Gay sex

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BLOQUE IV. Follando, que es gerundio » 10. Vosotros y el sexo » Lo que solemos hacer en la cama (o en el sofá)

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Vosotros y el sexo

Es muy bonito tener sexo con el hombre del que estás enamorado, doy fe. Pero ya vimos en CAM que no siempre es posible encontrar novio, y hace unos capítulos te explicaba que tu sexualidad te acompaña incluso cuando no estás enamorado. En este capítulo trataré el sexo compartido, pero entenderlo como sexo entre novios sería una lectura muy restrictiva. Abordaré el sexo contigo mismo, con otro hombre o con toda una multitud. Me ocuparé del sexo sin amor, del amor sin sexo y de otras posibles combinaciones. Yo hablaré de follar y tú decidirás con quién. Por cierto y por si no ha quedado claro a estas alturas, repito que por «follar» quiero decir todo lo que suponga una relación sexual y no solo la penetración, al igual que por «follar bien» no me refiero a ser técnicamente muy bueno sino a saber conectar con tus parejas sexuales. Follar bien no va de bombear a ritmo regular sino de conectar tu sexualidad con la sexualidad del otro.

El amor platónico y la IH

Muchos hombres gais tienen interiorizada una visión muy negativa sobre su sexualidad, y sus mecanismos psicológicos de ajuste social han sustituido su deseo por un amor espiritual, asexuado y «puro», creyendo que ese amor sería más aceptable socialmente que el que contiene pasión sexual. Me vais a perdonar, pero eso es más antiguo que cagar. Desde el platonismo, el dualismo cartesiano y todo lo que tenga que ver con las creencias que dividen al ser humano en cuerpo y alma, venimos arrastrando esta falsedad. El ser humano no es una dualidad, como ya he comentado en el capítulo anterior, el ser humano es una unidad integrada de funcionamiento. Cualquier planteamiento que incluya una visión dualista de nuestras personas es un planteamiento equivocado. No existe alma, somos un cuerpo, no existe ningún tipo de «amor desde el alma», solo existe el amor desde tu cuerpo con sus hormonas y neurotransmisores actuando sobre tu cerebro y provocando que establezcas un vínculo con otro ser humano. El rechazo al cuerpo no es más que rechazo a la propia naturaleza y se basa en ideas sin fundamento ninguno. No se ha demostrado (ni se hará) que exista el mundo espiritual. El espíritu, la creencia en la vida tras la muerte, es un invento de nuestra especie (y al parecer, de otros homínidos como los neandertales; Aslan, 2019) con el que intentamos aliviar el dolor de la pérdida de seres queridos al imaginar que una parte de ellos continúa viviendo en otra dimensión. Los rituales y, posteriormente, las religiones cumplían un papel importante y triple: calmar el dolor ante las injusticias o las pérdidas; favorecer la cohesión social («Nosotros adoramos a X y nuestro dios nos hará vencer a nuestros enemigos mientras permanezcamos unidos en la veneración a él»), y ofrecer respuestas ante enigmas filosóficos o de conocimiento (¿cuál es el sentido de la existencia?, ¿qué son los rayos y qué los produce?). En el caso del cristianismo, además, al defender la igualdad de todos los seres, fue adoptado rápidamente por millones de esclavos romanos pues promovía un nuevo orden social beneficioso para ellos. Pero las religiones, por más que sean útiles, no son perfectas, y su explicación sobre la naturaleza es, cuando menos, defectuosa.91 Era insuficiente para explicar el universo, fue insuficiente para explicar la evolución de las especies, es un desastre explicando la diversidad sexoafectiva y de género, y es un desastre en lo relativo a la sexualidad. Y lo es porque la religión es un invento humano con una doctrina escrita por humanos que sabrían mucho de teología pero muy poco de astrofísica, biología y sexología. Respecto a la sexualidad, el cristianismo (la religión mayoritaria en los países donde vivís mis lectores) ha sido muy represivo, incapaz de entender que esta va mucho más allá de la reproducción. En nuestra cultura, además del rechazo a la homosexualidad, también se penalizó la sexualidad fuera de la pareja y es en eso último en lo que aún siguen muchos hombres homosexuales.

¿Crees que todo esto está muy superado? Hay un buen número de ideas en el colectivo gay que te harán darte cuenta de que, de superado, nada de nada. Son ideas que se manifiestan especialmente cuando alguien se infecta de alguna ITS y se comenta con frases como: «Si no fuera tan puta, eso no le habría pasado» o «¿Cómo no se va a pillar algo si anda follando con cualquiera?». ¿A que eso sí lo has escuchado con frecuencia? Son ideas tras las que sigue agazapada la penalización de la sexualidad sin pareja. Las personas que piensan así hacen sufrir a quienes tienen que aguantar sus juicios. Y se equivocan porque, como ya dije, no siempre estás en pareja pero siempre tienes sexualidad: ¿de verdad tienes que restringir algo tan natural a tu persona solo por no estar emparejado? ¡Ni que tener novio fuese tan fácil! Pero es que, además, estos jueces de la moral ajena viven su sexualidad con mucha ansiedad mientras no están en una pareja estable y creen, ilusoriamente, que por tener pareja se mantendrán a salvo de las ITS. Creer que solo porque estás en pareja no te infectarás de algo es como creer en que tu ángel de la guarda te protegerá de infortunios.92 Hay estudios que llegan a cifrar en casi un 33% el número de hombres VIH+ que se infectan estando en una relación monógama (Sullivan et al., 2009). Monógama por su parte, porque de la otra parte: ¡sorpresa!

