Ginger

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¡Abby sabe que existo!

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—CAPÍTULO 15—

¡Abby sabe que existo!

Punto de vista de Ginger

—¡Ginger! —gritó Kim desde el otro lado del pasillo—. ¿Qué era eso urgente que necesitabas contarme? —preguntó llegando junto a mí.

—¿Sabes qué pasa? —cuestioné cerrando el casillero y entregándole mi celular—. ¡Si hubieses revisado ayer tus notificaciones, estarías enterada!

—No entiendo, ¿qué tiene el perfil de Abby? —Miraba mi pantalla aún confundida.

—¡Presta atención! —le grité cacheteándola con suavidad. Ella abrió la boca indignada y tocó su mejilla—. Fíjate muy bien.

—Abril Rizzo. Biografía: Madre, escritora, fui niñera de mis cuñados. Ridícula por excelencia. Mi esposo dice que soy como un toro en una cristalería y yo le creo. La siguen... Wow, cuántas personas la siguen.

—Sí, disimula el hecho que no sabes leer la cantidad de seguidores, más abajo... —Bromeé y mi amiga rodó los ojos.

—Gracia, Ginger. En fin. Hum... Oh, ya. No me...

—¡Molestes! ¡Lo sé! —grité completando lo que iba a decir. Kim empezó a echarse aire con las manos y me abrazó.

—¡Te contestó!

—¡Y me siguió! —Saltamos abrazadas.

Sabía que todos nos estaban mirando, pero sucesos así no pasan todos los días.

—«Hola, Ginger, ¡lo recuerdo! Saluda a tu tía de mi parte y dile que Mateo está soltero de nuevo» —recitó Kim sonriendo.

—¡Me recuerda, Kim! Me enteré ayer, ¡yo no estaba enterada de eso!

—¡Buenos días! —gritó Jake entrando al pasillo. Fue saludando a todos hasta que llegó a donde estábamos—. ¿Por qué tanto amor sin mí presente? ¡Yo quiero saber! ¡Jake también quiere amor! —Nos abrazó fuerte invadiendo el poco espacio personal que me quedaba.

—¡Ya! ¡Quita! —me quejé luego de un rato siendo un sándwich de Kim y Jake.

—Bueno, ¿qué pasó? —preguntó soltándonos.

—¡Abby siguió a Ginger!

—¿Abby?¿Abby la Abby del libro que nos obligaste a leer? ¿Abby la Abby de True Colors?

—¡Esa Abby! —emití un sonido poco natural en mí, que se asemejaba al de un manatí herido.

—¿Cómo ocurrió eso?

—Tengo una historia que contarles, amigos. Pero antes que nada, no se alarmen. ¡Tía Jessica llegó ayer!

—¿Tía Jessica? ¿Tía Jessica, tu hermana gemela con casi doce años de diferencia? ¿Tía que está buenísima Jessica, aún sexy Huff?

—Eh... Sí, Jake. Deja de babosear. —Le cerré la boca.

—Bien, continúa, por favor —mi amigo me dio la palabra y agradecí. Luego de contarles todo lo que había pasado el día anterior, procedimos a entrar al gimnasio para seguir ensayando.

Y, genial, aquel día también tocaba clases con Elmer Butts.

—Tenemos historia —se quejó Kim apoyando su cabeza en mi hombro.

—Hoy voy preparada, voy a grabar su clase. Y a la primera tontería que diga, avisamos a la profesora West.

—¿Crees que sirva de algo? —preguntó Jake apoyando su cabeza en mis piernas. Yo definitivamente era la almohada personal de mis amigos.

—Nunca dudes de mis planes, Jake —amenacé jalándolo del cabello—. Ustedes han escuchado las sandeces que dice, seguro que hoy cae con alguna.

—¡Ya! ¡Ya! ¡Ya entendí! —se quejó y solté su cabello—. Abusiva.

—Vamos ya. —Rodé los ojos, ni siquiera le había hecho daño, a mi amigo le encantaba el drama.

Entonces caminamos a clases de historia.

—Buenos días, queridos alumnos, libros ahora. —Metí mi celular en el estuche y empecé a grabar.

—Profesor, prometió que ensayaríamos hoy —interrumpió Camila alzando la mano.

—Sí, lo pensé. Les daré la mitad de mi hora de clases.

—¡Pero prometió que sería la hora completa...! —mencionó una compañera. Una promesa era una promesa.

—Sí, pero también les digo que hagan sus tareas y algunos no lo cumplen.

—Una promesa es una promesa —habló otro detrás de mí. ¿Me había leído la mente?

—Ya está dicho —anunció provocando que todos abucheen. Algunos necesitaban un poco más de ensayo y no podían quedarse luego de clases.

Sin embargo, de nada sirvió, al pasar la mitad de la clase, pausé la grabación y volví a presionar el botón. No quería que se detuviera.

