Gay sex

Gay sex


BLOQUE II. Prejuicios. Una liberación sexual pendiente » 4. Así se destroza una sexualidad. Nuestra cultura y la homosexualidad » Ejercicio práctico para trabajar los prejuicios

Página 11 de 36

Los egipcios también gozaban del erotismo y la sexualidad pues, como puede verse en el Papiro Real de Turín, manejaban una cantidad de posturas y prácticas sexuales que ni los de Brazzers.41 Aunque para hablar con propiedad sobre posturas, ahí están nuestros amigos de la India antigua con sus templos dedicados al sexo en Khajuraho y con su libro más famoso, ¡el Kamasutra! Los precolombinos americanos no se quedaban atrás (para una revisión: Vela, 2010), con prácticas sexuales homo y heterosexuales de todo tipo, rituales masturbatorios, representaciones gráficas de diferentes posturas sexuales, etcétera. Sin pretender ser exhaustivo en este repaso (te animo a que tú mismo continúes investigando), sí que quiero destacar que todas las culturas han tenido una buena relación con la sexualidad hasta que llegó la moral judeo-islamo-cristiana (parece que el monoteísmo se lleva mal con la sexualidad humana). Probablemente creyendo que lo mejor para el ser humano era cumplir el plan de Dios, los cristianos medievales difundieron una visión de la sexualidad como algo peligroso que los alejaba de la contemplación espiritual. La Edad Media fue una época de dificultades y guerras que hizo imprescindible, en términos de supervivencia psicológica, la creencia en una vida ultraterrena que diera sentido a la miserable existencia a la que muchos se veían abocados. Lamentablemente, esa necesidad de consuelo terminó convirtiéndose en un instrumento de control en manos de unos pocos, gracias a la alianza entre los poderes políticos y el religioso. Desde los púlpitos adoctrinaban a los fieles para que amasen a sus gobernantes, y en consecuencia, estos favorecían la expansión de la Iglesia. La visión pacata de la sexualidad que tenían las Iglesias cristianas, heredada de aquel primer cristianismo (que tanto necesitaba diferenciar su moral de la romana), fue expandiéndose por todo el planeta debido a los imperios coloniales, hasta que en el siglo XIX la mojigatería sexual se había globalizado. En el siglo siguiente, allá por los años sesenta, comenzó la revolución sexual… ¡y aún la tenemos que completar en el siglo XXI!

Todo este sermón histórico, además de para demostrar lo mariculta que soy (y lo bien que manejo Google), solo tiene como propósito recordarte que no vamos hacia la promiscuidad sino que venimos de la represión. No nos estamos despendolando, estamos regresando a lo que siempre hemos sido: una especie sexuada que emplea mucho tiempo y esfuerzos en disfrutar del placer sexual. De ahí la frase que da título a este apartado: «Menos rosarios y más bolas chinas», que no es mía pero que me hubiese encantado parir. Es un viejo eslogan feminista que adoro y que viene a decir que, más que andar recomendando rezos, mejor recomendemos orgasmos. O, al menos, que la gente no tenga que renunciar a los orgasmos por rezar. Entendido en el contexto donde surgió, cuando la religión y sus dogmas eran una imposición, el eslogan cobra todo su sentido. Si en los siglos posteriores a la caída de Roma el sexo estuvo vedado, el XX fue el siglo donde se produjo el punto de inflexión, de forma que el declive de las Iglesias favoreció el auge de los movimientos de liberación sexual incluyendo la disciplina de la sexología. Este surgimiento favoreció una mayor libertad sexual y un mayor cuestionamiento de los dogmas…, y aquí seguimos trabajando.

Libérate

Para tu liberación sexual personal tendrás que añadir algo más a esta reestructuración (o cambio de chip), y ese algo será liberarte del sentimiento de culpa. Pensando en el primer objetivo, te estoy proporcionando la información que habitualmente trabajamos en consulta (origen y condiciones que mantienen los prejuicios). Pero aún queda mucho por tratar y el resto del libro servirá para ampliar la información que necesitas, aunque siempre te animaré a que la completes con los puntos de vista de otros autores. Es imposible que yo tenga la razón en todo y seguro que hay gente muy válida, además de los autores de los que te ofrezco las referencias, que pueden mejorar el contenido de este manual.

En lo relativo a la culpa, la mejor manera de superar el bloqueo que nos genera una emoción intensa es mediante técnicas de exposición gradual. Dentro de estas técnicas hay dos modalidades: la encubierta (o cognitiva) y la directa. En la primera, la exposición se realiza imaginando aquello que nos provoca la emoción. Se trata de que visualices escenas que habitualmente te provocan un sentimiento de culpa. Hablar de ello hace que las visualices (por eso va tan bien hacer terapia o charlar con los amigos), y también conseguimos ese efecto leyendo sobre el asunto. Por eso soy tan explícito a menudo: porque me gusta ser claro y porque sé el efecto terapéutico que tiene un lenguaje tan descriptivo. Así que seguiremos hablando de muchas situaciones que te provocan vergüenza o culpa. La segunda modalidad, la de la exposición directa, necesita que vivas esas situaciones. Así que te iré animando a que des pasos en la dirección necesaria para que pongas en práctica todo lo que vayas aprendiendo a continuación (guiño).

