Grey

Grey


Lunes, 23 de mayo de 2011

Página 20 de 61

L

u

n

e

s

,

2

3

d

e

m

a

y

o

d

e

2

0

1

1

Es la una y pico de la madrugada cuando me voy a dormir. Me quedo mirando el techo, cansado, relajado, pero también excitado, ansioso por lo que me deparará la semana. Espero tener un nuevo proyecto: la señorita Anastasia Steele.

Mis pies golpean la acera de Main Street mientras me dirijo hacia el río. Son las 6.35 de la mañana y la luz trémula de los primeros rayos de sol despunta por encima de los altos edificios. La primavera ha vestido los árboles de verde, se respira un aire limpio y apenas hay tráfico. He dormido bien. «O Fortuna», del Carmina Burana de Orff, suena a todo volumen en mis oídos. Hoy se abre ante mí un nuevo mundo lleno de posibilidades.

¿Responderá a mi e-mail?

Es muy temprano, demasiado temprano para recibir ninguna respuesta, pero hacía mucho tiempo que no me sentía tan ligero cuando paso corriendo junto a la estatua del ciervo en dirección al Willamette.

A las 7.45 ya estoy sentado delante del portátil, me he duchado y he pedido el desayuno. Le he enviado un correo a Andrea para informarle de que esta semana voy a trabajar desde Portland y para pedirle que reprograme todas las reuniones de modo que puedan realizarse o bien por teléfono o por videoconferencia. También le he escrito a Gail para que sepa que no volveré a casa hasta el jueves por la noche, como muy pronto. A continuación repaso la bandeja de entrada y descubro, entre otras cosas, una propuesta para formar una

joint venture con un astillero de Taiwan. Reenvío el mensaje a Ros para que lo añada a la agenda de temas que debemos discutir.

Por fin puedo dedicar mi atención a la otra cuestión pendiente: Elena. Me ha enviado un par de correos durante el fin de semana y no le he contestado.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 08:15

Para: Elena Lincoln

Asunto: Fin de semana

 

Buenos días, Elena:

Perdona que no haya contestado antes, pero he estado muy liado estos dos días y pasaré toda la semana en Portland. Tampoco sé nada sobre el próximo fin de semana, pero te digo algo si estoy libre.

Los últimos resultados del negocio de belleza parecen prometedores.

Bien hecho, Señora…

 

Saludos,

C.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Le doy a «Enviar» mientras me pregunto una vez más qué pensaría Elena de Ana… y viceversa. Oigo el tono de mensaje entrante que emite el portátil.

Es de Ana.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 08:20

Para: Christian Grey

Asunto: Tu nuevo ordenador (en préstamo)

 

He dormido muy bien, gracias… por alguna extraña razón… Señor.

Creí entender que el ordenador era en préstamo, es decir, no es mío.

 

Ana

«Señor» con mayúscula. Ha estado leyendo, y seguramente también informándose. Y sigue hablándome. Sonrío como un tonto delante del correo. Son buenas noticias. Aunque también sigue empeñada en rechazar el ordenador.

¡Es desesperante!

Niego con la cabeza, divertido.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 08:22

Para: Anastasia Steele

Asunto: Tu nuevo ordenador (en préstamo)

 

El ordenador es en préstamo. Indefinidamente, señorita Steele.

Observo por su tono que ha leído la documentación que le di.

¿Tiene alguna pregunta?

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Pulso «Enviar». ¿Tardará mucho en contestarme? Me dispongo a leer el resto de los mensajes a modo de distracción mientras espero su respuesta. Veo un resumen ejecutivo de Fred, el jefe de departamento de telecomunicaciones, sobre el desarrollo de nuestra tableta de energía solar, uno de mis proyectos que más me ilusiona. Es ambicioso, pero pocas de mis aventuras empresariales me importan tanto como esta, y me siento realmente emocionado ante esa perspectiva. Estoy decidido a que el tercer mundo disponga de tecnología avanzada a precios asequibles.

Oigo el tono de mensaje entrante.

