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El ruido de la calesa y su tío en el umbral de la puerta. Al lado de su tío, el viejo casi parece enano. Jocelyn mira al niño y le habla suavemente, sonriendo. Para Jocelyn esto es una especie de iniciación por la que debe pasar el niño dejado bajo su custodia. Se ha levantado el telón de su vida.

Conversa con el viejo y le da una moneda de dos chelines. El niño ve cómo el dinero cambia de manos y al viejo llevándose repetidamente la mano a la frente en señal de gratitud.

Su tío levanta la manta, la deja caer al suelo y lo coge en brazos. El dolor en el pecho es tan intenso, que el niño empieza a gritar y pierde el conocimiento.

Jocelyn le susurra tiernas palabras para calmarlo, para tranquilizarlo.

Tienes madera de jinete, muchacho.

Al salir con el niño en brazos, va siseándole muy bajito, apaciguándolo, como lo hacen los mozos en las cuadras cuando cepillan los caballos.

Todo un jinete, muchacho. Un valeroso jinete.

Toda la historia es historia contemporánea; no en el sentido más común de la palabra, conforme al cual la historia contemporánea significa la historia del pasado relativamente reciente, sino en sentido estricto: el de la conciencia de la actividad de uno tal cual uno la realiza. La historia es así el propio conocimiento de la mente viva. Pues aun cuando los acontecimientos que estudia el historiador sucedieran en el pasado distante, la condición para que sean históricamente conocidos es que vibren en la mente de éste.

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