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Capítulo Once

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Derek se despertó de golpe, su camisa estaba empapada en sudor.

Todavía jadeando, miró alrededor, un tanto perdido mientras descubría todo lo que lo rodeaba.

Las paredes del autobús se sentían de pronto como si se estuvieran cerrando. Se estiró para alcanzar a Davi, buscando su cuerpo para así sostenerla, dándose cuenta de que estaba solo. Sentándose, balanceó las piernas sobre un lado, intentando regular su respiración, y solo entonces cayó en cuenta de algo: estaba comenzando a formar una especie de codependencia al necesitar a Davina para conciliar el sueño.

Realmente no debía permitirse eso.

Una hora después, Derek apagó su auto alquilado, salió y cerró con llave, a pesar de que no lo necesitaba, y se quedó ahí, de pie, mirando hacia el cielo, se entretuvo observando un grupo de aves pasar a toda velocidad. El sonido de la puerta exterior del autobús principal abriéndose le llamó la atención. Le gustaba charlar con Jeremy, pero no necesitaba al tipo saliendo a decirle cómo debía besar a Davina frente a las cámaras, o como otra vez se habían filtrado más fotografías... Pero no era su mánager.

Dylan estaba saliendo, trotando por los escalones de lámina. Jodida mierda.

―Oye, ¿está to…? ―No llegó a terminar, su primo lo envolvió en un abrazo de oso.

―Muchas gracias por preocuparte por

Bonita durante todo este tiempo. ―Al principio Derek no sabía cómo responder. Él y su primo no eran cariñosos uno con el otro la mayoría de las veces―. Estoy tan contento de que estuvieras siempre al pendiente. Eso significa todo para mí.

Derek tuvo que aclararse la garganta.

―Yo, ah... ―Su hermano solo lo apretó con más fuerza.

Con cautela, Derek puso sus brazos alrededor de Dylan. El movimiento se sintió raro, pero cuando por fin abrazó al tipo, todo cambió, sintió que su hermano se estremecía.

―Recibí cada uno de tus mensajes, me siento mal por no contestarlos todos, estuve muy estresado, pero quiero que sepas que los leí.

―Está bien.

―No lo está.

―Dylan, tenías que estar con ella y cuidarla. Eso es lo más importante.

Esos ojos tan azules se centraron en algo por encima del hombro izquierdo de Derek, o tal vez, fuera lo que fuera lo que estuviera por encima de la oreja.

―Quiero lo mismo para ti.

―En serio, no sé por qué estamos perdiendo aquí el tiempo.

La mirada de su hermano se centró en él.

―¿Tienes algo con alguna chica? Escuché rumores el otro día… ―Derek metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros.

―Basta de hablar, vete con Giselle.

―No pierdas toda tu vida pensando solo en Ellen, ¿de acuerdo? ―Dylan negó con la cabeza―. Eres digno de rehacer tu vida, comprometerte de nuevo.

Derek puso los ojos en blanco.

―¿No será que Giselle te pegó la influenza?

―Cuando te casaste, pensé que eras un idiota, éramos demasiado jóvenes, pero después comencé a preguntarme qué va a quedar para mí después de que la fama se termine, o simplemente nos retiremos.

―Dy…

―Si eres honesto, no creo que te vaya a gustar la respuesta más que a mí.

―¿Por qué estás insistiendo con esto? En serio.

―No es insistir, es el tipo de mierda que te come vivo, me lo dijiste antes. Más tarde celebraremos la recuperación de

Bonita, te mandaré la ubicación, lleva a Davi.

Finalmente, siguió su camino, trotando hacia un taxi que seguramente lo llevaría al hotel donde se estaba hospedando Giselle. Derek se quedó ahí, necesitando con urgencia un cigarro. Lo encendió y cerró los ojos brevemente, sintiendo la brisa helada, y la nicotina viajar por su sistema. Dejándose caer contra su automóvil, exhaló una bocanada de humo. No necesitaba ese tipo de palabrerías de su hermano en la cabeza ahora mismo.

Realmente no lo necesitaba.

―Hola, hola.

Davina se estremeció al escuchar la voz de Nick. Había algo en su tono ronco y oscuro que le parecía de lo más atrayente, aunque si de voces se trataba…

―Hola ―respondió, sacudiendo la cabeza, tratando de dejar de pensar en Derek por unos instantes.

