Gay sex

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BLOQUE IV. Follando, que es gerundio » 11. La penetración » El kamasutra gay

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La penetración

Voy a dedicar un capítulo exclusivamente a la penetración por varias razones: porque ocupa un lugar predominante en las relaciones sexuales, porque es más compleja de lo que parece y porque necesitamos desmontar sus mitos. No plantearé estos tres objetivos de manera separada, sino que trataré de irlos alcanzando de manera entrelazada.

La penetración es la práctica sexual a la que más páginas de la sexología se han dedicado. Posiblemente, la razón de esa prevalencia es que hemos heredado una visión coitocéntrica de las relaciones sexuales desde aquella sexología inicial, centrada en la reproducción. Es una práctica placentera que permite mucho contacto entre los cuerpos. Quitarle a la penetración la etiqueta de «única práctica importante» no significa, desde luego, que minimicemos su importancia.

Hasta el momento hemos abordado diferentes aspectos que guardan relación con la penetración (la erección, la estimulación de la próstata y la respuesta sexual), pero será necesario profundizar en algunos así como tratar otros igualmente relacionados. Comencemos por algo tan importante como la dilatación anal.

Ábrete, Séxano. Ser un buen activo no va (solo) de empotrar duro

La cueva de Alí Babá se abría pronunciando las palabras mágicas «Ábrete, Sésamo», pero la cueva del pasivo no se abre simplemente dándole una orden, así que por mucho que grites «Ábrete, culo», el ano de tu compañero permanecerá cerrado si tú no sabes estimularlo. Para ello vamos a recurrir de nuevo a Woody Miller, el autor del libro sobre las mamadas y del Evangelio del pasivo empoderado, que está lleno de consejos sobre cómo lograr una buena dilatación anal. Consejos, por cierto, que también ofrece en su manual para activos empotradores, How to top like a stud (2015), porque una buena dilatación anal es responsabilidad del activo. Woody habla permanentemente de una dilatación conseguida de forma natural y desaconseja el popper por varias razones que ya te enumeré en el capítulo 9. Para dilatar bien, más que sustancias químicas, lo que necesitamos es entrenamiento y lubricación. Como el que hace deporte y se alimenta bien en lugar de pincharse esteroides.

Cuando vas a comenzar a dilatar, resulta muy tranquilizante saber que estás limpio por dentro, así que recuerda los consejos de capítulos anteriores. También es cierto que dentro de un culo no vamos a encontrar fresas, sino el abono para las fresas, así que no debería sorprendernos que encontremos algo cuando comencemos a introducir dedos. Los accidentes pueden ocurrir, aunque también es cierto que existe gente que no tiene la deferencia de limpiarse un poco antes de ser penetrados. Si metes el dedo en un culo sucio, pídele al pasivo que se lave y si no quiere hacerlo, decide si te marchas o si te quedas allí pero solo a chuparos los rabos.

Pongámonos en el escenario que todos esperaríamos: el chico está limpito por dentro y nos disponemos a dilatar su culito para hacerle disfrutar de una maravillosa penetración. Le vamos a comer el ojal, lo que viene siendo un rimming en inglés, la lengua franca del porno. Una buena dilatación comienza relajando la zona de las nalgas. El pasivo puede estar a cuatro patas o boca abajo. Bueno, también puede estar abierto de piernas mirando el techo. A cuatro patas es mejor postura para dilatar por lo accesible que queda el ano, pero cada uno decide cómo se quiere poner porque también es cierto que resulta muy morboso poder verse las caras cuando te dan gustito en el culo o mientras estás disfrutando de su sabor.

Comienza estimulando, con la lengua y los labios, las zonas de alrededor del ano. Besa sus nalgas, acarícialas, muévelas. Juega a agitarlas como si fueran flanes. Acerca la una a la otra y vuelve a separarlas. Deja caer saliva en la línea que separa ambas nalgas (la conocida como raja del culo) y vuelve a juntarlas para luego separarlas de nuevo. Más saliva. Acerca los labios, desliza la lengua por la raja, por las nalgas. Da mordiscos suaves. Bésalas. Algún azote suave (si a él le gustan). Acaricia. Besa. Lame. Muerde. Succiona. Esos melocotones están ahí para que los degustes y tienen una enorme sensibilidad. Cuanto más estimules sus nalgas, más relajado estará el pasivo y más fácil será la penetración. Y, desde luego, más cachondo estará y más ganas tendrá de tenerte dentro de él. Estás preparando ese culito para recibir la gran follada que tú mismo también vas a disfrutar (y si te da asco comerte el culo de ese tío ¿se puede saber qué coño haces tú ahí?).

Acerca tu lengua al ano y comienza a lamerlo suavemente. Muchos hombres cometen el error de creer que el ano se dilata empujando con la punta de la lengua. A ver cómo os lo explico: si no está dilatado, no le entrará ni la polla, ni el dedo, ni la punta de tu lengua ni el bigote de una gamba. Cuando esté dilatado entrará todo pero aún no lo está. Así que comienza lamiendo el ano con la lengua plana, como se lame un helado, de abajo arriba, tantas veces como sea necesario para humedecer totalmente la zona. Vuelve a las nalgas y dedícales otro tiempo. Regresa al agujerito y vuelve a poner saliva lamiéndolo. Hazlo varias veces con intensidades distintas de lamidas y succiones.