Otro correo de la señorita Steele.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 08:25

Para: Christian Grey

Asunto: Mentes inquisitivas

 

Tengo muchas preguntas, pero no me parece adecuado hacértelas vía e-mail, y algunos tenemos que trabajar para ganarnos la vida.

 

No quiero ni necesito un ordenador indefinidamente.

 

Hasta luego. Que tenga un buen día… Señor.

 

Ana

El tono del mensaje me hace sonreír, pero tiene que ir a trabajar, así que tal vez no vuelva a enviar ninguno más en un rato. Me molesta su reticencia a aceptar el maldito ordenador. No es una cazafortunas, algo que no suele darse entre las mujeres que conozco… Aunque Leila era igual.

—Señor, no merezco este vestido tan bonito.

—Sí que lo mereces, acéptalo. Y no quiero volver a oír hablar del asunto. ¿Entendido?

—Sí, amo.

—Bien. Es de un estilo que te va muy bien.

Ah, Leila. Era una buena sumisa, pero se encariñó demasiado y yo no era el hombre adecuado. Por suerte, no duró mucho y ahora está felizmente casada. Devuelvo mi atención al e-mail de Ana y lo releo una vez más.

«Algunos tenemos que trabajar para ganarnos la vida».

La muy descarada insinúa que me paso el día rascándome la barriga.

¡A la mierda!

Veo el breve informe de Fred que tengo abierto en el escritorio y decido dejarle las cosas claras a Ana.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 08:26

Para: Anastasia Steele

Asunto: Tu nuevo ordenador (de nuevo en préstamo)

 

Hasta luego, nena.

P.D.: Yo también trabajo para ganarme la vida.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Soy incapaz de concentrarme en lo que tengo que hacer mientras espero ese tono revelador que me anuncia los mensajes entrantes. Cuando llega, voy derecho a la bandeja de entrada… pero no es de Ana, sino de Elena. Y me sorprende la desilusión que me produce.

De: Elena Lincoln

Fecha: 23 de mayo de 2011 08:33

Para: Christian Grey

Asunto: Fin de semana

 

Christian, trabajas demasiado. ¿Qué te retiene en Portland? ¿Negocios?

Ex.

 

ELENA LINCOLN

ESCLAVA

For The Beauty That Is YouTM

¿Se lo cuento? Si lo hago, me llamará al instante para hacerme preguntas, y todavía no estoy preparado para compartir las experiencias de este fin de semana. Le contesto con un breve correo en el que le digo que se trata de negocios, y retomo la lectura del informe.

Andrea me llama a las nueve y repasamos la agenda. Como estoy en Portland, le pido que concierte una reunión con el director y el subdirector adjunto de desarrollo económico de la Universidad Estatal de Washington para hablar sobre el proyecto de ciencia del suelo que hemos puesto en marcha y de su petición respecto al aumento de la financiación para el próximo año fiscal. Me confirma que cancelará el resto de los compromisos sociales de la semana y a continuación me pasa la primera videoconferencia del día.

A las tres me encuentro enfrascado en el estudio de varios diseños para tabletas que me ha enviado Barney, cuando alguien llama a la puerta y me distrae. No soporto las interrupciones, pero por un instante deseo que se trate de la señorita Steele. Es Taylor.

—Hola. —Espero que mi voz no delate mi decepción.

—Le traigo la ropa, señor Grey —dice con suma educación.

—Adelante. ¿Te importaría colgarla en el armario? Estoy pendiente de una multiconferencia.

—Por supuesto, señor.

Entra en la suite sin perder tiempo, con un par de bolsas para trajes y una de deporte, más grande.

Cuando regresa, todavía estoy esperando la llamada.

—Taylor, creo que no voy a necesitarte estos próximos dos días. ¿Por qué no aprovechas para ir a ver a tu hija?

—Es usted muy amable, señor, pero su madre y yo… —Se interrumpe, incómodo.

—Ah. De modo que así están las cosas, ¿no? —pregunto.

Asiente con la cabeza.

—Sí, señor. Tendré que hablarlo con ella.

—De acuerdo. ¿Mejor el miércoles, entonces?

—Lo preguntaré. Gracias, señor.