«Amor espiritual» ha sido el eufemismo con el que, históricamente, los hombres homosexuales hemos encubierto nuestro deseo sexual hacia otros hombres. De no haber sido por la homofobia, nunca habríamos disimulado nuestra sexualidad. La unión de la homofobia y la penalización del sexo fuera del matrimonio sigue aún coleando en la represión de muchos hombres gais que provienen de contextos conservadores. Y en la culpa con la que muchos siguen viviendo el haberse infectado de una ITS. Evidentemente, está bien que tengas sexo enamorado, lo que estoy tratando de explicarte es que no debes sentirte mal por tener sexo sin amor ni debes criticar a quien lo tenga.93

Activos, pasivos, versátiles y no-anales

En QMM ya abordamos los distintos roles sexuales (pp. 230-234), así que te haré un resumen de los puntos principales de la revisión bibliográfica que hice para aquel capítulo porque siempre es bueno refrescar estos puntos:

Muchos hombres gais son versátiles (Halkitis

et al.

, 2008; Jin

et al.

, 2015). El porcentaje de activos o pasivos es menor que el de versátiles:

solo el 17 por ciento se autodefine como exclusivamente activo o exclusivamente pasivo.

el 47,31 por ciento es totalmente versátil.

el 35,69 por ciento es versátil con preferencia por un rol (Lyons

et al.

, 2011)

El tamaño del pene influye en el rol sexual. Los gais que tienen un pene por debajo de la media suelen hacer de pasivos y los que tienen el pene más grande, de activos (Grov

et al.

, 2010). Ser pasivo o activo no guarda relación con los estereotipos de afeminamiento o masculinidad (Wegesin y Meyer-Bahlburg, 2000).

El rol preferido no solo se da en el coito, sino también en otras prácticas como la lluvia dorada o el

fist fucking

(Moskowitz, Rieger y Roloff, 2008).

También existen hombres a los que no les gusta ser penetrados de ninguna manera y que tampoco disfrutan penetrando analmente a otro. Evidentemente, es totalmente legítimo que uno decida qué práctica sexual quiere llevar a cabo y cuál no.

Estos estudios no se hacen por curiosidad morbosa, sino para entender los factores que inciden en la extensión de las ITS en nuestra comunidad, siendo la versatilidad un factor de enorme importancia en este asunto.

Existe mucha discusión acerca de si el rol sexual aporta algún tipo de identidad o no. Sabemos que el autoetiquetado sobre el rol anal continúa siendo un aspecto importante de la identidad para muchos hombres gais (Wei y Fisher-Raymond, 2010). Como ya te he señalado antes, al referirnos al activo o al pasivo solemos hacerlo para aludir solo a la posición que acostumbra a ocupar ese hombre durante sus relaciones sexuales. Eso no añade más identidad a la persona que la que uno pueda necesitar dentro de un contexto totalmente sexual. En otras palabras: ser pasivo no te describe en absoluto como abogado, psicólogo o repartidor de pizzas. Pero si estás en una sauna o en un sexclub, evidentemente sirve para ser identificado por aquellos hombres con los que serías sexualmente compatible. Las personas, ya lo sabes, somos polifacéticas y para cada una de las facetas de nuestra vida podemos tener identidades ligera o profundamente diferentes entre sí. Un hombre acostumbrado a hablar delante de multitudes puede ser alguien muy callado en su vida personal. Un hombre moderado y tranquilo en su oficina puede ser el alma de la fiesta cuando sale de juerga. Una cosa es la identidad profesional o la identidad como trabajador y otra bien distinta es tu identidad juerguista. Así pues, podemos admitir una cierta identidad relacionada con el rol sexual pero muy restringida a contextos sexuales.

Lo que solemos hacer en la cama (o en el sofá)

Los seres humanos somos realmente creativos a la hora de follar y de buscar con qué estimularnos sexualmente. Fíjate si esto viene de lejos que… te vas a reír. Una tarde leía en casa un artículo muy entretenido sobre el entrenamiento en autoconciencia de simios inferiores94 y encontré en él la mejor forma posible de explicar nuestro interés por el sexo. Solo los mamíferos superiores somos capaces de reconocer nuestra propia imagen reflejada en el agua o en un espejo. Esta autoconciencia se prueba colocando una mancha de pintura en alguna zona de la cabeza del animal, como la frente, que el animal solo puede ver si se mira en un espejo. Si se lo haces a un elefante, cuando el paquidermo se vea reflejado, alzará su trompa y tratará de tocarse la mancha como diciendo: «¿Qué coño tengo aquí?». Si este experimento lo realizas con un mamífero inferior como un conejo, el animal ni se dará cuenta. De hecho, creerá que el del espejo es otro conejo con un color raro en la cabeza. Bien, pues unos científicos consiguieron enseñar a unos macacos a reconocerse en un espejo. El objetivo de la investigación era comprobar si determinada habilidad cognitiva superior se podía aprender o si era imposible conseguir unos aprendizajes que fueran más allá de lo que la naturaleza marca por defecto (spoiler: lo lograron, demostrando la gran plasticidad del cerebro). Ese aprendizaje conllevó un efecto colateral que el periodista explicaba con tanta gracia que lo voy a reproducir textualmente:

La verdadera prueba del algodón llegó cuando empezaron a adoptar posturas complicadas para poder mirarse los genitales en el espejo: esa perspectiva inédita de sí mismos es irresistible y probaba que saben que el mono del espejo son ellos mismos. Parece que también los macacos, como los humanos, usan toda innovación tecnológica para explorar su sexualidad.

¿Acaso existe mejor manera de describir nuestro interés por el sexo que la última frase del párrafo? Usamos toda innovación tecnológica para explorar nuestra sexualidad: ¡glorioso! Todo ser humano que respete su naturaleza comprenderá el interés que tenemos unos y otros por explorar el placer. En el siguiente apartado comentaremos algunos de esos adelantos tecnológicos que hemos desarrollado para el placer sexual.

