Hard

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Capítulo Siete

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Desde que recordaba, Davina había tenido que lidiar con problemas, primero con su madre, ella y Brant habían tenido que sortear cantidad de problemas, y después… solo ella. Había tenido que trabajar su culo hasta la extenuación y tenido que pasar hambre y desvelos, buscando una estúpida fotografía que le diera algo de dinero para poder mantener a Brant. Así que cuando salió la oportunidad de fotografiar a un integrante de Resistance siendo un imbécil, no lo pensó dos veces.

Ahora eso ni siquiera importaba, de pronto ya no tenía sentido nada, ni por lo que trabajaba, ni siquiera lo que estaba haciendo aquí, era como si se hubiese convertido en otra persona, ni siquiera el reflejo de quien fue. Por eso, mirando justo ahí, a esos profundos ojos, la necesidad se levantó de nuevo y con más fuerza. Tenía que sentirse de alguna manera atada al planeta y no más como ese ser extraño que invadía el espacio de los demás.

—Solo quiero

compañía —confesó mirando su copa vacía, tratando de no sentirse tan patética como se oía—

. Ya me he enamorado de suficientes imbéciles inadaptados e inestables emocionales así que gracias, pero no, y lo siento si te ofendo, sin embargo, tengo malditas necesidades que no tienen por qué escuchar todos en el restaurante, y quiero satisfacerlas, eso es todo.

Cuando Davina miró hacia arriba, su rostro era suave, con los ojos tranquilos. Como si estuvieran hablando del clima y no de sus malditos deseos más íntimos. Davina tragó más allá del grosor de su garganta. Ya no quería hablar, ni él tampoco, eso estaba claro ahora. Si ese silencio no era una pista, su lenguaje corporal lo decía todo. Se veía distante. Impasible.

Y sí, al parecer no había levantado ninguna pasión, ni siquiera una chispa de interés.

Obviamente, este era el único efecto que podía tener en él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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