―Me debes una cerveza, aunque sea.

―Lo sé, lo sé. ―Davina se había tropezado con unos cables y por poco echa a perder parte de los juegos pirotécnicos de esa noche.

―Tienes que prometerme que no te vas a inclinar nunca sobre algún balcón en el podio. Con tu mala suerte, si te inclinas demasiado te puedes caer y dejarme para siempre con una cerveza pendiente.

―Dios impida que eso suceda ―dijo sacándole la lengua, Nick se soltó riendo, estirando la mano y acomodándole un mechón de cabello.

―Claro, sería algo muy trágico, casi tan trágico como que no has aceptado nunca una cita conmigo.

―Oh, vamos, Nick, seguro hay un montón de chicas persiguiendo tu trasero caliente. ―Casi en cuanto dijo el comentario, se ruborizó, pero todo pasó a segundo plano cuando él estalló en risas.

―Sí, es un buen día cuando alguien menciona que tengo un trasero caliente, pero el tuyo es mucho más caliente, y aunque no lo creas, he estado con las suficientes chicas como para solo… detenerme. Ya no quiero eso, ¿no te ha pasado que necesitas algo más?

El pinchazo de soledad alojado en el pecho de Davina volvió a picar mientras contemplaba esos ojos verdes.

Tenían más en común de lo que pensaba.

―¿Te cansaste del sexo vacío? ―Nick se encogió de hombros.

―Mi última cogida no fue algo memorable, me hizo desear alejarme del sexo casual. ―Ella ignoró el espasmo que sufrió entre sus piernas antes sus palabras y sonrió.

―¿Tan mala fue en la cama?

―Estar ahí sin moverte, sin gemir, sin arañar o sin malditamente… algo, fue como cogerme un cadáver. No quiero otra ronda de eso, muchas gracias.

Davina aspiró bruscamente aire entre los dientes, lo que daría por arañarlo y dejarlo sin sentido… desafortunadamente, no era precisamente a ese hombre al que quería enrollar con sus piernas mientras lo conducía más profundo en su interior, y el conocimiento la dejó… vacía. Era mucho tiempo viviendo sin sentir.

―Tengo que ir a tomar algunas fotografías ―se excusó―, ¿podemos retomar esta charla luego? ―Sus increíbles ojos brillaron.

―Claro, no me importa esperar por ti en la

friendzone ―dijo guiñándole un ojo, haciéndola rodar los ojos mientras se escapaba de ahí con una sonrisa.

Derek amaba estar en el escenario, de pie ahí, era como por fin tener todos esos orgasmos que se había perdido, construyéndose conforme iba aumentando el ritmo, esperando lentamente para ser liberado, y cuando las luces se enfocaron en él y rasgó su guitarra, la sensación se apoderó de él por completo. Esta noche no era diferente a ninguna otra, se encontraba rebotando sobre las puntas de sus pies, la anticipación crepitando por su piel, los rugidos de la multitud ensordecedores, ahora querían a Dylan, y eso nunca les había molestado. Mirando al resto de sus hermanos parados en el escenario, se dio cuenta de cómo los cuatro habían ido cambiando en los últimos años.

Ahora Dylan era el que daba consejos. Pft.

No había tenido intención de que las palabras que su primo había dicho la otra noche calasen como lo hicieron, pero ahí, mientras rockeaban y la multitud se movía como una enorme marea, mientras la energía en todo el estadio se desataba, Derek no podía pensar en otra cosa. Davi se sentó, como de costumbre, con Giselle en una mesa, pero tan solo un par de minutos después, el imbécil del tal Nick se había acercado a ella, hablando por una cantidad tan absurda de tiempo que estuvo a punto de bajar del escenario para enterrarle la guitarra en el cráneo al hijo de puta.

Para su desgracia, no pudo ir a interrumpir aquello, ya que inmediatamente después de que se acabara el concierto, había venido el momento de convivir con los fans que se ganaron un pase al backstage en una estación de radio.

Durante el concierto, Derek había tratado de olvidarse de la conversación que tuvo con su primo, y había obtenido algo de éxito con ello, pero ahora, atrapado entre un grupo de ardientes

groupies que querían mucho más que un autógrafo, y la imagen de Davina partiendo al lado de Nick, supo que no había dejado el tema de lado ni un poco.