Ahora vamos a comenzar a introducir dedos pero no cualquier dedo. De nuevo, más de uno comete el error de introducir el índice para comenzar a dilatar. Hay que comenzar por el pulgar porque entra más fácil gracias a su forma curvada. La forma más sencilla es colocar la palma de la mano sobre la parte donde el culo se une a la espalda y hacer presión con la yema del dedo pulgar sobre el ano. Añade mucha más saliva de la que ya lleva para que la entrada sea más sencilla, mejor si chupas tu propio dedo para que esté bien ensalivado.

El ojete debe estar encharcado en saliva. En la posición que te he indicado entrará solo un trocito de dedo, aproximadamente 3 o 4 centímetros, que será más que suficiente para comenzar a acostumbrar al esfínter a permanecer abierto. Aprovecha para lamer sus pelotas o mordisquearlas suavemente, chupa su pene o disfruta de sus nalgas como te he indicado. Este es un momento fantástico para que el pasivo comience a hacer los ejercicios que antes os enseñé a fin de que el esfínter se canse y deje de intentar cerrarse. Así que, con tu dedo dentro, muy bien ensalivado, pídele que apriete y que suelte, que apriete y que suelte, que apriete y que suelte. Notaréis que va cediendo y ofrece menos resistencia cada vez. Cuanto más lo acaricies con tu otra mano, os digáis frases excitantes y utilices tu boca para estimular toda la zona que tienes ante ti, más relajado y cachondo estará él. Repite la operación de sacar e introducir el dedo pulgar unas cuantas veces hasta que su culo ceda con facilidad. No olvides reponer más y más saliva. Te aseguro que te encantará comprobar cómo ese ojete se va abriendo cada vez más, abriéndote las puertas para que todo tu rabo se introduzca dentro.

Por cierto, entiendo que a estas alturas de la lectura de este libro se supone que ya has pasado por los capítulos que hablan de la desinhibición sexual y de mandar la ansiedad a la mierda, así que también entiendo que ya debes tener toda la información que necesitas para disfrutar de una erección por tu parte. Cuando el ano se abra con facilidad, prueba a introducir, ahora sí, el dedo índice. Con ese dedo podrás hacer círculos dentro de su ano. No juegues todavía a moverlo hacia adelante y hacia atrás como si fuera un mete-saca, todavía no toca eso. Mejor, con todo el dedo dentro y mientras él se acostumbra, busca su próstata para tratar de estimularla frotándola suavemente. Pasado un rato, saca un poquito el dedo, como la mitad, vuelve a lubricar con mucha saliva. Si escupes en el ano, hazlo con gracia: fabrica mucha saliva en tu boca y déjala caer cuidadosamente en un goterón denso que lubrique bien la zona. No tires salivajos (como en el porno) que salen disparados como un espray y caen por todas partes excepto donde deben. Ya está bien de follar de ficción. Ahora vuelve a introducir el dedo y vuelve a estimular su próstata. Así hasta que compruebes que la entrada es absolutamente fácil y, entonces sí, juega a meter y sacar el dedo lentamente.

Al rato, cuando tus movimientos le resulten placenteros, introduce dos dedos (aquí es bueno comenzar a utilizar lubricante más que saliva). Repite todas las operaciones: círculos, estimular la próstata, mete-saca al final. Cuando saques los dos dedos, sepáralos formando una V. Mételos juntos, sácalos separados, eso le dilatará aún más. Si los dos dedos entran y salen con facilidad, tu chico está preparado para recibir tu polla, a no ser que tengas un rabo superior a la media; en ese caso, debes seguir dilatando hasta los tres dedos antes de penetrarlo.

Acompáñalo a colocarse en una posición en la cual la altura de su ano esté a la altura de donde quedará la raíz de tu polla cuando hayas logrado penetrarlo por completo. Lubrícate bien el miembro. Pon mucho lubricante sobre su culo. Incluso, si es posible, introduce un poco en el interior del ano. Apoya tu glande sobre el ano. Pídele que separe las nalgas. Encharca la zona con lubricante de forma que la fricción de tu glande contra su ano sea mínima. Con todo el morbo del que seas capaz, dile que estás a punto de entrar dentro de él y, cuando te diga que lo está deseando, introduce tu capullo y quédate quieto. Es el momento de que él vuelva a apretar y relajar el esfínter tantas veces como necesite para acostumbrarse a la presencia de tu glande dentro de su culo. A ti, por cierto, te encantará el masaje que te va a proporcionar sobre esa parte tan sensible de tu polla. En el momento que él esté dispuesto y dado que tú no tienes que sujetarte la polla porque ya está parcialmente dentro del culito, déjale descansar sobre sus brazos y sujétalo por las nalgas, sepáraselas y vuelve a empujar tu pene (lubricado) hasta que tengas más o menos la mitad dentro de su culo. Ese será otro buen momento para detenerte, acariciar su espalda, sus nalgas, morbosear un rato con frases excitantes y pedirle de nuevo que abra y cierre el esfínter. Tú volverás a sentir el placer de sus contracciones sobre tu polla.

