Gay sex

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BLOQUE IV. Follando, que es gerundio » 10. Vosotros y el sexo » Lo que solemos hacer en la cama (o en el sofá)

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Succiona el glande pero también el tronco, ¡y no olvides los huevos! Puedes acariciarlos, sujetarlos entre tus manos y apretarlos con cariño. Puedes meterlos en tu boca o lamerlos (a lametazos rápidos o delicados). Recuerda respirar por la nariz y mantener el ritmo, así como emitir gemidos y expresiones de agrado para recordarle que ambos estáis disfrutando esa mamada. Es importante improvisar y estar atento a las reacciones del otro para insistir en aquello que más le gusta y cambiar de técnica de vez en cuando para que su pene no se habitúe («Lo poco gusta, lo mucho cansa»). En la mamada intervienen todas las zonas de tu boca: labios, lengua (en todas sus secciones), encías, dientes (suaaavemente), el interior de tus carrillos y la garganta. Hay diversos movimientos que puedes utilizar a la hora de mamarla y en los que intervienen diferentes partes de tu boca. Algunos consejos serían:

El balancín. Una conocida mía, trabajadora sexual, me decía que para no terminar con dolor de cervicales, lo mejor era que, en lugar del cuello, balanceases todo tu cuerpo desde las caderas a la hora de mamarla o, al menos, intercalar balanceos del cuerpo con movimientos de cuello.

Varía tu posición. Chúpasela de rodillas, recostado sobre su vientre, en un 69, boca arriba con la cabeza colgando del borde de la cama, desde el lado o haciendo el pino. Cada posición tuya ofrecerá diferentes ángulos y profundidades con las que experimentar.

Lubricación por encima de todo. Escupe en la polla o mójala directamente con la lengua, pon tus glándulas salivares a trabajar y embarra de saliva el rabo que te estés comiendo. Si tus babas le escurren por los huevos es que lo estás haciendo bien.

Ayúdate de las manos y no escatimes en movimientos por su polla y huevos. Recuerda los que te expliqué al referirme a las pajas y piensa que paja

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+ boca trabajadora = la mamada de su vida. A menudo es insuficiente la boca para hacer que un hombre se corra porque se necesita un nivel de presión sobre la polla que los labios por sí solos no producen, así que no pienses que lo estás haciendo mal, simplemente hace falta algo más. Y no olvides escupir en tus manos para deslizarlas por su rabo.

El pocito. Su meato (el agujero en el glande) es muy sensible. Pulsa con la punta de tu lengua sobre ese lugar, deja caer saliva sobre él y luego lámelo como si sacaras agua (y otros líquidos) de ese pozo. Aprieta suavemente su glande para que el pocito (es que «meato» suena tan poco erótico…) se abra y te permita entrar con tu lengua más adentro aún.

Detente, de vez en cuando, para decirle alguna cerdada (o que lo amas, eso también puede ser erótico para tu novio) mientras lo miras a los ojos. También intercala caricias a lo largo de su cuerpo, especialmente en zonas sensibles, como los pezones. Puede ser muy íntimo entrelazar vuestras manos mientras le haces un garganta profunda mirándolo a los ojos (sí, también es romántico mamar pollas como los dioses).

Tus carrillos juegan muy a favor de su placer. Coloca su polla entre tus encías y el interior de tu carrillo y succiona mientras su glande se frota en esa zona, le volverás loco de gusto.

Recorre su rabo con tu lengua. Lame sus pelotas, su tronco, llega al glande, dale un par de vueltas a (esa) cabeza y vuelve a descender. A veces con la lengua plana, a veces con la punta de la lengua. A veces lentamente, a veces vibrando tu lengua sobre su miembro.

Sin arcada no es mamada. Ya sabes lo que se dice: cuando te la metes bien profundo es normal que se produzca un intento de expulsión o arcada. Al igual que otros reflejos, cuesta controlarlo y hay que insistir una y otra vez para que podamos alojar pollas en las partes más profundas de nuestra boca. Puede que se te salten las lágrimas en más de una ocasión pero seguro que te sentirás orgulloso de un trabajo tan bien hecho (guiño). Prueba a aguantar unos segundos con la polla alojada en ese punto que te hace saltar el reflejo y verás cómo van desapareciendo las arcadas progresivamente. Lo anterior se aplica para todo el mundo excepto para quienes, como uno de mis pacientes, carecen de reflejo nauseoso, que es el nombre médico. Él, enfermero de profesión y buen conocedor de la terminología, me contaba: «Se volvió loco con mi mamada, ¡claro! Como que yo no tengo reflejo nauseoso y me la trago hasta el esófago sin problemas, ¿cómo no se va a volver loco?». Los hay con suerte, ¿verdad?

El prepucio también juega. Si él tiene prepucio, échaselo para atrás, coloca la lengua sobre su glande, tira del prepucio para adelante (con el movimiento de paja) y cubre con el prepucio tu lengua. También puedes cubrir el glande con el prepucio, separarlo con los dedos y meter la lengua dentro para moverla suavemente.

El punto más importante: comunicaos para saber en qué punto de excitación se encuentra y tened claro que habrá ocasiones en las que la mamada será un fin y veces en que será un paso previo a la penetración.

Si sigues mis consejos quizá también a ti te aplaudan y te llamen good sucker los que presencien la mamada con la que obsequies a un negrazo en algún sexclub neoyorquino. La estimulación sexual se hace con todo el cuerpo y con toda la intención. Cualquier rincón de la anatomía de tu compañero puede ser estimulado por tu parte y puedes emplear, igualmente, casi cualquier objeto para conseguirlo. Lo más importante es ser imaginativo, no caer en la repetición y estar atento a su respuesta. Eso es follar bien.

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