Grey

Grey


Martes, 31 de mayo de 2011

Página 43 de 61

Asunto: Pendiente, sin duda

 

¿Te estás haciendo la tonta? Me parece que acababas de pedirme que te bajara la cremallera del vestido.

Y yo estaba deseando hacerlo. Me alegra saber que estás comiendo bien.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 31 de mayo de 2011 22:36

Para: Christian Grey

Asunto: Bueno, siempre nos queda el fin de semana

 

Pues claro que como… Solo la incertidumbre que siento cuando estoy contigo me quita el apetito.

Y yo jamás me haría la tonta, señor Grey.

Seguramente ya te habrás dado cuenta. ;)

¿Pierde el apetito cuando está conmigo? Eso no me gusta. Y está burlándose de mí. ¡Otra vez!

De: Christian Grey

Fecha: 31 de mayo de 2011 19:40

Para: Anastasia Steele

Asunto: Estoy impaciente

 

Lo tendré presente, señorita Steele, y, por supuesto, utilizaré esa información en mi beneficio.

Lamento saber que le quito el apetito. Pensaba que tenía un efecto más concupiscente en usted. Eso me ha pasado a mí también, y bien placentero que ha sido.

Espero impaciente la próxima ocasión.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 31 de mayo de 2011 22:36

Para: Christian Grey

Asunto: Flexibilidad léxica

 

¿Has vuelto a echar mano al diccionario de sinónimos?

Se me escapa una carcajada.

De: Christian Grey

Fecha: 31 de mayo de 2011 19:40

Para: Anastasia Steele

Asunto: Me ha pillado

 

Qué bien me conoce, señorita Steele.

Voy a cenar con una vieja amistad, así que estaré conduciendo.

Hasta luego, nena©.

 

Christian Grey

Presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Por mucho que me apetezca seguir bromeando con Ana, no quiero llegar tarde a la cena. Si me retraso, Elena se disgustará. Apago el ordenador, cojo la cartera y el teléfono y bajo hasta el garaje en ascensor.

El Mile High Club se encuentra en el ático de Columbia Tower. El sol empieza a ocultarse tras las cimas del Olympic National Park y tiñe el cielo de una magnífica amalgama de naranjas, rosas y ópalos. Un espectáculo imponente. A Ana le encantarían las vistas. Tengo que traerla algún día.

Elena está esperando sentada a una mesa rinconera. Al verme, me saluda con un gesto discreto de la mano y una amplia sonrisa, y el maître me acompaña hasta allí. Ella se levanta y me ofrece la mejilla.

—Hola, Christian —saluda con voz sensual.

—Buenas noches, Elena. Estás guapísima, como siempre.

La doy un beso. Se aparta hacia un lado el pelo, liso, brillante y de color platino, un gesto habitual en ella cuando está de ánimo juguetón.

—Siéntate —dice—. ¿Qué te apetece tomar?

Sus dedos y sus inconfundibles uñas de color escarlata rodean el pie de una copa de champán.

—Veo que ya has empezado con el Cristal.

—Bueno, creo que tenemos algo que celebrar, ¿no?

—¿Ah, sí?

—Christian. La chica. Cuéntamelo todo.

—Tomaré una copa de sauvignon blanc Mendocino —le digo al camarero que aguarda a nuestro lado.

El hombre asiente con un gesto de cabeza y se aleja a paso vivo.

—Entonces ¿no hay motivo de celebración?

Elena le da un sorbo al champán, con las cejas enarcadas.

—No sé por qué le das tanta importancia.

—No le doy importancia, simplemente tengo curiosidad. ¿Qué edad tiene? ¿A qué se dedica?

—Acaba de graduarse.

—Ah. ¿No es un poco joven para ti?

La miro con sorna.

—¿En serio? ¿Quieres que hablemos de eso?

Elena se echa a reír.

—¿Cómo está Isaac? —pregunto con una sonrisilla.

Vuelve a reír.

—Se comporta —contesta con un brillo travieso en la mirada.

—Cómo debes de aburrirte… —comento, mordaz.

Ella sonríe con resignación.

—Está bien domesticado. ¿Pedimos?

Saco a Elena de su sinvivir cuando estamos tomando la crema de cangrejo.

—Se llama Anastasia, ha estudiado literatura inglesa en la Estatal de Washington y la conocí cuando vino a entrevistarme para el periódico de la universidad. Este año me ha tocado dar el discurso de la ceremonia de graduación.

—¿Está metida en este estilo de vida?

—Todavía no, pero no pierdo la esperanza.

—Vaya.

—Sí. Ha huido a Georgia para meditarlo.

—Sí que se ha ido lejos…

—Ya.

Bajo la vista hacia la crema de cangrejo mientras me pregunto cómo estará Ana y qué estará haciendo. Durmiendo, y espero que… sola. Cuando levanto la cabeza, Elena me observa detenidamente.

—Nunca te había visto así —asegura.

—¿Qué quieres decir?

—Estás distraído. Es muy poco propio de ti.

—¿Tan evidente es?

Asiente con la cabeza y su mirada se dulcifica.

—Para mí, sí. Me parece que ha puesto todo tu mundo patas arriba.

Inspiro hondo, aunque lo disimulo llevándome la copa a los labios.

Qué perspicaz es usted, señora Lincoln.

—¿Eso crees? —murmuro después del trago.

—Eso creo —responde mirándome fijamente.

—Me desconcierta.

—Vaya, eso sí que es nuevo. Y seguro que te preocupa lo que esté haciendo en Georgia, lo que esté pensando. Te conozco muy bien.

—Sí, quiero que tome la decisión correcta.

—Tendrías que ir a verla.

—¿Qué?

—Coge un avión.

—¿En serio?

—Si todavía no lo tiene claro, ve y utiliza ese encanto que derrochas.

Se me escapa un resoplido burlón.

—Christian, cuando se desea algo de verdad, hay que perseguirlo hasta que se consigue —me regaña—. Lo sabes perfectamente. Eres muy negativo cuando se trata de ti mismo, y eso me saca de quicio.

Suspiro.

—No estoy seguro.

—La pobre chica debe de estar aburriéndose como una ostra en ese sitio. Ve. Obtendrás tu respuesta. Si es un no, pues a otra cosa. Si es un sí, podrás disfrutar con ella siendo tú mismo.

—Regresa el viernes.

Carpe diem, querido.

—Ha dicho que me echa de menos.

—Ahí lo tienes.

Su mirada transmite una profunda seguridad.

—Me lo pensaré. ¿Más champán?

—Gracias —dice, y me dedica una sonrisa coqueta.

Durante el camino de regreso al Escala no hago más que darle vueltas al consejo de Elena. Podría ir a ver a Ana. Ha dicho que me echa de menos… Y el jet está disponible.

Ya en casa, leo su último e-mail.

De: Anastasia Steele

Fecha: 31 de mayo de 2011 23:58

Para: Christian Grey

Asunto: Compañeros de cena apropiados

 

Espero que esa amistad tuya y tú hayáis pasado una velada agradable.

 

Ana

 

P.D.: ¿Era la señora Robinson?

Mierda.

Es la excusa perfecta. Esto exige una respuesta en persona.

Llamo a Taylor y le digo que voy a necesitar a Stephan y el Gulfstream por la mañana.

—Muy bien, señor Grey. ¿Cuál es su destino?

—Nuestro. Nuestro destino es Savannah.

—Sí, señor.

Y me parece apreciar un matiz divertido en su voz.

Ir a la siguiente página

Report Page