Al menos Ethan y Caden no estaban desnudándose o algo, sus voces profundas y fuertes retumbando por el pequeño espacio mientras charlaban con las fans. Cerca de ellos, una mezcla de risas lo hizo mirar a la derecha tan solo para encontrar a Dylan y a Giselle escabulléndose por la puerta, y esta vez, no sintió... nada.

Sin ser consciente de haber llegado a una decisión, Derek giró sobre sus talones y salió de aquel lugar, ignorando las expresiones de inconformidad de sus fanáticas, y se subió a la camioneta que se encontraba oculta en la parte trasera del estadio, con Rick, que esperaba por cualquiera de ellos. Tenía que regresar al hotel. Cuando Rick se detuvo justo en el estacionamiento subterráneo, Derek tuvo un momento de duda, náuseas subiendo por su garganta mientras miraba hacia el ascensor. ¿Qué pasaría si Davina no estaba ahí?

Sacudiéndose, se despidió del guardaespaldas y luego caminó hasta el ascensor, las bisagras crujieron cuando se abrieron las puertas dándole la bienvenida. Sus botas haciendo que el suelo retumbara mientras entraba presionando el botón que lo llevaría al piso dieciocho, y en un segundo se encontró en su destino. Sus manos temblaban al tiempo que buscaba la tarjeta de acceso, y maldijo por lo bajo cuando se le cayó al suelo.

Se dijo que era una pérdida de tiempo el estar haciéndose esto cuando se suponía que debería estar firmando jodidos autógrafos, pero apenas abrió la puerta, Davina levantó la mirada de la mesa en la que había estado trabajando, y la sonrisa y el brillo en sus ojos le dijo que regresar nunca se había sentido más correcto.

—Hola.

Por su rostro sombrío, y su expresión en blanco, supo que algo no iba bien. Dejando las fotografías sobre la mesa, caminó hacia él, y poniéndose de puntillas, arrastró los brazos por su cuello hasta llegar al cabello bajo su nunca, raspando suavemente con sus uñas y sintiéndose aliviada cuando él se inclinó contra su cuello, sus brazos rodeándola junto con ese increíble aroma.

—¿Qué está mal? —Él no contestó, tan solo se refugió más en la curva de su cuello.

Ella suspiró, sintiendo su cálido aliento contra su piel mientras continuaba acariciando su cabello, negándose a presionarlo más.

—¿Hiciste la cena? —Su voz ronca le robó un escalofrío.

—Por supuesto. —Eso lo hizo sonreír cuando se enderezó para mirarla.

—¿Qué es esta vez?, ¿pollo con semillas de naranja?, o quizás, ¿pan quemado con mantequilla?

—Es espagueti Alfredo. —Él elevó una ceja, haciéndola suspirar en derrota—. Bien, tenía mucho trabajo, lo compré.

—Gracias a Dios —comentó, elevando los ojos al cielo.

—¡Oye! —Lo golpeó en el pecho—. No te veas tan entusiasmado, por favor.

Derek sonrió, y la tomó desprevenida cuando la besó con suavidad.

—Nunca antes nadie me había esperado con cena comprada.

—Nunca antes había comprado cena para alguien.

—Eres extraña. —Derek se rio entre dientes, jugando con su cabello.

—No puedo imaginar a nadie dándome un mejor cumplido.

Derek se rio de nuevo, y el sonido… danzaría con monos todas las noches con tal de escuchar ese sonido siempre. También podría aventar su carrera por un hoyo, y dedicarse únicamente a fotografiarlo y enmarcarlo con esa sonrisa… y entonces supo que no podría nunca tomarse esa cerveza con Nick.

—¿Por qué me miras así, fijamente? —inquirió, rompiendo la fantasía que estaba teniendo de él rodeado de sus bebés—. ¿Oíste algo de lo que dije hace unos segundos?

—La verdad, no. —Miró sus labios—. Pero seguro estabas insultando mi cena.