Respirad profundamente. Prepárate, prepáralo: se acerca el empujón final, el momento de que él se sienta completamente relleno por tu polla. Recuerda que el tramo final del colon tiene aproximadamente la misma longitud que un pene medio, así que si él te dice que le has llegado hasta el fondo no está mintiendo para halagar tu virilidad. Vas a llegar al fondo de su culo y vas a hacerlo suavemente, ya llegará la intensidad más adelante. Añade lubricante si es necesario, separa sus nalgas y anuncia a tu chico que te va recibir por completo. Firme pero suavemente, empuja hasta que tus huevos toquen los suyos. Es el momento de decirle: «Guapo, ya me tienes todo dentro de ti». Ahora es cuando toca que él contraiga y relaje rítmicamente su culo hasta que esté completamente acostumbrado a tenerte dentro y se pierda el reflejo de expulsión. Dedicad un rato a acariciaros, besaros, decir guarradas o lo que sea que se os ocurra en ese punto. Ya estáis donde queríais estar: el uno dentro del otro. Ahora es cuando comienza la follada.

Os hago un par de apuntes antes de que sigamos follando:

Si tu chico no sabe dilatarte bien, puedes hablarlo con él. No es necesario que aguantes si lo estás pasando mal aunque también sabemos que todos hemos soportado una penetración molesta confiando en que el dolor remitiera y apareciera el placer. Si lo habláis en ese mismo momento o más tarde, lo dejo a tu elección. Pero habladlo.

Si tu chico te dice que quiere que lo dilates mejor, tómalo como una muestra de que quiere seguir follando contigo y no como una afrenta a tu orgullo de activazo. Peor es que no te diga nada y que termine no contestándote las llamadas, ¿no crees? Un pasivo quiere un hombre que sepa darle placer, que le destroce el culo de gusto, no de dolor. Así que estate atento a sus indicaciones.

Este proceso tan completo solo será necesario en las primeras ocasiones. A medida que vuestras anatomías se vayan conociendo, todo será mucho más rápido y sencillo. Aunque, en cualquiera de los casos, un pasivo siempre agradecerá que lo dilates bien por mucho que esté acostumbrado a recibir pollas. Que un hombre dedique tanta atención a tu culo es uno de los placeres más grandes que se puede experimentar siendo pasivo.

A gozar como lobos

Uno de mis amantes en Cádiz me dijo una vez que tener su polla dentro de mi culo era como «meterla en una jabonera». Estaba calentito y la sentía apretada por un culo humedísimo que lo volvía loco. Me gustó la analogía aunque, entonces, no pensé en que la acabaría contando en un libro. Así es: un activo siente placer al tener la polla dentro de una cavidad musculada (por eso aprieta), caliente y húmeda que proporciona placer con el movimiento de mete y saca. El pasivo que sabe apretar su culo proporciona más goce al activo que lo penetra, aunque ese placer puede ser tanto que lo precipite al orgasmo. Por eso es tan importante comunicarse para saber cuándo el activo está demasiado cerca del orgasmo (y conviene no apretar demasiado) y cuándo sí sería buena idea darle un masaje extra al pene que nos estimula por dentro. ¿Y el pasivo? ¿Cómo goza el pasivo? El punto P provoca muchísimo placer pero no es frecuente que la estimulación de la próstata, por sí sola, conduzca al orgasmo del pasivo. Aun así, aunque el pasivo solo llegue al orgasmo con la manipulación de su propia polla, no debemos olvidar su próstata. Ambos hombres participan y ambos deben disfrutar. La penetración va de que el activo disfrute del masaje sobre su polla y que el pasivo disfrute del masaje sobre su próstata aunque no llegue a correrse solo con eso. Porque el masaje sobre la próstata, siempre, aumenta el placer y facilita el orgasmo del pasivo.

¿Cómo hacer diana sobre la próstata? Si tienes la polla gorda, probablemente rozarás ese punto sin apenas esforzarte (de nuevo, la longitud es lo de menos), pero si tienes una polla menos gruesa de lo habitual o si quieres darle a tu chico una gran follada, tengas la polla del grosor que la tengas, entonces anota este truco: apunta a su ombligo. Aquí es cuando uno se da cuenta de que estudiar geometría tiene mucha más utilidad de la que parecía en un principio, porque tienes que calcular el grado de inclinación con el que debes entrar por su culo si quieres dirigir tu glande hacia la zona que queda detrás de su ombligo, como si quisieras tocárselo desde dentro de su cuerpo. Una postura que favorece esta trayectoria es la del pasivo boca abajo sobre la cama pero con los pies en el suelo y la espalda en ángulo descendente. El activo penetra desde atrás, con sus genitales más altos que el culo de su amante. En esa posición, la penetración será muy eficaz, pero hablad entre vosotros para aseguraos de que estáis consiguiendo el objetivo buscado. Cambiad posturas si queréis (luego os hablo de ellas), sin olvidar que lo importante es conseguir una buena sesión de sexo prostático. Si a estas alturas tengo que repetiros que, además de mover la polla dentro del culo, tenéis que besaros, lameros, acariciaros, azotaros, deciros cerdadas, escupiros, acurrucaros, miraros tiernamente y todo lo que corresponde, es que he fracasado como escritor didáctico o es que habéis venido directamente a leer el capítulo sobre penetrar pasando por alto todas las páginas anteriores (guiño).

