Freelance

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CAPÍTULO 3

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CAPÍTULO 3

El plan

 

 

 

 

 

 

 

No escapes de algo, escapa hacia algo”.

 

Cris Gillebeau, The Art of Non Conformity,

 

Claudia se levanta temprano, toma café, le da besos a Catalina y Enriqueta, sus perras pug, contesta mails y luego sale a correr por el bosque de San Cristóbal de las Casas o hace una hora y media de yoga. Si tiene más de dos horas, va a nadar. Endorfinada, llega a su oficina o maneja a las comunidades de artesanos en las que capacita, asesora, crea proyectos textiles que benefician a varias comunidades indígenas. Diseñadora textil de 39 años, hace 5 que decidió dejar su empleo en un corporativo, la Ciudad de México y dar un giro vital de salud y sentido. “Yo sé que se oye como cliché ̶ cuenta̶ pero sí era cierto que trabajar con diseñadores, publicidad y moda de alto nivel era muy desgastante y al final me quedaba una sensación de vacío”. Fácil no fue, así que tomó la decisión “despacito”. Cuando en la empresa en la que trabajaba de 8 a 6 la cambió de su puesto a uno que no coincidía con su formación y sus intereses, Claudia optó por tomar, gradualmente, otro camino. Primero cambió su trabajo por uno de medio tiempo y luego se fue “a pensar” a la colorida ciudad alma del estado Chiapas. El lugar multicultural la inspiró y en poco tiempo creó Chamuchic, una marca de indumentaria y accesorios que rescata, revalora y moderniza la artesanía textil tradicional, y la acerca al mercado contemporáneo. El trabajo de Claudia con Chamuchic fue orientar la creatividad y destreza de mujeres artesanas de los Altos de Chiapas hacia el conocimiento de un mercado que, aunque es ajeno a ellas, puede servir para que estos mismos saberes sobrevivan, se difundan y sean recompensados. En casi tres años de existencia Chamuchic tiene seis puntos de venta (más uno en Alemania) y pedidos del exterior. Para el futuro se planea aumentar los puntos de ventas, colaborar con otras marcas, ampliar el catálogo, exportar y sumar más artesanas al proyecto. En eso están.

Claudia aprendió a ser freelance en el camino. “Yo lo he disfrutado tanto que no puedo no recomendarlo”̶ dice. “Si alguien siente que tiene el vigor y la energía, que lo haga” propone. ¿El miedo más grande? “El económico, no tener suficiente para vivir. Por eso me aseguré de tener un colchón (guardemos colchón como keyword): un guardadito, un ingreso estable durante suficiente tiempo”. Otro “monstruo” contra el que tuvo que luchar fueron las críticas de su entorno ante su decisión. “La sociedad te castiga, la gente que está como muy acomodada en su trabajo no se anima, y entonces te sentencia: “te vas a arrepentir” “luego va a estar más difícil conseguir trabajo” y así. La estrategia interna de Claudia para contrarrestar los embates del afuera fue tomar esas opiniones como un reto: “entre más barreras me pongan más me animo.” La verdad, el estrés de algún mes estar apretado no es nada comparado con los otros beneficios opina esta Claudia. Cambiar sus hábitos de consumo, repensar sus necesidades reales, ser proactiva ofreciendo sus servicios y tener una red amplia de contactos fue crucial para su freelanceo exitoso y nutritivo.

Esta historia ocupa apenas una página, pero el salto de una vida en corporativo con quincenas previsibles a la independencia fructífera cerca del bosque no fue, definitivamente, de un día para otro. Si somos espectadores de esta experiencia podemos admirarla y desearla, pero si queremos algo similar para nosotros la pregunta del millón es:

¿Cómo empezar?

 

Life style design: cómo diseñar tu estilo de vida

“Impossible doesn’t mean very difficult. Very difficult is winning the Nobel Prize; impossible is eating the Sun.”

Lou Reed

 

