Ginger

Ginger


¿Te gusta la hilacha desnutrida?

Página 14 de 46

—CAPÍTULO 12—

¿Te gusta la hilacha desnutrida?

Punto de vista de Theo

Lo único que pensaba en ese momento era: «¿En dónde rayos se metió Ginger?» La busqué por toda la sala, la cocina y parte del primer nivel. No estaba por ningún lado. Nada hasta que me asomé por la ventana, ella estaba bien acompañada. Bajé un poco la mirada. Estaba abrazando a esa hilacha desnutrida llamada Derek Griffin.

—Amigo, pensé que no estabas aquí. —Sonrió Bradley palmeando mi hombro. Lo saludé sonriendo como si nada pasara.

—Es pelirroja, ¡un poco más baja de lo normal! —le oí gritar a Kim a alguien desde lejos.

—¿Qué pasa, Brad? —Me senté en el sofá que daba la espalda a la ventana por donde había visto a Ginger segundos antes.

—No sé, ¿qué pasa contigo? —Rio mirándome.

—Nada, ¿qué podría pasar? —respondí rápido—. Todo está perfecto.

—¡Siempre está a mi lado! Es pecosa y a menudo tiene un libro frente a ella, hace poco volvió a tener el de los colores —volvió a gritar Kim, la miré y negué con la cabeza.

—No lo sé, viejo. Estás muy no Theo —Brad se explicó.

—Solo estoy cansado —añadí de forma distraída.

—Oh, bueno... Entonces, volveré a la fiesta —anunció y yo asentí mientras se alejaba. Lo agradecía, quería estar solo. Pero alguien más llegó y se lanzó sobre mí.

—Hola, guapo. —Me guiñó el ojo y alcé una ceja. Jake.

—Aire —me quejé mientras él reía y se levantó del sillón, pensé que se iba, pero solo se sentó a mi lado en el reposabrazos.

—¡Bien! ¡La encontraré yo misma! —gritó Kim de nuevo.

—¿Qué tienes? —preguntó Jake despeinándome.

—Solo estoy cansado —repetí mirando mi celular.

—¿Theo Collins cansado? Eres la persona más hiperactiva que conozco después de Kim. No me mientas, algo te pasa.

—Hum, nada —traté de sonar convincente, pero al parecer no funcionó.

—Sí, claro. No me cuentes nada —habló de forma dramática, alzó la mano hacia mi frente—. ¿Qué rayos hace Carrie con ese Derek afuera? —preguntó pegando su cara a la ventana. Entonces me miró y levantó un poco ambas cejas mientras estiraba sus labios en una sonrisa graciosa—. Por eso estás «cansado», ¿eh?

—¡No! —Evité mirarlo mientras desbloqueaba mi teléfono de nuevo.

—Te gusta Ginger —canturreó con la misma cara.

—Largo de aquí, Mcfodd. —Empujé su rostro con la mano, pero él se acercó de nuevo a mí para repetir algo.

—¡Te gusta mi amiga la pelirroja! —Aún tenía esa cara y logró hacerme reír.

—¡Sí! ¿Bueno? ¡Sí me gusta! Me gusta desde que empezamos la secundaria, ¡he estado así por casi seis estúpidos años! —susurré un poco más fuerte.

Jake se quedó callado, asombrado y luego sonrió de la misma forma.

—Ya lo sabía, solo quería que lo admitas frente a mí.

Lo miré y suspiré. Quería escribirle a alguien.

Theo

Hermano, sé que debes estar durmiendo. Pero necesito hablar contigo antes de que te vayas mañana.

23:45

—Voy a ver qué hago con Griffin.

—Pero es tu amigo —hablé confundido y Jake asintió.

—Es mi amigo, pero no lo quiero cerca de mi hermanita. —Sonrió y me señaló—. A ti sí.

—Pero, Jake... —traté de detenerlo, de decirle que no se meta, pero fue más rápido que yo y gritó fuerte abriendo la puerta.

—¡Oye, Kim! ¡Ya la encontré!

Y la pelinegra salió corriendo, siendo seguida por mi hermana.

Acepté ir a la fiesta porque sabía que Ginger iría, pero ella ya tenía un acompañante, así que no tenía más que hacer ahí. En cuanto Nate me contestó que aún estaba despierto, y podía hablar, decidí marcharme. Mi hermana se quedaría a dormir en casa de Kim, así que me marché. Tenía cosas que arreglar con mi hermano.

