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Luxor, 6 enero

No bastaba con el intérprete de las Pirámides y con el resucitador de las momias: hoy me ha comparecido otro visionario. Se llama Thormon y alardea de ser descendiente de un sacerdote de Ammon-Ra. A mí me ha parecido un aventurero levantino en busca de dinero. Es alto, fuerte, con una cara redonda, color canela, ornada de cicatrices rosadas.

Me ha declarado que su profesión es la soteriología esto es: la ciencia de las liberaciones.

—Todos los pueblos antiguos han creído en la metempsícosis y hoy una gran parte de la India continúa creyendo en ella. Y los primitivos, más cercanos que nosotros a la verdad revelada, no hacen distinción entre hombres y animales: un hombre, según ellos, puede transformarse en un animal y un animal en hombre. Si África conoce los hombres-tigres, Europa conoce los hombres-lobos. Por otra parte los psicólogos, los zoólogos, los ganaderos y los domadores han reconocido en la mayoría de los animales rastros de inteligencia humana. El famoso experimento de los caballos de Elberfeld y las investigaciones de Koehler sobre los monos, han puesto para siempre en claro que la psicología animal no es muy diferente de la humana: confirmación decisiva de la teoría que ve en los brutos reencarnaciones de almas humanas.

»Si la metempsícosis es cierta, debemos admitir que en la mayor parte de los animales se halla prisionero el espíritu de un hombre. Y se impone a nuestra conciencia moral la pregunta: ¿cómo libertar a tantos espíritus encarcelados? ¿De qué manera se puede devolver a estos hombres reaparecidos en forma de bestia, su antigua forma?

»Ante esta obra de redención palidecen los demás ideales humanos. Aquí están nuestros semejantes que sufren la esclavitud del hambre y del trabajo, pero son al menos hombres. Pueden hablar, amar, y sobre todo poseen las manos, estos milagrosos instrumentos que ninguna máquina conseguirá igualar. ¡Piense qué torturas sufriría si su alma, después de la muerte, se viese encerrada en la envoltura peluda de un oso o dentro de las escamas de una serpiente! ¡Pensar y desear como una criatura humana y tener que vivir como un bruto, sin ni siquiera el consuelo del lenguaje, de la risa, de la piedad de los demás!

»Hace veinte años que me vengo dedicando a la investigación del secreto para la retrocesión del animal en hombre. Los antiguos no nos han dejado solamente el recuerdo de la metamorfosis de un hombre en bestia, sino también de bestias en hombres. Desgraciadamente, no insistieron sobre los métodos usados para obtener esta transformación. Únicamente Homero y Apuleyo proporcionan algunos datos, pero nada más que datos. Circe, en la

Odisea, unge a los compañeros de Ulises con un bálsamo, a fin de que se conviertan de cerdos en griegos; y el asno de Apuleyo se convierte en hombre después de haber comido un ramo de rosas. Pero, sin embargo, la tradición no nos ha transmitido la receta del filtro de Circe, y por muchas mixturas que he ensayado con los cerdos, éstos han continuado siendo cerdos. Muchas veces he obligado a los asnos a comer rosas, pero sin resultado: o en aquellos asnos no había escondido ningún hombre o aquella especie de rosas hoy se ha extinguido.

»Un hombre de ciencia inglés, el señor Wells, aconseja la educación directa, como la practicaba el doctor Moreau. He ensayado también este procedimiento, pero con los mismos resultados: parece que al cabo de algún tiempo, los brutos recuperaban su conciencia de hombres, pero después de una breve remisión recaen en la pura animalidad. El camino no es ése: hace falta un reactivo externo, de efecto inmediato.

»Pero la causa principal por la que no he llegado todavía a conseguir nada es mi pobreza. He obtenido ya, en teoría, dos fórmulas que considero infalibles, pero para llevarlas a la práctica son precisos largos meses de trabajo y, sobre todo, sustancias minerales y vegetales difíciles de encontrar, y por esta causa, carísimas.

»Usted es un hombre de corazón y no puede mostrarse insensible a la diaria desesperación de tantos millones de hermanos nuestros recluidos bajo la cáscara animal en todas partes de la tierra. Usted es rico y puede ayudarme. Un día se escribirá en la historia que, gracias a Gog, se fundó la Soteriología y que innumerables criaturas le debieron la liberación y el recuperar su dignidad.

Como comprendí que tenía que habérmelas con un charlatán, me guardé las observaciones que podía oponer fácilmente a aquella insulsa fantasía. Pero no pude librarme del libertador con menos de tres libras esterlinas.

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