—¿Hay algo que pueda hacer?

—Ya hace suficiente, señor.

No quiere hablar del tema.

—De acuerdo. Creo que me hará falta una impresora, ¿puedes encargarte tú?

—Sí, señor.

Asiente de nuevo y cierra la puerta con suavidad mientras yo me quedo con el ceño fruncido. Espero que su exmujer no esté haciéndole la vida imposible. El coste de la educación de la niña corre de mi cuenta como incentivo adicional para que Taylor se quede a mi servicio. Es un buen hombre, y no quiero perderlo. El teléfono suena; se trata de la multiconferencia con Ros y el senador Blandino.

La última llamada acaba a las cinco y veinte de la tarde. Me estiro en la silla, pensando en lo productivo que ha resultado el día. Es increíble lo mucho que he adelantado sin estar en el despacho. Solo me quedan por leer un par de informes para dar la jornada por terminada. Contemplo el claro cielo crepuscular por la ventana y mis pensamientos se desvían hacia cierta sumisa potencial.

Me pregunto cómo le habrá ido en Clayton’s, poniéndoles precios a las bridas para cables y midiendo metros de cuerda. Espero poder utilizar todo eso con ella algún día, una idea que me hace evocar imágenes de Ana atada en mi cuarto de juegos. Me recreo con ellas unos momentos… y le envío un correo rápido. Toda esta espera, el trabajo y el envío de e-mails me pone nervioso. Sé muy bien de qué forma me gustaría liberar toda esta tensión acumulada, pero tengo que conformarme con salir a correr.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:24

Para: Anastasia Steele

Asunto: Trabajar para ganarse la vida

 

Querida señorita Steele:

Espero que haya tenido un buen día en el trabajo.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Me cambio y me pongo la ropa de salir a correr. Taylor me ha traído dos pares más de pantalones de chándal, aunque estoy seguro de que ha sido cosa de Gail. Compruebo el correo electrónico de camino a la puerta. Ha contestado.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:48

Para: Christian Grey

Asunto: Trabajar para ganarse la vida

 

Señor… He tenido un día excelente en el trabajo.

Gracias.

 

Ana

Pero no ha hecho los deberes. Le respondo con otro e-mail.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:50

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¡A trabajar!

 

Señorita Steele:

Me alegro mucho de que haya tenido un día excelente.

Mientras escribe e-mails no está investigando.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Y en lugar de salir de la habitación, aguardo su respuesta. No me hace esperar demasiado.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:53

Para: Christian Grey

Asunto: Pesado

 

Señor Grey: deje de mandarme e-mails y podré empezar a hacer los deberes. Me gustaría sacar otro sobresaliente.

 

Ana

Suelto una carcajada. ¡Sí! Ese sobresaliente podría haber sido una matrícula de honor. Cierro los ojos y vuelvo a ver y a sentir sus labios alrededor de mi polla.

Joder…

Hago entrar en vereda a mi cuerpo descarriado, le doy a la tecla de «Enviar» de mi mensaje de respuesta y espero.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:55

Para: Anastasia Steele

Asunto: Impaciente

 

Señorita Steele:

Deje de escribirme e-mails… y haga los deberes.

Me gustaría ponerle otro sobresaliente.

El primero fue muy merecido. ;)

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Esta vez no me responde inmediatamente, por lo que me doy la vuelta y decido irme a correr, con cierta sensación de abatimiento. Sin embargo, estoy abriendo la puerta cuando el tono de mensaje entrante me arrastra junto al ordenador.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 17:59

Para: Christian Grey

Asunto: Investigación en internet

 

Señor Grey:

¿Qué me sugiere que ponga en el buscador?

 

Ana

¡Mierda! ¿Por qué no habré pensado en ello? Podría haberle dado algunos libros. Me vienen muchas páginas web a la mente, pero no quiero asustarla.

Tal vez lo mejor será empezar con las más vainilla…

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 18:02

Para: Anastasia Steele

Asunto: Investigación en internet

 

Señorita Steele:

Empiece siempre con la Wikipedia.

No quiero más e-mails a menos que tenga preguntas.

