Grey

Grey


Viernes, 27 de mayo de 2011

Página 22 de 43

¿Debería haberla traído conmigo? Sospecho que también ella se aburriría de lo lindo. Cuando en la mesa cambian de tema de conversación y empiezan a hablar del estado de la economía, decido que ya he tenido bastante.

Presento mis excusas y abandono el salón y el hotel. Mientras el mozo va a buscarme el coche, vuelvo a llamar a Ana.

Tampoco contesta.

Tal vez ahora que no estoy ha decidido que no quiere saber nada más de mí.

En cuanto llego a casa, me dirijo al estudio y enciendo el iMac.

De: Christian Grey

Fecha: 27 de mayo de 2011 22:14

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¿Dónde estás?

 

«Estoy en el trabajo. Te mando un correo cuando llegue

a casa».

¿Aún sigues en el trabajo, o es que has empaquetado el teléfono, la BlackBerry y el MacBook?

Llámame o me veré obligado a llamar a Elliot.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Miro por la ventana hacia las oscuras aguas del Sound. ¿Por qué me ofrecí para ir a buscar a Mia? Ahora podría estar con Ana, ayudándola a empaquetar todos sus trastos, y luego saldríamos con Kate y Elliot a comer una pizza, o lo que sea que haga la gente normal.

Por el amor de Dios, Grey.

Este no eres tú. Céntrate.

Paseo de un lado a otro de mi apartamento, mis pasos resuenan en el salón, que se me antoja dolorosamente vacío en comparación con la última vez que estuve aquí. Me deshago el nudo de la corbata. Quizá el que se siente vacío soy yo. Me sirvo un armañac y vuelvo a contemplar el perfil de Seattle recortado contra el Sound.

¿Estás pensando en mí, Anastasia Steele? Las luces parpadeantes de la ciudad no tienen la respuesta.

Suena el teléfono.

Menos mal. Joder. Por fin. Es ella.

—Hola.

Me siento aliviado por su llamada.

—Hola —contesta.

—Me tenías preocupado.

—Lo sé. Siento no haberte respondido, pero estoy bien.

¿Bien? Ojalá yo también lo estuviera…

—¿Lo has pasado bien esta noche? —le pregunto intentando apaciguar mi mal humor.

—Sí. Hemos terminado de empaquetar y Kate y yo hemos cenado comida china con José.

Ah, esto se pone cada vez más interesante. El cabrón del fotógrafo otra vez. Por eso no me ha llamado.

—¿Qué tal tú? —me pregunta cuando ve que no respondo. Su voz denota cierta desesperación.

¿Por qué? ¿Qué es lo que no me cuenta?

¡Vamos, deja de darle tantas vueltas, Grey!

Suspiro.

—He asistido a una cena con fines benéficos. Aburridísima. Me he ido en cuanto he podido.

—Ojalá estuvieras aquí —musita.

—¿En serio?

—Sí —dice en un tono vehemente.

Vaya. A lo mejor me ha echado de menos.

—¿Nos veremos el domingo? —pregunto para confirmarlo, pero intentando que mi voz no delate lo esperanzado que estoy.

—Sí, el domingo —contesta, y creo que está sonriendo.

—Buenas noches.

—Buenas noches, señor. —Le ha salido la voz ronca, y al oírla se me corta la respiración.

—Buena suerte con la mudanza de mañana, Anastasia.

No cuelga; su respiración es superficial. ¿Por qué no cuelga el teléfono? ¿No le apetece hacerlo?

—Cuelga tú —me susurra.

No quiere colgar, y mi ánimo mejora de inmediato. Le sonrío mientras contemplo la vista de Seattle.

—No, cuelga tú.

—No quiero.

—Yo tampoco.

—¿Estabas enfadado conmigo? —pregunta.

—Sí.

—¿Todavía lo estás?

—No.

Ahora sé que estás bien.

—Entonces, ¿no me vas a castigar?

—No. Yo soy de aquí te pillo, aquí te mato.

—Ya lo he notado —me provoca, y eso me arranca otra sonrisa.

—Ya puede colgar, señorita Steele.

—¿En serio quiere que lo haga, señor?

—Vete a la cama, Anastasia.

—Sí, señor.

No cuelga, y sé que está sonriendo. Eso aún me anima más.

—¿Alguna vez crees que serás capaz de hacer lo que te digan? —pregunto.

—Puede. Lo sabremos después del domingo —dice con su voz de seductora, y la comunicación se corta.

Anastasia Steele, ¿qué voy a hacer contigo?

De hecho, ya se me ha ocurrido una buena idea, siempre que la fusta que he encargado llegue a tiempo. Y con ese agradable pensamiento, apuro la copa de armañac y me dispongo a acostarme.

Ir a la siguiente página

Report Page