Juguetes y otros complementos

Los juguetes son utilísimos para estimularnos tanto física como psicológicamente. Un estimulador prostático no solo te da gustito en la próstata sino que, en manos de un hombre que juega con nuestro trasero y que nos va diciendo cerdadas a medida que nos lo introduce, es todo un morbazo. Los arneses, el cuero, las pinzas, cualquier elemento puede servir tanto para provocarnos estimulación corporal como mental.

Dildos

. Habitualmente, son utensilios con un aspecto más o menos faliforme que sirven para introducirse dentro del ano como si fueran un pene. El desarrollo de la industria del juguete erótico ha permitido que cada vez contemos con una variedad mayor de dildos con diferentes funciones:

Los dildos clásicos van desde los cilindros en diferentes materiales (casi siempre silicona, aunque también los puedes encontrar metálicos o de vidrio), con o sin vibración. Con la posibilidad de vibrar, también encuentras las llamadas «pollas realistas» que asemejan falos con todas sus venas y pliegues. Algunas son réplicas de las pollas de actores porno famosos y, no sé si lo sabrás, existe la posibilidad de comprar un kit para hacer una réplica de tu propia polla (creo que es un regalo realmente romántico para el novio). La variedad de dildos es impresionante, yendo desde tamaños medios a otros que podríamos considerar realmente monstruosos. Los hay con bases que simulan testículos pero también con doble terminación para ser usados por dos pasivos simultáneamente. Los hay flexibles y alargados, de forma que, bien doblados, podrían hacer de dos pollas dentro del culo, y los hay con mango para facilitar el bombeo.

Otra modalidad son los

plugs

anales. Tienen forma de bellota con una parte cónica y un pie. Se introduce dentro del culo por la parte cónica y debido a la acción del esfínter, que se cierra en torno al pie, la base queda fuera para poder extraer el

plug.

Tienen diferentes diámetros y son muy buenos para ir entrenando el ano a que se abra sin dolor. Se presentan en diferentes colores y materiales, y los hay que incluso tienen alguna aplicación, como un adorno, en la peana. Ese adorno puede ser una joya simulada (lo cual tiene su contenido simbólico) pero también puede simular una cola de cerdo, perro, caballo, para diferentes juegos de dominación.

Además de estos más pequeños, existen auténticos conos que llegan a tener el tamaño de los que encuentras en las carreteras en obras. Muchos amantes de las dilataciones extremas son aficionados a este tipo de artilugio.

También encontrarás puños de silicona (con su muñeca y antebrazo) para los

fisteros.

Sobre estos juguetes y los dildos grandes, es importante estar atento a las señales que proporciona el pasivo, ya que una penetración demasiado intensa puede provocar desgarros en las mucosas e incluso traumatismos en el intestino. No sería el primer maricón que llega a urgencias con el colon perforado por una práctica sexual extrema.

«Culos de bote» y otros masturbadores

. En Cádiz, donde tenemos lengua propia, a las vaginas de silicona se les llama «chochos de lata» porque vienen dentro de un envase que parece una lata de conservas. Siguiendo con los gaditanismos, empleo el término «culo de bote» para referirme a esos culitos de silicona con sus nalgas apretaditas y su orificio acogedor que puedes utilizar para masturbarte.95 La sensación, si lubricas bien el trasto, es similar a una penetración, aunque mucho más fría (la temperatura media de un ano está entre 36 y 37,7 ºC, nada que ver con la temperatura ambiente a no ser que vivas en el Sáhara), y más que otra cosa, parece una masturbación algo más apretadita de lo que puedes hacer con tus propias manos (los fabricantes me van a matar). Una modalidad de masturbador es el «huevo», que consiste en una funda de silicona que, plegada, cabe en un envase con forma de huevo y que, desenrollada sobre el pene, aumenta la sensación de la masturbación. No es exactamente un culo pero es que el «culo de bote» tampoco pasa de ser un masturbador como lo son este «huevo» o los simuladores de bocas. Todos son canales de silicona para colocar el pene dentro y llegar al orgasmo agitándolo.

Bolas

. Este es otro mundo interesante. Son útiles, sobre todo, para dilatar el ano previamente a la penetración aunque, por sí solas, no producen una excitación relevante. Solemos usarlas jugando a meterlas en el culo, dejarlas dentro e irlas sacando, una por una, lenta y morbosamente tirando del hilo que las sujeta. Cada vez que sale una de las bolas, el culo se abre y cierra rápidamente dando un pequeño gustirrinín al pasivo con cada dilatación y apretón. El lubricante, por supuesto, es necesario. Como todo en el mundo de la tecnología sexual, de este juguete también encontrarás diferentes tamaños y materiales. Las más higiénicas suelen ser las de silicona, aunque nada permanece libre de gérmenes si no lo limpias en profundidad tras su uso. Tenemos cuatro modalidades básicas:

Las más populares son las conocidas como «bolas chinas», esferas de silicona en cuyo interior hay otra bola. La interior puede moverse y, al hacerlo, golpea las paredes de la que la contiene. Suelen venir de dos en dos, engarzadas en una cuerda que permite extraerlas. Cuando estas bolas se introducen en el ano, producen la estimulación de las paredes rectales y próstata gracias al golpeteo de las esferas interiores. Te las puedes poner y salir a caminar con ellas para que tu culete comience a relajarse o usarlas durante el sexo para ir dilatando mientras hacéis otras cosas. Quizá hayas leído que se usan para mejorar la consistencia del suelo pélvico, pero esto solo es así para las mujeres y siempre siguiendo las recomendaciones del fisioterapeuta.

