Ginger

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Crónicas de una fiesta anunciada

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—CAPÍTULO 38—

Crónicas de una fiesta anunciada

«El día en que su vida social terminaría, Ginger Huff se levantó a las seis treinta de la mañana».

—¡Ginger! Si no te levantas ahora, iré a por ti —gritó mamá mientras, como de costumbre, me arrastraba por el piso para llegar hasta el armario.

—¡Ya lo sé! —chillé de vuelta.

—¡Entonces date prisa!

Gruñí, abrí la puerta y grité al encontrar a Bubba durmiendo ahí.

—Oye... gato gordo, ¿qué rayos haces aquí? —Lo bajé para recostarlo en mi cama, de todos modos, no iba a contestarme esa pregunta.

Ninguna pregunta, en realidad. Injusticia es que debía ir a la escuela en mi cumpleaños.

—Oye, Huff, ¡Si no bajas en cinco segundos verás!

—¡Estoy en el baño! Si quieres que baje caminando con los pantalones abajo, ¡encantada voy a verte, madre!

Un silencio se oyó; eso significaba que por fin luego de dieciocho años recién cumplidos, le había ganado a mi mamá.

Ginger uno, Bonnie 8980980. Eso debía ser un regalo del cielo.

Cuando salí del baño, luego de una rápida ducha, me cambié a la velocidad de la luz esperando ver la cara de mi madre ya que le había ganado.

Pero no fue así. Fui más bien yo quién se quedó callada al ver a la abuela sentada junto a mi madre tomando desayuno. Ambas me miraron con la mayor expresión de burla mientras tomaban el té.

—Buenos días, madre, buenos días, abuela —saludé.

—¡Abuela tu abuela! ¡Ya te he dicho que no me llames así! Yo no soy una vieja.

—Hola, nana. —Reí besando su mejilla para luego abrazarla.

—Feliz cumpleaños, mi niñita. —Me entregó un pequeño sobre con mi nombre de color rojo escrito en él.

—Gracias, nana.

—Feliz cumpleaños, fea. —Sonrió mamá abrazándome de la manera más torpe.

—Gracias —hablé siendo aplastada por mi progenitora.

—Mi regalo es el simple hecho de haberte dado la vida hace dieciocho años. —Sonrió orgullosa.

—Qué linda. —Reí y luego me puse seria—. Dame mi regalo.

—¡Materialista! ¡Yo no creé a este monstruo pelirrojo! —se quejó y me entregó una caja envuelta con un listón de color morado.

Como el sobre de la abuela era dinero, decidí abrir el de mamá. Cuando la abrí solo había mucho papel de colores.

—¿Má? —Saqué una pequeña piedra pintada de color naranja.

—¡No muevas tanto los papeles que después quien los recoge soy yo! —Mi madre me regañó tratando de devolver todo a su sitio, no seguía con la piedra en la mano.

—Pero no hay nada más que esa piedra…

—Busca bien. —Cruzó los brazos.

—Pero... Ah, ¡aquí está! —Saqué el sobre y lo abrí.

«El regalo de la vida va en serio. Disfruta de lo que te regalé».

—¿Y? —preguntó alzando las cejas.

—Es una carta diciendo que mi regalo es el regalo de la vida. ¿A qué estás jugando, madre?

—¿No te gustó? —Me sonrió de la manera más inocente que pudo.

—Sí, pero es raro que me des una caja grande que solo tenga una piedra para hacer peso y que haya un sobre en el que dice algo que ya me dijiste.

—Bien, busca más. —Rodó los ojos y sonreí buscando qué más podía encontrar.

—Es una... ¿Una invitación a casa de nana?

—Sí, te haré una fiesta, bebé. —Aplaudió emocionada.

—Me... Vas a hacer una fiesta, abuela —hablé confundida mirando a mamá mientras reía bajito.

—Abuela tú a...

—Ya sé, ya sé. —Reí tomando su mano.

—Sucede que mi madre aquí, tan generosa, decidió que sería «formidable» organizar una fiesta para ti. Ya sabes, por tus dieciocho años.

—Má... —busqué ayuda en ella.

—Bebé, lo he planeado todo. Encargué a Kim y Jake para invitar a todos tus amiguitos y aceptaron con gusto —habló Nana mientras terminaba de tomar el té.

—Mis... Amiguitos —repetí lo que dijo y tomé mi teléfono con carácter de urgencia.

Solecito

Kimberly…

07:07

Kim

Holi.