Y sin poder soportar un segundo más tenerlo, pero no lo suficientemente cerca, lo agarró por la nuca y lo condujo a sus labios, el sonido de sorpresa que Derek hizo le provocó querer mucho más de él. Sujetándolo de las solapas de su camisa, lo usó como soporte para impulsarse sobre la mesa, importándole muy poco las fotos esparcidas ahí, lo acercó rodeando su cintura con las piernas.

Derek la sujetó por la cintura, parpadeando con una extrañada sonrisa.

—¿Qué estás haciendo? —susurró contra sus labios.

—Quiero hacerte sentir mejor, te veías taciturno cuando llegaste.

Los labios de Davina cayeron sobre los de Derek, haciéndolo callar antes de que saliera con más preguntas estúpidas.

Todo lo que ella quería eran solo unos cuantos minutos disfrutando de sus labios, sin interrupciones, para saborearlo, para demostrarle cuánto lo había extrañado. Así que puso más empeño en el beso, jadeando en su boca mientras presionaba el cuerpo contra el suyo hasta que lo sintió relajarse y ceder un poco, sus manos, antes estáticas en su cintura, comenzaron a moverse hasta enredarse en su cabello. Davina apretó los muslos alrededor de su cintura, instándolo a seguir.

—No me estoy sintiendo mejor —susurró minutos después con esa voz ronca, haciéndola estremecer—. De hecho, como que me siento febril.

—Entonces déjame seguir intentando.

Si tan solo bajara sus barreras, si tan solo pudiera dejar ir el pasado… estaba segura de que lo haría sentir realmente mejor. Derek jadeó en su boca, de pronto sus manos subiendo de nuevo por su vientre, un ligero temblor en ellas, sus labios volviéndose titubeantes mientras se daba valor y, finalmente, posaba una mano en su pecho, acariciando con suavidad, antes de atreverse a ir más allá y pellizcarle un pezón. Davina gimió envuelta en placer, arqueándose contra él. La respiración de Derek se aceleró, y aunque Davina lamentaba tomarlo desprevenido… en realidad no. Porque necesitaba más.

―Maldita sea, Davina. ―Empujó su lengua contra ella―. Esto… ―jadeó separándose, tomándola por sorpresa al liberarse con tanta facilidad de entre sus piernas.

—¿Qué pasa? —Intentó traerlo de vuelta, pero él se giró, poniendo distancia.

De inmediato, ella supo cuál era el problema.

Últimamente lo estaba haciendo sentir cosas para las que no estaba listo, la joven incluso dudaba que él se hubiera dado cuenta de que estaba casi del otro lado de la sala. Fue una reacción involuntaria que lo sorprendió incluso a él, lo cual no fue una buena señal. Así que decidió rescatarlo del incómodo silencio, que era lo suficientemente espeso para atragantarse.

—No te preocupes, sé que no llegaremos muy lejos, no estamos listos. Pero esto… esto es justo lo que necesitaba. Tú también lo necesitabas. ¿Cenamos ahora?

Él parpadeó, se veía ansioso cuando finalmente se acercó a ella y sus ojos se encontraron con los suyos un breve momento mientras la ayudaba a bajar de la mesa, pero fue suficiente para leer el agradecimiento en su mirada por tenerle paciencia.

—Hablé con Jeremy en la tarde.

La joven asintió, imaginándose de qué hablaron. Fotografías inéditas andaban por toda la web, Ruth incluso le marcó para felicitarla; el problema era que ella no las había subido, sería incapaz de entregar algunas de las fotos que andaban en la red, eso era… invadir demasiado la privacidad de Resistence, y había discutido con Jeremy por eso. Tampoco había estado lista para lo que sintió al leer los comentarios de los fanáticos. Acostumbrada siempre a estar del otro lado, se sintió sumamente extraño leer lo que pensaban de ellos.

La mayoría eran de asombro. Y por asombro entiéndase desagradables. Mujeres diciendo que era una cazafortunas, una reportera intentando levantar su carrera. Que era fea y gorda, que Derek podía conseguirse a alguien mejor, que él nunca había sido hombre de una chica, que no iban a durar... la lista seguía y seguía. Sin embargo, lo más triste fue leer los comentarios de sus colegas llamándole oportunista, la verdad… dolía como el infierno.

—¿Te dijo lo de las fotografías que se filtraron?

—¿Eh? —murmuró extrañado.