—Como todos sabemos, los aliados fueron a...

—¡Profesor, ya llegamos mitad de la hora! —mencionó Camila y todos celebraron cerrando los cuadernos.

—Alto ahí, no tan rápido. No van a salir. —Los detuvo a todos, murmullos empezaron a oírse por toda el aula.

—¿Qué? ¡Pero usted lo dijo! —emití una palabra por primera vez en esa clase y me miró directamente con una sonrisa socarrona. Como si hubiese estado esperando que hablara.

—Lo lamento, Huff. Nadie sale.

—¡Pero ahí está la directora! —La señalé en cuanto pasó por el salón, pero fue tan rápido que no hubo oportunidad de que me oiga.

—¡Ya dije que no! No van a salir de este salón, así venga su «Profesora Glenda», que ni siquiera sé cómo llegó a ser directora, y venga de rodillas implorármelo. No salen y ya está.

Bingo. Justo lo que necesitaba. Giré a ver a Jake y le guiñé el ojo.

De todas maneras no nos dejó salir, pero en cuanto terminamos la clase, corrí con mis amigos a buscar a la directora.

¡Se enteraría de eso!

—Hola, amiguitos —saludó Theo uniéndose a nosotros—. ¿A dónde vamos?

—A acusar a Elmer Butts —anuncié con mi teléfono en la mano.

Entonces estábamos Kim, Jake, Derek, Camila, Theo y yo en camino a la dirección.

—Glenda, venimos a secuestrarte por un momento —dijo Jake cerrando la puerta.

—¿Qué? ¿Ustedes no tienen clases? ¿Cómo es eso de llamarme Glenda?

—Sí, pero va en serio —mencionó Jake mirando a Theo. Ambos sonrieron y de un segundo a otro, habían desconectado el teléfono y le habían quitado las llaves de la oficina.

¿Qué nadie se había dado cuenta de que, por más que fuésemos sus favoritos, seguía siendo la directora?

—¡Auxilio, Bernie! —gritó por la ventana que daba al patio. Bernie era una auxiliar. Pero Bernie no estaba. Así que, dándose por vencida, decidió escucharnos.

—¿Qué están haciendo, niños? —Rio mirándonos, sentados todos frente a ella.

Jake abrazaba el teléfono junto a su bolso, y Theo había guardado las llaves.

—Queremos que oiga esto. —Saqué el teléfono y ella me miró.

—¡Ginger, no se permiten teléfonos aquí!

—Lo sé, pero esto es importante. —Asentí alzándolo más.

Y empezamos a oír el audio. Se reía hasta que oyó lo que dijo de ella.

—¿Eso les dijo? —nos preguntó tapándose la boca.

—Así es. —Asentí ladeando el labio.

—Bien, gracias, hijos. Vayan a clases, yo arreglaré esto.

—Nosotros estamos contigo, Glenda —Jake se golpeó el pecho y la señaló.

—Jake, deja el teléfono aquí. Y mi bolso. Theo, tú también, deja mis llaves. ¡¡Y deja de llamarme Glenda!!

Ambos volvieron, dejando todo como estaba antes. Al salir, parecía una escena en donde todos caminábamos juntos, en cámara lenta hacia la salida.

—Espero que sirva de algo —fui la primera en hablar. Ladeé el labio.

—Yo creo que sí. —Derek me animó, luego rodó su brazo sobre mi hombro, sonreí sonrojándome y un grito me asustó.

Era Kim. En cuanto estuvo cerca, empezó a dar vueltas a mi alrededor.

—¿Qué? ¿Qué te pasa? —Me solté del chico para sujetar de los hombros a mi amiga.

—¡Apareciste en True Colors!

—¿Yo?

—¡Sí, Ginger! ¡Tú eras la niña pelirroja de la pista de patinaje! —Me removió de los hombros y empezó a saltar—. ¡Eras tú, Ginger!

—Hum, ¿de qué hablan? —Theo interrumpió mirándonos.

—¡Oh, cierto! ¡No te conté! —Reí mientras saltaba—. ¡Ayer Abby me contestó! ¡Y me siguió! ¡Dijo que me recordaba!

—¿Recordar? —me preguntó confundido.

—¡Oh, es que tampoco sabías eso! —Me alejé por completo de Derek para hablarle al oído a Theo.

—¡Conocí a Abby cuando tenía cinco años! —grité y empecé a saltar de nuevo. Mi chillido provocó que Theo me alejara con una mano en la cara.

—Hum, yo... Me voy. Adiós, chicos —Derek se despidió, pero estaba tan emocionada que no le presté atención.

Estaba ocupada moviendo el brazo de mi nuevo amigo. La emoción me estaba ganando.

«¡¡Abby sabe que existo!!» grité internamente.

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