Ginger

Ginger


Gracias, Theo

Página 19 de 46

—CAPÍTULO 17—

Gracias, Theo

Punto de vista de Theo

Dejé de contestar los mensajes para que ya no se distrajera más. Se giró para hablarle y decidí no ver más. Ya me parecía suficiente cuando hablé con Derek para que dejara de ser un idiota y se animara a hablar con Ginger. Esos dos se gustaban y Ginger merecía ser feliz.

Iba de camino al pasillo donde se encontraban los casilleros, pero no pude evitar detenerme cuando la vi enojada gritándole, ¿qué había pasado?

Esperé un momento por si necesitaban que interviniera, le gritó cosas por algunos minutos y pude ver cómo salía de la escuela. Eso claramente no terminó bien.

—¿Qué hiciste, Derek? —Lo giré y le grité tomando su camiseta del cuello.

—Solo le dije la verdad —habló mirándome, se veía tan tranquilo que generaba más enojo en mí.

—¿Qué verdad? —reclamé.

—Lo que tu amigo me dijo.

—¿Qué amigo? ¿De qué estás hablando, Griffin? ¿No se supone que ibas a decirle lo que sentías? No entiendo. ¿Qué hiciste? —Presioné más la camiseta, pero no se inmutó.

—Primero tenía que decirle lo que Bradley me dijo. —Cerré los ojos y lo solté.

—¿Qué hizo? —pregunté de nuevo, él me miró y movió la cabeza para que lo siguiera a la mesa en donde habíamos estado antes.

Me contó todo lo que pasó y cuanto más hablaba, más me enojaba. Terminé pidiéndole disculpas porque no estaba enterado del asunto. Bradley me iba a escuchar.

Al despedirme de Griffin, caminé hacia la zona de entrenamiento donde Bradley se reía con los del equipo. Luego caminó hacia los vestidores y lo seguí.

—¡Hola, amigo! Hace un rato estaba diciéndole a Kim que tal vez Ginger y tú podrían... ¿Amigo? —preguntó mirándome mientras caminaba hacia él.

—¿Se puede saber qué hiciste, imbécil? —espeté empujándolo. Estaba cansado de que tratara de meterse en mi vida.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—¿Qué le dijiste a Derek Griffin, Bradley?

—Oh... Eso. —Rio agitando la mano con desdén—. Solo le dije que, si se acercaba a Ginger, el equipo y yo le daríamos su merecido. ¿No ha sido genial? —Sonrió cruzando los brazos. Bufé pasando mi mano por la cara y le di una cachetada. Él abrió los ojos—. ¡Oye! —se quejó tocando su mejilla derecha.

—¡Imbécil! ¡Acabas de arruinarlo todo!

—¿Y yo qué hice? —Lloriqueó mirándome. Yo resoplé.

—Perdón, Bradley —bufé apoyándome en el poste de luz—. ¡No debiste meterte en nada! Ginger se ha enterado de todo, ahora está enojada. Ha salido de la escuela casi llorando.

—¿Ginger se enteró? Oh, no, ¡ahora sí me va a hacer algo! —Se levantó de la banca y empezó a dar vueltas—. Necesito llamar a Kim.

—¿Puedes sentarte? Tenemos un problema real aquí. Además de eso una loca me besó hoy.

—Oh —dijo retrocediendo.

—¿Tú la mandaste para que lo haga? —pregunté enojándome de nuevo.

—Amigo, perdón. Es que eres muy lento, necesitaba hacer algo al respecto.

—¡Pero no entiendo por qué todos intentan meterse en mi vida! Vete con Kim, y no hagas nada más. —Me di la vuelta para irme, pero regresé para decirle algo más—. Y que sepas que lo que hiciste al amenazarlo estuvo muy mal.

—¡No era de verdad! —se explicó—. No le haría daño, era una broma. —Rodó los ojos e hice un sonido de desaprobación.

—No, Bradley. Broma o no, estuvo pésimo. Debes disculparte con él y dejarlo en paz. —Él abrió la boca para decir algo más, seguro defenderse, pero lo interrumpí—. No quiero oír otra cosa más, Bradley. Solo no te metas en la vida de los demás y deja a Griffin en paz.

Negué con la cabeza saliendo del vestidor de entrenamiento y busqué mi auto. Necesitaba hablar con alguien con carácter de urgencia. Manejé de regreso hasta que llegué a casa.

—¿Hola? —contestó ella feliz.

—Abby, necesito que me hagas un favor. ¿Estás ocupada? —pregunté cerrando la puerta. No había nadie, así que fui directo a mi habitación.

—Hum, no. Llegamos hace dos días a Perú. ¿Sabías que hay comida en todos lados? Tu hermano parece un niño en una juguetería. Le encanta.

—Eh, me alegra. —Sonreí de lado.

—Bueno, dime. ¿Qué necesitas, Gordito?

—Es sobre Ginger —expliqué y escuché un grito ahogado de su parte.