El primer requisito para este ejercicio es aprender a encontrar el equilibrio entre el realismo y los sueños. ¿Cómo lograr lo que quieres con los pies en la tierra? Si tu deseo es navegar en yate con aretes de medio kilo de esmeraldas a juego con el bikini (o el emporio de Donald Trump pero con buen pelo y sensibilidad) eso debe ser posible pero este no es el libro indicado para aconsejarte hasta lograrlo. En estas páginas apunto a ganarse la vida, o más bien, el dinero para la sustentar la vida que queremos, no con el sudor de nuestra frente (a menos que el freelance que esté leyendo sea personal trainer o algún tipo de atleta) sino con inteligencia, estrategias eficaces y especialmente con bienestar integral y sentido. Por otra parte, estudios científicos han sugerido que da más felicidad procurarse los propios pesos que heredar o ganarse la lotería. ¿Será? Investigadores de la Universidad de Emory, en Atlanta midieron la actividad en la parte del cerebro que procesa las sensaciones de placer y recompensa de dos grupos de voluntarios. Unos recibían dinero mediante un juego de computadora simple, los otros debían trabajar para conseguirlo. Los últimos fueron más estimulados. Para el cerebro es más importante hacer cosas para ganar una recompensa, dijeron los especialistas en psiquiatría y ciencias de la conducta. (1) (No sé. Dice mi cerebro que quiere ganarse la lotería primero para poder comparar). Pero continuemos. En fin, que debemos para trabajar para vivir. Asumiendo esto, toma lápiz, papel y piensa un rato. ¿En qué te gustaría trabajar? ¿Estás trabajando en tu vocación? ¿En algo gratificante y que aprovecha tus habilidades? Si es así ¿Cuánto tiempo te gustaría dedicarle al día o a la semana? ¿Por la mañana o por la tarde? Si no estás trabajando en lo que quieres ¿qué necesitarías para hacerlo? ¿Algún curso? ¿Nuevos contactos? ¿Qué más te gustaría hacer, además de trabajar? ¿Ejercicio, voluntariado, aprender algo? Y de lo que haces cotidianamente ¿qué te gustaría abandonar, cambiar o mejorar? Escribe todo con detalles. Clarifica tus deseos y ordénalos según su prioridad. Si en tu cabeza llegas a escuchar una voz criticona o represora (La voz del F.U.D) que dice que lo que quieres es difícil y/o imposible, no le hagas caso. Una vez que estén escritos, los deseos tendrán más poder (lo siento si suena un poco de autoayuda, pero es verdad) Además está probado que quiénes escriben sus metas y/o sueños tienen el doble de probabilidad de cumplirlos que quiénes no lo hacen (2).

Bien. Una vez hecha la lista, ponle a cada cosa una fecha, un deadline. ¿Qué podría ser un cambio inmediato? ¿Qué una realidad a corto plazo? ¿Qué un objetivo a largo plazo? Y, como dice el dicho, be careful with what you wish for. Cuidado con lo que deseas. Porque es muy posible que suceda. Aunque, ojo, salvo magias aleatorias, en general solo con desear no alcanza. El “premio” viene luego del esfuerzo, del salto, de estar dispuestos a aprender, practicar, arriesgar y pagar el “precio” correspondiente. Con buenas intenciones no es suficiente. Hay que actuar.

Todo esto es muy importante porque no se trata solo de dejar un estilo de vida que no te gusta (o llene, o haga feliz) sino de conseguir uno que sí. Y para no estar dando tumbos (aunque algunos serán inevitables) es imprescindible esclarecer los deseos, convertirlos en objetivos. Tómate un tiempo real y de calidad para pensar y sentir sobre esto. Puede parecer una obviedad y lo sería si no fuera porque hay tanta, tanta gente que nunca se ha tomado un minuto para ver quién es, quién quiere ser, cómo podría lograrlo. El asunto es encarar un camino de acción y decisiones y no de reacciones o piloto automático. Una vida consciente, elegida y, dentro de lo que las reglas de la incertidumbre permitan, diseñada.

 

Ejercicio:

Preguntas básicas existenciales y prácticas para el lifestyle design

 

¿Trabajas en lo que te gusta?

¿Sabes qué te gusta?

¿Es posible que te paguen por hacer lo que te gusta?

Si no lo haces aún ¿Cuál es la razón y cuál sería la solución para lograrlo?

¿Conoces a alguien que haga lo que le gusta y le paguen por ello?

¿Cómo lo ha logrado? ¿Qué puedes aprender de él o ella?

¿Qué te gustaría que fuera lo primero que haces al levantarte a la mañana?

¿Qué tipo de ambiente querrías a tu alrededor?

¿Dónde te gustaría vivir?

¿Qué tipo de alimentación te gustaría llevar?

¿Cuántas horas te gustaría trabajar por día o por semana?

¿Cuántas horas necesitarías para cubrir el mismo sueldo que ganas en una oficina?

¿Qué quisieras hacer además de trabajar?

¿Cuándo te gustaría empezar esta nueva vida? (antes de decir “ya” considera el factor “lana” explicado más abajo).

¿Qué puedes empezar ya mismo?

 

Una vez que tengas claro a dónde quieres llegar, es hora de pensar en la transición. Pero ¡No renuncies todavía! Todavía no. Es mejor conocer antes el ABC de la transición inteligente: el momento y el modo perfectos para lanzarte a freelancear.