Hay unos huevos de metal que se introducen en el ano cuando vas a ser penetrado y que aumentan las sensaciones, ya que la mayor ocupación del recto conduce a una mayor presión sobre la próstata. Para culos anchotes y penes medios puede estar bien. Si se usa con pollas de tamaño grande, puede ser demasiado para el pasivo aunque, como dicen algunos, ¿para qué está el entrenamiento sino para superar tus límites?

Algunas bolas vienen en hilera, como un collar, separadas entre sí varios centímetros para ir jugando a introducirlas y sacarlas una tras otra. Suelen tener un centímetro de diámetro y van ensartadas en un cordón de hilo grueso. El morbo depende de que el que las saque sea juguetón, porque tampoco es un instrumento que dé mucho de sí. Una variante incluye bolas de diferentes tamaños ordenadas de menor a mayor, de forma que la introducción de la siguiente implica más dilatación que la bola previa. Esta presentación suele venir en silicona.

Anillos

. En palabras de Ángel, un

cockring

es el mejor amigo de un maricón de más de cuarenta años porque, como hemos explicado anteriormente, a partir de cierta edad, las erecciones no son tan

imperiales

como lo eran durante la juventud plena. El de los

cockrings

es otro mundo, ya que encuentras anillos de silicona, de cuero, de metal y de casi cualquier cosa que se te ocurra (no los he visto, pero seguro que también los hay de esparto para sesiones BDSM). Un

cockring

, literalmente, es «un anillo para la polla»: una banda que se sujeta en la raíz del pene cuando está erecto (pasando por debajo de los huevos) y que mantiene la sangre dentro del pene para que la erección sea más sólida y dure más tiempo. Algunos anillos cubren los testículos, otros los rodean como si fuesen una funda y otros los dejan libres. Al margen de consideraciones estéticas (porque cada uno tiene sus preferencias), lo importante es que pueda graduarse y sea fácil de retirar porque la sangre no debe permanecer acumulada dentro del pene durante un tiempo excesivo. Tampoco serías el primer maricón al que le tienen que retirar un

cockring

de metal empleando una rotaflex: los médicos de urgencias ¡han visto de todo!

Material BDSM

. El del

Bondage

, Dominación, Sadismo y Masoquismo es uno de los mundos que más parafernalia y tecnología ha desarrollado, puesto que para ejecutar las fantasías de dominación y castigo a menudo es necesario contar con todo un instrumental. Y en muchas ocasiones, lo de «instrumental» es literal porque uno de los submundos de esta modalidad sexual es la de las fantasías médicas donde un

doctor

aplica todo el instrumental de su consulta para dominar/excitar al sumiso. La utilería del BDSM suele incluir pinzas, látigos, correas, arneses, esposas, máscaras, antifaces, cuerdas, cruz de san Andrés,

stockades

(«cepos») y un etcétera gigantesco. Todos estos materiales están encaminados a infligir algún grado de dolor (látigos, pinzas, agujas), a inmovilizar (cruces,

stockades

, cuerdas) o a manipular al sumiso (arneses). A menudo aparecen todos juntos, de modo que puedes ser inmovilizado con unas esposas, sujeto al techo mediante una cuerda que se enganche a tu arnés y, una vez sin escapatoria, ser flagelado o sometido a cualquier otro tipo de tratamiento disciplinario con palas o similares. Deben acordarse palabras de seguridad que, una vez pronunciadas, signifiquen que las prácticas en curso deben interrumpirse de inmediato, y por encima de todo, deben imperar el respeto y la humanidad.

Slings y otro mobiliario

. Lo del

sling

es un clásico y pocos quedan que no lo conozcan pero, por si acaso, te comento que es una especie de hamaca que se cuelga de cuatro extremos y que sirve para ser penetrado sobre ella. El

sling

permite graduar la altura a la que estarás colgado, de forma que coincida con la altura de la polla de quien te penetre y eso, junto con el balanceo, facilita las penetraciones profundas y satisfactorias. Quienes lo han probado afirman que existe un «antes y un después del

sling

». Eso se debe a que las posturas sobre un

sling

, elongan el sigmoide y facilitan la estimulación prostática durante la follada sin molestar en el colon. Otro tipo de mobiliario al que puedes dar un uso sexual son las camillas médicas, para colocarte con las piernas en alto facilitando así la exploración de tu cuerpo, la penetración y cualquier otro juego que se os ocurra.

Ropa fetiche (disfraces y leather)

. La ropa también es una buena forma de dejar fluir la fantasía. Hablamos no solo de disfraces, sino también de algunos códigos de vestimenta que favorecen el morbo sexual. Para jugar te puedes disfrazar de cualquier cosa: soldado, fontanero, médico. No en vano existen numerosos estudios porno que graban escenas con sus protagonistas vestidos con los uniformes o el atuendo típico de alguna profesión. Son clásicas las escenas con hombres vestidos de militares, policías, bomberos y otros cuerpos uniformados. Y también películas que muestran sexo entre médicos, agentes inmobiliarios, abogados, ejecutivos. Follar con el repartidor de butano es un clásico del erotismo popular. El único problema puede ser que tu compañero de juegos sea un poco rígido con eso de la vestimenta y te ocurra lo que a un amigo, que quedó con un chico que quería follar con alguien completamente vestido de cuero. Le pidió que fuera a su casa con la maleta llena de prendas de este material: pantalones, botas, guantes, gorra. Empezaron a follar y, a mitad de la sesión, el chico paró, se alejó unos metros y comenzó a gritar: «Para para…, no no, así no, para para… ¡Para!». Mi amigo se asustó porque creyó que había ofendido o molestado al chico y le pidió disculpas por si había hecho algo inconveniente. A lo que el otro le contestó: «Pues claro que sí, tío, ¡no llevas puestos los guantes!».

Lo del cuero, por cierto, es uno de los elementos más importantes en algunos grupos, como los que se denominan

leathers.

