Ginger

Ginger


Verona

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—CAPÍTULO 35—

Verona

—¡Ginger Molly Huff! ¡Si no te levantas ahora mismo, perderás el avión y te haré limpiar cada rincón de la casa con un cepillo dental! —gritó mi serena y amorosa madre.

—¡Ya voy! —devolví el llamado con un precioso alarido de animal herido mientras iba gateando por el piso hacia mi armario.

—¡Te he dejado ropa en la cama! —anunció mamá en el momento que iba a abrir la puerta del clóset.

—¡Gracias, mami! —Me puse las gafas de descanso mientras bostezaba— ¡Me voy de viaje!

Sonreí presionando un poco el labio inferior con los dientes mientras hacía bailes tontos y me dispuse a empezar con la rutina de aseo.

Después de tanto esfuerzo, colectas, ventas, limpiar autos, cocinar, cuidar niños, cortar el césped, quitarle la nieve al césped... Y pedirle dinero al abuelo; logré el cometido. ¡Me iría a Italia por dos semanas!

Pero mamá no podía ir. Sí, nos costó convencer a papá; pero al final logramos que no se preocupara tanto por eso. Irían los papás de mastodonte uno: Fred... Y mi tía Jess.

—¿Ya estás lista? —preguntó mamá y reí bajando los escalones.

—Sí, mamá. Ya estoy. —Negué con la cabeza dejando la mochila de mano sobre el sofá.

—¿A qué hora dijo Theo que venía a buscarnos?

—Según mis mensajes en cinco.

—¿Cinco qué?

—Minutos, má —aclaré ladeando la cabeza.

—Especifica a la próxima —imitó mi voz y acercó el plato de cereal para que coma. Reí y me senté.

—¿Sabes? Creo que por fin Abby disculpó a Theo.

—Ya era hora, todo un mes sin hablarle al chico.

—Bueno, lo tenía merecido. Le habló feo.

—Sí, pero Abby llegó al colegio de sorpresa.

—Mamá, Theo estaba muy paranoico. Lleva un mes siendo «el cuñado de Abby Rizzo» para todos y casi nadie lo trataba diferente.

—Tal vez el factor «casi» es el que lo altera.

—De todos modos, la situación está mejor ahora, así que solo queda esperar.

—¿Abby y Nate irán a Italia?

—Eh, no lo creo. Que yo sepa están en España con los enanos.

—Te sientes bien por poder decirle enano a alguien, ¿no? —Yo reí asintiendo.

—Te quiero. —Pellizqué sus mejillas mientras tomaba jugo, y el timbre sonó.

—Voy yo —anunció mamá abriendo la puerta, segundos después entró Theo.

—Hola, Huffy. —Sonrió besando mi frente, estiré la mano con mi cuchara para invitarle cereal y él lo aceptó.

—¿Qué vas a desayunar? —Mamá lo miró.

—Bonnie, amo tus desayunos. Pero prefiero no comer mucho antes de subir al avión.

—Bueno, te lo paso por esta vez. ¿Nos vamos? —preguntó mientras yo ponía los platos en el lavabo.

—¡Sí! —solté emocionada cargando la mochila de mano, pero cuando iba por la maleta, Theo se adelantó—. Sabes que no es necesario.

—Sí, pero lo hago igual. —Sonrió dándome un rápido beso aprovechando que mamá estaba de espaldas.

—Los vi —dijo mamá caminando a la puerta sin mirarnos. Ambos reímos y salimos de casa.

El plan era que todos nos encontraríamos en el aeropuerto. Al parecer, el papá de Abby había conseguido un lugar para la estadía y no nos cobrarían tanto.

Cuando llegamos al aeropuerto y nos juntamos con los demás (luego de todos los trámites), noté que había gente de más.

Es decir, si el papá de Theo estaba; bien. Pero ¿qué hacían Eva y Peyton ahí?

—¿Qué hacen aquí?

—Lo siento hijo, Eva me oyó hablar con tu mamá y quiso venir.

—Hola, Theito —dijo Eva abrazando a Theo, por supuesto mi novio se alejó acercándose a su mamá.

—No me digas así, por favor.

—Pero oye, yo sería como tu segunda mam...