Punto de vista de Ginger

Momentos después de que mi gran amigo Jake arruinara mi momento con Derek, Kim me pidió que la acompañara. Como lo supuse, me presentó a la sociedad como su mejor amiga y «testigo de su amor». En mi mente solo me repetía lo mucho que quería a Kim para no morir de vergüenza ajena en ese momento. ¿Era la única que de verdad lo sentía un poco ridículo? ¡No podía ser la única!

El resto fue historia, Jake, Alai y yo formamos un grupo, Kim y Brad a veces se unían, pero luego gritaban cosas como «¡es nuestra canción!» y se alejaban a bailar.

Todo terminó temprano, y nosotras teníamos una pijamada pendiente. Vimos películas, comimos golosinas, nos contamos chismes y reímos hasta decir basta. Fue una gran noche, después de todo.

Al día siguiente, estábamos desayunando mientras Kim le contaba todos los detalles a su madre.

—Fue tan lindo, mami —suspiró engullendo una gran bocanada de su cereal de chocolate.

—¿Y tú, Ginger? —preguntó Claire haciendo que sonría.

—Yo nada, mi vida es aburrida —comenté rápido, sabía la pregunta que venía.

—Y para cuando un novio, ¿eh? —preguntó, yo reí y negué.

—No lo sé, no tengo apuro —respondí lo de siempre.

—¿Y tú, pequeña? —le preguntó a Alai, la rubia se sonrojó.

—Yo... Hay un chico. Pero no creo que...

—¿Un chico? —interrogó mi mejor amiga mirándola directamente—. ¿Quién es?

Y uní cables. Yo sabía quién era ese chico. Alai me miró y sonreí un poco, ella entendió.

—Lo sabes, ¿verdad? —me preguntó y asentí riendo.

—¿Cómo que sabes? ¿Quién es? —volvió a preguntar Kim.

—Él es... —Alai comenzó a hablar, pero la puerta sonó. Salvada por la campana.

O tal vez no...

—¡Yo voy! —anunció Tía Claire acercándose a la puerta, detrás de ella, estaban dos chicos parados.

El susodicho y su posible cuñado.

—Hola a todas —saludó Jake—. Vengo a recoger a mi hermanita.

—No, ese soy yo —Theo respondió señalándose.

—Pues Ginger es mi hermanita. Así también soy yo —aclaró señalándose. Le dio un vistazo a la mamá de Kim y sonrió—. Buenos días, Claire. Te ves especialmente radiante hoy, ¿hay algo de comer para mí? —Besó la frente de Claire, caminó al congelador para abrirlo y buscar qué comer.

Todas estábamos acostumbradas a ese tipo de confianza, pero los hermanos Collins no. Así que Theo seguía parado en la puerta, Kim se echó a reír.

—Pasa, Theo, nadie te va a morder... ¿O sí? —Me miró alzando una ceja, fruncí el ceño y negué comiendo más cereal.

—No gracias, solo vine por mi hermana. No quiero incomodar.

—¡Cállate y entra! —habló Jake con la boca llena, después de darle un mordisco a una pierna de pollo.

Theo caminó tímidamente y se sentó al lado de su hermana, por lo tanto, a mi costado.

—¿Tímido Theo? Algo que no se ve todos los días. —Reí comiendo más cereal.

—Estoy en tu territorio, Huffy, es normal. —Sonrió entrelazando sus dedos, pero miró su reloj y abrió los ojos—. Alai... Ya se va, tenemos que irnos.

—¿Se va hoy? ¿Y por qué no me avisaste antes? —casi le gritó pegando un brinco de la silla.

—No tuve oportunidad, y ahora lo digo. Tenemos que ir a...

—¡Ya lo sé! —habló preocupada y se acercó a Kim—. Gracias por llevarme a la fiesta e invitarme a dormir. Ustedes dos son las mejores. Ya nos tenemos que ir. —Nos sonrió y abrazó a Kim para luego pasar sobre su hermano y abrazarme a mí.

Todo sucedió tan rápido que en un momento ya estaban en el auto, yéndose a quién sabía dónde.

—Son geniales, pero a veces son raros —habló Kim confundida.

—Más que tú, nunca —contestó Jake sentándose a mi lado.

—Touché. —Reí mirando a Kim, que se había enfurruñado y cruzó los brazos como una niña pequeña.

—Fuera de mi casa. —Nos señaló la puerta y empezamos a reír.

Jake me llevó a casa en su moto Anne, y estuvimos toda la mañana viendo una serie sobre viajes en el tiempo que nos tenía bastante enganchados. Un domingo más que terminaba.

***

Era un nuevo día en la ciudad de Counterville, el sol salía, los pájaros cantaban, las mariposas revoloteaban cerca de los árboles y papá aún no se había echado ningún gas.