El ritmo más habitual suele ser lento al principio e incrementando la velocidad a medida que sube la excitación. Pero lo habitual no es ley, así que vosotros mismos encontrareis el ritmo que os satisface a medida que repitáis polvos. El mete-saca que más suele gustar al pasivo es de recorrido corto, con toda la polla dentro, saliendo apenas unos centímetros y volviendo a entrar hasta los huevos. Esto es lo que se conoce como un polvo flip-flop (los maricones somos maravillosos en todos los idiomas) porque el sonido que hacen los huevos del activo golpeando contra el culo del pasivo es el mismo sonido que hacen unas flip-flop cuando caminas con ellas puestas. Con este polvo chanclero (¿o achanclanado?, ¿o chancletero?) se consigue una estimulación continua de la próstata, y el sigmoide termina relajándose ya que la presencia continua del glande en sus inmediaciones acaba provocando que se adapte y se abra mejor. Para que lo entiendas mejor, te propongo que hagas este experimento: pon tu mano izquierda con la palma abierta y los dedos mirando hacia arriba. Con los dedos extendidos de tu mano derecha, proporciona golpes seguidos contra la palma izquierda, golpeando y retirando los dedos de la mano derecha. Ahora apoya esos mismos dedos sobre la palma izquierda y, sin separarlos, da empujones con la mano en perpendicular sobre ella. Hazlo con la misma fuerza y ritmo en ambos casos. ¿Verdad que solo molestan los que haces separando los dedos y volviendo a golpear? Si te dieran un masaje, no sería igual recibir golpes que presiones sobre los músculos, ¿verdad? Pues lo mismo ocurre con el colon del pasivo. El golpeteo resulta molesto, la presión no.

Si la polla es demasiado grande, es decir, si rebasa los 17 centímetros, probablemente se forzará la anatomía del pasivo, así que será necesario que él adopte una postura que permita que su sigmoide se estire de forma que esa S del sigmoideo se transforme en una «ʃ». Para eso, amor (ahora hablo para el pasivo), lo mejor es que tú mismo te conozcas bien por dentro. Algunos sigmoideos están más lejos y otros más cerca de la entrada del culo. Si eres bajito o muy alto, todo tu cuerpo estará en proporción, incluyendo tu colon y eso puede hacer que varíe esa distancia respecto de la media. Por eso es tan importante haberse metido un dildo antes que una polla: para conocer bien nuestra anatomía antes de ser penetrado por otro hombre.

Seguramente habrás notado que te duele menos cuando estás en cuclillas, ¿verdad? No es casual que esa sea la postura natural para cagar (perdón, hacer de vientre) ya que, en esa posición, el sigmoide se coloca en una posición (más) vertical debido a la relajación del músculo puborrectal, que es el que cierra el recto al contraerse y que lo abre al relajarse. Imagina una manguera que cae en vertical. Le atas un cordel más o menos a la mitad y eso sería el puborrectal: si tiras del cordel hacia atrás, la manguera se dobla y ya no sale el agua tan fácilmente; si tiras mucho, estrangulas el paso y no sale nada; si sueltas el cordel, la manguera vuelve a la verticalidad y el agua vuelve a salir sin problemas. Eso es lo que ocurre en tu interior con tu colon y tu puborrectal. Una vez el músculo se relaja, el colon se queda vertical y, a partir de aquí, la gravedad hace el trabajo de sacar las caquitas fuera de tus intestinos. Esa es también la razón de que te entre mejor el rabo de tu chico si te colocas en la postura de hacer caca (cuando lo cabalgas). En realidad, cualquier postura con tus rodillas por encima del ombligo favorece la relajación del puborrectal y la penetración anal, ¿quieres que veamos unas cuantas?

El kamasutra gay

Ya que hablamos de posturas, hagamos un breve recorrido por el kamasutra gay. Sabrás que el Kamasutra es un libro hindú escrito por Vatsyayana, autor al que se sitúa en el siglo IV d. C., y que recopila una serie de consejos sobre el amor y el sexo, así como un catálogo de posturas sexuales que es la parte más conocida. La homosexualidad masculina estaba presente en el texto, siendo especialmente explícito a la hora de describir el sexo oral entre varones (Danielou, 1994). Según parece, la mamada ha sido nuestra práctica favorita desde tiempos inmemoriales: ¡ya os dije que nos gustaba el sabor a polla! Al describir los dos tipos de hombres del «tercer sexo» (homosexuales), hablaba de un primer tipo que solía vestir ropas femeninas y tenía lo que hoy llamaríamos pluma, y de un segundo tipo de homosexual musculado con barba y bigote. Diecisiete siglos más tarde seguimos encontrando descripciones similares en nuestro imaginario. ¿Coincidencia? No lo creo (guiño). Por cierto, las de este texto no son las únicas representaciones del sexo entre hombres que nos llegan desde la Antigüedad. Además de las presentes en templos hindúes, han sobrevivido, como sabes, diversas escenas de arte paleolítico (Angulo y García, op. cit.), así como en el arte egipcio, griego, romano, maya, norteamericano precolonial, oceánico y japonés medieval entre otros. Un texto amplísimo en el que se recogen todas estas aportaciones de la historia del arte a la comprensión de la homosexualidad es el de Aldrich (op. cit.), que vuelvo a recomendarte.

En cuanto a las posturas, el Kamasutra solo recoge doce maneras básicas de tener sexo y ocho posiciones principales para el coito. No fue hasta llegado el siglo XX cuando se nos fue la pinza con eso de inventar posturitas hasta el extremo de que podríamos hacer un álbum de cromos con tanta variedad. La mayoría de posturas no son más que versiones unas de otras, solo que con las piernas en otro ángulo o incorporando variaciones sutiles, así que no esperes de mí un largo listado de posiciones sexuales con nombres exóticos. Iré a lo práctico para provocarnos placer evitando lesiones musculares innecesarias.

