alrededor, pero sabía que estos lo despertaban duro en las noches, debido a la posición en la que se encontraban, podía notar con claridad todo, desde la suave redondez de sus enormes tetas, ese valle que los dividía, hasta sus… ¿de qué color tendría los pezones? Por un segundo, Derek estuvo tentado a ladear la cabeza, pero en su lugar desvió rápidamente la mirada, sintiéndose como un pervertido total cuando se descubrió a sí mismo caminando un par de pasos lejos de ella. ¿Qué le pasaba?

—Supongo que también escribió esto de subirnos al Trolley —interrumpió todos esos lujuriosos pensamientos al reírse.

El guitarrista frunció el ceño al escuchar su risa, y se frotó el pecho que de pronto se le había cerrado sin ninguna razón en particular. Quizás la abstinencia finalmente estaba encontrando una salida en él, y lo estaba llevando a sentirse de esta extraña manera. Diablos, solo faltaba que Caden tuviera razón y se estuviera convirtiendo en un afeminado sin darse cuenta.

—Sí, Caden también escribió eso.

—Bien, esto haremos. —Colocó la lista a un lado—. No volverá a pasarnos que los paparazis nos encuentren desprotegidos a la mañana siguiente de una cita, necesitamos establecer una estrategia. Obviamente, voy a manejar todo esto en un ángulo de: "Los amantes se quedaron en el hotel después del espectáculo", porque eso va a vender.

—Uhm. —Derek se rascó el brazo—. Lo mismo sugirió Jeremy.

—Es un tipo muy listo después de todo —sonrió guiñándole un ojo, haciendo que su corazón se saltara un latido—. La gente ama cuando los artistas pierden la cabeza por alguien, es un verdadero negocio. Si estamos todos de acuerdo, haré algunas llamadas a la prensa para que sepan dónde comeremos y que no saldremos del hotel en todo el día, hasta mañana que sea el concierto.

Derek asintió pensativo, conociendo y teniendo que aceptar este lado de Davina, donde era una profesional en su trabajo; aunque nuevamente el deseo de repudiarla por haberlo metido de alguna manera en esta situación picó en su pecho, pero se contuvo.

Él solo se había metido en este problema, y se repitió que ahora ella era su amiga y solo estaba tratando de ayudarlo. O al menos, eso esperaba.

Los gritos en la planta baja se fueron haciendo más fuertes conforme avanzó el día, lo que significaba que el rumor que corrió había dado sus frutos, y ahora los fanáticos de Resistance sabían dónde se encontraba Derek Chancellor.

Davina cruzó la enorme habitación para mirar por la ventana a la calle de abajo. Y por supuesto, ahí en la acera había una enorme multitud de mujeres babeando y algunos hombres bastante emocionados, porque saliendo de una Suburban negra se encontraba el objeto de millones de fantasías sexuales, y aunque no quería, su propio ritmo cardíaco se aceleró junto con los gritos de las fanáticas mientras el hombre alto con el cabello arenoso, y fríos ojos como el hielo, se descongelaba un poco para saludar a sus fans.

Él se veía bien. Mejor de lo que debería verse en una sencilla camisa azul oscura y vaqueros que terminaban en unas botas con punta metálica.

Su cabello estaba perfectamente revuelto, y aunque muchos artistas pasaban tiempo con sus cabellos tratando de darle un aire dramático para un mejor estilo, Derek Chancellor tan solo lo llevaba al estilo: salí-de-bañarme-y-dejé-que-se-secara-solo, que tanto le gustaba.Sus altos pómulos y la mandíbula cuadrada lo hacían verse más alto, y todos esos tatuajes, más rudo que de costumbre.

Gracias a los dioses que no se presentó frente a ella luciendo así de golpe, de esta manera podía darse tiempo para adaptarse al solo-seamos-amigos que él había autoimpuesto. Bien podría ser su amante a cualquier hora del día, pero al parecer su corazón estaba tomado y él era un devoto de la fidelidad no correspondida.

—Habitación 27, estoy seguro de que aquí es.

Derek frunció el ceño, mirando de nuevo la puerta con el número en el centro, cuando ella abrió.

—Uhm, ¿por qué estás actuando tan extraño? —sonrió titubeante.

—Porque luces increíble… —Levantó los ojos de golpe, pero ya lo había atrapado mirando a sus chicas, al parecer era un hombre de tetas. Bien podría comenzar a abrirse paso por ahí—. Por un momento pensé que me había equivocado de habitación.

—Gracias, también te ves muy bien. —Realmente lo hacía. Dolorosa y jodidamente.

Derek era un hombre que convertía las ropas normales y de diario en algo especial.

De pronto, salir con él no parecía buena idea, y por primera vez en eones, Davina se sintió cohibida en torno a él.

En todos estos meses, el hecho de que fuera famoso no le importó en lo absoluto, pero claro, nunca había

salido con él, solo estaba haciendo su trabajo. Pero justo aquí en la boca de su estómago, se hundió esta nueva realidad, haciendo que se preguntara en qué demonios se estaba metiendo. Sobre todo cuando él estiró la mano, sujetándola y provocándole un respingo.