 

El arte de prevenir

Ok. Ya sabes que quieres dejar tu trabajo actual. Si es un empleo que odias y eres alguien, digamos, temperamental, una de las más grandes tentaciones podría ser cantarle unas cuantas verdades a la inepta de tu jefa, burlarte de tus compañeros bobos, renunciar de modo extravagante y filmarlo para que luego se vuelva viral en You Tube. Don´t. Resiste la furia, que el que ríe último ríe mejor. No lo hagas sobre todo si la empresa que dejarás tiene un lugar en el mundo profesional en el que seguirás trabajando. Estos mundos suelen ser endogámicos, amiguistas y cambiantes. Ojo: si algo está verdaderamente mal puedes comunicar tu descontento con altura y dignidad. Es probable que te topes mil veces con las mismas personas en diferentes puestos y empresas y lo ideal es andar libre de rencores o al menos de rencores confesados o notorios. (Uff, qué difícil resulta darles este consejo, pero ¿adivinen cómo obtuve esta “perla de sabiduría”?) Tu imagen debe ser de un profesionalismo intachable. Ahora te tienes que enfocar en dos cosas esenciales: tu colchón económico y la construcción de tu sustento independiente. Vamos con el primero.

Preparase financieramente para la vida freelance es similar a hacerlo para un año sabático sin ingresos (no porque te vaya a llevar necesariamente un año ganar dinero sino para estar cubierto por las dudas para los escenarios más difíciles). Tres ejes son esenciales.

 

1. Sanear las deudas

2. Ahorrar para pagar la vida diaria mientras tu nueva modalidad se vuelve sostenible

3. Contar con un fondo de emergencias.

 

Lo primero debería ser sacar números, es decir, conocer cuánto realmente gastas al mes. No necesariamente debes juntar lo mismo que ganas todos los meses como salario para el momento en que ya estés trabajando por tu cuenta (Es posible que gastes un poco menos). Si tienes compromisos de créditos (hipotecarios o deudas con tarjeta de crédito) tendrías que considerarlos o mejor aún liquidarlos completamente (lo ideal en el caso de las tarjetas). Si no crees que puedas liquidar tarjetas agrega dentro de la contabilidad de cada mes del presupuesto al menos tres veces el pago mínimo.

Entonces: suma tus gastos fijos por mes: rentas, mensualidades, servicios y comida. La cantidad de meses de colchón que decidas depende un poco de tu optimismo, tu capacidad de ahorro y tu ansiedad por dejar tu empleo actual. Seis meses sería el mínimo, un año es lo que juntó Claudia, la freelancer del comienzo de este capítulo, algunos emprendedores sugieren ahorrar hasta dos años.

Si quieres empezar a tu vida freelance es fundamental que no juntes el dinero solo en una caja de ahorro, sino en algo que genere mayores rendimientos –aunque éstos sean chiquitos– como opciones de inversión a corto plazo tipo Cetes Directo (www.cetesdirecto.com) o pagarés bancarios.

El fondo para emergencias es una suma APARTE de la que guardas para vivir cada mes (un guardadito más de entre 3 y 6 meses de tu sueldo). (3)

 

*Además: considera en tu presupuesto si necesitarás comprar algún tipo de herramienta o equipo para tu nuevo modo de vida.

Para cuando seas freelance también tienes que tener en cuenta un fondo para continuar teniendo una protección de salud.

¿Es necesario contratar un seguro de gastos médicos mayores?

Uno de los beneficios de estar en nómina es que tu empleador suele hacerse cargo del seguro de gastos médicos (tanto del IMSS como uno privado). Pagar a una compañía de seguros una suma anual es bastante costoso (la prima anual para una persona promedio en Ciudad de México es de entre unos 20 o 25 mil pesos (4)).

Cualquier buen libro o experto en previsión financiera te dirá que es imprescindible que contrates un seguro. En una nota que leí al respecto decía que al comprar un seguro “estamos comprando tranquilidad y certeza absolutas de que nuestro patrimonio no se verá afectado en el futuro por la posibilidad de cualquier riesgo que atente contra nuestra salud.” (5) Más allá de que en estas páginas no creemos en eso de “tranquilidad y certeza absolutas” por supuesto siempre es mejor tener las mejores coberturas. Sin embargo, esto no es posible en la realidad para muchos freelancers, especialmente para aquellos que están empezando a construir sus carreras en esa modalidad.

¿Significa esto que quienes trabajan por su cuenta están abandonados a su suerte si algo falla en su salud?

NO necesariamente. Cuando hice una mini encuesta online entre freelancers para ver quién tenía seguro y cuál, uno de ellos me mandó una estampita de Jesús y su halo luminoso. Otra contestó “jajajaja”.

Myrrha, una escenógrafa freelance contó, en cambio, los buenos servicios que le brindaron en el Seguro Popular, el respaldo de salud que pueden tener todos los habitantes legales del país que no estén en el IMSS. Myrrha se recuperó de un cáncer de mama y todo su exitoso tratamiento lo hizo sin pagar un peso. “Me trataron muy bien y cubrieron absolutamente todo. No tuve que pagar ni esperar absolutamente nada”, me comentó.