¿Entendido?

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Me levanto de la silla, pensando que no contestará, pero, como es habitual en ella, me sorprende y lo hace. Soy incapaz de resistirme.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 18:04

Para: Christian Grey

Asunto: ¡Autoritario!

 

Sí… Señor.

Es muy autoritario.

 

Ana

No lo sabes tú bien, nena.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011 18:06

Para: Anastasia Steele

Asunto: Controlando

 

Anastasia, no te imaginas cuánto.

Bueno, quizá ahora te haces una ligera idea.

Haz los deberes.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Contente un poco, Grey. He salido por la puerta antes de que Ana tenga oportunidad de volver a distraerme. Corro en dirección al río con los Foo Fighters sonando a todo volumen en mis oídos. He visto el Willamette al amanecer y ahora me apetece disfrutar de sus vistas con la puesta del sol. Hace una tarde preciosa y algunas parejas han salido a pasear junto a la orilla, otras descansan en el césped, y unos cuantos turistas pedalean con sus bicicletas por la explanada. Los evito con la música atronando en mis oídos.

La señorita Steele tiene preguntas. No ha abandonado el juego, todavía no ha dicho que no, y el intercambio de e-mails ha alimentado mis esperanzas. Cruzo por debajo de Hawthorne Bridge mientras voy pensando en lo cómoda que se siente cuando escribe; bastante más que cuando habla. Tal vez sea su medio de expresión preferido. Bueno, ha estudiado literatura inglesa. Espero que al volver a la habitación haya otro correo suyo, tal vez con preguntas, o con más bromitas insolentes.

Sí, esto último es bastante probable.

Atravieso Main Street a la carrera mientras pienso en la posibilidad de que acepte mi propuesta. La idea me resulta excitante, incluso estimulante, y fuerzo un sprint de vuelta al Heathman.

Son las 8.15 cuando ocupo de nuevo la silla del salón. He tomado el salmón salvaje de Oregón para cenar, otra vez cortesía de la señorita Ojos Oscurísimos, y todavía me queda media copa de Sancerre. Tengo el portátil abierto y encendido, por si llega algún correo importante, y cojo el informe que he impreso y que habla de las zonas industriales en plena recalificación de Detroit.

—Al final tendrá que ser Detroit —rezongo en voz alta, y empiezo a leer.

Pocos minutos después oigo el tono de mensaje entrante.

Se trata de un correo cuyo asunto reza: «Universitaria escandalizada». El encabezamiento hace que me incorpore en la silla.

De: Anastasia Steele

Fecha: 23 de mayo de 2011 20:33

Para: Christian Grey

Asunto: Universitaria escandalizada

 

Bien, ya he visto bastante.

Ha sido agradable conocerte.

 

Ana

¡Mierda!

Lo releo.

Joder.

Es un no. Me quedo mirando la pantalla sin poder creérmelo.

¿Y ya está?

¿Sin discutirlo?

Nada.

¿Un simple «Ha sido agradable conocerte» y listos?

Pero ¡qué cojones…!

Vuelvo a arrellanarme en la silla, boquiabierto.

¿Agradable?

Agradable.

AGRADABLE.

Yo diría que le resultó más que agradable cuando echó la cabeza hacia atrás mientras se corría.

No te precipites, Grey.

¿Y si es una broma?

¡Menuda broma!

Me acerco el portátil para responderle.

De: Christian Grey

Fecha: 23 de mayo de 2011

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¿AGRADABLE?

Sin embargo, me quedo mirando la pantalla con los dedos sobre las teclas y sin saber qué decir.

¿Cómo ha podido rechazarme con tanta facilidad?

Su primer polvo.

Manos a la obra, Grey. ¿Qué opciones tienes? ¿Y si voy a verla para asegurarme de que es un no? Tal vez pueda hacerle cambiar de opinión. Lo cierto es que no sé qué contestar a este correo. Quizá se ha metido en alguna página especialmente

hardcore. ¿Por qué no le he pasado unos cuantos libros? No me lo creo. No me lo creeré hasta que no me lo diga mirándome a los ojos.

