Futu.re

Futu.re


XXIX. Rocamora

Página 39 de 41

—Oye, tú. —Rocamora se dirige a Ele—. Conéctame con ése.

Schreyer vuelve a nuestro cuartucho.

—¿Qué tal por ahí?

—Necesito garantías.

Quiero estar seguro de que los vas a soltar vivos. A mi hijo y a mi nieta. Si no, no tiene sentido.

—Te lo garantizo —dice Erich Schreyer—. Te entregas con el pellejo intacto, Yan recoge al bebé y se puede largar a donde le dé la gana.

—Y esta mujer que está aquí con nosotros —añado yo—, ¿se podrá marchar también? ¿Junto con su hijo?

—Es ilegal —rezonga Ele—. Hay que despacharla.

—¡Comemierda! —Berta le lanza un escupitajo—. ¡Cállate, están hablando!

—Me da lo mismo —dice Schreyer—. Tarde o temprano la pillarán.

—No está bien —insiste Ele—. La ley es la ley.

—Dejadme hablar otros cinco minutos con mi familia —pide Rocamora— y podréis entrar.

Con la mano izquierda se sube la manga derecha y, con precaución, saca del detonador unos cables finísimos, como cabellos. Luego parpadea y abre la mano despacio.

—Se me ha agarrotado. —Se frota los dedos—. ¿Me la dejas?

La coge en brazos con cuidado y la mira a la cara.

—Es guapa.

—Ahora no se ve bien. Tiene los ojos de Annelie. Y de mi madre.

—Sonríe.

—Estará soñando algo bueno.

—Me vais a hacer vomitar —dice Ele.

Detrás de la puerta se oye rechinar algo: están quitando la barricada y los explosivos.

Vienen a por Rocamora. A por todos nosotros.

Meto la mano en el bolsillo.

Ir a la siguiente página

Report Page