 

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El Seguro Popular es una aseguradora de muy bajo costo (te hacen un examen socioeconómico para saber cuánto puedes pagar). Cubre más de mil quinientos padecimientos –entre ellos urgencias, especialidades, cirugías, entre otras, y también más de 500 medicamentos. Incluye el 100 por ciento de las enfermedades más comunes y más del 90 por ciento de los diagnósticos del segundo nivel (aquellos que por lo general precisan hospitalización). Además, tiene un Fondo de Gastos Catastróficos por el que atiende enfermedades caras, entre ellas cánceres.

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Otra opción de bajo costo es pagar una cuota al IMSS de manera independiente.

Esto cubrirá consultas médicas y con especialistas, hospitalización, medicamentos, estudios de laboratorio, servicio dental básico, operaciones y más (aunque al igual que los estudios privados no cubre enfermedades preexistentes).

Si de todas maneras deseas y puedes pagar un seguro privado debes tener en cuenta:

Que la cobertura específica de tu póliza cubra tus necesidades. Si agregas sumas en caso de incapacidad. Si te cubre en el extranjero. De cuánto es el deducible (la cantidad de dinero a partir de la cual la aseguradora se hará cargo de los gastos) y el coaseguro (un porcentaje del total del monto también a cargo del asegurado). Hoy en día existen paquetes de seguros flexibles y seguros individuales contra accidentes u hospitalizaciones y si en caso de que lo uses pagará directamente los gastos o los deberás pagar tú y luego te los reembolsarán. Puedes armar la combinación que consideres conveniente. Busca una compañía sólida y un agente que aclare todas tus preguntas. No dejes que te mareen ni te manipulen con el miedo.

 

33 empresas operan seguros de gastos médicos privados en el país. Solo ocho millones de personas, 6% de la población total, cuentan con una protección de este tipo.

De cada 10,000 asegurados en México, un promedio de 11 personas al año llegan a sufrir un siniestro que requiera gastos de más de un millón de pesos.

Uno de cada 10 sufre un accidente o enfermedad con un gasto de un promedio de 50 mil pesos. (6)

 

Espera lo mejor, pero está preparado para lo peor.Unas notillas sobre ser prevenido y/o tomar las riendas de la propia salud:

La fatalidad ocurre. Hay accidentes y enfermedades, algunos evitables otros no. Pero esto suele ser algo con lo que la gente, o ese conjunto de ideas e interacciones que crearon las personas que algunos llaman “el sistema” y a veces se convierte en trampa, asusta a otras personas (es parte del miedo a la incertidumbre). ¿Y si nos enfermamos? ¿Y si nos atropella un camión? (toco madera). ¿Y si caen sapos del cielo como en Magnolia? ¿Vale la pena pagar un seguro de más de 20 mil pesos anuales por si alguna vez me pasa algo si para juntar ese dinero debo hacer algo que me disgusta, me estresa de más o me ata a una vida que me hace infeliz? La respuesta a esto es personal, todas las opciones son válidas. Solo recuerda que, como vimos en el capítulo 1, la infelicidad enferma. Si un trabajo me da gastritis, ganas de llorar, me obliga a estar horas que podría usar para moverme en el tráfico, si casi nunca veo el aire libre pero me ofrece un buen seguro, ¿ese trabajo es bueno para mi salud o no?

La salud está primero, es verdad, pero no es algo que alguien te pueda vender, o al menos yo, como periodista especializada en bienestar no estoy de acuerdo con esa perspectiva. Creo que muchas campañas de marketing agresivo se aprovechan del temor a perder la salud y a perder – o no tener– el dinero que precisaríamos para recuperarla. Hay todo un paradigma de la salud actual que promueve el miedo al propio cuerpo, al desconocimiento del mismo como si fuera una bomba a punto de estallar (Una vez en una de esas conferencias en las que los laboratorios invitan a la prensa ilustraron la posible aparición de la enfermedad con una foto de los aviones estrellándose en las Torres Gemelas) La medicina moderna hace creer a las personas que la naturaleza las golpea constantemente con nuevas enfermedades (se han puesto nombres difíciles a algunas cosas que antes eran consideradas como normales) que solo pueden ser curadas por los médicos (hay lugares en los que incluso ocultan al paciente su propia historia clínica). Pero no siempre las cosas son tan graves como las pintan. Muchos datos de la población relativos a la salud se recogen por orden de empresas y clínicas y llegan a los medios de comunicación a través de agencias de relaciones públicas. Con bastante frecuencia, la cifra defendida de los casos clínicos se reduce a estimaciones arbitrarias. (7) En inglés este fenómeno se denomina disease mongering (tráfico de enfermedades) (8) y su premisa no es un alegato hippie difícil de probar: publicaciones mainstream y prestigiosas como la New Scientist lo han denunciado.