Están muy estructurados, con asociaciones y todo, que organizan concursos nacionales e internacionales de belleza

leather

, así como diferentes tipos de encuentros y jornadas temáticas.

Material complementario

. Como buenos primos mayores que somos de los macacos, utilizamos cualquier innovación tecnológica para explorar nuestra sexualidad, así que nos viene bien casi cualquier cosa para estimularnos sexualmente. La delicadeza de una caricia con una pluma, el impacto del frío que nos produce un cubito de hielo deslizándose por nuestras zonas erógenas, cremas de diferentes sabores que nuestro compañero tiene que lamer sobre nuestro cuerpo, la palanca del cambio de marchas de tu coche o vibradores controlados por

bluetooth…

, casi cualquier elemento puede ser utilizado para provocar tanto la excitación física como ese placer psicológico al que llamamos «morbo». Échale imaginación a cualquier cosa que tengas en casa y verás cómo le encuentras alguna utilidad sexual. ¡Estoy deseando conocer vuestros juguetes favoritos!

Pajas deluxe

La masturbación puede ser un simple trámite o todo un arte. Todo depende, como puedes imaginar, de lo talentosas que sean las manos del artífice. Corre ese dicho de que «nadie folla mejor con un hombre que otro hombre, ya que un hombre sabe lo que le gusta que le hagan a un hombre». La verdad es que yo no lo tengo muy claro, porque tanto existen mujeres heterosexuales que saben muy bien lo que le gusta a un hombre como existen hombres homosexuales que parecen no tener ni idea de lo que les gusta a los demás hombres en la cama. Pero en la paja es donde más cierto podría ser el dicho anterior, ya que si bien no puedes penetrarte a ti mismo ni chuparte la polla (salvo algunos hombres de flexibilidad excepcional), sí que puedes masturbarte y, por tanto, hacerte una buena idea de cómo se disfruta con la mano. Siempre, claro está, teniendo en cuenta que cada polla es diferente.

Algunos hombres prefieren que los estimulen con intensidad y otros suavemente. Unos preferirán más velocidad y otros un ritmo más pausado. Existen pollas circuncidadas y pollas con prepucio, y se masturban de forma distinta las unas y las otras. De nuevo nos encontramos con las dos constantes de la sexualidad humana: cada persona es diferente y lo importante es la comunicación. No des por sentado que a tu nuevo amante le va a gustar exactamente lo mismo que le gustaba a tus amantes anteriores ni lo que te gusta a ti. Puedes tener una idea de lo que te ha funcionado antes y hacérselo para comprobar si también a él le da placer, pero siempre tendrás que estar atento a su reacción para saber si insistir o no en el movimiento que estás aplicando (creo que nunca me cansaré de insistir en lo importante que es hablar). Lo más importante es que recuerdes que estás tocando una parte del cuerpo humano, no una palanca. Así que trata de ser delicado, sobre todo al principio. La mejor forma de comenzar es la fórmula básica de «yemas-dedos-manos»: comienza acariciando con las yemas de tus dedos, continua presionando con los dedos sobre diferentes zonas (o masturbando solo con tus dedos, delicadamente, como haciendo una pinza suave) y termina con la mano completa (cuando el pene esté bien erecto y duro, o si tu compañero te pide que lo hagas así). Puedes comenzar poniendo un poco de saliva o de lubricante para facilitar el movimiento, especialmente si él está circuncidado, aunque puede que prefiera la fricción directa de los dedos sin ningún tipo de lubricación (¡eso se sabe preguntando!). Luego puedes aumentar la intensidad y la fricción según él te lo pida. Para hacer una paja puedes concentrarte en la parte de la polla que está más cercana a la raíz. También puedes concentrarte en la parte del glande. Puedes hacer movimientos ascendentes y descendentes, o sujetar la polla por la raíz y sacudirla como en una vibración. Hay muchas formas de masturbar a un hombre y aunque, desde luego, existen muchas variaciones, te voy a dar unas pautas o movimientos básicos que puedes emplear:

El ascensor. Para este movimiento necesitas mucho lubricante. Cuando la polla esté tiesa, colócate enfrente del chico y comienza a hacer movimientos ascendentes consecutivos con tus dos manos. Para ello, sujeta la polla desde la base con toda tu mano y ve subiendo apretando un poquito. A medida que vas subiendo esta mano, coloca la otra mano debajo y comienzas a subirla persiguiendo a la primera. Cuando la primera mano termina su recorrido al final del glande, inmediatamente vuelve a la base del pene para perseguir a la otra mano, que ya está ascendiendo. Así se hace este movimiento: alternando una y otra mano sin parar de subir. Al llegar al final del recorrido puedes hacer una caricia un poco más intensa sobre el glande.

El vibrador. Sujeta la polla por la base rodeando la raíz del pene con tu pulgar e índice y el resto de la mano tapando los huevos. Haz movimientos para agitar la polla de un lado a otro o haciendo círculos. Varía la intensidad alternando vibraciones fuertes con vibraciones suaves. Cambia la velocidad pasando de vibraciones rápidas a lentas. Y también puedes cambiar el punto desde que comienza la vibración subiendo un poco la mano hacia el centro de la polla.

El helicóptero. Haz girar la polla como las hélices de estos aparatos sujetándola por la base. Es una paja parecida a la anterior pero con movimientos más amplios. Esta es una maniobra que se empleaba en los estudios porno para mantener la sangre dentro del rabo. Luego llegaron los fármacos y estas maniobras cayeron en desuso.