Los hindúes clásicos, que tan bien conocían la sexualidad humana, estaban al corriente de la relevancia para el placer que tenían los diferentes tamaños de penes, vulvas y anos, así como las diferentes morfologías corporales. Desarrollaron y explicaron distintas posturas en relación al tamaño del pene, al tamaño de los cuerpos, a las zonas erógenas que querían estimular, etcétera. En lugar de afirmar, como algún tarado en Grindr: «Si no tienes un pollón, no sirves para follar», los hindúes proponían: «Si tienes un pollón, a tu pareja le dolerá menos con esta postura; si tienes un pene pequeño, estas otras posturas favorecerán el placer en tus parejas, y si tienes un pene normal, estas son las posturas que podréis hacer».

Además de eso, algunas posturas favorecen el control de la eyaculación, lo cual es muy bueno teniendo en cuenta que un coito medio dura unos siete minutos (como recordarás) y algunas posturas colaboran a mantener el placer en la fase de meseta sin precipitarnos al orgasmo. El cambio de postura es una forma natural de prolongar el placer.

Por todo lo anterior, haré hincapié en recordaros que la variedad de ángulos y posiciones no está dirigida a que hagáis gimnasia sino a favorecer la estimulación de vuestros respectivos genitales y zonas erógenas, así como a fomentar el contacto visual y el de vuestros cuerpos. Aquí os explico las posturas sexuales de «El Kamasutra de Gabriel J. Martín».

El misionero. Mi mariculta interior moriría si no comparto contigo que el nombre de la «postura del misionero» surge de un error cometido ¡nada menos que por Alfred Kinsey! (Priest, 2001), quien entendió equivocadamente un pasaje del libro The sexual life of savages in North-Western Melanesia. An ethnographic account of courtship, marriage, and family life among the natives of the Trobriand Islands, British New Guinea, publicado en 1929 por B. Malinowski. Al parecer, Kinsey entendió que los misioneros habían sido responsables de enseñar a los trobriandeses a follar en esa postura cuando, en realidad, los trobriandeses usaban esa y otras posturas desde siempre pero empleaban esta expresión para burlarse de los religiosos pues esa era la posición que menos les escandalizaba. En nuestro caso y a diferencia de los heteros, la puerta de entrada al cuerpo del otro está unos centímetros más abajo de lo que se encuentra en los polvos heterosexuales, así que si pretendemos follar con ese (maravilloso) grado de intimidad, mirándonos a los ojos y acariciándonos los torsos mientras nos besamos, tendremos que colocar un cojín, almohadón o similar bajo el culo del pasivo si queremos que el ángulo de entrada sea el adecuado para causar placer y no molestias. Solo te diré que en Internet se consiguen unos maravillosos cojines hinchables con forma de cuña que te mantienen las lumbares reposadas y el culo a tiro. Mis amantes me dicen que ese cojín los ayuda a bombear sin que se les carguen los cuádriceps y que así aguantan más tiempo en esa posición (ya estás tardando en comprarte uno, mari). Cuando tienes una cierta práctica en dilatar, esta es una postura que produce muchísimo placer, especialmente si el activo te hace una Gran V (ver a continuación). Como ya somos expertos en anatomía intranal, sabemos que cuanto más acercamos los muslos a nuestro abdomen, más relajamos el puborrectal y mejor es la penetración. Podemos hacer todas las variantes que queramos sobre esta postura y darles diferentes nombres. Por ejemplo:

La barra / pollo asado

es un misionero con el pasivo colocando sus muslos contra su propio pecho y el activo sobre él, apoyando sus manos a ambos costados del pasivo (un polvo con los tacones mirando al techo de toda la vida). Si el activo levanta las rodillas de la cama, como haciendo flexiones, y solo se apoya en sus pies y manos, el bombeo será más intenso que si lo hace apoyando las rodillas, así que dejadlo para cuando el pasivo esté muy dilatado o para activos con penes más medianos. Hay quien la llama «barra» para referirse a la postura que adopta el activo, y quien la llama el «pollo asado» para referirse a la postura del pasivo.

Esta última denominación viene del portugués,

dando de frango assado

, pero se ha popularizado en todo el mundo gay porque… ¡nos encantan los brasileños y sus vídeos porno!

La V, o la Gran V

. El activo reposa sus pantorrillas sobre la cama y sujeta las piernas del pasivo separándolas en forma de V (o de Gran V si te abre las piernas como las de una muñeca rota). La dilatación es mayor si las rodillas del pasivo están flexionadas.

El esclavo

. El activo junta los pies del pasivo por los tobillos y en alto, con las piernas un poco cerradas. Se aprieta más sobre el pene pues el ano se estrecha..