—Eva, cállate y esperen en el auto —farfulló el padre de Theo. Se veía fastidiado.

—Pero mi amor, yo...

—Eva, por favor.

—Me das asco —murmuró Peyton hacia Kyle, y luego me miró—. Y tú igual.

—¡Peyton! —gritó Kyle sorprendiéndonos a todos.

—¡No le grites a mi hija!

—Eva, ve al auto, mis hijos y sus amigos están aquí y estamos avergonzándolos.

—Bien, está bien. Pero hoy mismo te vas de mi casa.

Entonces la rubia mayor se llevó a su hija hacia la puerta de salida. Todos quedamos casi con la boca abierta mientras Kyle se disculpaba con Theo y Alai.

—Lamento esto, de verdad.

—¿Por qué sigues con ella, papá? —preguntó Alai mirándolo.

—Bueno, creo que ya no estoy con ella. —Se rascó la cabeza—. Es algo complicado, Alai.

—¿Puedo hablar contigo? —preguntó Theo. Su padre lo miró asombrado, y luego de asentir, se alejaron un poco.

—Bueno, que momento tan... Tenso —dijo Chloe rompiendo el silencio con un aplauso.

—¡Ya llegué! —gritó Jess con todas las maletas posibles. Bueno, tal vez eran tres.

—¿Sabes que solo iremos dos semanas? —pregunté mirándola.

—Sí, voy a hacer el registro de mis maletas y charlamos de lo linda que es la vida. Ya vuelvo. —Besó mi frente y se fue.

Miré disimuladamente a donde estaba Theo, conversaban tranquilamente. Incluso vi una media sonrisa de parte de ni novio. Así que seguí con lo mío.

—¡Solecito, aquí estás! —chilló Kim abrazándole y al segundo apareció Jake.

—Hola, Carrie. —Sonrió abrazándonos. Oí que alguien aclaró la garganta y reí en cuanto Jake envolvió sus brazos en Alai.

—Hola, tonto.

—Buen día mi amor.

—Finalmente, ¿qué adultos viajaran con ustedes? —preguntó Chloe.

—Bueno, irán los padres de Fred, mi tía Jess, la maestra Carmen y unos profesores más. Ni mi mamá, ni las mamás de Jake y Kim pudieron venir.

—Me parece perfecto. —Asintió Chloe y sacó su teléfono— Sí, Rose, dime. ¡No! Ese diseño no, no puede solo... —Nos miró—. Hum, disculpen un segundo —mencionó alejándose.

—Mi madre y sus diseños —suspiró Alai mientras Theo y su padre se acercaban.

—¡Chicos, hora de despedirse! —anunció Carmen haciendo que todos fueran a buscar a sus familiares. Menos Fred; él no podía despedirse de sus padres.

Sería ilógico.

—Ginger, levántate temprano.

—Yo también te quiero, má.

—Es que es lo único con lo que siempre lucho por las mañanas.

—Me levantaré temprano.

—Y ordena tu habitación.

—Sí mamá.

—Te amo.

—Yo más. —Sonreí abrazándola y ella me mordió el hombro—. ¡Eh! ¡No eres un hámster! ¡No puedes comerte a tus hijos!

Mamá rio y volvió a abrazarme.

—¡Ya llegué! —volvió a decir Jess—. Oh, un abrazo familiar —dijo enternecida, abrazándonos también.

—Ne-necesito aire —hablé alzando la mano.

—¡Abrazo! —gritó Jake y se unió.

Cincuenta abrazos después, logramos entrar y hacer todos los registros que faltaban. Nos perdimos un poco en el camino porque llegamos a la puerta de abordaje que indicaba la pantalla, y cinco minutos antes de subir al avión, nos cambiaron el número de la puerta. Tuvimos que correr por el aeropuerto para llegar a tiempo.

—¡Estoy emocionada! —chilló Kim golpeando con los pies el suelo de cerámica—. Quiero una foto en el Arco del Triunfo —anunció haciendo un arco con sus manos sobre el aire.

—Hum... ¿Kim?

—¿Sí?

—Eso está en Francia.

—Oh.

—Desubicada.

—¿Le dices a tu papá que me envíe una foto del Arco del Triunfo? —Yo la miré y empecé a reír.

