Grey

Grey


Jueves, 26 de mayo de 2011

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—Estoy bien —dice en un tono apagado.

Salgo de debajo de ella con cuidado y me levanto.

—¿Dónde está el baño? —pregunto mientras cojo el condón usado y me subo la cremallera de los vaqueros.

—Por el pasillo, a la izquierda.

Tiro los condones a la papelera del baño y me fijo en una botella de aceite infantil que hay en un estante.

Eso es lo que necesito.

Cuando vuelvo, ella ya se ha vestido y evita mi mirada. ¿A qué viene de repente tanta timidez?

—He encontrado este aceite para niños. Déjame que te dé un poco en el trasero.

—No, ya se me pasará —dice mirándose los dedos. Sigue evitándome.

—Anastasia —la reprendo.

Por favor, tú solo haz lo que te dicen.

Me siento detrás de ella y le bajo los pantalones de chándal. Me vierto un poco de aceite en una mano y le froto con delicadeza las nalgas doloridas.

Ella se pone en jarras, en un gesto obstinado, pero guarda silencio.

—Me gusta tocarte —admito para mí mismo en voz alta—. Ya está. —Le subo los pantalones—. Me marcho ya.

—Te acompaño —dice con voz tenue, aunque se mantiene apartada.

La cojo de la mano y, a mi pesar, la suelto cuando llegamos a la entrada del apartamento. Una parte de mí no quiere marcharse.

—¿No tienes que llamar a Taylor? —me pregunta con la mirada fija en la cremallera de mi cazadora de cuero.

—Taylor lleva aquí desde las nueve. Mírame.

Unos ojos azules y grandes me miran bajo unas pestañas largas y oscuras.

—No has llorado —digo con un hilo de voz.

Y has dejado que te azote. Eres asombrosa.

La estrecho contra mí y la beso vertiendo en ese gesto mi gratitud.

—Hasta el domingo —susurro, febril, contra sus labios.

La suelto de golpe, antes de que me venza la tentación de preguntarle si puedo quedarme, y me encamino hacia donde Taylor me espera con el SUV. Subo al coche y vuelvo la cabeza, pero ella ya se ha ido. Seguramente está cansada, como yo.

Un cansancio agradable.

Esta debe de haber sido la conversación sobre «límites tolerables» más placentera que he mantenido nunca.

Maldita sea, esa mujer es imprevisible. Cierro los ojos y la veo montándome, con la cabeza echada hacia atrás en pleno éxtasis. Ana no hace nada a medias; se implica a fondo. Y pensar que solo hace una semana desde su primera experiencia sexual…

Conmigo. Y con nadie más.

Sonrío satisfecho mientras miro por la ventanilla del coche, pero lo único que veo es mi cara fantasmagórica reflejada en el cristal. Así que cierro los ojos y me permito soñar despierto.

Será divertido entrenarla.

Taylor me despierta de mi ensoñación.

—Hemos llegado, señor Grey.

—Gracias —musito—. Tengo una reunión por la mañana.

—¿En el hotel?

—Sí. Videoconferencia. No necesitaré que me lleves a ningún sitio, pero me gustaría que nos fuéramos antes de almorzar.

—¿A qué hora quiere que tenga preparado el equipaje?

—A las diez y media.

—Muy bien, señor. Mañana le entregarán a la señorita Steele la BlackBerry que pidió.

—Bien. Eso me recuerda… ¿Podrías recoger su viejo Escarabajo mañana y deshacerte de él? No quiero que vuelva a conducirlo.

—Por supuesto. Tengo un amigo que restaura coches antiguos. Podría interesarle. Me encargaré de ello. ¿Alguna otra cosa?

—No, gracias. Buenas noches.

—Buenas noches.

Dejo a Taylor aparcando el SUV y subo a mi suite.

Saco una botella de agua con gas del mueble bar, la abro, me siento a la mesa de escritorio y enciendo el ordenador.

Ningún correo urgente.

Pero mi principal propósito es darle las buenas noches a Ana.