Para tu tranquilidad, es muy bueno que cuentes con criterios que te permitan saber que estás haciendo lo correcto, ya que vas a contravenir los aprendizajes que has acumulado a lo largo de tu vida. Si nuestro entorno nos enseña a reprimirnos sexualmente, puede ser difícil lanzarnos a disfrutar de la sexualidad sin tener muy claro si es lo adecuado. Es lógico que te entren dudas si no tienes claros los criterios. Por eso, a continuación te recordaré los derechos sexuales. Estos derechos son formulaciones inequívocas de lo que se considera adecuado en el terreno de la sexualidad, y existe incluso un listado.

Los derechos sexuales

Leí una vez que «los derechos humanos son victorias de la civilización contra la barbarie», y me pareció un resumen perfecto. Cuando hablamos de derechos, estamos hablando de un conjunto de posibilidades (no de obligaciones) que reconocemos a todos los seres humanos por el mero hecho de serlo. Son producto de la reflexión objetiva y el debate desde distintos puntos de vista. Cuando algo se expresa en la forma de un derecho, supone que los expertos, después de investigar mucho, concluyen que ese concepto debería ser visto de la manera en que se describe en el Derecho. En el siglo XXI creemos que cobrarán cada vez más importancia los que hemos denominado Derechos Sexuales, que nos sirven como criterio para distinguir cuándo una persona vive su sexualidad de una manera digna y cuándo se le está impidiendo hacerlo. Estos derechos fueron proclamados en 1997, en la Declaración Universal de los Derechos Sexuales de la Asociación Mundial de Sexología (WAS) y te los copio a continuación:

1. El derecho a la libertad sexual. La libertad sexual abarca la posibilidad de las personas a expresar su sexualidad y excluye todas las formas de coerción sexual, explotación y abuso en cualquier periodo y situación de la vida.

2. El derecho a la autonomía sexual, integridad sexual y seguridad del cuerpo sexual. Incluye la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre la vida sexual dentro del contexto de la propia ética personal y social. También incluye el control y disfrute de nuestros cuerpos, libres de tortura, mutilación y violencia de cualquier tipo.

3. El derecho a la privacidad sexual. Para expresar las preferencias sexuales en la intimidad, siempre que estas conductas no interfieran en los derechos sexuales de otros.

4. El derecho a la equidad sexual. Se refiere a la oposición a todas las formas de discriminación por razones de sexo, género, orientación sexual, edad, raza, clase social, religión o discapacidad física, psíquica o sensorial.

5. El derecho al placer sexual. Incluye el autoerotismo, y se considera una fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual.

6. El derecho a la expresión sexual emocional. Esta es más que el placer erótico en los actos sexuales. Cada individuo tiene derecho a expresar su sexualidad a través de la comunicación, el contacto, la expresión emocional y el amor.

7. El derecho a la libre asociación sexual. Representa la posibilidad de casarse, divorciarse y establecer otros tipos de asociaciones sexuales.

8. El derecho a tomar decisiones reproductivas libres y responsables. Para decidir sobre tener descendencia, el número y el tiempo entre cada hijo y el derecho al acceso a los métodos de regulación de la fertilidad.

9. El derecho a la información basada en el conocimiento científico. La información sexual deber ser generada a través de un proceso científico libre de presión externa y difundido de forma apropiada en todos los niveles sociales.

10. El derecho a la educación sexual comprensiva. Este es un proceso que dura toda la vida, desde el nacimiento, y debería involucrar a todas las instituciones sociales.

11. El derecho a la atención clínica de la salud sexual. Esta debe estar disponible para la prevención y el tratamiento de todos los problemas, preocupaciones y trastornos sexuales.

Las anteriores son las razones por las que, a la hora de evaluar tu sexualidad, no deberías guiarte por lo que diga cualquiera, sino por lo que digan quienes saben del asunto. Y los que saben del asunto te dicen (como puedes ver en los Derechos Sexuales) que tienes derecho, entre otras cosas, al placer, a la libertad, a la privacidad o a la información basada en el conocimiento científico. El sexo (también el sexo gay) en el siglo XXI debería ser un sexo libre de prejuicios, un sexo informado, un sexo centrado en lo que hace gozar a quienes participan, un sexo a través del cual puedas expresarte con libertad.

Ejercicio práctico para trabajar los prejuicios

Para superar los prejuicios, tanto los que tú mismo tienes, los que oyes a tu alrededor, los que encuentras en redes o los que repasaremos en los siguientes capítulos, vamos a preparar un ejercicio. En la siguiente tabla42 encontrarás una serie de preguntas que debes hacerte sobre esos prejuicios para comprobar que, como cualquier otra idea distorsionada, no se sostienen.

Elige un prejuicio y rellena la tabla contestando a las preguntas relativas a él. Repítelo con todos los prejuicios que creas conveniente o apréndete las preguntas y formas de cuestionamiento para irlas aplicando en tu vida cotidiana. Verás que en el siguiente capítulo lo haré de manera informal pero, al fin y al cabo, estaré cuestionándolos tal y como se indica en este ejercicio.

Algunos ejemplos de preguntas que puedes hacerte:

¿Qué datos tienes a favor de este prejuicio?

¿Son realmente favorables estos datos?

¿Qué datos existen en contra?

¿Qué te asegura que las cosas sean como asegura el prejuicio?

¿Cuál es la probabilidad de que estés interpretando correctamente la situación?

¿Existen otras interpretaciones alternativas?

¿Hay otro modo de enfocar lo que afirma el prejuicio?

¿Cuál es la probabilidad de estas otras interpretaciones?

¿Cuál es la interpretación más probable?

Ir a la siguiente página

Report Page