El cangrejo

. Es más cómoda porque las piernas del pasivo reposan sobre los hombros del activo. El grado de apertura / fricción es medio

El perrito. A cuatro patas, doggy…, la conoces de sobra. El pasivo con las rodillas y las manos sobre la cama o el suelo y el activo penetrándolo desde detrás. Es una postura que se lo pone muy fácil al activo para meter la polla, pero no es la que más favorece el placer del pasivo. ¿Recuerdas que no es natural hacer caca sentado porque el puborrectal se contrae? ¿No ves que también se contrae cuando te colocas a cuatro patas? ¿Qué debemos hacer para evitar esa contracción y permitir el paso de una polla? Adoptar variantes del perrito que favorezcan la elongación del sigmoideo. El perrito clásico es una buena postura, no obstante, si el pene del activo está por debajo de la media porque no machaca el sigmoideo. Para marcar el ritmo y conseguir un buen polvo chanclero, el activo puede sujetar al pasivo por las caderas y moverlo acompasando los ritmos del culo del uno con el ritmo de los empotramientos del otro. Las variaciones más habituales son:.

El clásico.

Ambos de rodillas, el pasivo con las manos sobre la cama.

Cuerpo a tierra

. El pasivo apoya su pecho contra la cama y mantiene su culo levantado. Una variante con la que el sigmoideo se elonga mucho es cuando el pasivo descansa su torso sobre sus propios muslos: pantorrillas sobre la cama, rodillas dobladas, muslos sobre las pantorrillas y pecho sobre el colchón. En esta postura el pasivo no sufre tanto si los movimientos pélvicos del activo son muy intensos. Si el activo se deja caer sobre la espalda del pasivo, los besos sobre su cuello y el contacto cuerpo con cuerpo aportan un plus.

El trepador.

Es la misma postura que la anterior pero el activo está de pie, con sus piernas a ambos lados del pasivo, y penetra desde arriba, no desde detrás del culo. Puede dejar caer su torso hacia delante y apoyarse sobre la espalda u hombros del pasivo, incluso tirar de los hombros del pasivo para mover su cuerpo en vaivenes. En esta posición, las nalgas del pasivo no suponen barrera alguna para el activo y la penetración puede ser realmente hasta los huevos, así que es una buena postura para penes medios-pequeños y también para anos que están muy dilatados si el pene es medio-grande. También es buena si tienes un culo tamaño dominicana y tanta nalga dificulta llegar a tu agujero (muchos osos follan así). En esta postura la estimulación de la próstata puede ser muy intensa si el pasivo adopta un ángulo adecuado (ve probando hasta que encuentres el tuyo). Si eres de los que se corren sin tocarse, esta postura debe estar entre tus favoritas. Cuando te están follando así, te pueden azotar, escupir, tirar del pelo y hacerte de todo, ¿verdad? Porque placer sexual + adrenalina = goce supremo.

La carretilla

. El pasivo está con sus pies sobre el suelo y apoyando sus manos sobre el colchón o sobre cualquier otra superficie (como la mesa del salón o un banco del parque, no seré yo quien os diga dónde follar). El activo también está de pie, penetra y eleva las piernas del pasivo como llevando una carretilla. Las variantes tienen que ver con lo levantado que está el pecho del pasivo (pegado al colchón o levantado, apoyado sobre sus manos). Normalmente, debido a que el activo está sosteniendo en peso al pasivo, no le queda mucho margen para vaivenes y la penetración suele ser muy profunda ya que apenas puede moverse para sacar la polla.

Los dos pilares. Ambos estáis de pie. El pasivo tendrá que ayudar a que el activo encuentre su ano, escondido entre sus cachetes. Para ello, lo mejor es que él mismo se separe las nalgas dejando la puerta fácilmente localizable. El inconveniente de esta postura es, de nuevo, la musculatura interna, así que no es la más adecuada para principiantes ni (aunque seas pasivo experimentado) para comenzar el polvo con un activo pollón. Podéis comenzar con un reverse cowboy (ahora os lo explico) e iros levantando una vez que el pasivo haya dilatado y se encuentre cómodo. Para lograr movimiento, tendréis que flexionar las piernas, en un sube-baja, dependiendo, eso sí, de la diferencia de altura que haya entre vosotros. Es una postura tremendamente morbosa porque permite besos y que el activo toque todo el cuerpo y genitales del pasivo, así como morderle y besarle cuello, nuca y orejas. Con un giro de la cabeza del pasivo, pueden comerse la boca con pasión, así que doble premio. Es una postura genial para estar delante de un espejo, mirarse el uno al otro en sus respectivos reflejos y deleitarse con verse mientras follan, sumando el placer visual al corporal. De hecho, es perfecta para que os miréis a los ojos en vuestros reflejos, el activo apriete al pasivo contra su cuerpo en un abrazo intenso y le susurre al oído, con voz de mucho vicio, algo así como: «No sabes lo cachondo que me pone verte esa cara de maricón satisfecho cada vez que te empujo el rabo hasta el fondo del culo, nene… Tócate, que me gusta verte con la polla tiesa». Podréis jugar a que el activo inmovilice al pasivo y lo tenga a merced de sus empujones o a que el pasivo sea quien mueva el culo, una vez penetrado, en todas las direcciones que se le ocurra, agitando el pene del activo dentro de su propio culo. En otra variante, el activo puede dejar reposar su espalda contra una pared y que el pasivo sea quien realice movimientos circulares, de vaivén, ondulatorios, etcétera. Incluso puedes atar al activo a una columna, mamarle el rabo hasta que esté duro y colocarte tú mismo en esta posición metiéndote la polla en el culo y haciendo tú mismo todos los movimientos hasta deslecharlo, ¡bufff!

