Ginger

Ginger


Una noche para recordar

Página 45 de 46

—CAPÍTULO 43—

Una noche para recordar

El camino al lugar no fue silencioso, de hecho, fue el más divertido que tuvimos. Empezamos a recordar sucesos en nuestros años escolares.

Contaron como habían pegado un chicle en mi cabello, el como yo me vengué pensando que era la peor persona por acusarlo con —en ese entonces— nuestro tutor.

Cuando logramos que Elmer Butts se desenmascarara.

Lo que sufrimos para viajar a Italia. Incluso cuando Theo me pidió ser su novia vestido de tortuga.

Todo era genial, entramos a la fiesta como amigos que en algún momento fueron algo, pero sin ese incómodo sentimiento que pensé que tendría.

Bailamos en grupo, mis compañeros hicieron bailes ridículos.

Yo hice bailes ridículos.

—¿Por qué tuvimos que esperar a que todo acabara para que apenas ahora apreciáramos todo esto? —pregunté para luego tomar de mi gaseosa.

—Es así, Solecito. Siempre es así —respondió Kim.

—Hola —saludó alguien acercándose a nuestra mesa.

—¿Derek? —O hilacha desnutrida, para los demás.

—¿Puedo hablar contigo? —Miré a mis amigos—. Es un segundo, no quiero molestar.

—Bien. —Asentí levantándome y siguiéndolo. Caminamos cerca de la puerta porque la música estaba bastante fuerte.

—Ginger, solo quiero disculparme.

—¿Eh?

—Sí, me comporté muy mal y lo acepto. Hace unos días hablaba con mi hermana y me hizo pensar que... Rayos, estoy ya graduado, en poco menos de un mes entro a la universidad y no quiero salir de aquí teniendo un problema con alguien. Hace unos días hablé también con Theo.

—¿En serio?

—Sí, lamento si en algún momento te ofendí, creo que estamos bastante grandes ya para saber pedir perdón cuando alguien lo merece. Realmente me gustabas, y no pretendo ponerte incómoda. —Alzó los brazos—. Pero fui un tonto y lo acepto.

—Creo que está bien... No te disculpes más. —Sonreí de lado y él suspiró—. Creo que no tengo ningún problema contigo, lo que pasó en su momento ya pasó. Además, creo que, si no hubiera sido por ti, Theo jamás se hubiera animado a decirme algo.

—Sí, y lamento que hayan terminado. —Ladeó el labio y suspiré.

—Sí, yo también.

—Bueno, entonces... ¿Todo bien? —Estiró la mano, yo lo miré y la estreché.

—Todo bien —contesté más tranquila.

—Gracias, Ginger.

—Oye, bobo, papá te llama —mencionó una chica—. Quiere una foto familiar.

Esa chica. ¡La chica con la que peleaba Joseph!

—Te presento a mi hermana mayor. —Rodó los ojos señalándola.

—Hola —saludó la chica sonriente y me abrazó—. Perdona, soy muy confianzuda.

—Demasiado —dijo Derek y ella lo golpeó.

—Vamos de una vez, ha sido un gusto, Ginger. Pero si no vamos con mi papá va a empezar a avergonzarnos con cada invitado de la fiesta.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté confundida mientras ellos se iban.

—¡Me lo dijo Joseph! —habló jalando de su hermano mientras él pedía a gritos mentales que lo salvaran, reí de aquella situación y me di la vuelta, encontrando a Theo.

—¿Sabes? Te voy a poner una campanita para saber en qué momento apareces —hablé presionando su pecho con un dedo.

—¿Se disculpó?

—Sí.

—Hum. —Asintió.

—No vayas a quedarte sin palabras, ¿eh? Mira que son gratis.

—¿Bailas?

—Uy, sí, pero muy mal. ¿Y tú?

—Sabes que me refiero a otra cosa. —Yo reí tomando su mano y volvimos para bailar.

La música lenta —gracias a Dios— terminó y una de Julien Garnier que no conocía empezó a sonar. Theo se quejó como de costumbre, pero decidió bailar también. Si yo bailaba mal, Theo era mucho peor.

Kim y Brad se unieron a nosotros y finalmente Jake junto a Alai también. De todos modos, no era una fiesta con parejas, al menos no para mí.

La noche terminó. Fue algo inolvidable, no solo porque fue divertido, sino porque aquella vez, fue la última vez que estaríamos juntos en un buen tiempo.

Una noche para recordar.

***

—¡Ginger, corre! —gritó Kim en el aeropuerto, me había quedado dormida y el chico estaba a punto de irse a Italia por quién sabía cuánto tiempo.

—¡Corro lo más rápido que puedo! —grité y finalmente llegamos al lugar.

Theo estaba despidiéndose de su familia y yo llegué casi arrastrándome por el piso.

Saqué el inhalador y respiré.

—¡Oye! ¡No sabía que también tenías asma! ¡Chócalas, rojita! —habló Nate alzando su mano, yo lo miré y choqué su mano poco convencida de lo que estaba haciendo.

—¿Pensabas que podías irte a Italia sin despedirte? —pregunté.

—Me estaba preocupando, la verdad. —Sonrió Theo mirándome, tomé su mano y lo miré también.

—Deseo de todo corazón que cada cosa que quieras hacer se cumpla.

—¿Y si quiero quedarme?

—No digas tonterías. —Negué con la cabeza y él rio.

Me abrazó fuerte, sabía que era una despedida. No sabía cuándo volvería a verlo. Ni siquiera sabía si volvería a verlo.

—¿Viste lo que te di?

—Aún no, no pude, Huffy.

—¿Por qué no?

—Porque es lo único tuyo que llevo conmigo.

De algún modo se llevaba también mi corazón.

¿Por qué no se lo decía?

—Deberías verlo.

«Cobarde».

—Lo veré en cuanto llegue a Italia.

—Quiero que me digas tu impresión cuando lo veas, ¿sí? —Me limpié el rostro tratando de no empezar a llorar.

—Está bien.

—¿Lo prometes?

—Es una promesa.

—Te extraño desde ya. —Sollocé llenando de lágrimas su abrigo.

—Yo también.

—Te quiero. —Lo abracé fuerte.

—Yo más, Huffy.

«Pero su respuesta no llegó».

Ir a la siguiente página

Report Page