Ginger

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La casa de los Collins

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—CAPÍTULO 19—

La casa de los Collins

Punto de vista de Ginger

Sorprendida me hallaba con el hecho de que iba de camino a casa de los Collins, lugar que nadie en la historia de mi secundaria había pisado.

—¿Puedo poner música? —pregunté, él asintió junto a un «por supuesto», estaba concentrado manejando, así que solo encendí el reproductor, que deleitó nuestros oídos con «911» de Julien Garnier.

Theo detuvo el auto en la carretera y giró a verme.

—Hola. —Sonreí saludándolo con la mano—. ¿Qué pasa? —pregunté haciéndome la desentendida.

—¿En serio, Huffy?

—¿Qué? —pregunté aguantando la risa.

—Esa canción en serio me tiene harto —se quejó y no pude soportarlo más. Me reí fuerte.

—¿Puedes manejar? —Señalé el camino.

—Si tuviera a ese tal Julien Garnier en mi auto, a él sí lo hubiera dejado tirado en medio de la carretera —gruñó dando la vuelta a la calle.

—Qué grosero. —Solté una carcajada—. Pobre Julien.

Los siguientes minutos los pasamos en silencio, escuchando distintos tipos de canciones.

Luego de algunas urbanizaciones, terminamos en una residencia tremenda.

Era una casa preciosa.

—¡Ginger! —Alai pegó un grito y corrió hacia mí en un abrazo muy emocionado. Yo recién salía del auto, así que me agarró por sorpresa.

—Hola, peque. —Reí separándome.

—Es estupendo verte aquí, ¡qué emoción!

—Bueno, tu hermano me invitó. —Me encogí de hombros y Alai no perdió oportunidad de empujarme hacia adentro sin esperar a que su hermano estacionara el auto—. Wow.

La vista por dentro no era menos impresionante. Todo el perfecto orden, ningún cuadro o foto familiar, pero vaya que estaba bien decorada.

—Gordito, ¿ya llegaste? —gritó una mujer desde alguna de las puertas del primer piso.

—¿Gordito? —susurré confundida. Alai solo se rio.

—Ay, no —oí decir a Theo mientras cerraba la puerta de su casa.

—Oh, mi Gordito. Qué bueno que llegaste. —Sonrió depositando un par de besos en su frente y mejillas—. Tengo una reunión en la oficina y necesito que... Oh. —Se calló al mirarme.

—Mamá, te presento a Ginger. Ginger, ella es mi mamá. Chloe. —Le sonreí y ella también a mí, se veía contenta.

—Es un placer, señora. —Estiré la mano, pero la estrechó y me jaló hacia ella abrazándome fuerte.

—¡No me digas señora, hija! ¡Que envejezco! —Sonrió besando mi mejilla—. Dime Chloe. Me alegra mucho conocerte por fin.

—Hum, ¿por fin? —pregunté mirando a los hermanos.

—Sí, yo le hablé de ti y de Kim. —Sonrió Alai asintiendo.

—Por supuesto. —Asentí separándome.

—Pero si es tan linda. —Chloe frunció los labios pellizcando mi mejilla. Me miraba con ternura y yo me estaba poniendo incómoda.

—Mamá, por favor, déjala —Theo se quejó tapando su frente.

—Perdón, Ginger, es una falta de respeto salir así cuando tú estás llegando. Es que tengo una reunión en la oficina. —Me abrazó de nuevo y sonrió—. Me da mucho gusto por fin conocer a la famosa Ginger.

—Es un gusto también, Chloe. —Me miró y luego de un gran suspiro, besó las mejillas de sus hijos.

—Bueno, me voy. Vuelvo en un par de horas, los amo, bebés.

Pasó por mi lado dejando olor a un perfume que inundó mis fosas nasales. Cuando Chloe cerró la puerta, yo junté mis labios en una sola raya e intenté taparme la boca, pero fui descubierta por Theo que preguntó «¿Qué pasa?». Ese fue el detonante para que yo me riera.

—Oh, no pasa nada, «Gordito». —Volví a unir los labios y él entrecerró los ojos.

—Así le decimos la mayoría de nosotros en la familia. —Rio Alai sentada en el sofá del salón, es que antes era gordito, era muy lindo.

—Oh, vamos. —Theo alzó los brazos riendo.

—Es que sí suena muy tierno, Gordito —dije, llamando la atención de los dos hermanos Collins.

—Deja de hacerlo.