—Hoy se publicaron fotografías inéditas de ustedes de la gira, me culpa por ello, pero realmente yo nunca entregaría eso, y menos a la prensa rosa.

—Mencionó algo, pero no te preocupes, sé que no lo harías. —Se rascó el tatuaje en el brazo, suspirando antes de mirarla—. Más bien, uhm… creo que se está dando cuenta de que dejamos de fingir... y está preocupado.

—¿Y tú qué piensas?

Derek suspiró, y por un momento, por su postura y semblante, Davina se preparó para ser despachada de la habitación, incluso sus músculos se tensaron a la espera de que él le dijera que esto no estaba llevándolos a ninguna parte. Sus sentimientos por él definitivamente estaban creciendo, pero todavía podía aplacar ese tonto corazón suyo. ¿Más adelante?, respiró profundo, lo mejor era que le dijera la verdad. Por eso se sorprendió cuando él la acercó, rodeándola con un brazo.

—Te extrañé durante el día, y no me importa lo que Jeremy diga, eso no es bueno por donde lo veas. —Sonrió depositando un beso en su nariz.

—Bueno, si de algo sirve para confortarte, soy tan buena haciendo lo que hago que también me extrañaría a mí misma —susurró, deslizando los brazos alrededor de su cuello.

Él se rio con suavidad, inclinándose para besarla, y nunca tendría suficiente de ello. Un par de semanas viviendo con él esta clase de sueño y ya estaba perdiendo su mente, y cuando él deslizó la lengua de manera tímida contra la de ella… pensó que no le importaba si al final necesitaba una camisa de fuerza.

Derek se despertó con el olor de panqueques quemados y tocino achicharrado.

Davina estaba despierta, y sin duda estaba intentando retomar sus clases de cocina. Con un suspiro, decidió bajar a rescatarla. Pero mientras estiraba todos sus músculos, su verga rozó las sábanas mandando una extraña oleada erótica por todo su cuerpo, dejándolo sin aliento.

Parpadeando, miró bajo las sábanas y sí. Ahí estaba, como cada mañana, una dolorosa y jodida erección, exigiendo alivio contra la tela de su bóxer. Cortesía de la cocaína, su pene no tenía derecho a despertar, así que estuvo más que feliz de consumirla y lograr con ello una especie de efecto boa constrictor alrededor de su verga durante años, porque, ¿cómo darte placer cuando tu esposa no pudo tener el futuro que le prometiste?

Igual el pensamiento siempre lo desinflaba. Pero no funcionó ahora, y tampoco iba a drogarse. Maldición. Necesitaba una ducha, agua helada siempre era la infalible cura a eso. Así que, sintiéndose incómodo deslizó la mano para ajustarse, pero al instante que hizo contacto, un hormigueo se disparó en su espalda, provocándole un gruñido ante la sensación eléctrica.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez? Tragando saliva, Derek deslizó tentativamente su palma de arriba abajo, su respiración volviéndose pesada. Pero entre menos quería hacerlo, realmente más estaba empezando a excitarse. Sabía que tenía que detenerse, porque esto estaba mal en su escala de ya-superé-la-adolescencia, pero… acarició su verga pasando la palma por la hinchada cabeza, siseando porque estaba muy sensible. Goteaba líquido pre seminal, por lo que deslizó la mano sobre ella, recolectándolo para lubricarse por todo el largo de su pene.

No podía creer que realmente estuviera haciéndolo, pero estaba casi temblando de lo bien que se sentía que se encontró desesperado por sentir las manos de Davina sobre él.

Y entonces, sucedió de la nada. Fue tan jodidamente repentino e inesperado que casi se corrió de inmediato. Una imagen de Davina en la tina. Respirando de forma entrecortada. Pensó en la forma en que movió sus caderas completamente excitada, su cuerpo jodidamente desesperado por el placer que anhelaba tanto. Pensó en la forma en que sus labios se abrieron mientras se corría, cómo arqueó su espalda y todo su cuerpo se sonrojó de ese hermoso color rosa… Derek sintió hervir toda la sangre bajo su piel, echando la cabeza hacia atrás, se golpeó contra el cabecero al tiempo que bombeaba frenéticamente, todo su cuerpo tenso mientras el placer se disparaba a través de su sistema, la familiar calidez invadiéndolo. Su respiración falló unos suspiros y entonces un gruñido escapó de entre sus labios, el sonido áspero cuando se quedó atorado en su garganta, y era bombardeado por ola tras ola de placer.