Todo este pequeño desvío del tema central es para que no temas si, eventualmente, no puedes pagar un seguro privado. Un consultorio particular es tal vez más bonito, pero no necesariamente tiene mejor atención médica. Yo misma he tenido varias experiencias muy desagradables con profesionales caros, que luego solucionaron por menos costo doctores de organizaciones no gubernamentales o de centros de salud de manera gratuita. Por supuesto que es mucho mejor que si te internan la decoración tenga buen gusto, plantas naturales y DVD que una pared descarada con una cortina detrás de la cual hay otro paciente, pero piensa bien cuánto estás dispuesta a pagar por si llegaras a necesitarla.

Otra opción es armar por tu cuenta un fondo de emergencias de salud además del IMSS o el Seguro Popular (al menos ten uno de ellos). Si cuando seas viejito no lo has usado puedes invertirlo en un crucero divertido o una aventura como la de Up! (del ahorro para el retiro freelance hablaremos más adelante)

Y, por supuesto: un estilo de vida saludable es una de las pólizas preventivas más importantes.

Ejercitarte previene el riesgo de enfermedades cardiovasculares, la depresión, la diabetes y un sinnúmero de padecimientos más. (No doy referencia a un estudio porque ya hay miles que indican esto).

Las vitaminas naturales (los antioxidantes que se encuentran en frutas, verduras y cereales) reducen las posibilidades de enfermarse. Incrementar el consumo de vegetales a 500 gramos diarios reduce el riesgo de contraer cáncer y aumenta la esperanza de vida en dos o tres años. Ojo: estos resultados son para las vitaminas naturales NO para los complementos alimenticios que pueden tener el efecto contrario. (9)

Estar informado sobre salud alarga la vida. Las personas que pueden leer y comprender datos relacionados con la salud viven más tiempo que las que no pueden. Lee pero no creas todo lo que se publica, compara, pide opiniones, busca publicaciones alternativas y especializadas. (10)

 

De bicho de oficina a animal silvestre

Una buena forma de transición para comenzar a freelancear es hacerlo mientras tienes tu trabajo en nómina. Trabajar en otras asignaciones en tu tiempo libre o en los huecos improductivos en la oficina te dará, además de una entrada más que se sumará a tu ahorro, experiencia y contactos. Necesitas armarte un portafolio para afrontar tu nueva modalidad de sustento. Un sitio donde puedas mostrar tu trabajo, tu curriculum y lo que tengas “de distinto”: tus habilidades, estilo y características (algo sobre cómo hacerlo está explicado más adelante). Tienes que tener muy claro quiénes serán tus clientes, y cuál será tu producto o servicio. Una página web o blog actualizados, bien combinada con mucho movimiento en las redes sociales es imprescindible. Pero, especialmente para empezar esta nueva vida tienes que sentir que es “el momento”, una “voz interna” que te lo “diga”. La que sigue es una historia ejemplo del proceso de transición de Cristina, una freelance valiente que se aventuró de un trabajo seguro a un proyecto con corazón. Cristina es creadora y actual editora de Corresponsal de Paz, un medio digital dedicado a mostrar una óptica diferente de periodismo, que trabaja bajo una perspectiva noticiosa con enfoque en la compasión, la solución pacífica y la esperanza. Antes de fundar su propio medio esta periodista trabajaba en cadenas de TV grandes y reconocidas (como CNN, NBC y Telemundo) y renunciar a ellas fue todo un desafío. Cristina ya tenía en mente (y alma) su proyecto cuando aceptó su último trabajo fijo, que le sirvió como puente a su objetivo.

 

“Acepté por varias razones: yo no tenía en ese momento dinero ni para comprar cigarros, también porque era un proyecto digital naciente, y yo quería saber cómo se hacía eso, ya que también estaba pensando en ‘crear un sitio web’ (aunque de temática harto distinta), pero sobre todo, acepté porque quien iba a ser mi ‘jefe inmediato’ era mi mejor amigo desde la infancia.

Durante mis 2 años allí, trabajé en paralelo (en mi tiempo libre) para crear Corresponsal de Paz, e incluso, intenté que este tipo de periodismo ‘permeara’ en el lugar creando un blog. Sin embargo, al primer año comencé a buscar que me despidieran, siempre hablando con los jefes y diciendo la verdad: yo no pertenecía a aquél lugar, y mi idea interna de periodismo era cada vez más incompatible (y dolorosa) con mis labores. Pero no fue hasta el segundo año, cuando hubo ciertos cambios en la empresa, que me decidí hablar con uno de los ejecutivos. Una tarde me armé de valor y le pedí (por favor) que me despidiera… era mi último intento pues si decía que no, yo ya estaba dispuesta a presentar una intempestiva renuncia… Recuerdo haberle enseñado el bosquejo de mi proyecto y haberle dicho: “por favor, despídeme… yo no sirvo para mucho estando aquí, en realidad esto (el proyecto de paz en ciernes) es lo que verdaderamente quiero hacer…

Y fue así, como por un regalo del destino, supe que justo ese día había comenzado de manera interna y silenciosa en la empresa, un proceso de ‘recorte de personal’ por motivos económicos, de modo que esa misma tarde, mi amigo (y jefe inmediato) me contó extraoficialmente y en secreto, que: ‘me había salido con la mía, y que al día siguiente, yo sería ‘oficialmente’ despedida de la empresa y (evidentemente) remunerada conforme a la ley por aquel despido…

Nunca dudé en ‘irme’, pero si dudé en el ‘cómo’ irme y sobre todo, en qué momento hacerlo, pues también estaba de por medio mi compromiso moral con mi amigo y jefe.”