El tornillo. Le tienes que agarrar el rabo con la mano completa, pero con tu pulgar más cerca de los huevos y el meñique más cerca del glande. En los movimientos hacia arriba y hacia abajo tienes que ir girando la mano unos cuantos grados como si estuvieras desatornillando la polla. De hecho, imagina que estas desenroscando una bombilla porque el movimiento es parecido (hasta, por supuesto, los límites que permite la anatomía humana). En realidad, con que des un cuarto de giro en cada movimiento es más que suficiente. Gira en un sentido y luego en el otro: desenrosca-enrosca, desenrosca-enrosca, desenrosca-enrosca. Esta es otra de las maniobras que necesitan mucha lubricación, así que no escatimes ni saliva ni aceite. La combinación de torsión con movimiento ascendente permite una estimulación muy completa de la polla (desenrosca-enrosca-sube-baja en el tronco, desenrosca-enrosca-sube-baja en el glande… y vuelta a empezar). Encuentra el punto exacto de giro, presión, velocidad y ritmo, y verás qué carita se le pone.

El amasador. Imagina que la polla de tu chico es una especie de masilla, masa de pan, plastilina, etcétera. Tienes que irla toqueteando como esas pelotas antiestrés (suavemente, por supuesto), apretando y soltando en diferentes zonas. Usa los dedos, especialmente el pulgar, y la palma de la mano para provocar diferentes presiones a lo largo de todo el tronco. Hazlo con ambas manos a la vez o alternando una y otra. Coloca la mano a diferentes alturas, insistiendo a veces en la raíz y a veces en el glande, pero provocando mucha estimulación en diferentes lugares del pene.

El apretón. Es muy parecida a la anterior, pero realizada con un apretón de pulgar e índice alrededor de la polla, como si fuesen un anillo y lo estuvieras ajustando a su pene. Varía los lugares en los que vas apretando, aunque uno de los que más gusta es justo en el surco balanoprepucial (donde termina el glande y comienza el tronco).

La zambomba.96 Esta es la maniobra clásica de masturbación que consiste en sujetar la polla por la zona intermedia e ir subiendo hasta el glande, arriba y abajo, con un ritmo cada vez más intenso. Muchos hombres se concentran especialmente en el glande cubriéndolo y descubriéndolo con el prepucio. Los hombres circuncidados experimentan el placer con el frote de la mano sobre su glande y suelen preferir una presión mayor sobre el pene que aquellos que aún conservan el prepucio. Eso se debe a que el hombre circuncidado tiene el glande más endurecido y necesitan más estimulación para sentir el mismo placer. Pero, de nuevo, cada hombre es diferente y tendrás que preguntar a tu pareja sexual qué prefiere él. Prueba a hacérselo sentado frente a él, sujetando los huevos (y tirando un poquito y suavemente) con la mano que te queda libre.

Técnica mixta. Como habrás imaginado, lo importante es ir alternando diferentes tipos de movimiento. Un buen pajero pasa de la zambomba al ascensor y de este a la vibración para luego amasar la polla. En medio de todo esto puede alternar una mamada. O dejar la polla y concentrarse en estimularle los pezones o comerle el cuello y las orejas. O también puede comerle los pezones mientras le hace la paja. Nunca dejes de mirarlo a los ojos y transmitirle morbo con tu mirada y gestos. Y prueba a pajear con tu mano encharcada en saliva o lubricante, ¡verás su reacción! Un buen pajero, un buen amante, siempre tiene en mente que para dar gusto hay que sorprender y que, para sorprender, hay que variar.

Morreos como Afrodita manda

Una de las cosas que siempre me han sorprendido al meterme en la cama con alguien es cuando me dicen que beso bien, pero ¿con qué tipo de amantes habéis estado? El beso es imprescindible a la hora de follar. Personalmente, rara vez follo con alguien a quien no me apetezca besar. Al menos, ahora que voy desfilando hacia los cincuenta, porque cuando era más jovencito, simplemente buscaba pollas, como todos los chavales de hormonas revueltas, y lo de besar me importaba bastante menos. La cuestión es que, cuando algo te apetece, te sale bien. De hecho, he identificado cuándo no había conexión con un hombre nada más apretar mis labios contra los suyos. Y no pasa nada si tienes claro que no estás buscando conexión sino un sexo más centrado en la estimulación genital. Pero si quieres esa conexión o necesitas unos buenos preliminares, entonces los morreos, los besos intensos son importantes. Y no recibir correspondencia es un turn-off total, un auténtico arruina-polvos. Esa canción de Betty Everett, y que versionó Cher, decía toda la verdad al proclamar: «If you wanna know if he loves you so, it’s in his kiss». Verdad que es aplicable completamente al sexo: apenas besas a un hombre, sabes si él está entregado o no. El beso siempre dice la verdad.

El beso es una maravilla de nuestra evolución. Como nos explica el primatólogo Pablo Herreros (2014):

Los besos son un lenguaje poderoso. Pueden dar alas a una relación o matarla para siempre. Los humanos utilizamos los besos en varias situaciones, algunas sin ninguna connotación sexual. Cuando nos besamos con alguien que nos atrae obtenemos información sobre él o ella. Los besos transmiten olores, texturas y sabores, los cuales se transforman en sensaciones en nuestro interior. También se detectan rasgos de la personalidad a través de este sutil lenguaje que supone el tacto con nuestros sensibles labios, como por ejemplo si la persona es delicada, impulsiva, expresiva o pasional.

El beso dice muchísimo de quien lo da y provoca grandes sensaciones en quien lo recibe. Para besar bien hay que estar entregado. Si no estás por la labor, difícilmente podrás ser un buen besador. Y para estar entregado, no es necesario sentir amor por el otro, desearlo fuertemente también es una buena motivación para besarlo con ganas. Más que la dureza de tu polla, la calidad de tus besos es el mejor termómetro de tu deseo sexual.