De: Christian Grey

Fecha: 26 de mayo de 2011 23:14

Para: Anastasia Steele

Asunto: Usted

 

Querida señorita Steele:

Es sencillamente exquisita. La mujer más hermosa, inteligente, ingeniosa y valiente que he conocido jamás. Tómese un ibuprofeno (no es un mero consejo). Y no vuelva a coger el Escarabajo. Me enteraré.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Puede que esté durmiendo, pero dejo el ordenador encendido por si me contesta y voy consultando el correo. Pocos minutos después llega su respuesta.

De: Anastasia Steele

Fecha: 26 de mayo de 2011 23:20

Para: Christian Grey

Asunto: Halagos

 

Querido señor Grey:

Con halagos no llegará a ninguna parte, pero, como ya ha estado en todas, da igual. Tendré que coger el Escarabajo para llevarlo a un concesionario y venderlo, de modo que no voy a hacer ni caso de sus bobadas. Prefiero el tinto al ibuprofeno.

 

Ana

 

P.D.: Para mí, los varazos están dentro de los límites INFRANQUEABLES.

La primera frase me hace reír a carcajadas. Ay, nena, no he estado en todos los sitios a donde quiero ir contigo. ¿Vino tinto después del champán? No es una mezcla muy sensata, y los varazos saltan de la lista. Me pregunto a qué más pondrá objeciones mientras redacto mi respuesta.

De: Christian Grey

Fecha: 26 de mayo de 2011 23:26

Para: Anastasia Steele

Asunto: Las mujeres frustradas no saben aceptar cumplidos

 

Querida señorita Steele:

No son halagos. Debería acostarse.

Acepto su incorporación a los límites infranqueables.

No beba demasiado.

Taylor se encargará de su coche y lo revenderá a buen precio.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Ahora sí que confío en que esté en la cama.

De: Anastasia Steele

Fecha: 26 de mayo de 2011 23:40

Para: Christian Grey

Asunto: ¿Será Taylor el hombre adecuado para esa tarea?

 

Querido Señor:

Me asombra que le importe tan poco que su mano derecha conduzca mi coche pero sí que lo haga una mujer a la que se folla de vez en cuando. ¿Cómo sé yo que Taylor me va a conseguir el mejor precio por el coche? Siempre me he dicho, seguramente antes de conocerle, que estaba conduciendo una auténtica ganga.

 

Ana

¿Qué demonios…? ¿Una mujer a la que me follo de vez en cuando?

Tengo que respirar hondo. Su respuesta me irrita… no, me enfurece. ¿Cómo se atreve a hablar de sí misma de ese modo? Como mi sumisa, será mucho más que eso: me entregaré por completo a ella. ¿Es que no lo ve?

Ella conducirá una ganga, pero a mí su consentimiento no me ha salido precisamente barato. ¡Santo Dios! Solo hay que ver todas las concesiones que he hecho con respecto al contrato.

Cuento hasta diez y, para calmarme, me imagino a bordo del Grace, mi catamarán, navegando por el Sound.

Flynn estaría orgulloso de mí.

Contesto.

De: Christian Grey

Fecha: 26 de mayo de 2011 23:44

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¡Cuidado!

 

Querida señorita Steele:

Doy por sentado que es el TINTO lo que le hace hablar así, y que el día ha sido muy largo. Aunque me siento tentado de volver allí y asegurarme de que no pueda sentarse en una semana, en vez de una noche. Taylor es exmilitar y capaz de conducir lo que sea, desde una moto hasta un tanque Sherman. Su coche no supone peligro alguno para él. Por favor, no diga que es una mujer a la que me follo de vez en cuando porque, la verdad, me ENFURECE, y le aseguro que no le gustaría verme enfadado.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Exhalo despacio, tratando de calmar mi ritmo cardíaco. Joder, ninguna otra persona tiene la capacidad de enfurecerme tanto.

No contesta de inmediato. Quizá mi respuesta la ha intimidado. Cojo el libro, pero enseguida caigo en la cuenta de que he leído el mismo párrafo tres veces mientras espero un correo suyo. Consulto la bandeja de entrada por enésima vez.

De: Anastasia Steele

Fecha: 26 de mayo de 2011 23:57

Para: Christian Grey

Asunto: Cuidado usted

 

Querido señor Grey:

No estoy segura de que usted me guste, sobre todo ahora.

 

Señorita Steele

Me quedo mirando la respuesta; ya no siento ira, sino una terrible ansiedad.

Mierda.

¿Está diciendo que se ha acabado?

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