Una vida después, Derek volvió de su pequeña muerte, el humo en su habitación era evidente bajo la luz que se colaba por las cortinas, su respiración estaba todavía desbocada. Ella era un desastre y pensaba quemarlos vivos. Bajo su mano, había otro desastre. ¿En su mente? Derek esperó ser vapuleado por los recuerdos y la jodida culpa, pero cuando Davina maldijo en voz muy alta, una sonrisa se dibujó en sus labios.

Quizás así se sentían los nuevos comienzos.

Mirando a Davina, concentrada en fotografías de los conciertos, mostrándole entre un ángulo y otro, Derek sabía que era un egoísta. Ella olía delicioso, y sus ojos eran como hermosas piscinas en las que se quería ahogar. Ella lo hacía reír. Nunca antes había conocido a una chica como Davina, y era ridículo pensar que, con un par de meses de relación, estaba empezando a pensar que no quería vivir sin ella. Apretando la mandíbula se obligó a seguir en el momento, porque quería intentar algo que nunca tuvo antes, porque quería dejar de ser un maldito cobarde y un fraude como persona.

Sabía que era un egoísta no solo por arrastrarla a su oscuridad, sino además por negarse a satisfacerla adecuadamente, y era una verdadera mierda, sin embargo, no podía apartar las manos de ella, siempre queriendo tocarla, tomar su mano, tenerla tan cerca de él como pudiera.

Cuando Davina lo abrazaba, o se quedaba dormida sobre su pecho, todo en el jodido mundo se detenía, eran esos instantes los que quería conservar para siempre. Ellen huía de las demostraciones de afecto, acostumbrándolo al sexo vacío y monótono, por lo que Derek había pensado que, si se casaban, las cosas podían cambiar. Qué tonto había sido.

—Esta fotografía me encanta. —Davina sacó de entre el montón una donde él salía sobre sus rodillas con la cabeza hacia atrás y la guitarra en lo alto—. Las luces jugando en tu rostro, y tu cabello tan húmedo por el esfuerzo… es realmente una imagen de impacto.

—Parece que estoy teniendo un jodido orgasmo —dijo riéndose—. Al igual que en esta —agregó, sacando otra del montón.

—¡No! —Davina le quitó las dos fotos para colocarlas una enseguida de la otra—. ¿No ves la diferencia? En esta, esperé el momento adecuado hasta que estuviste en el lugar idóneo donde todo finalmente se alineó. —Le lanzó una mirada como si no fuera eso obvio—. Una vez que la escena está ahí, hay que saber qué incluir en la fotografía y qué descartar, si te fijas, no sale otra cosa más que tú. Eso es lo que la vuelve poderosa por encima de esta, donde sale también parte de la batería de Caden.

—Vaya, mi primera clase de fotografía, eres increíble, Davina. —Sus mejillas se pusieron rosadas mientras inclinaba la cabeza hacia el resto de las fotografías.

—Algunas personas piensan que la fotografía se debe tomar desde el lugar donde se ve la escena y al momento en el que se la encuentra… es distinto para mí. Quizás porque nunca fui a la escuela de fotografía.

Derek volvió su atención al montón de fotografías que había repartidas en la mesa. Davina podía llenar una memoria en un solo concierto, y después seleccionar solo unas veinte fotografías para imprimir, y de esas solo quedarse con tres.

—Lo dudo mucho, es algo natural para ti, ¿siempre quisiste ser fotógrafa? —Ella suspiró sin quitar la mirada de las fotos.

—Durante mi infancia fueron pocos los momentos buenos, así que, recuerdo cuando mi madre estaba ebria, burlándose de una fotografía donde salíamos Brant y yo dándole de comer a una jirafa. Era un excelente recuerdo, por lo que se la quité después de que se quedó dormida. Lo usaba como mi único escape cuando las cosas se volvían a poner mal, así que sí… descubrí que tomar fotografías de lugares o situaciones increíbles, cubría ausencias. —Se encogió de hombros, acariciando la fotografía—. Consigue hacer que las cosas perduren para siempre.

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