Besar bien significa abrir tu boca a la boca del otro, extender tu lengua hacia la lengua del otro, entrar en él y sentir cómo él entra en ti. Besarse significa estar tan cerca que los cuerpos se tocan sin poder evitarlo. Vas a aspirar el sabor del otro con todos sus matices. Y él va a saborearte a ti. Así que no es necesario que insista mucho sobre la higiene bucal en estos casos. Y lo bueno que resulta llevar contigo caramelos de menta si eres fumador o te has tomado unas cuantas copas antes. Un buen beso incluye movimientos de los labios. Nada de abrir la boca como la de una muñeca hinchable y simplemente mover la lengua. Los labios necesitan ser estimulados y tú vas a estimular sus labios moviendo los tuyos alrededor de los suyos, disfrutando de poder saborearlos. Tu lengua, por supuesto, va a buscar su boca, va a recorrer su lengua y su paladar. Las cabezas se girarán a un lado y al otro. Os detendréis, os miraréis a los ojos, apretaréis de nuevo los labios, abrazaréis las lenguas, intercambiaréis salivas. Y, por supuesto, gemiréis mucho porque estáis disfrutando lo que hacéis.

La saliva puede ocupar un papel protagonista o de simple secundaria. Podéis dejaros caer saliva del uno en la boca del otro (lanzada con más o menos intención, con más o menos vicio), o puede que la intercambiéis al saborearos las respectivas lenguas. Los besos no se quedan en la boca, se mueven hacia la comisura de los labios y a veces se desplazan por los alrededores. Se besa la parte que está entre la nariz y la boca, se besan y se lamen las mejillas y la barbilla. A veces se sube a la oreja, se desciende al cuello, siempre gimiendo y siempre con la lengua fuera. A veces, a besos cortitos pero muy seguidos que recorren el camino entre el cuello y la boca hasta volver a juntar las lenguas. Las manos, mientras, recorren el cuerpo, se irán llevando a las zonas que ya estén reclamando una caricia, un apretón: la cara, los hombros, los pechos, los culos, los torsos, las pollas, los muslos. Mientras tanto, vuestros gemidos y vuestros «Sí, así» os irán indicando que vais en la buena dirección.

En mitad de la mamada volveréis a besaros. Durante la follada os seguiréis besando. Después de correros, volveréis a besaros. Y antes de comenzar el segundo polvo, volveréis a besaros. En el buen sexo, los labios de los amantes pasan poco tiempo separados. El placer se triplica si se folla con buenos besos. Todos los que habéis follado con buenos besos lo sabéis, como lo sé yo. Acabo este apartado robándole a Pablo la maravillosa frase con la que termina el post antes citado: «Como dice un antiguo escrito védico de hace 3500 años escrito en sánscrito: besar es el acto de inhalarse el uno al otro el alma».

Mamadas muy deep

Antes de que la parte chunga del machismo y la homofobia nos jodieran la sexualidad receptiva, aquellas personas que recibían dentro de sí una polla merecían una buena consideración social y se sentían orgullosas de lo que hacían (sí, hablo de hace mucho mucho mucho tiempo). Más de una sacerdotisa de la Antigüedad era adorada por su capacidad de proporcionar placer. Personajes como Cleopatra eran orgullosas felatrices que presumían de sus habilidades para dar placer a los hombres con su boca. Si un hombre hetero se pavonea de los gritos de placer que arranca a las mujeres cuando les come el coño, ¿por qué no deberías tú enorgullecerte de cómo aquel hombre se retorcía de gusto mientras tú le comías la polla? Si ponemos en valor la habilidad de la parte receptiva, muchos empezarán a agradecer la suerte de haber podido meter sus rabos en bocas habilidosas. Tu autoestima erótica DEBE incluir la capacidad que tienes para volver loco de placer al hombre al que le haces una mamada. O al que pajeas. O al que penetras. Sentirte orgulloso de dar placer implica esforzarte por darlo. Todos ganamos.

Recordarás que en QMM publiqué una guía para chupar pollas como un profesional (eran consejos de un amigo que se dedica al trabajo sexual) y que se resumían en los siguientes puntos:

Evitar el roce de los dientes contra el glande.

Abrir bien la boca.

Lubricar al máximo la polla.

Para profundizar en esos consejos que nos daba Mario, vamos a recurrir a un libro fantástico de Woody Miller (el mismo que escribió los manuales del perfecto pasivo y del empotrador semental) titulado How to give head like a porn star (2017). Por sus títulos verás que su editor tenía querencia por lo de «como una estrella porno» aunque, leyendo el libro, yo habría elegido el título de Mámala como una adoratriz del glorioso falo, ya que Woody (que es un cachondo y mete zascas nivel drag negra) explica muy bien que es imposible hacer buenas mamadas si tú mismo no encuentras placer en adorar ese pedazo de carne dura que tienes ante tus ojos. Lo hace definiendo su enfoque como «la mamada egoísta, porque se trata más de ti que de él. Sí, por supuesto, tu compañero lo disfrutará, pero su satisfacción, si bien es necesaria, no viene al caso. Es tu placer lo que importa». Y dedica un buen número de páginas a explicarnos cómo disfrutar de hacer una mamada. Yo no sería honesto si no os confesara que el libro me produce una cierta ambivalencia, ya que realiza afirmaciones como que una polla dura ante nuestros ojos es «un poderoso símbolo de algo que amas: masculinidad», «una prueba de que eres deseable», «tu oportunidad de tener el control y ejercer dominancia» o «tu oportunidad de disfrutar los placeres de la sumisión». Y ya me habéis leído que no considero que el sexo gay sea simplemente veneración de la masculinidad ni que esta tenga nada que ver con la firmeza de la erección. La masculinidad, en todo caso, es un rasgo de personalidad, no una respuesta fisiológica, y la erección no denota masculinidad ni la flacidez demuestra su ausencia.