—Sí, supongo que sí.

—Yo quiero comer pizza al lado de la torre de Pisa. —Sonrió Jake mostrando la foto en su teléfono.

—La torre de Pisa está lejos de Verona, que es donde iremos nosotros, Jake.

—¿Y tú cómo sabes tanto?

—No es cuestión de saber tanto, chicos. Es solo saber más que ustedes dos —me tapé un poco la boca y susurré—. ¡Y eso no es tan difícil!

—Eso me dolió —dijo Jake tocando su pecho.

—Me he ofendido. Mi Arco del Triunfo italiano y yo no te necesitamos —dijo Kim. Yo los abracé.

—Los quiero, amigos.

—¡Chicos, ya tenemos que subir al avión! —Carmen entró a la sala con un café, la encargada estaba llamando al grupo tres, que es donde íbamos nosotros. Así que todos empezamos a caminar tranquilamente por el pasadizo de camino a la zona de abordaje.

—¿Y? —Jess me empujó con la cadera.

—Y, ¿qué?

—¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú?

—¡¿Solo bien?!

—Bueno, sí. Estoy muy emocionada. —Sonreí mirando el piso.

—Algo te pasa.

Miré a mi tía, yo negué con la cabeza y siguió insistiendo.

—Jess, no me pasa nada.

—Mentira —bufé escandalosamente y la miré.

—Solo... No sé. Siento...

—¿Angustia?

—Creo que es eso, pero no sé qué puede ser.

—Bueno, deben ser los nervios de viaje. Ya verás que, al bajar del avión, estará todo más que bien. —Me abrazó y luego volvió a empujarme con la cadera mientras esperábamos que los demás subieran al avión.

Una vez dentro, la angustia fue poco a poco olvidada por el hecho de que en nuestra fila estábamos Jake, Kim y yo.

Y al otro lado del pasillo, estaba Theo.

—Kim, ¿me vas a cambiar de sitio en algún momento? —preguntó mi novio.

—No, después el reconocimiento de cuerpos es un lío.

—¡Kim! —Le pegué frunciendo el entrecejo y ella empezó a reír— ¡Esas bromas no se hacen!

—Perdón, perdón. Solo quería amenizar el momento. Te cambio de sitio en unas horas —se dirigió a Theo, para luego ponerse los auriculares

Horas de viaje después, por fin llegamos a Italia; un bus esperaba en la puerta del aeropuerto para llevarnos al lugar que habíamos alquilado por dos semanas.

—¿Nos vamos a quedar aquí? —preguntó Kim mirando alrededor.

—¿Sí? —respondí.

—Lindo —mencionó caminando con cuidado.

Era algo rústica.

Había algunos caballos, un par de vacas, tres patos, una laguna, dos gallinas, un gallo... Pero la casa (si es que podía llamarle así a esa casona), era bastante linda.

—¿Habrá jacuzzi aquí? —volvió a preguntar Kim mientras entrábamos a la casa.

—Sí, obvio. Debe estar allá. —Señalé la puerta—. Pregúntale a esas vacas, ellas deben saber dónde está. —Reí negando con la cabeza.

—¿Eso es un no?

—A ver, chicos. ¡Escuchen! —llamó Carmen haciendo que todos prestáramos atención— Cada habitación es para cuatro personas. Van a subir a sus habitaciones con tranquilidad. Si alguien hace un solo escándalo, los hago bajar a todos y yo misma elegiré los sitios.

Por supuesto en mi habitación estarían Kim, Jess y... ¿Por qué no socialicé antes con mis compañeros de clase?

—¡Me pido la cama cerca de la ventana! —chillé saltando a mi cama.

—Me lo imaginé —dijeron mi tía y Kim a la vez.

—Hola, chicas, ¿está libre aquí? —preguntó una tímida morena. ¿Luna?

—¡Hola, Lena! Ven, pasa. —Sonrió Kim abriendo totalmente la puerta.

Bueno, no era Luna.

—Gracias, chicas —mencionó entrando a la habitación con sus cosas.

Lo mejor de todo, es que el alquiler venía con una promoción de comida. Así que habíamos contratado a personas para que cocinaran durante nuestra estadía.