—¿Estás bien?, ¿te abrumó toda la multitud de allá afuera? —Estaba jugueteando con sus dedos, ¿era así de dulce o alguien ya estaba tomándoles fotos?—. ¿Davina?

—¿Eh?

—Estás asustada —dijo con una lenta sonrisa, y oh, sí que lo estaba.

—No, para nada, es solo que… estás distinto hoy.

—¿No se supone que somos como amigos? Nos confesamos secretos sucios y todo.

—Uhm —sonrió antes de suspirar—, disculpa que no esté tan entusiasta como tú, la verdad es que no es lo mismo estar detrás del lente que frente a él.

—Una cucharada de tu propia medicina.

Después de regalarle una sonrisa torcida marca Chancellor, la arrastró de una forma para nada caballerosa fuera de la alcoba, hacia donde comerían afuera en la terraza, frente al mar, y al alcance de fotografías de paparazis con cámaras de largo alcance. Y no, nada tenía que ver que la viniera sujetando de la mano, que se sintiera tan sofocado el ambiente, era la idea de ser una carnada para tiburones lo que la tenía tensa. Seguro.

—Después de ti,

madame —canturreó el idiota en esa voz ronca, porque estaba claro que no sabía lo que le estaba haciendo su voz y su apariencia a sus partes de chica.

—¿Qué vas a pedir?

Nadie nunca había ojeado el menú tan rápido como lo estaba haciendo Davina, Cristo, estaba tan nerviosa, ¿por qué se había prestado a esto?, necesitaba salir con tipos. Es más, no solo salir con ellos, sino tener

sexo alocado con ellos. Basta de la regla de no tener sexo en la primera cita, porque estaba claro que, por su trabajo y modo de vida, nunca pasaba de una primera cita con ninguno, y ahora las consecuencias estaban aquí, mostrándosele en esta urgencia por saltarle a Derek encima y lamer su cuello.

—Voy a pedir un rib eye.

—¿En la playa? —Él se encogió de hombros con una sonrisa.

—Carnívoro cien por ciento.

—Tu mamá te mimó demasiado. —Sacudió la cabeza a los lados mientras sonreía.

—Claro, no me digas que tú nunca fuiste mimada por tu mamá.

—Las pocas veces que pude verla, no, ciertamente no lo fui.

—Uh, lo siento.

Sí, eso pareció incomodarlo, y si esto fuera una cita ya habría salido corriendo del tan a la vista trauma-familiar-del-pasado, pero daba la casualidad de que tenía que quedarse, dijera lo que dijera. Sonrió mirando el menú. Derek se había equivocado en algo, ella no le había contado sus sucios secretos.

—¿Puedo saber por qué no veías a tu mamá seguido?

La curiosidad brillaba en sus ojos, y había sido muy lindo abriéndose a ella, pero después de años en el medio, Davina no pensaba lo mismo sobre decir demasiadas cosas sobre uno mismo.

—Mejor no. —Derek pareció aturdido con la respuesta, pero nuevamente, no estaban realmente teniendo una cita, así que no tenía por qué intentar caerle bien.

—¿Puedo tomar su orden?

Y… gracias a los cielos por los camareros oportunos. Así que ordenaron, y el silencio espeso que siguió después mientras comían, nada tenía que ver con su actitud evasiva y de perra con síndrome premenstrual, claro que no. Davina bebió otro sorbo de su cuarta copa de vino, y sí, debería dejar de beber, pero recordar a Susana la había puesto de malas.

—Lo siento, Derek —suspiró cediendo, porque vaya, como compañía apestaba, como cita ni qué decir—. No me gusta tocar ese tema.

—Lo entiendo —asintió dando un bocado—. Nuestra última salida fue un desastre por mi culpa, así que supongo que nos turnamos. —Davina se rio sin poder evitarlo.

—No estuvo tan mal, debo agregar que no me molestó que me besaras —comentó casualmente, porque quizás tanto calor en la playa le quemó un par de neuronas, claro estaba. Davina tuvo que dar un gran trago a su copa de vino.

El tenedor de Derek resbaló de su mano, y hubiera sido muy gracioso si ella no se hubiese puesto tan roja. Así que lo disimuló bebiendo un poco más.

—Sí, bueno, eso no pasará de nuevo.

—Eh… estás equivocado. —Se limpió delicadamente los labios con la servilleta antes de mirarlo—. Si queremos que esta farsa funcione, tenemos que besarnos frente a las cámaras. Como justo ahora, no mires, pero a tu izquierda puedo ver un pequeño jet con dos camarógrafos. Mañana saldremos en primera plana.

—Pero no quiero besarte. —¿Así se sentían los puñetazos al corazón?

—Lo sé, Derek, créeme que lo dejas muy claro cada vez que puedes.

—Davina, yo… lo que sucede…

—No —lo cortó estirándose sobre la mesa—, no necesitas explicarme nada, sé que tu corazón es de Giselle, bla, bla, lo entiendo, pero tenemos que ayudarnos en esta situación, no voy a poder sola, y tampoco vamos a poder fingir solo ser amigos.