¿Qué fue lo más difícil y cómo reaccionó el entorno? “Todos me recomendaron que no lo hiciera” –asegura Cristina̶ ese año iniciaba la llamada ‘crisis económica mundial’ que aún hoy (dicen que) padecemos. Todo el mundo me dijo que ‘no era el momento de aventuras’, mi mejor amigo y mi familia me ‘recordaron’ amablemente y por las buenas, que yo ya no era ‘una jovencita’, y mis ex compañeros y amigos me decían (casi con cara de lástima) que yo era ‘muy valiente’ por tomar esa decisión… pero en el fondo, creo que a muchos de ellos les hubiera gustado mandar el ‘estatus’ al garete e irse a probar un bocado de pasión por la profesión y por la vida, que fue exactamente lo que yo sentí en ese momento (y sigo sintiendo ahora) que estaba haciendo”. (Cada vez que releo este párrafo me dan ganas de vivir). ¿Qué consejos da esta profesional para quien quiera lanzarse a la aventura como ella?

 

En general, yo les recomendaría que sigan lo que les pide su corazón y que a ‘eso’ sea a lo que le consagren su mente y sus energías. Recomendaría si es posible, buscar ‘algún buen momento’ vital para hacerlo, pero que no lo piensen mucho porque seguramente todo el entorno (interno y externo) les dirá que ‘eso es una locura y no va a ningún sitio’… ciertamente que sí será una locura, porque el corazón no pide cosas cuerdas, el corazón pide cosas grandes y cosas maravillosas, pero no cuerdas… algún día leí por ahí una frase que me encantó: “Si tus sueños no te asustan, significa que no son lo suficientemente grandes”…

Aconsejo planearlo o reflexionarlo al menos durante un tiempo, pero no largo y definitivamente, aconsejo que esa reflexión o esa planeación signifique que ‘le estarán dando energía para que crezca eso que quieren hacer’ al menos en sus pensamientos y si se puede, con cosas tangibles: empezar a estudiar en los ratos libres sobre cosas relacionadas al proyecto, empezar a contactar con gente del ámbito, etcétera. Y que el miedo no sea un impedimento sino un motor.

 

Cristina piensa que no hay que dejar que la parte económica sea el timonel de la decisión (aunque no hay que despreciarla). “Tal vez no para todos es fácil… pero todos tenemos la capacidad de hacerlo, En mi caso llevo años entrenándome en esto de “romper el miedo saltando al vacío, y luego, después de saltar, mirar abajo para comprobar si había (o no había) red”… a la segunda, tercera, cuarta vez que lo haces, el vértigo se disfruta … y para los casos en que descubres que no había red, no queda más remedio que improvisar para detener la caída o al menos, aminorar los daños.”

Pese a que no es fácil, el saldo le da positivo: “He ganado seguridad en las cosas intangibles de la vida y eso me ha fortalecido. He ganado autoestima, fuerza interior para no dejarme abatir por la ‘opinión ajena’, orden mental y entrenamiento para enfrentarme a mis ‘pequeñas grandes batallas internas’, y muchos amigos en este camino. (Y curiosamente, mi sempiterna angustia por la parte económica ha hecho que con el tiempo mis necesidades materiales hayan disminuido muchísimo. Antes solía pensar que ‘necesitaba’ esto o aquello, y ahora puedo distinguir entre una ‘necesidad’ o ‘deseo’ (o capricho).”

El proyecto “Corresponsal de Paz”, con lectores de 70 países, fue elegido como una de las “25 historias de Paz más inspiradoras del mundo”, publicadas en el libro “Peace 2.0” editado por la organización internacional Global Partnership for the Prevention of Armed Conflict con sede en la Haya, Holanda. Cristina vive en Zacatecas con sus 14 gatos y su perro, y es una activa luchadora por la protección animal.

Entonces, recapitulemos Este sería más o menos un resumen de plan en 5 pasos fáciles (ok, no tan tan fáciles ;))

 

1. Examina tu vida para rediseñar el todo o las partes que quieras cambiar.

2. Anota con detalles qué tipo de trabajo freelance quisieras hacer: decide cuál será tu producto o servicio, quiénes serán tus clientes.