El papá de Abby se ganó el cielo con eso.

Incluso había dicho que estaría al tanto de nosotros.

Un momento, ¿conoceríamos al papá de Abby?

***

El primer lugar que visitamos, cómo no; fue la casa de Julieta.

—Aquí, en el patio, las secretarias de nuestra heroína Julieta; contestan a diario cartas de consejería en mayoría de jovencitas admiradoras —habló la guía mientras el grupo la seguía.

Lena nos había estado acompañando desde que se le invitó a nuestra habitación, la conocía muy poco, pero había logrado adaptarse a nosotras bastante rápido.

Y seguía preguntando, ¿por qué no socialicé más con mis compañeros?

—¿Qué es eso? —preguntó Kim señalando un balcón.

—Es un balcón, Kim. Puedes pararte ahí y ver el...

—No, Jake —interrumpió Kim pegándole en el brazo—. Me refiero a que si tiene algún significado en especial sobre la historia.

—De hecho, sí, Kim. Resulta que es el balcón de Julieta, este último y la ventana gótica fueron creadas a inicios del siglo veinte para darle más realismo a la leyenda. No se sabe a ciencia cierta si esta fue la casa de Julieta, pero como dice en la entrada Dal Capello es el nombre de los dueños, que viene siendo bastante parecido a Capuleti. Como ven, aquí debajo del atrio, muchos enamorados vienen a jurarse amor eterno dejando papeles en la pared. Son tantos que los encargados tienen que limpiar la pared dos veces al año, en febrero luego de San Valentín, y en septiembre luego del cumpleaños de Julieta.

—¿Podemos dejar nuestras notas? —preguntó alguien atrás.

—Sí, pero en un segundo. Aquí cerca del balcón, está la estatua de Julieta, dice la leyenda que tocando el seno derecho de la estatua, tendrán suerte en el amor, pero eso es creencia de cada uno. Por eso hay tantas fotos iguales de esta estatua —mencionó mientras todos reíamos.

Ridículo.

Igual que lo de las paredes, solo un tonto haría tal cosa.

—Ojalá pudiera hacer esto con Braddy —dijo Kim ladeando el labio.

La miré y me golpeé la frente. Siempre estaba Kim para romper cada limite que yo ponía.

Pero su «Braddy» era peor. Estaba ahí, pegando una nota con goma de mascar.

«Ositos por siempre».

—Anda, mira eso. —La codeé y ella giró a ver. Sus ojos se cristalizaron y el labio empezó a temblar.

—Osito...

—Osita, por favor —habló Brad acercándose a ella. Yo di un paso hacia atrás en cuanto se acercaron.

No me sorprendía que, si me hubiese quedado ahí, sería parte de un abrazo grupal.

Un pequeño «aww» se oyó bastante cerca mientras tomaban mi brazo como si fuera una amiga de mi abuela. Lena.

—¿No son tiernos?

—Eh... Claro. —Fingí sonreír y ella se echó a reír en cuanto vio mi cara.

—No te ves muy feliz con eso.

—Bueno, Brad me caía mal. Estoy en proceso de costumbre, ¿Sabes? Y luego está... Eso. —Señalé a Jake que había alzado la pierna casi rodeando el «cuerpo» de Julieta mientras le tomaban una foto.

—Tú y tus amigos son geniales, me apena haber pasado tanto tiempo junto a ustedes sin ser amigos. Creo que me hubiera ahorrado muchas situaciones.

—Bueno, tenemos dos semanas aquí y unas cuantas más para acabar el año. —Me encogí de hombros.

—¿Somos amigas? —Estiró la mano.

—Lo seremos, si se da con el tiempo. —Sonreí asintiendo y la estreché.

—Huffy, estoy cansado de tu amigo. Ha hecho que le tome fotos con Julieta de todas las formas posibles —habló apoyando su cabeza en mi hombro. Reí acariciando su cabello y me abrazó de la cintura—. No lo soporto más.

—Ustedes también son tan tiernos —soltó Lena juntando ambas manos cerca de su mejilla.

—¡Miren estas fotos! Debería ser modelo, o algo —anunció Jake posando como «el pensador» y bufé.