—Mi corazón no es de ella. —La miró con ese ceño eternamente fruncido—. Y hay muchas parejas que ni siquiera se toman de la mano frente a las cámaras.

En eso tenía razón, Davina sabía que muchas celebridades ni siquiera parecían pareja cuando eran vistos, y de igual manera se les asociaba con niños y bodas en Las Vegas, pero aquí esto era distinto, si él pensaba que podía andar por ahí como si nada, solo pretendiendo ser su amigo cuando ella estaba arriesgando el pellejo por una metida de pata de él, estaba muy equivocado.

—Lo sé, pero yo quiero… —Tragó saliva, ¿de verdad iba hacer esto?

Bebió de nuevo de su copa, tratando de armarse de valor, pero nada mejoró.

Derek era un tipo sumamente apuesto, ese hombre que toda chica que gritaba allá en la acera deseaba con locura y pasión, pero… también era un adicto. Un tipo peligroso, lleno de problemas que conocía de primera mano, así como las consecuencias. Pensar en hacerle un favor ya era algo que estaba como para no dormir bien en las noches, pero ¿pensar en algo más con él? Era para personas que necesitaban camisas de fuerza. Y síp, quizás puede que estuviera como que un poquito loca.

—¿Qué quieres? —Davina dio un buen trago a su copa.

—Quiero tener contigo… la relación completa, no quiero que solo finjamos.

—¿La qué? —sonrió incrédulo—, ni siquiera somos amigos realmente, estamos en algo si como una tregua… —Frunció el ceño—. ¿Bebiste mucho?

—No. —Sacudió la cabeza, y se mareó—. Está bien, sí estoy algo borracha, pero también es cierto que poco antes de que nos viéramos envueltos en esta situación, yo… estaba pensando que necesitaba tener citas —carraspeó nerviosa—, hace mucho tiempo desde que salí con alguien.

—¿Y qué tiene eso de malo?, ¿no dijiste que no te iban los rollos de una noche?

Davina lo miró aturdida. Claro, el señor estoy-saliendo-de-todas-mis-adicciones pudiera ser que estuviera en control de sus impulsos, pero ella no había llegado a ese nivel zen, aún.

—No me gustan. Pero estoy lo suficientemente ebria para no preocuparme por lo horrible que suena confesarte mis necesidades.

—¿Qué quieres decir con necesidades?, ¿algo como besos? —Nop. Estaba claro que no entendía, y de nuevo se hubiera reído si él no luciera tan pálido y escandalizado. Davina movió la cabeza de un lado a otro mientras murmuraba uhu, ya saben, de ese tipo de uhu idiota, algo así—. No puedo… simplemente, esto no va a funcionar, estás haciéndote una idea diferente de mí.

Al parecer lo que dijo fue suficiente para enviarle en algún tipo de espiral frenético de limpieza, porque comenzó a juntar las migajas de la mesa, como algún camarero que está a punto de terminar su turno, decirle que el sexo también estaba sobre la mesa sería mandarlo por el borde del balcón del restaurante, así que no añadiría eso… por ahora.

—No estoy haciéndome ninguna idea, Derek, eres tú el de los estereotipos. Tengo conociéndote casi medio año, y he navegado con tus cambios de humor día tras día, por eso, y de ninguna manera siento otra cosa que no sea atracción física por ti.

—Pero quieres la relación completa —siseó por lo bajo, ya que estaban llamando la atención de varios comensales.

—Bueno, discúlpame por solo ser una humana, ya que no puedo salir con nadie por estar estancada en este problema

contigo, al menos espero recibir algo a cambio.

—Por

nadie, ¿te refieres al hijo de puta del sonido?

—Me refiero, ah… espera, ¿estás celoso de Nick? —Él tan solo se le quedó viendo con esos ojos azules y fríos hasta que la hizo bufar—. Como sea, solo quiero alguien que me abrace al final del día, pasar un buen rato, ¿no te gustaría eso?

—Quieres un jodido novio.

Y la manera en que alargó la palabra, haciéndola rodar en su lengua como si el sabor le disgustara… fue demasiado. La joven desvió la mirada, sintiéndose idiota. Cualquier persona podría ver a kilómetros que esto que le estaba pidiendo a Derek, era lo más estúpido que hubiese hecho en años, claro ejemplo de que bebió demasiado.

No necesitaba personas con adicciones alrededor, ya cargaba con su propia cruz, muchas gracias. Pero no podía solo ignorar esta estúpida urgencia dentro de ella, y estaba fuera de su alcance entender por qué era de repente tan importante, pero solo tenía que conectar con alguien… de cualquier manera posible. Había estado sola tanto tiempo, atravesando por una cantidad de infiernos y ahora, necesitaba… Ni siquiera lo sabía. Necesitaba saber que alguien la entendía. Que estaba con ella en este nuevo averno en el que se había metido. Diablos, se conformaría con que solo la comprendieran.

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