Se anunciaba como un maravilloso día en la escuela, casi todos los profesores no dieron permiso para ensayar la coreografía del día de la madre. Por lo tanto, tampoco veríamos la cara de Elmer Butts.

No podía creer que un lunes me estaba gustando tanto.

Me levanté temprano, por lo tanto, pude arreglarme con tranquilidad, incluso me peiné, bajé las escaleras y me encontré con mis hermosos padres desayunando. Bromeamos un poco mientras comíamos y hablamos sobre el trabajo de mi padre, estaba emocionado con todo lo que traería a cabo su ascenso.

El día estaba bien.

Incluso mi viaje en el bus de camino a la escuela fue lindo, leí, escuché música y nadie me molestó.

Saludé a mis compañeros en la entrada con una gran sonrisa y entré al pasillo en busca de mi mejor amiga... Que estaba llorando. Con el rímel por las mejillas, corrió a abrazarme en cuanto me vio.

—¡Brad terminó conmigo! —se quejó en mi oído.

«Ah, no, yo lo rajo».

Esperé pacientemente hasta que Kim se tranquilizara y cuando lo hizo y Alai llegó para acompañarla, decidí tomar la justicia por mis propias manos.

—¡¿Dónde está Bradley?! —grité buscando al batracio en la puerta del campo de béisbol.

Las pagaría. Las pagaría y mucho.

—Está en entrenamiento —dijo un rubio de primero alzando las manos —gruñí y salí de ahí en busca del muchacho.

—¡Hola, Huf...

—Cállate, Theo. ¡Ahora no! —Lo empujé un poco para poder pasar y fui hacia ese tipo.

—Ginger, ¿qué pasa? —preguntó Bradley abriendo muchos los ojos y dando pasos hacia atrás.

—¡Te dije que si le hacías algo a mi amiga, te las verías conmigo! ¡Hay un sorteo de un buen golpe y tienes todos los boletos ganados! —grité respirando agitadamente.

—Ginger, Kim...

—¡Eres idiota! ¡Ella no es débil, pero es muy sentimental! —Le golpeé el brazo—. ¡Te dije que no la lastimaras! —Lo golpeé aún más fuerte y sentí dos brazos cargándome lejos—. ¡Déjame, Collins! ¡Hizo llorar a mi amiga!

—Pero si sigues haciendo este tipo de escándalos, el entrenador te mandará a detención, así que ven conmigo. Ya hablarás con él cuando termine el horario escolar —habló jalándome del brazo, yo seguía respirando mal.

Ni siquiera sabía que pasó porque Kim estuvo llorando todo el tiempo.

Subimos unas escaleras, yo solo lo seguía, estaba enojada y actuaba automáticamente.

El aire llenó mis fosas nasales con dificultad y caí sentada en la banca mirando hacia el piso.

—¿Estás bien? —preguntó alzando mi mentón y logrando que lo mire. Negué y busqué entre mis cosas el inhalador.

Lo empujé un poco para que me dé espacio y presioné el broncodilatador.

—Lo siento, pero tu amigo se ha ganado el primer lugar en mi lista negra.

—Oye, no hables ahora. Solo respira. —Se sentó frente a mí.

—No estoy hablando.

—Ginger. —Rio alargando mi nombre.

—Bien. —Rodé los ojos y volví tomar aire con más tranquilidad.

—¿Es asma? —preguntó mirándome luego de un rato. Yo asentí respirando más calmada.

—Desde los siete años.

—¿Por qué no me dijiste antes?

—Porque —aclaré la garganta y guardé el inhalador en la mochila—, te recuerdo que antes ni siquiera hubiese aceptado sentarme aquí contigo.

—El asma me persigue. —Sonrió de lado volviendo a mirar el piso.

—¿A qué te refieres? ¿Tú también?

—No, mi hermano mayor. —Se levantó y caminó por la terraza hasta llegar al muro donde se veía la escuela.

—¿Tienes un hermano mayor? Eres una caja de sorpresas, Collins. ¿Y cómo se llama? —Él me miró y sonrió.

—Nate.

Yo sonreí y giré a ver el colegio desde arriba.

«Nate Collins, qué bonito nombre».

—Nunca pensé que tuvieses un hermano mayor.

—No hablo mucho de mi familia, pero no sé... Supongo que inspiras confianza.

—Entonces supongo que eso me halaga —confesé mirando un punto fijo.

—¿Y tú?

