Hannah
Agradecimientos
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Agradecimientos
A vosotros, lectores, que no perdéis la fe.
A Gerhard Wolf, por regalarme una historia que nunca fue mía, pero que merecía ser contada.
A todo el equipo diplomático de la Embajada de Italia en Madrid. Definitivamente, la embajada era y es, tal y como escribió un periodista en algún momento, una casa abierta al diálogo y un lugar de integración.
Al consulado alemán en Florencia, por abrir las puertas a curiosos como yo.
A la librería Giorni, en Florencia, por ofrecerme desinteresadamente algunos de los secretos de aquellos infames años cuarenta en la ciudad del Arno.
A la librería Alfani, también en Florencia, por ayudar en la búsqueda de la historia del Ponte Vecchio.
A los correctores Isabel Sánchez y Alfredo Blanco, que aportan su granito de arena para que, juntos, alcancemos la excelencia.
A Javier Castillo, por seguir mirando a los ojos a tus compañeros mientras otros, con mucho menos éxito que tú, miran por encima del hombro.
A Giuseppe Silvestroni, que nunca has dejado de creer en mí.
Al Dr. José Miguel Gaona, por facilitarme los artículos sobre la herencia de los recuerdos traumáticos.
A José Manuel Querol y Aurora Antolín, por seguir siendo tanto maestros como amigos, por los cafés y por las palabras que me regaláis.
A Laura Caballero, por tu generosidad al prestarme un pedacito de tu vida.
A José Enrique Cabrero, por demostrar que el periodismo no solo informa, también emociona.
A Patricia Zapico, por estar ahí siempre, al pie de cañón.
A Juan Tranche, mi frater, por compartir risas y lágrimas en esta maravillosa aventura llamada literatura.
A mi familia, que me guía a través de la tristeza y la alegría y me permite canalizar esos sentimientos en estas páginas.
A Morgan (Nina de Juan, Paco López, David Schulthess, Alejandro Ovejero y Ekain Elorza), por generar a través de vuestra música la inspiración suficiente para que las palabras fluyan.
Al equipo de Penguin Random House, en especial a Núria Cabutí y Núria Tey, por la confianza inquebrantable que me profesáis y por los libros que nos quedan por celebrar juntos.
A Gonzalo, mi hombre al otro lado del puente. Eres el eslabón imprescindible de esta cadena. Sin tu cariño, tu flexibilidad y tu capacidad de hacerme sentir alguien grande este libro no tendría ningún sentido. Eres ciudadano honorífico de mi corazón.
A Almudena, eres mi río y mi puente. Mi invasora y mi salvadora. Mi artista y mi musa. Florencia no significa nada sin ti a mi lado.