Ful

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Primera parte. Parecía un buen plan » 24. James

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24

James

Espero sentado en uno de aquellos columpios que hay en el parque enfrente de mi casa. Uno de los que tanto usé de niño. Hace frío, quizá algo más que otros días, y eso aleja a los niños del barrio. Desde allí puedo ver la sombra de mi padre en la ventana de casa. Está donde siempre. Mirando la calle. No lo puedo ver bien por la altura que hay hasta el cuarto piso, pero deduzco que está detrás de la cortina observando. Siempre está ahí.

Como estaba cerca, he llegado antes. James no tardará, casi nunca se retrasa. La cosa está jodida. No consigo ver qué podemos hacer. Para colmo, el otro día no se lo expliqué todo. Solo le dije que teníamos la coca. Necesito que él le dé salida y no pude explicarle los detalles. Hoy no puede pasar y supongo que habrá leído los diarios.

Lo veo aparecer por la esquina. Viene elegante como siempre. Nada del otro mundo, pero destaca en el barrio. Pantalón blanco, camisa azul oscuro y una americana gris, de esas forradas. Se ha dejado una perilla fina. Imagino que no vendrá contento, todo lo que hacemos le repercute a él, que es quien piensa y diseña los planes.

Efectivamente, no viene contento.

—¿Con quién coño os habéis metido, hijos de puta? —suelta nada más llegar y sentarse en un banco que hay a escasos dos metros del columpio.

No me mira. Habla con la vista al frente.

—¿Cómo que con quién? Tú nos diste los datos.

—Yo no os dije que os cargarais al Bakary. Nunca se mata al que proporciona la droga, joder. Era un plan bien simple. Os di el blanco, los teléfonos de confianza para que la puta esa vuestra hiciera el pedido y colara, y hasta le proporcioné la pipa al nafrao ese del Jose. ¿No se te ocurrió contarme eso?

No me deja intervenir, está muy cabreado y tiene razón.

—¿Sabes en qué lío nos has metido? ¿Por qué os los cargasteis?

Parece que por fin me toca hablar.

—James, lo siento, tío. La cosa se descontroló. No fue culpa nuestra. —Se gira para mirarme desde el banco—. Bakary sacó una pipa y no pude evitarlo. Fue instintivo, lo tienes que entender. No queríamos que acabara así.

—¿Y la chica?

No sé cómo voy a explicarle una acción que ni yo mismo entiendo, pero lo intento.

—No tenía que estar, pero aquella chica salió de una habitación cuando oyó ruido. Jose le disparó. No fue la mejor decisión, pero se convirtió en una testigo. Buf, no sé, amigo.

—Tenéis que desaparecer. Y yo también. Estoy comprometido.

—Nadie te puede relacionar con el tema.

—No digas tonterías, Ful. Les has hablado a todos tus amigos de mí.

—Pero ellos no dirán nada, ellos…

—Ellos van a cantar en cuanto les pongan encima unas esposas o un cuchillo en el cuello. Eso lo sabes bien.

—No, Jessi no, y el Pelota…

—¿El Pelota? ¿Me tomas el pelo?

Tiene razón, si nos cogen estamos perdidos. Nadie soporta una tortura, eso lo he visto en las pelis y es cierto. ¿Cómo no vas a hablar si te cortan los dedos uno a uno, o si te cortan la polla, o vete a saber qué pueden tener preparado esos animales…? Visto en perspectiva casi prefiero que me coja la pasma. Igual me llevo alguna hostia, aunque eso es una caricia. Y en el trullo, puede que un punzón, pero nada que me tenga más de una hora agonizando. No había querido pensar en eso, pero James está en todo.

—No sé qué vamos a hacer, James —confieso.

Mira otra vez al frente. Respira hondo. Conozco esa mirada. Tiene un plan.

—Creo que sé cómo salir de esta, aunque la cosa estará complicada. Puedo entender que te defendieras, pero Jose ejecutó a la chica y eso tiene consecuencias.

—¿Tienes un plan? —casi me oigo suplicar.

—Lo tengo, Ful, pero te lo repito, Jose la mató a sangre fría.

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