—¿Qué pasa con ella? —preguntó emocionada.

—Está triste.

—¿Por qué? ¿Qué le pasó? —preguntó más suave, se dio cuenta de que yo tampoco sonaba muy feliz.

Suspiré y empecé a contarle todo lo que sucedió, tenía un plan y esperaba que funcionara. Mientras conversábamos, alguien llamó, me apresuré en despedirme de Abby en cuanto vi quién era.

—Hum, Abs. Tengo una llamada. Te llamo en un segundo.

—Bien, te espero. Nate, ¡deja a esa llama! Te va a... —Empezó a reír y yo alcé una ceja—. Gordito, una llama acaba de escupirle a tu hermano, hablamos luego. —Solté una carcajada y colgó la llamada.

—¿Hola? —contesté.

—Hola, Theo —respondió. Algo dentro de mí se rompió al oírla así. —Perdón por llamar, es que Kim salió hace cinco minutos para verse con Bradley y Jake está saliendo con alguien, pero no me dijo con quién. Es que necesitaba hablar con alguien y... Por Dios, soy una exagerada. —renegó finalizando su monólogo.

—¿Qué pasó? —pregunté sentándome en la cama. No me molestas, cuéntame.

—Derek es un tonto.

—Eso lo sé. Qué novedad —bromeé, pero no se rio—. ¿Por qué lo dices?

—Tu amigo lo amenazó por... No sé por qué, en realidad. Lo amenazó con golpearlo junto a tu equipo si se me acercaba. Es ilógico. ¿Tú sabias algo de eso?

—No. —Miré hacia arriba y decidí hablar—. De hecho... Me enteré recién. Estaba yendo hacia los casilleros y te vi salir triste, quise ir a verte, pero primero fui a hablar con Griffin.

—¿Tú hiciste qué?

—Él me explicó lo de Bradley, me disculpé en su nombre y luego fui a hablar con el imbécil que ocasionó todo. Dijo que no lo dijo en serio, que era una broma.

—No es la forma de bromear —comentó enojada y asentí, aunque no podía verme.

—Lo sé, es lo que le dije. Lamento que haya hecho todo esto, Ginger. Le dije que se disculpe. Eso no está bien.

—Bien, no importa. De todas maneras, no quiero volver a verlo —dijo, sentí como mi corazón iba palpitando más rápido.

—¿Por qué? —pregunté tratando de sonar relajado.

—Me dijo que le gustaba, pero que no se iba a acercar a mí porque les tenía miedo.

—No lo sé, Ginger. Lo comprendo, lo estaban amenazando cinco chicos que son el doble de grandes que él, ¿ya viste sus piernitas? —dije, la hice reír y yo sonreí—. Podrías darle una oportunidad. También le gustas, ¿no? ¿No te hace feliz?

—Sí, tienes razón. Pero no puedo evitar estar un poco desilusionada, Theo —Ginger suspiró.

—Entiendo. Quieres un príncipe azul.

—No, eso es demasiado cursi.

—Huffy, estás viendo alguna película romántica y estoy casi seguro de que tienes un pote de helado de chocolate en tu mano. Tal vez tiene menta también.

—¿Cómo rayos sabes que hago eso? —preguntó riendo.

—Porque oigo a The Pumpins cantar de fondo, y estás triste. Y eso se hace al estar triste, tomar helado.

Ginger se quedó callada unos segundos y luego volvió a hablar.

—La verdad no entiendo por qué no te hablé antes, Theo.

—Porque tenías miedo de enamorarte de mí. —Me la jugué, pero siempre utilizando un tono divertido.

—Ja, ja. Qué gracioso. —Rio bajito y sonreí.

—Pero acabo de hacerte reír —me defendí.

—Eres un tonto. —Asentí dándole la razón y se me ocurrió algo.

—¿Qué tienes que hacer hoy, Huffy?

—Pues... Mi papá está trabajando y mi madre ha empezado a dar clases particulares. Así que hay un niño desconocido en mi sala preguntándose por qué rayos no estudió solo cuando aún podía. Soy hija única y mis amigos me ignoran, ¿tú que crees?

—Uy, te veo ocupadísima —bromeé—. ¿Quieres ir a jugar bolos un rato?

—¿En serio, Theo? —preguntó dudosa.

—Sí, claro. ¿Por qué no?

—Déjame preguntarle a mamá. No cortes.

Pasaron algunos segundos entre ruidos de escalones, murmullos lejanos y un par de risillas de su madre. Ginger volvió a la llamada.

—Lo siento, pensé que había silenciado el micrófono. Dice mamá que tengo hasta las diez de la noche para salir.

—Pues te paso a buscar ahora mismo, Huffy. —Me levanté como un resorte.

—Oye... —susurró ella y alcé las cejas.

—¿Sí?

—Gracias, Theo. —Yo sonreí tallando mi ojo izquierdo.

—No tienes por qué, Huffy.

Ir a la siguiente página

Report Page