Lo que sí me gusta de ese manual es que también reconoce que una mamada brinda «la oportunidad de disfrutar de dar placer» y que «chupar una polla os hace sentir más intimidad entre vosotros». El contenido simbólico (el factor psicológico, el significado profundo) que Miller da al sexo oral sí cuadra con el enfoque que os estoy presentando y que considero mucho más asertivo que vivir el sexo oral como si fueses un «adorador de rabos enhiestos», sin más propósito que servir de agujero calentito al rabo de otro hombre. Esto último puede estar muy bien para un juego erótico en un momento concreto pero no para sostenerlo como motto de tu vida sexual. Ni el otro es más macho por tener la polla más dura ni tu papel es satisfacerlo sin más. En una relación podemos apartar nuestro placer para focalizarnos en el placer del otro, pero siempre dentro de un intercambio: ahora te doy todo el gusto a ti, luego me lo das a mí, después nos lo damos mutua y simultáneamente. En cualquier caso, Miller ofrece una importante cantidad de información sobre cómo mamar bien la polla. Te resumo los principales puntos:

Es importante conocer las fases de la respuesta sexual de un hombre para variar la estimulación según en qué punto se encuentre. No se mama igual una polla flácida que una que se acaba de correr ni es lo mismo estar en la fase de meseta que culminando un orgasmo. En la primera fase, la de flacidez inicial, tendrás que ser delicado e ir aumentando la intensidad conforme aumente la excitación. Durante la corrida, mamarás y tragarás con intensidad, y en la fase posorgásmica, por el contrario, deberás rematar su placer con movimientos sumamente lentos.

La polla se estimula al completo. Todos hemos lamido huevos y tronco, succionado el glande y abierto nuestras gargantas para albergar su rabo lo más profundo posible, pero no todos hemos jugueteado con la lengua en el agujero de la uretra, ni rebañando el

precum

, ni hemos buscado su punto V. Ampliemos, pues, nuestro repertorio.

Sí, la polla tiene un punto V. Es esa parte con forma de V invertida al que hemos conocido toda la vida por «frenillo». Cuando le mamas la polla de rodillas frente a él, ves perfectamente este punto donde la estimulación puede ser muy intensa si lo rozas (o sacudes) con la lengua, besas o succionas.

Una buena mamada también incluye recorrer ese espacio que hay entre sus pelotas y el ano, llamado «perineo», así como un poquito de

rimming

(ver más adelante).

El punto más sensible es el glande y a él dedicaremos la mayor atención intercalando su estimulación con la de otras partes de la polla.

Genial si estimulas su próstata con un dedo mientras se la chupas. Este tipo de caricias les gustan también a los heteros, así que, señores activos reticentes, olvidad las machiruladas y dejaos toquetear (guiño).

La técnica general de la mamada consiste en, una vez que la polla está tiesa: (1) crear mucha excitación estimulando el glande, y (2) abandonar la cabeza y estimular otras zonas del pene para que la excitación se expanda. Iremos intercalando (1) y (2) varias veces hasta que llegue el momento del orgasmo y, entonces, concentrarnos en el glande hasta recibir su corrida y verlo disfrutar del placer que le hemos proporcionado. Es una técnica general, no una regla para aplicar en cada mamada.

La mamada nos permite deleitarnos con algo que es único: el sabor a polla. Los hombres heterosexuales tienen una frasecita que dice algo así como que «desde que se inventó el bidé, las cosas ya no saben igual», y si un hombre hetero presume de lo mucho que le gustaba el sabor natural a vulva, ¿por qué no podría un gay afirmar sin sonrojo que le gusta el sabor a polla? Nos avergüenza hacerlo por culpa de la homofobia, claro está. Pero nosotros, que ya hicimos el curso contra la homofobia y la IH, estamos muy por encima de todo eso y nos sentimos muy cómodos reconociendo que nos gusta volver a casa con sabor a semen en la boca. Y si no es así, entonces es que estás leyendo los libros en el orden inadecuado y debes empaparte de QMM antes de seguir con este que tienes entre las manos.

El sabor a polla es totalmente especial y distinto a ningún otro sabor que puedas experimentar. Partimos de que nos estamos comiendo una polla limpia, sin restos de orina (a no ser que te guste ese punto salado), con un vello púbico recortadito para que no se te llene la boca de pelos. Si no tiene ni sudor ni requesón (a no ser, de nuevo, que te guste ese punto ácido-ayogurtado), el sabor de un pene es delicioso. Sabe a tu hombre, es el punto de su cuerpo donde más se concentra su sabor característico. La polla sabe a piel feromonada. Si el olor de las axilas te pone, el sabor de la polla te encanta (y los dos sabemos que es cierto, sister) porque es un concentrado de los aromas a masculinidad que desprende el sobaco, pero derritiéndose sin descanso en tu lengua. Los primeros chupetones tienen un sabor más ácido, a veces picante, como un vino de aguja. Posteriormente comenzarás a sentir puntos de sabor herbáceos, pero sobre todo aromas marinos. Detente de vez en cuando para dejar que tu saliva se seque y volver a lamer la polla otra vez recogiendo los sabores nuevos que están surgiendo de su excitación. Verás que, a medida que tu hombre comience a lubricar, los sabores tomarán un matiz más salado, levemente clorado. Aprovecha tu lengua para esparcir ese sabor por toda la polla y mezclarlo con el sabor a feromona que recorre su tronco. Haz de la polla de tu chico una mezcla de sabores única mamándola de arriba abajo. Las caricias con dedos, lengua, labios y (suavemente) los filos de tus dientes, pueden ser de lo más diversas. Juega a variar la velocidad y la intensidad. Pasa la lengua, a veces plana (como lamiendo un helado) y a veces solo la punta. Mójalo todo con tu saliva, incluso si le estás acariciando la polla con las manos. Aunque él alguna vez prefiera una caricia en seco.

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