Eso es. Me froto la barbilla mientras pienso en un plan y momentos después me encuentro frente al armario, en busca de la corbata.

Esa corbata.

El trato todavía puede cerrarse. Saco varios preservativos de la bolsa de piel y me los meto en el bolsillo trasero de los pantalones, después cojo la chaqueta y una botella de vino blanco del minibar. Mierda, es un chardonnay… pero tendrá que servir. Recupero al vuelo la llave de la habitación, cierro la puerta y me dirijo hacia el ascensor para ir a buscar el coche al parking del hotel.

Aparco el R8 frente al apartamento que Ana comparte con Kavanagh, mientras me pregunto si no estaré cometiendo un disparate. Hasta ahora, nunca había ido a visitar a su casa a ninguna de mis sumisas; ellas siempre venían a verme a mí. Estoy traspasando todos los límites que me había impuesto, y no me gusta la sensación que tengo cuando abro la puerta del coche y salgo. Es imprudente y muy presuntuoso por mi parte venir hasta aquí. Aunque también es cierto que no es la primera vez… pero en las dos ocasiones anteriores solo me he quedado unos minutos. En caso de que acepte, tendré que hacer algo con sus expectativas. Esto no volverá a suceder.

Te estás precipitando de nuevo, Grey.

Estás aquí porque crees que es un no.

Kavanagh sale a abrir cuando llamo a la puerta. Le sorprende verme allí.

—Hola, Christian. Ana no me ha dicho que venías. —Se hace a un lado para dejarme entrar—. Está en su habitación. Voy a avisarla.

—No, me gustaría darle una sorpresa. —Le dedico mi mirada más encantadora y formal, ante la que reacciona con un par de parpadeos. ¡Uau!, sí que ha sido fácil. ¿Quién lo habría dicho? Así da gusto—. ¿Cuál es su habitación?

—Por esa primera puerta.

Me indica una que da al salón, desierto en esos momentos.

—Gracias.

Dejo la chaqueta y el vino frío encima de una de las cajas de la mudanza, abro la puerta y me encuentro en un pequeño distribuidor con un par de habitaciones. Supongo que una debe de ser un cuarto de baño, así que llamo a la otra. Espero un segundo, abro y allí está Ana, sentada frente a un pequeño escritorio, leyendo algo que parece el contrato. Lleva puestos los auriculares mientras tamborilea con los dedos de manera ausente, al compás de un ritmo que solo oye ella. La observo unos instantes, sin moverme del sitio. Su expresión concentrada le forma arrugas en la cara, se ha hecho trenzas y lleva puestos unos pantalones de chándal. Tal vez ha salido a correr por la tarde… Quizá también necesita desfogarse. La idea me complace. El dormitorio es pequeño, está muy ordenado y tiene un aire femenino e infantil: todo es blanco, de color crema o azul celeste, y está bañado por la luz suave de la lamparita de noche. También parece un poco vacío, aunque veo una caja cerrada, con las palabras «Habitación de Ana» escritas en la parte superior. Al menos tiene una cama de matrimonio… de hierro forjado blanco. Vaya, vaya. Esto tiene posibilidades.

De pronto Ana da un respingo, sorprendida ante mi presencia.

Sí, he venido por tu e-mail.

Se quita los auriculares de un tirón y el ruido amortiguado de la música llena el silencio que se ha instalado entre nosotros.

—Buenas noches, Anastasia.

Me mira boquiabierta y con los ojos como platos.

—He pensado que tu e-mail merecía una respuesta en persona.

Intento adoptar un tono neutro. Ana mueve la mandíbula arriba y abajo, pero permanece muda.

La señorita Steele se ha quedado sin palabras. Vaya, eso me gusta.

—¿Puedo sentarme?

Asiente con la cabeza y sigue mirándome completamente atónita mientras me acomodo en el borde de la cama.

—Me preguntaba cómo sería tu habitación —digo para intentar romper el hielo, aunque la charla insustancial no es uno de mis fuertes.

Ana pasea la mirada por el dormitorio, como si lo viera por primera vez.

Ir a la siguiente página

Report Page