Ginger

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Feliz cumpleaños, Gordito

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—CAPÍTULO 34—

Feliz cumpleaños, Gordito

Llegó el día y no podía levantarme de mi cama, estaba nerviosa. Iba a conocer a la familia de Theo.

—¡Vamos!

—No quiero.

—¡No es pregunta! —gritó mamá halando de mis pies por el piso de la habitación.

—¡Mamá!

—¡Ya dije! —Me soltó y estiró la mano para que me levante. Bufé estrechándola y poniéndome de pie por fin.

—¿Están listas? —Sonrió Jess apoyada en el marco de la puerta.

—Sí, planeo ir con este precioso atuendo —comenté señalando mi pijama de ositos. Tomé aire abriendo el armario y metí mi cabeza para dormir un rato más.

—¡Ginger! —gritó mamá provocando que me golpeara la cabeza.

Me alisté rápido y bajé las escaleras a toda velocidad. Theo me envió un mensaje de voz diciendo que ya estaba llegando, así que me encontraba buscando su regalo.

—Mamá, Theo está por llegar. Dejé una bolsa de regalo por aquí, ¿dónde está?

—Ahí, y le das también esa de mi parte —dijo mamá señalando el sofá. Asentí y tomé ambas bolsas.

Oí el timbre y sonreí.

—Es él.

—¡Yo abro la puerta! —gritó Jess corriendo—. Hola, niño.

—Eh, hola.

—Soy Jess, feliz cumpleaños.

—Yo... Soy Theo y, ¿gracias?

—Mira, es muy tierno. —Rio abrazándolo como las típicas tías abuelas que te dejan sin aire.

Theo me miró pidiendo ayuda y reí. Pero mamá interrumpió yendo a abrazarlo.

—¡Feliz cumpleaños, Theo! —Lo abrazó—. Te he dejado un regalo con Ginger, sobre todo lee la nota —susurró esto último, pero logré oírla.

—Gracias, Bonnie.

—Theo, ella es mi tía Jess.

—Soy su prima.

—Es mi tía.

—Pobre de ti que digas eso frente a mis amigos —amenazó la pelirroja mirándome.

—Bueno, nos vamos. Adiós.

Jalé del brazo de mi novio para salir de casa. Tenía una sonrisa gigante, lo abracé por la cintura, él besó mi frente y correspondió el abrazo.

—Hola.

—Feliz cumpleaños, Gordito.

—Gracias, Huffy.

—Bien, te iba a dar esto. Pero ahora temo lo que haya puesto mamá ahí. —Señalé la bolsa de regalo. Él rio y la tomó.

—Gracias, ¿puedo abrirlo ahora?

—Hum, si quieres. —Me encogí de hombros y él asintió—. O mejor en el auto.

Mi mamá estaba viendo por la ventana, me reí cuando se escondió. Caminamos de la mano a donde estaba estacionado el vehículo y nos sentamos. Él se dispuso a romper el papel de regalo como si fuese un niño pequeño. Me sonrió emocionado cuando abrió la caja.

—¿Es Trick? ¿Cómo lo conseguiste? —preguntó mirándome, y luego al regalo.

—Ventajas de tener una tía con buenos contactos, supongo. —Reí mientras tomaba el videojuego entre sus manos.

—¡Pero si sale en dos días!

—Theo... Jess consiguió un autógrafo de Julien Garnier para Kim. Julien estaba a ocho horas de aquí.

—¿En qué trabaja tu tía? ¿eh? —preguntó, tomó el otro regalo para abrirlo también.

—Todo referente a comunicaciones, tiene muchos contactos en todos lados.

—¡No juegues! —Aguanté la risa al ver su cara.

—Feliz cumple.

—¡Una camiseta con una tortuga! ¿En serio? —me preguntó.

—Será mejor que veas el de mamá. —Traté de curiosear pero él tomó el papel.

Le había regalado un perfume. Theo leyó la nota, sonrió de lado y lo guardó en su bolsillo.

—¿Qué dijo?

—Feliz cumpleaños.

—Hum…

—Vamos —comentó empezando a manejar luego de dejar los regalos en la parte trasera del auto—. Por cierto, será mejor que vayas mentalizándote en esto, mis primos son un poco... Enérgicos.