El 69. ¿De verdad necesitas que te la explique? Tumbados el uno sobre el otro pero con los cuerpos invertidos de forma que las bocas alcancen las pollas, y os practicáis sexo oral mutuamente. Además de la mamada, podéis alternar con lengüetazos en los huevos o un buen rimming. Una variante clásica consiste en estar recostados sobre un lado, y otra variante, mucho más acrobática, consiste en que uno cuelgue boca abajo, con sus muslos sobre los hombros del otro, que permanece de pie sujetando a su pareja.

La cuchara. Todos conocemos esta postura porque resulta maravilloso dormir así con el hombre que amas. En esta postura, ambos amantes yacen de lado y el pasivo flexiona la pierna que queda arriba para facilitar la entrada al ano (de nuevo vemos que relajamos el puborrectal y que incluso lo hacíamos antes de saber que tenemos puborrectal). Los movimientos del activo están concentrados en su pelvis, así que el balanceo es menor. Es una buena postura para empujar hondo y que el colon se relaje y se acostumbre a tener la polla en sus inmediaciones. Es una de las mejores posturas para comenzar, especialmente si el pasivo es poco experto o si el activo es pollón. También es una postura que favorece los besos. Se puede variar el ángulo de separación entre la espalda del pasivo y el pecho del activo. Gracias a la posición de sus propias piernas, la polla entra muy bien y el pasivo siente mucho contacto en su próstata. Al tener las manos libres, puede masturbarse (o ser masturbado). Es una postura que favorece el placer del pasivo y resulta fácil correrse en esta posición con pollas de cualquier tamaño. Como curiosidad, el que es abrazado se llama «cucharita pequeña» y el que abraza es el «cuchara grande».

El helicóptero. El pasivo boca abajo, el activo sobre él con la cabeza hacia los pies del pasivo. Como en los Dos Pilares, pero con los cuerpos en direcciones opuestas. La polla dentro del culo y el activo se mueve arriba-abajo, circularmente, adelante-atrás. La penetración no permite mucha dilatación, pero al no ser demasiado profunda, debido a las nalgas que actúan como freno, se logra una buena estimulación de la próstata sin muchas molestias. Es una postura divertida y sorprendente aunque no permite ningún tipo de contacto visual, por lo que tendréis que hablar mucho para comunicaros la excitación que estáis sintiendo.

El cowboy. En esta postura, el pasivo se mete la polla del activo colocándose sobre él, que está tumbado boca arriba, aunque una variante de esta postura se realiza con el activo sentado. En esta posición, el pasivo puede botar sobre el activo pero también puede realizar otros movimientos como balancearse. Es una buena posición para comenzar, especialmente si el pasivo se coloca en cuclillas. Es la postura más suave para iniciar la follada, para pasivos poco expertos o para rabos de gran tamaño, y admite variaciones como en cuclillas o con las rodillas sobre la cama. En esta posición, podéis acariciaros y el pasivo puede masturbarse o ser masturbado con facilidad. El pasivo puede variar el grado que su cuerpo forma con el del activo moviendo su espalda hacia adelante (lo que permite besarse) y hacia atrás (y deja su propia polla mucho más a mano). Hacia atrás, el pasivo puede apoyar sus manos en la cama y subir y bajar su cuerpo para cabalgar la polla con más intensidad. También puede echarse hacia delante y apoyarse sobre el pecho del activo para el sube-baja. O agarrarse de las manos, remarcando la intimidad. Cuando el pasivo se inclina hacia delante, el activo puede sujetarlo por las nalgas, separárselas y, levantando un poco su pelvis, bombear con la intensidad que requieran. La variante que te acabo de describir es la del cowboy clásico pero hay otra, la del cowboy reverso, en la que el pasivo da la espalda al activo y que proporciona también penetraciones profundas. También en este caso pueden lograrse diferentes grados de inclinación del cuerpo del pasivo, siendo una muy sugerente esa en que se echa hacia atrás casi por completo, el activo le abre las piernas y lo penetra intensamente empujando su pelvis hacia arriba. Para eso, el activo debe colocar las plantas de sus pies firmemente contra la cama y tener, así, un mayor apoyo que facilite el bombeo. El pasivo puede masturbarse, lo que, unido a la estimulación de la próstata, provoca sensaciones muy placenteras que bien pueden acabar en el orgasmo. Volviendo al cowboy clásico, si estando frente a frente, el activo incorpora su cuerpo hasta sentarse y se abrazan, llaman a esta postura la «flor de loto» porque recuerda a las figuras del sexo sagrado hindú. Una última variante, conocida como «el balancín», consiste en que el pasivo, una vez penetrado, estire sus piernas hasta los hombros del activo mientras se sujeta a sus manos y se balancea sobre el cuerpo del otro con su rabo dentro.

Posturas pro. Además de las anteriores, hay propuestas que son mucho más elaboradas pero que pueden ser un reto para pasar un buen rato tratando de realizar estas acrobacias eróticas.