3. Prepárate: busca la formación y los contactos necesarios: contacta colegas para que te consideren y recomienden. Haz todos los días una acción (o más) en este sentido. No lo dejes para “más adelante” (más adelante siempre queda más adelante, como la olla de oro del arco iris).

4. Arma el colchón: ahorra, asegúrate.

5. Renuncia sin quemar los puentes, agradece y acentúa lo positivo que obtuviste en tu empleo fijo. Diles que pueden contar contigo en esta nueva modalidad.

¡Ya! Eres un freelancer. Ese vértigo que sientes (como un extraño vacío entre panza y el pecho, entre una indigestión y ganas de comerte el mundo) es el mareo por las olas de la incertidumbre. Recuerda tu postura, firme, atento y flexible como un junco experto en rafting. Welcome.

 

-bonus track-

Secretos de la vida simple aptos para todo público

(y porqué esta tendencia conviene a los freelancers)

Simplifica, simplifica, simplifica, escribía extasiado Henry D. Thoreau en Walden o la Vida en los Bosques (publicado en 1854 y tal vez el texto fundamental de la vida sencilla), el libro que relata como el filósofo se retiró por un par de años para dedicarse a la contemplación de la naturaleza y que ya mencionamos antes. Si bien muchos de los seguidores de una existencia más sustentable consideran su premisa desde hace tiempo, una nueva ola que abraza el poder que encierra la frugalidad, la simplicidad voluntaria o el minimalismo como conducta y estética vital parece haber resurgido recientemente. Diversas disciplinas y propuestas lo demuestran. Aunque en general se asocia “minimalismo” con diseños de líneas claras y ambientes despojados, la tendencia no implica solo la ausencia de adornos, sino una estructura ética que llama a vivir con menos objetos, comprar y gastar menos, eliminar las actividades que absorben tiempo y energía y no otorgan a cambio algo de suficiente valor y sustancia. Ahora hay deportistas minimalistas (los barefoot runners, que deciden correr descalzos o con un calzado muy sencillo alejado de los tenis ultratecnológicos), chef minimalistas que llaman a armar platos con dos, tres y hasta cinco ingredientes para no hacer los menús saludables complicados, estilistas de moda minimalistas que sugieren regalar todas las prendas del closet y solo quedarse con un número limitado prendas combinables en total, bloggers minimalistas que dan consejos sobre este asunto y diseñadores de muebles e interiores que llevan al extremo el arte de hacer cada pieza expandible, multifuncional y transformable.

 

¿Qué tiene que ver esto con el freelanceo?

Bueno, bastante. Hacer un relevamiento sobre qué es una necesidad y qué no, y conocer cuáles son nuestra agenda más sustancial es una tarea fundamental para los que vivimos haciendo rafting en la incertidumbre de las fluctuaciones de presupuesto, pero además, ponernos en sintonía minimalista nos coloca en control de nuestras cosas, lo que implica menos estrés, un daño al medio ambiente más reducido, mejores finanzas y una vida con más sentido. Justo, se supone, para lo que muchos nos hicimos freelancers.

No se trata de perder comodidades, sino de hacer un ejercicio de conciencia y dar tiempo y espacio para lo que más importa. Por otra parte, está ya probado que los bienes materiales no “hacen la felicidad”: ni las camionetas familiares relucientes ni las máquinas de café con George Clooney incluido, ni los zapatos de Carrie Bradshaw son “la respuesta”. Los científicos han coincidido en que son las experiencias y no los objetos la mejor manera en la que podemos gastar nuestra lana en pro de ser más felices. Es cierto que en estos tiempos con tantas posibilidades de consumo (al menos en las clases medias de los países en vías de desarrollo y en general en los desarrollados) cambiar a una vida más simple no es tan fácil, y especialmente, no es hacia lo que la sociedad te alienta. Pero hacer la prueba puede valer la pena, y de ningún modo hace correr peligro las metas profesionales a las que queremos llegar. Recuerdo una miniplática hace muchos años con una periodista independiente a quien admiro mucho: Alejandra. Ella solía reírse porque tenía un solo outfit para ir a hacer entrevistas: un pantalón y una camisa blanca y holgada, con unos bordados también blancos. Siempre usaba lo mismo. Alejandra ganó uno de los reconocimientos más importantes del mundo en su terreno –un premio Pulitzer̶ , hace poquito. No necesitó trajes caros que afirmaran que es estupenda. Su inteligencia aguda y su constancia la llevaron a brillar internacional y merecidamente. (Y tal vez la camisa traía algo de suerte).