Giré para verlos para saber si hablaba en serio. Él hablaba en serio.

Theo manejó hasta su casa entre conversaciones y canciones variadas. Me volvió a decir que su familia era tal cual el libro, así que debía prepararme.

—¡Feliz cumpleaños! —saludó el pelirrojo abrazándolo al abrir la puerta.

—Ya me saludaste, Mark. Veinte veces.

—¡Hay una pelirroja en mi radar! ¡Es una pelirroja! ¡Hola, Rutili-amiga! —Me abrazó con toda confianza y giré a ver a Theo.

—Espacio personal —le dijo separándolo. Mark rio.

—¡Mark, deja de molestar a tu primo! —gritó una mujer desde algún lugar de la casa.

—¡No le hice nada, Nat! —gritó entrando.

—Lo siento, él es así —Theo se disculpó.

—Lo sé. —Sonreí tomando su mano—. Ya me lo esperaba. Siento que lo conozco.

—True Colors, claro. —Asentí sonriendo. Ambos entramos también, encontrando a casi toda la familia en el jardín.

—¡Hola, pequeña! —saludó su mamá besando mi mejilla.

—Hola, Chloe —contesté sonriendo.

—¡Ven aquí, enano! —gritó alguien persiguiendo a un niño. Lo dijo con un característico acento inglés.

Tuve un momento de fan, Theo me vio y toqué su hombro, él se acercó y le pregunté si Edward, vocalista de The Pumpins estaba frente a mí. Él me dijo que sí, entonces empecé a fangirlear internamente. No me lo podía creer.

—¡Dest! ¿Puedes venir? Tu esposo no puede controlar a su hijo —Nate se burló entrando a la sala—. ¡Hola, rojita!

—Hola, Nate —saludé sonriendo. Miraba a todos lados, y por donde fuese, veía a personajes hechos realidad. Quería parar de pensar en eso, pero era una gran primera impresión.

—¡Feliz cumpleaños, mi Gordito! —chilló alguien abrazando a Theo de pronto.

—Hola, Liz. —Reí y ella se separó—. Familia, les presento a Ginger... Mi novia.

—Hum, hola —saludó un poco tímida.

—¿Qué? —preguntó Mark tapando a Abby—. Huye, Abby. Puede que aún no te haya visto —susurró y yo alcé una ceja.

—Yo... Ya sé todo. —Reí bajito y Theo se golpeó la frente a lo que Abby solo reaccionó empujando a su cuñado.

—Para que vean que yo no exagero con los personajes. —Abby se encogió de hombros.

—Hablando de eso, cuñada. Creo que debería recibir regalías. Estás colgándote de mi fama.

—Mark, ¿dónde está tu esposa? —preguntó Abby riendo.

—En el jardín, ¿por qué?

—Ve a hacerle compañía. —Señaló hacia allá y Mark asintió alejándose mientras todos reíamos.

—Perdón por eso, rojita. Mi primo es algo especial —habló Nate cargando a James.

—No hay problema, sería genial tener primos. —Sonreí de lado.

—¡Hayden, ven aquí! —gritó alguien de lejos mientras cargaba al niño que había estado persiguiendo Edward.

Eran tantos nombres y yo tenía tan poca memoria.

—Mamá, papá está haciendo el tonto de nuevo —se quejó el pequeño mientras ella lo cargaba.

—¡Oh, tú eres Dest! —afirmé emocionada, la chica en cuestión me miró para luego mirar a Abby y luego de nuevo a mí asintiendo.

—¿Leíste True Colors? —preguntó.

—Lo tiene en su mochila —bromeó Theo riendo y le pegué en el brazo.

—¡No es verdad! Lo siento, es que... ¿Saben? Estoy conociendo a los personajes de uno de mis libros favoritos. Pero en realidad ustedes son reales y no creen que sean personajes. ¡Pero para mí lo son y son iguales a como los describían! Ahora estoy actuando como una loca y no puedo callarme. Bien, me callo.

Todos se miraron y empezaron a reír.