07:08

Solecito

Hablemos de la fiesta con mis amiguitos…

07:08

Solecito

Ginger, ¿Nana te ha dicho ya? Porque te prometo que quería contarte, pero ellas no me dejaron. Ni siquiera acepté, solo lo dio por hecho.

07:09

—Bueno, en realidad si tengo un regalo para ti. Sé que el mejor libro para ti fue True Colors, pero oye... Tal vez puedas conocer también a estos personajes. —Rio mamá entregándome un libro

—Gracias, má. —La abracé y sonreí—. Espero que ese personaje no se olvide de mi cumpleaños.

—Ginger, el día recién empieza —habló tratando de convencerme, sonreí y negué.

—Lo sé, pero conociéndolo, ya hubiera mandado al menos un mensaje. Déjame estar triste ya que él no está aquí escuchándolo.

—Yo no conozco a ese chiquito, pero pobre de él que te haga llorar.

—Ay, nana. —La abracé suspirando y miré hacia el techo—. El amor es raro.

—La vida tiene maneras muy extrañas de señalarte a quién debes prodigarle tu amor —Bonnie leyó la parte trasera del libro que me regaló—. Y eso, a Aileen Parker, le ha quedado más que claro.

—¿Qué libro es ese? —pregunté tomándolo.

—Se llama Dating Who, y ya lo leí. Así que si no lo terminas mañana, te contaré lo que va a suceder —amenazó mamá haciéndome reír.

—Bueno, iré a clases. Debo tomar el autobús, qué emoción.

—No creo que sea necesario —mencionó Nana se levantó y rodeó mi hombro—. Te llevo yo.

—¿Eh?

—Claro, te dejo de camino a mi casa. Estás en mi ruta, vamos, mi niña. Saliendo de la escuela, tu madre y yo iremos a buscarte.

—Qué... Bien. —Fingí la mejor sonrisa mientras tomaba mi mochila.

Amaba a mi abuela y para nada me molestaba pasar tiempo con ella. Pero cada vez que la veía, recordaba mis vacaciones siendo estafada por sus viejas amigas en el juego de canastas.

Recalcando la palabra «viejas», por favor. Además, ¿una fiesta organizada por ella? Dios me ayude. Apenas me iban gustando. Necesitaba un poco de piedad.

«Como me salga con una fiesta del té con galletitas», me reí al pensar en eso.

—¡Feliz cumpleaños! —gritaron Kim y Jake mientras invadían mi espacio personal y me dejaban sin aire, un término más conocido para otros humanos como «abrazar».

—Gracias, ya, ¡demasiado amor por hoy! —grité alejándolos mientras reían—. Desayunaron azúcar con dinamita, ¿o qué?

—¿Qué ocurre contigo? Teníamos a una Ginger más amable los últimos meses —Kim habló rodeando mi hombro.

—No sé a qué te refieres —mencioné entrando al pasillo.

—Estás de malhumor... De nuevo. Solo falta que te margines en una esquina y te pongas a leer True Colors —Jake mencionó caminando a mi lado.

—Vayan a clases, tontos. —Sonreí abriendo mi casillero y mis amigos se alejaron.

—¡Feliz cumple! —chilló una pequeña rubia a mi lado.

—Hola, peque —la saludé besando su mejilla.

—¿Cómo estás? Hace tiempo no hablamos.

—Lo sé, Alai. Con todo esto de que ya falta nada para graduarme…

—Sí, Theo también está así. —Ladeó el labio mirando su celular.

—¿Sabes algo de él?

—No me ha dicho nada. Sigue esperando por los resultados... ¿Te saludó ya?

—Ni siquiera lo recordó. —Sonreí de lado mirando el piso—, pero bueno. No importa...

—¿Cómo que no? Debo decirle algo a ese tarado.

—No, no le digas nada. Por favor, Alai.

—Pero ¿por qué? Ginger, él debería saber.

—Exacto, debería. Pero no importa de todos modos. Yo me voy a clases. —Cerré el casillero y me despedí caminando a clases de Biología.

—Feliz cumpleaños, Ginger —saludó Derek pasando por mi lado para luego sentarse en su sitio.

Genial, hasta él lo había recordado.

—Gracias —murmuré sentándome en el último sitio de la fila. Tomé el libro y empecé a leer.

De todos modos, Biología no me interesaba en lo absoluto.

Sería un día largo, y una fiesta aún más larga.

Genial.

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