—¿Por qué siempre me toca juntarme con gente rara? —pregunté alzando una mano al cielo y Theo levantó la cabeza mirándome con el ceño fruncido. Yo reí y besé su mejilla—. Sabes que es cierto.

—Chicos, nos vamos a almorzar. Todos en orden, vamos a casa. Lo que queda del día será libre —anunció Carmen mientras algunos terminaban de tomarse fotos.

Y así fue, como era un lugar de corto recorrido, no necesitábamos tanto usar el autobús.

Luego de alimentarnos, cada grupo salió a distraerse.

Lena, Jake, Kim, Brad, Camila, Theo y yo.

Nos habían asignado a un adulto por grupo y mi tía, por supuesto nos eligió.

—¡Es un buen día para estar vivo! —gritó Jake en medio de la calle mientras caminábamos.

—Creo que podemos ir al centro comercial —mencionó Kim tomando fotos de cada cosa que veía.

—Pero centros comerciales hay muchos, por qué mejor no vamos a un mus... Sí, creo que está bien ir a un centro comercial. —Asentí viendo como Kim me miraba.

—¡Perfecto! —chilló dando la vuelta y nosotros la seguimos.

Una vez en el lugar, cada uno empezó a alejarse del grupo y terminamos separados.

Yo estaba con Theo, y habíamos tomado un helado. Pero... ¿Y los demás dónde estaban?

—A Kim la encontraremos en alguna tienda de ropa, y como la conozco muy bien, debe estar en... Esa. —Señalé caminando hacia allá junto a Theo. Dicho y hecho, la encontramos con un par de bolsas y a punto de gastar todo lo que tenía.

—¿Sabes que si compras ahora no podrás comprar más cosas y tendrás que facturar esa maleta de más?

—Cierto. —Asintió acariciando el vestido—. Adiós, amiguito. Nos volveremos a ver —se despidió saliendo de ahí con nosotros.

—¡Aquí estaban, chicos! —dijo Jess acercándose con los demás.

—¿Dónde está Jake?

—No sé, pensé que estaba con ustedes —hablé mirando alrededor.

—Tenemos que buscarlo.

—¡Yo puedo hacer eso! —Kim se aproximó mientras caminaba hacia el vigilante—. «Excuse-moi, monsieur. Avez-vous vu un garçon? Il a les yeux bleus, il est un peu idiot et il s’appelle Jake».

—«Non capisco, signorina» —respondió el hombre confundido.

—¡Kim, estamos en Italia! —gruñí tomando su brazo— ¿cómo le vas a hablar en francés?

—Intentaba ayudar —chilló mientras reíamos, alcé la mira y Theo hablaba con el hombre.

—«Scusi, signore. Lei ha visto un ragazzo alto di occhi azzurri? È un po scemo e risponde al nome di Jake».

Todos nos miramos sorprendidos mientras el guardia de seguridad le indicaba el lugar.

—¿Sabes italiano? —pregunté asombrada, él sonrió y asintió rascándose la nuca.

—Abby...

—Claro, debí suponerlo. ¡Ah! —alcé la voz—, dijiste que estudiaste la primaria aquí. —Theo se rio al ver que recordé lo que dijo.

—Está en la tienda de deporte. Dice que Jake le pidió una foto mientras pasaba por aquí. —Rio negando con la cabeza.

Entonces fuimos hacia allá, Jake había estado ahí todo el tiempo.

Y repito: Debí suponerlo.

—Bianca —susurró Theo mientras salíamos de la tienda.

—¿Qué?

—Bianca, ella es la hermana de Abby. —Sonrió señalando a la chica que caminaba tomando de la mano a un chico. Tenía unos veinticinco años, sacando mis cuentas, aunque no aparentaba su edad.

—¡Theo! —llamó alguien detrás de nosotros.

—¡Luca! —Sonrió abrazándolo.

Luca, eran tan lindo como su nombre.

¿Quién es Luca?

—¡Bianca, mira quién está aquí! —gritó haciendo que la pareja se acercara a nosotros. La chica gritó y corrió a abrazar a Theo.

—¡Gordito! —chilló presionando sus mejillas como un bebé.

Un momento

¡Eran los hermanos de Abby!

Y ese Luca, bueno.

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