—Eres una niña muy tierna, me agradas. —Asintió Dest acercándose para rodear mi hombro y luego el de Theo—. Y hacen una buena pareja. Si no estuvieran juntos, intentaría emparejarlos. Menos mal que no soy profesora. Emparejaría a todos mis alumnos.

—Evita lo que diga, está loca —comentó Abby jalando de mi brazo—. Vamos al jardín. Te presentaré a las tías.

—¿Qué?

—¡Vamos! —Rio guiándome hacia allá, Sky nos alcanzó en el camino y me tomó de la otra mano.

«¡Ayuda!».

—Nana, te presento a Ginger.

—¿Kinder? ¿Quién es Kinder?

—¡No, Nana! ¡Es Ginger! —Abby alzó la voz.

—¡No me grites hija, no estoy sorda! —respondió.

—No, claro que no. —Rio Abby mientras la anciana mujer me sonreía y tomaba mis mejillas.

—¿Quién es esta rojita tan linda?

—Es Ginger, Nana.

—Eso ya lo dijiste, Abby. Estoy vieja pero no tanto.

—Como sea, Nana es tía abuela de Theo. Nana, Ginger es novia de Theo.

—¿Novia? ¿Pero qué es eso? Si son unos niños, ¿son amiguitos?

—No, Nana. Es mi novia. —Sonrió Theo rodeando mi cintura.

—¡Saca la mano de ahí! ¡Gordito! ¿Qué son esas confianzas? ¿Eh? —Nana le pegó en el brazo y Theo me soltó sobando su brazo.

—Oye, Ginger, ¿jugamos con mis muñecas? —preguntó Sky con sus grandes ojos sobre mí.

Esa iba a ser una larga tarde.

Sin embargo; fue bastante divertida. Oí tantas anécdotas y pasé mucho tiempo con personas agradables. Theo estaba contento y yo también.

***

¿Qué es lo que sucede cuando tu padre ha estado trabajando ya por cuatro meses en otro país? Pues lo extrañas.

¿Y cómo se soluciona? Hay dos formas. Ir a buscarlo, o llamarlo. Lo malo es que la más factible para mí, era la segunda.

Pero en otras noticias: ¡Viaje de egresados!

—No puedo creer que iremos a Italia —comenté mientras comía con mis amigos.

—Yo no puedo creer que vamos a graduarnos —dijo Kim.

—¡Yo no puedo creer que vaya a graduarme! —soltó Jake provocando que nos quedáramos mirándolo.

—Sí, es increíble; la verdad —dije y mordí mi manzana.

—¿Qué vas a llevar a Italia? —me preguntó Kim sonriendo.

—¿Cómo? Ropa, ¿no? —pregunté dándole otro mordisco.

—¡Yo sé! Pero ¿qué ropa?

—No sé, la que... Tengo.

—Tengo que supervisar tu maleta. —Negó con la cabeza, Kim me veía como su muñequita a la que siempre quería vestir, a veces me gustaba, pero también me gustaba molestarla.

—Y yo tengo que supervisar tu boleta. Vi tus calificaciones de historia.

—Es que antes estudiaba con mi os... con Bradley —se corrigió aclarando la garganta.

—Kim, ya. Han pasado cinco meses desde eso. Deberías hablar con él.

Supe que un día conversaron de las cosas que pasaron, se pidieron perdón por los errores y quedaron bien. Ninguno de los dos dejaba de hablar del otro. Theo y yo hablábamos de eso todo el tiempo.

—Ya te dije que no, debo preocuparme en mis calificaciones

—Y no lo niego, pero...

—Ustedes deberían estar juntos, sí. Ya lo dijiste —completó la frase, yo negué con la cabeza.

—Me refiero a que ustedes dos quieren volver a estar juntos, han cambiado muchas cosas y, no lo sé, ¿no crees que podrían darse una nueva oportunidad?

—Mira, Solecito. Me encantaría, pero ni siquiera sé si él quiere verme.

—Te está viendo —contesté

—No seas optimista, Ginger. Él...

—No, tonta. Te está mirando. —Señalé la puerta donde estaba parado mientras «hablaba» con Theo.

Tal vez habíamos planeado el juntarlos de nuevo. Solo tal vez.

Bien, tal vez sí... Lo hicimos.