—No tengo hermanos, mi mamá es hija única, así que solo me reduce a un par de primos que no viven aquí. Mi vida es bastante aburrida, a decir verdad —conté encogiendo los hombros— ¿Y tú? Solo dos hermanos, ¿no?

—Sí, solo dos. Yo conozco poco a mi familia. En realidad, considero más a la familia de mi cuñada que a los míos.

—¿Cuñada? ¿Tu hermano está casado? —pregunté, él parecía cómodo contestando.

—Sí, hace como —lo pensó un poco y asintió— siete años.

—Wow, deben quererse mucho. Eso es casi toda la vida de una paloma. —Theo se echó a reír y confirmó lo que decía.

—Se aman de la manera más empalagosa, sus dos hijos son resultado de eso. —Rio haciendo una mueca. Sonreí enternecida. Mi culpa, era una romántica de lo peor.

—Así que eres tío, Theo Collins. ¿Algo más que quieras contarme? —Él me miró riendo mientras negaba con la cabeza, como queriendo decir algo.

—No, creo que no.

—Al parecer hay que sacarte la verdad con una cucharita.

—Ahora mismo, sabes más de lo que cualquiera sabe en esta escuela — hablo serio, yo giré a verlo con el ceño fruncido.

—¿En serio? ¿Incluso Bradley?

—Ya te dije que no tengo amigos reales aquí.

—¿Incluso él?

—Incluso él. —Asintió mirándome.

—Así que, no tienes amigos.

—Nop —resaltó la letra «p», inflando las mejillas.

Entonces yo me alejé un poco de él y estiré mi mano.

—¿Qué haces, Huffy?

—Hola, soy Ginger Huff.

—Hum, ¿hola? —respondió. Fruncí el ceño y le pegué en la cabeza de forma suave—. ¡No lo arruines! Vamos de nuevo. ¡Acción!

—Hola, soy Ginger Huff. —Estiré la mano otra vez.

—H-hola, soy... Theo Collins. —La estrechó.

—¿Amigos? —pregunté, él sonrió negando con la cabeza, pero luego me miró y asintió.

—Amigos.

Jaló de mí de forma suave, envolviéndome en sus brazos en un tierno abrazo. El chico de verdad pensaba que no tenía amigos.

Suspiré y correspondí el abrazo después de unos cortos segundos. Eso me hizo pensar: «Rayos, ¿dónde rayos estaría si Kim y Jake no estuvieran conmigo?». En la miseria, tal vez.

—Perdón. —Sonrió separándose.

—No me molesta. Jake invade mi espacio personal todo el tiempo. Estoy acostumbrada —bromeé con él.

—Hablando de Jake, tengo una duda. —Se removió incomodo y volvió a apoyarse en el muro. Yo asentí para que hablara—. ¿Él es siempre así? Digo, me cae bien, es solo que a veces es un poco raro.

—¿Raro? —pregunté.

—¿Qué no ves cómo se comparta siempre o qué?

—Sí, es decir... Invade el espacio personal de la gente, los pone nerviosos. No lo sé, así se divierte. Como te digo, estoy acostumbrada, lo conozco desde los cinco años.

—¿Se divierte molestando a los demás?

—¿Y de qué te asombras? ¡Si tú lo haces también! —contesté rápido y Theo se echó a reír.

—No, te equivocas. Yo solo te molesto a ti porque es divertido verte enojada.

—O sea que, ¿me molestas desde primer año solo porque «es divertido verme enojada»?

—Pues, sí. Básicamente, sí.

—Eres tan... Tan... —Me moví por el lugar agarrándome cabeza y me negué—. Tan...

—Bueno, ¿y si dejas de hacer como campana? —Yo giré a verlo y le pegué en el brazo.

—¡Ay! —se quejó tocando su brazo—. ¿Estuviste haciendo ejercicio o qué? Esta vez sí me dolió.

—Ginger y ejercicio no van de la mano, nunca. —Me encogí de hombros y me fijé en la hora—. Sabes que me hiciste perder la clase de literatura, ¿no?

—¿No íbamos a ensayar todo el día?

—Sí, pero profesor Harry no quería perder clase, y por mí está perfecto. Él sí me cae bien.

—Sí, a mí también. —Sonrió sentándose a mi lado.

—Así que...

—¿Jugamos a preguntar cosas? —preguntó mirándome, yo alcé una ceja.

—¿Reglas?

—Ninguna. —Encogió los hombros.

—Bien, empieza tú —dije señalándolo, no se me ocurría nada.

—¿Te gusta la hilacha desnutrida? —cuestionó.

«¿Qué?»

—¿Quién? —pregunté confundida.

Ir a la siguiente página

Report Page