La sillita del rey

.97 Sí, amigos, es posible follarse el uno al otro y viceversa ¡al mismo tiempo! Necesitamos un sofá, dos versátiles, mucha dilatación, lubricación previa y dos erecciones consistentes (quizá hasta con un poco de truco farmacológico). Uno de los dos se coloca en el suelo, con sus piernas sobre un sofá y la zona lumbar levantada (el culo próximo al sofá). Ahora llega el otro participante y coloca sus piernas a ambos lados de las caderas del primero, dándole la espalda. Una vez en esa postura, se agacha doblando sus rodillas, como para colocarse de cuclillas. El del suelo sujeta su propia polla apuntado al ano del que se está agachando y este dirige su polla al ano del que está semitumbado. Una vez ahí, el de arriba comienza a empujar su polla dentro del culo del otro a la misma vez que empuja su culo contra la polla de su pareja. Cuando las pollas están medio dentro, emplean ambas manos para separar las nalgas e, imitando el movimiento anterior, empujan o se dejan caer hasta meterlas del todo. El mayor esfuerzo lo realizará el de arriba, que realizará una buena serie de sentadillas. No es fácil llegar al orgasmo así pero será lo más parecido a un trenecito que podéis hacer entre dos. Está claro que hace falta tener dos rabos de buen tamaño y dos culos que se abran de par en par con apenas soplarlos. Lo dicho: postura

pro.

El acordeón

. El activo se tumba boca arriba, recoge sus muslos contra su pecho (como si fuera a dejarse follar en

frango assado

) y el pasivo se coloca sobre esa polla tan expuesta, haciendo un

cowboy

reverso. Si los sentones del pasivo son demasiado fuertes, puede dañar el pene y los huevos del activo, pero permite una penetración especialmente profunda. Estupenda para pollas medianas o cortas.

El ascensor.

Necesitas un activo muy fornido o un pasivo muy liviano. La mejor forma de comenzar es con el pasivo sentado en una mesa, el activo lo penetra de frente, el pasivo se sujeta en los hombros del activo, coloca sus piernas sobre los antebrazos del activo mientras este le sostiene por las nalgas y lo levanta de la mesa. A partir de aquí trabajan los bíceps del activo para hacer que el cuerpo del pasivo suba y baje sobre su polla. Si tú eres el activo, es mucho mejor si haces un movimiento de cuádriceps mientras tus brazos permanecen quietos. Haz pequeñas flexiones de piernas y empuja hacia arriba, como cuando haces

press

de hombro con barra y te ayudas de las piernas para impulsar el levantamiento del peso hacia arriba.98 Una variante del movimiento consiste en que el pasivo permanezca estático colgando del activo y que este bombee con su polla hacia arriba para moverla dentro del culo del pasivo. Aquí el movimiento es meramente pélvico. La versión reversa es igual pero con la espalda del pasivo hacia el pecho del activo. En esta postura se facilita mucho la dilatación si el activo sujeta al pasivo por el interior de las rodillas. Pero es para gente fuerte, flexible y de rabo largo.

Posturas para más de dos. Hombre, digo yo que algún día probaréis un trío y, en ese caso, os vendrá bien un poquito de culturilla posturo-sexual. Os comento algunas de las posturas más populares para los tríos:

La torre Eiffel

. Uno a cuatro patas es penetrado por boca y culo mientras que los otros dos se acercan para besarse. La forma que describen sus tres cuerpos se asemeja a la de la base de la famosa torre parisina.

El dos romano

. El número 2 en cifras romanas se escribe «II», y esos dos palotes son los que el pasivo va a tener dentro de su culito simultáneamente. Vamos, que estamos hablando de la DP (doble penetración), de las dos pollas en el culo de toda la vida. Conviene ir preparando el culo con mucho lubricante y paciencia. Primero conviene comenzar por una polla y luego añadir un dedo. Dos dedos…, tres. Después un dildo pequeñito y, cuando el pasivo esté bien dilatado, proceder a la DP. Para el dos romano, lo mejor es comenzar con el

cowboy

clásico y, una vez con la primera polla dentro, comenzar a introducir dedos hasta que el pasivo esté preparado para la segunda polla. Id despacito, cuidando la respiración para relajar los músculos anales y añadiendo mucho lubricante. Cuando esta postura ya esté dominada, podéis probarla con un

cowboy

reverso, que facilitará la masturbación del pasivo mientras las dos pollas reciben un intenso masaje en el interior de su culo tragón.

El trenecito

. Un pasivo es penetrado por un versátil99 que, a su vez, es penetrado por un activo (todos en posición de perrito). Esta se la sabe todo el mundo.

El triángulo

. No es una postura para la penetración pero es una de las que se dan en los tríos. Los cuerpos se disponen en un triángulo de forma que el primero le chupa la polla al segundo, el segundo se la chupa al tercero y el tercero cierra el triángulo chupándosela al primero.

En la siguiente tabla os resumo las posturas, si son aptas para pollas grandes o si, por el contrario, están indicadas para sentir placer con pollas más pequeñas. También indico si la postura favorece la dilatación del músculo puborrectal. Recordad lo excitante que es ir probando posturas nuevas, sacarla y volverla a meter por completo, ir de la penetración a la mamada o a las pajas. Recordad que, sobre lo que hemos leído, vosotros dejaréis correr vuestra imaginación. ¡Improvisad! Con esto y un bizcocho, ¡os quiero follando hasta mañana a las ocho!

En el siguiente capítulo vamos a culminar todas estas posturas con un buen orgasmo pero antes y para terminar, os dejo los resultados de esta pregunta que se me ocurrió hacer en Twitter, ya veis que el puborrectal es un músculo bastante desconocido y del que apenas se conoce su función y el papel que desempeña a la hora de follar.

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