—¿Hacer qué, Gordito? —pregunté jugando, él hizo una mueca graciosa.

—Empezarás a llamarme así, ¿verdad? —dedujo mirándome.

—¿Puedo? —Alcé las cejas de forma divertida y él se encogió de hombros.

—Me da igual, estoy acostumbrado. Solo no lo hagas en la escuela.

—Perfecto, Gordito.

Cada vez que lo decía, Theo rodaba los ojos o hacía alguna cara graciosa. No podía evitarlo.

Alai interrumpió nuestra conversación preguntando si quería conocer la casa, miré a Theo, en una forma de averiguar si le incomodaba, porque después de todo el me había invitado. Pero él solo sonrió, así que accedí. Segundos después, le pidió a su hermana que se adelantaran porque «él tenía que hacer algo», y luego subió las escaleras, dejándome con su hermana.

—Empecemos por la cocina. —Tomó mi mano llevándome hacia el gran lugar que estaba a la derecha de donde nos encontrábamos. Una sola palabra para todo lo que veía en aquella casa: «Wow».

Con todas las habitaciones que había visto, me estaba mareando un poco. El último lugar que me enseñó fue el suyo. Tenía una pared con fotos pegadas, formaban un corazón. Salía ella con sus amigas, —supuse—, familia, además de algunas con Theo, Chloe y otras personas que no conocía.

—¿Te gusta la casa? —preguntó Alai sonriendo emocionada. Yo asentí.

—Sí. Honestamente, es hermosa.

Pero ¿no era demasiado grande para tres personas? Dudas como: «¿Dónde está su papá?» surgían en mí, pero tampoco iba a preguntar. No había tanta confianza.

—¿Por qué no tienes fotos aquí de tu hermano mayor? —pregunté tocando la pared. Me golpeé mentalmente al escucharme. ¡Qué entrometida!

—¿Hermano mayor? —preguntó Alai frunciendo el ceño.

—Sí, ¿Nate? Theo me dijo. —Sonreí mirándola. Entonces Alai pareció entender y miró la pared también.

—Pues... Él viaja mucho, y no hay fotos recientes. Estaba esperando a verlo para actualizar el corazón.

—Huffy —Theo me llamó y yo giré a verlo. Estaba apoyado en el marco de la puerta tomando la perilla. Hice un sonido dejándole saber que lo escuché e hizo una seña con la cabeza—.Te falta un lugar por conocer.

Me despedí con la mano de Alai y lo seguí. Subimos unas escaleras y terminamos en el ático de su casa. Repetí lo que había estado diciendo la última hora.

—Wow.

Tenían una mesa de billar, un piano en la esquina, un par de guitarras y un televisor junto a la videoconsola que tenía algunos juegos sobre ella.

—La mayoría de estas cosas eran de mi hermano —contó mientras yo miraba el lugar en silencio.

—Esto, Theo. —Pasé los dedos por el teclado y lo miré—. ¿Por qué?

—¿Por qué? ¿qué? —Alzó una ceja apoyando los codos en el piano.

—No sé, estos días han sido tan extraños. Tú siendo bueno, Derek siendo imbécil, Kim ignorándome, Jake saliendo con alguien a escondidas...

—A veces la vida da giros inesperados. Obviamente no todo pasa por casualidad, mas sí por causalidad. —Se encogió de hombros y yo lo miré ahogando un grito chiquito de la emoción.

—¿Qué? —pregunté. Me miró preocupado.

—Que la vida...

—¡No! Lo siguiente —interrumpí—. ¿Estuviste leyendo True Colors? —Reí levantándome. Él me miró por unos segundos y asintió rendido.

—Sí, algo así.

—A pesar de los pequeños y oportunos detalles, no ha sido un mal día, después de todo.

—Me alegra. —Asintió mientras salíamos del lugar. Yo lo detuve y tomé su brazo.

—Oye, Theo... —Me miró y sonreí abrazándolo—. Gracias por lo de hoy, y también por confiar en mí.

Él correspondió el abrazo y no quedamos ahí por unos segundos. Suspiré y nos soltamos.

—No hay de qué, Huffy.

—Hum, ya van a ser las diez —comenté viendo mi reloj, él asintió.

—Ven, te llevo a casa. —Guiñó el ojo y lo seguí con una sonrisa tonta.

¿Qué rayos me estaba pasando? ¡Me sentía la misma Ginger de primero que suspiraba como estúpida por Theo Collins!

¡No podía ser!

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