Comprar objetos cuesta tiempo y dinero (el dinero lo ganas usando tiempo, es decir: vida). A veces las cosas valen lo que cuestan, a veces no. Muchas personas consumen “en automático”, compran algo porque todo el mundo lo tiene, porque están aburridos, porque nomás pasaban por el centro comercial, o porque creen que les va dar una satisfacción que, a largo plazo, nunca llega. Tengo varios conocidos que han estado atados a trabajos de oficina que detestaban o los mantenía estresados e insatisfechos. Pagaban plasmas cada vez más grandes, shampoo y acondicionadores cada vez más caros, teléfonos cada vez más sofisticados y casas rentadas en los barrios de moda, pero estaban tristes, fuera de forma, y no les gustaba levantarse en las mañanas. Algunos de ellos suponían que, aunque el freelanceo podía resultarles atractivo, no era para ellos porque la incertidumbre no les permitiría pagar esas bondades de la vida. Y es cierto, los imprevistos, sobre todo al principio, invitan a ser más austero.

Pero también es cierto que bajando los costos al máximo (sin sacrificar lo que de verdad es importante según tus necesidades profundas individuales) se es más libre de elegir en qué, cómo y cuándo trabajar.

Mi manera de abrazar la vida simple en los últimos años se ha fundamentado en principio, en mudarme fuera de la ciudad. Ahora vivo en un pueblo a una hora del Distrito Federal y mi alquiler al mes cuesta un quinto o de lo que vale el mismo espacio en alguno de los barrios céntricos donde vive el 80 por ciento de mis colegas. Si bien no es una situación perfecta ¿pero cuál lo es? el aire, las flores y los árboles me inspiran y hacen mis días más saludables. En el mercado compro alimentos buenos y frescos por monedas (comprobé que cuestan casi la mitad que un supermercado). Tengo todos los servicios y me gusta lo que veo por la ventana (una bugambilia, un cerro, muchos gatos). Mis muebles son en su mayoría reciclados, comprados en venta de garaje, lijados y pintados por mí (una actividad que me relaja luego de mucho trabajo intelectual). Hago gimnasia en mi casa con planes online de fitness gratis o salgo a correr. No tengo tele (aunque veo muchas series, tal vez demasiadas, en la computadora) ni un teléfono sofisticado con plan. Bajar los costos me ha permitido dar más tiempo a proyectos que tienen que ver más con mis metas personales (como este libro) y no tener que hacer tantas cosas “por dinero” (y también estar menos desesperada cuando este no fluía con la velocidad adecuada, cuando la “ola” de la incertidumbre azotaba más que nunca).

No es mi intención criticar a quiénes tienen o gustan de objetos costosos, cada quien sus elecciones., por supuesto. Ni tampoco todo el mundo debe seguir mi ejemplo de vivir en las afueras o comer arroz integral. Mi punto es otro: que las cosas –las cosas que se supone que debes tener si eres un joven creativo urbano, por ejemplo̶ no te vuelvan un esclavo. Las que siguen son claves de expertos en minimalismo para hacer la vida más libre y liviana.

1. Identifica qué consideras esencial: El primer paso para simplificar la propia vida es darse cuenta de cuáles son las cuatro o cinco cosas más importantes y coordinarnos de acuerdo a ellas. ¿Qué es lo más importante para ti? ¿Crecer en tu carrera? ¿Hacer deporte? ¿Estar con tu familia o pareja? ¿Aprender algo nuevo? ¿Viajar? Una vez que sepas qué consideras una prioridad es hora de empezar a hacer sitio (en tiempo, energía, recursos) para estas cosas, eliminando de a poco lo que no sirve para tu proyecto más profundo. (Mira tu agenda, tus compromisos, tus compras, tus tareas y planes y fíjate que está alineado o no con tus esenciales. ¿Hay algo que los contradice? ¿Es posible eliminarlo? (1)

 

*Recomiendo hacer este ejercicio cada un tiempo determinado para revaluar prioridades. Puede ser que un año tu esencial sea una cosa, pero al año siguiente otra. Recuerda que cambia, todo cambia.

 

2. Edita: es decir, prioriza, ordena, enfoca: El desorden invita al caos mental y la procastinación (“perder el tiempo”). Tener menos cosas materiales hace que pierdas menos horas cuidándolas y ordenándolas (sin contar los días que gastaste para lograr el dinero con el que las compraste). Piensa antes de comprar: ¿esto realmente me hará feliz? ¿Lo necesito? ¿voy a usarlo? Evalúa los costos y beneficios de cada cosa en la que pongas tu energía, tiempo y dinero. (2)

3. Juega, prueba, practica, se creativo: te sorprendería el éxito que tienen un montón de bloggers y coach dando soluciones minimalistas para diversos aspectos de la vida. Ponte a prueba armando presupuestos saludables para tu alimentación (compra a granel, en mercado, al mayoreo, planea menúes), tu clóset (elige un número determinado de básicos combinables de buena calidad, en theproject333.com hay ideas muy divertidas), el orden de tu casa (sobre todo si es también tu espacio de trabajo, el caos no ayuda a la concentración), haz “limpiezas de primavera” (aún en otras estaciones), tira lo que te estorbe, busca espacio para pensar mejor (y ahorrarte sacudir los muebles).

 

 

 

 

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