—Espero que esto no sea un plan de Abby —dijo Kim negando con la cabeza.

—De hecho no. Además... ¿Cómo sabes tú lo de Abby? —Kim tomó mi mochila y alzó el libro.

—¿Recuerdas que me obligaste a leer True Colors?

—Oh... Claro. —Asentí.

—¡No puedo creerlo! —oí a alguien gritar desde lejos y corrió hacia la puerta seguida de un par de chicas más.

—¿Qué pasa?

—No sé, lo averiguaré —habló Kim estirando el brazo deteniendo a alguien que apenas iba caminando—. ¿Qué no pueden creer tus amigas?

—Al parecer hay una escritora famosa allá afuera y la acaban de reconocer.

—¿Escritora? —pregunté pasando la manzana con dificultad.

—Ah, ella. —Señaló la foto de Abby en el libro.

—Rayos —murmuré y giré a ver a la puerta donde se suponía que estaba Theo—. ¡Doble rayos!

—¿Abby está aquí?

—¿Tú qué crees, Kim? —pregunté mientras me levantaba de la silla y caminaba hacia el pasillo en busca de los demás.

—Solo hay que buscar el tumulto.

—Gracias, Kim.

—¡Ahí! —gritó señalando el grupo de chicos que rodeaban a una rubia.

—Tenemos que sacarla. ¿Dónde está Theo?

—Ven, luego vemos eso —dijo Kim mientras corríamos hacia Abby.

—¡A ver! ¡Cállense todos! —gritó Kim usando su delicada voz gruesa.

Entonces todos poco a poco, empezaron a dejar de gritar. Abby logró verme entre la multitud y corrió a abrazarme.

—Perdón. No sabía que me iban a reconocer tantos, solo quería dejarle esto a Theo. Lo olvidó en mi casa ayer y pensé que era importante —contó dándome el trabajo de biología.

—Se lo daré.

—¡Circulando todos! ¡Abby necesita privacidad! ¡Congregación de locos! ¿Qué va a pensar ella de ustedes? ¡Qué vergüenza! —gritó Kim mientras empujaba al grupo hacia el pasillo como si fuera un rebaño de ovejas descarriadas.

—Así que ella es Kim.

—Mi mejor amiga en todo su esplendor. —Reí viéndola.

—Abby —dijo Theo llegando, se detuvo a mi lado.

—Hola, Gordito, perdóname.

—¿Qué hacías?

—Te trajo esto, pensó que era importante. —Le entregué el sobre y él asintió mirándolo.

—Gracias.

—Gordito, no te enojes. Pensé que no me reconocerían.

—Pues al parecer se ha puesto de moda leer —murmuró Theo, yo giré a verlo.

—Lo siento, perdón si te incomodé. —Abby sonrió de lado y besó mi mejilla—. Nos vemos, Ginger —se despidió mientras se alejaba a toda prisa.

—Theo...

—¿Fui grosero?

—Sí.

—Bien. —Asintió y se dio la vuelta caminando hacia quién sabe dónde.

«¿Qué?».

—¿Qué? —dije.

«¡¿Qué?!».

«Cuenta hasta diez, Ginger. Inhala amor, exhala odio».

Bufé y empecé a correr, llegando hasta aquel edificio y subir las escaleras. Cuando llegué, noté que lo había seguido sin querer.

Estábamos en la azotea.

—¿Y a ti qué te pasa? —pregunté en el mismo instante que él se sentaba sobre el piso.

—¿A mí?

—No, a la tía Nana —respondí cruzando los brazos.

—No quiero hablar ahora Ginger, lo siento.

—¿Y? ¿Crees que eso me va a detener? ¿Viste como se fue? —dije un poco enojada.

—¿Sabes que desde hoy no me van a tratar igual?

—¿Qué? Theo, eso no va a pasar.

—Los rumores corren rápido en esta escuela.

—En eso tienes razón, pero, si te tratan diferente... ¿Qué? De todos modos, sabes quiénes te queremos.

—¿Qué? —preguntó.

—¿Qué de qué?

—¿Dices que me quieres?

Me quedé callada.

¿Cómo es que cambian las cosas de un segundo para otro?

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