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Juan Pablo Cambo

1.¿Por qué te incorporaste como voluntario?

Desde que comenzó la cuarentena llevaba varios días en la casa pensando cómo los jóvenes y los excursionistas podríamos aportar en la lucha contra el coronavirus.

Supe por la Mesa Redonda que se necesitaba ayudar con la producción de alimentos, entonces pensé "me voy para el campo a ayudar en la agricultura...”. Justamente, en esos días, nuestra Universidad hace la convocatoria para apoyar al Sistema de Ayuda a las Familias (SAF). Me inscribí inmediatamente. Sin embargo, no pude participar porque vivo con mis padres mayores de 60 años y tuve miedo de ser fuente de contagio.

Por suerte, a los pocos días, el Movimiento Cubano de Excursionismo (MCE) nos convocó para participar en el estudio clínico de un nuevo Interferón que estaba realizando el CIGB, y como para este estudio estaría 5 días en un centro aislado, decido inscribirme para participar.

Luego, la universidad nos informó que podíamos ser voluntarios para ayudar en el Hospital Salvador Allende, en mi caso, ya estaba comprometido con el estudio clínico.

Conocí entonces que habría una segunda convocatoria para relevar a los muchachos que entraron en la primera etapa al hospital. Fue entonces que decidí inscribirme, pero ya estaba el grupo completo. Pasé a formar parte de la reserva, en caso de que hubiese disponibilidad.

En la mañana del sábado 9 de mayo recibí la llamada de Danhiz, secretario de la UJC de mi universidad, preguntándome si podría entrar el lunes próximo porque faltaba una persona. Así empezó mi historia en la Covadonga.

2. ¿Cómo fue tu primer día?

...Algunos trabajaríamos de auxiliares de limpieza, otros de ayudantes de enfermería, de pantristas, en la administración, en la cocina y en la farmacia. A mí me tocó de auxiliar de limpieza en la sala Antonio Maceo junto a Liney (2do año de Ingeniería Quimica), Lázaro (2do año de Ingeniería Agrónoma) y Miguel (5to año de Arquitectura). Ese día limpiamos y desinfectamos toda la sala, en total eran 8 cuartos con 2 camas cada uno. Los pacientes llegarían en la tarde y todo tenía que estar en perfecto estado. Ese día terminamos de trabajar después de comer, como a las 10 de la noche. Había sido nuestro primer gran día de mucho trabajo.

3. ¿Sentiste miedo? ¿Pensaste en rendirte en algún momento?

Si, sentí temor, es normal, sobre todo cuando recordabas que estabas trabajando en sala de sospechosos. Sin embargo, nunca pensé en rendirme, esa no era una opción.

4. ¿Qué fue lo más difícil que tuviste que enfrentar?

Cuando tenía que entrar a las habitaciones de los pacientes sospechosos a limpiar y desinfectar o a cambiarles el nasobuco. También cuando alguno de ellos te pedía que lo ayudaras en algo y la respuesta inmediata era ir, pero luego, te acordabas que no tenías todos los medios de protección y tenías que virar para atrás, tomar todas las medidas y ayudar en lo que hiciera falta.

5. ¿Guardas alguna anécdota que marcará tu paso como voluntario?

La anécdota que me marcó es que existen personas muy inconformes e insatisfechas con todo lo que la Revolución les pone en sus manos y no saben valorarlo. Por ejemplo, mis pacientes eran todos hemodializados, es decir, que sus riñones no funcionan y reciben la hemodiálisis cada dos días. Algunos de ellos se quejaban porque querían estar en su casa y no el hospital...

6. ¿Volverías a incorporarte?

Si, claro que sí y cuantas veces sea necesario para que nuestro país y el mundo salgan adelante. No lo dudaría ni por un instante.

7. ¿Que le dirías a tus familiares y amigos sobre tu misión?

A mis familiares les diría que se preparen, porque me van a extrañar cada vez que se necesite de mí.

A mis amigos les diría que experiencias como estas ayudan a forjarnos como mejores seres humanos, sobre todo, cuando uno conoce todo lo que pasan las personas, sus problemas, sus necesidades y los esfuerzos que realiza el país para salir adelante y cuidar a los demás.

8. Resume en una palabra estos 14 días?

Extraordinario


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