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Tercera parte. Julio » Capítulo 35:// Infiltración

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—Pero tú no. Tú fuiste el listo. Nunca tuviste fe en nadie más que en ti mismo.

Él hizo una mueca.

—Sabes que eso no es verdad. —Ross se apoyó contra la pared de piedra, de espaldas a la lejana fiesta. La miró.

Ella sacudió la cabeza.

—Todo parece tan claro ahora. Intrusión de las corporaciones en las instituciones públicas. Dominio de la cultura y los medios de comunicación por parte de las corporaciones. Sucedió a plena vista, mientras aplaudíamos su éxito porque nos iba bien. Como si fuéramos nosotros.

—Pero ahora millones de personas saben la verdad. En un par de horas habremos movilizado a gente suficiente para detenerlos. Todavía podemos derrotarlos, Nat.

Ella se rió tristemente.

—¿

Cómo, Jon? Ellos lo poseen todo. No son un estúpido programa informático. No se los puede piratear. Y el daemon sí que puede ser pirateado.

Ella se sintió avergonzada al imaginar las gigantescas redes sociales, financieras y comerciales lanzadas contra ellos. Sus oponentes eran tan numerosos. Tan poderosos.

—No podemos derrotarlos.

Permanecieron en silencio durante unos instantes, mientras la música proporcionaba un contrapunto.

Él suspiró.

—Siempre quisiste saber mi verdadero nombre.

Ella lo miró sorprendida.

—Si quieres saber mi nombre, te lo diré…

—Jon, yo…

—Me llamo Iván Borovich. Mi padre era Aleksey Borovich. Murió el cuatro de octubre de 1993, después de que Boris Yeltsin disolviera nuestra legislatura democráticamente elegida. Mi padre fue a defenderla, pero murió cuando los tanques bombardearon la Casa Blanca rusa y los soldados de Yeltsin entraron al asalto. Los medios de comunicación occidentales llamaron a mi padre un «resistente comunista». Pero dio su vida por la democracia. No por sí mismo, sino

por mí, por mis hermanos y hermanas. Y por sus compatriotas.

Philips se acercó a él mientras hablaba.

—Jon…

—Puede que nos derroten, Natalie, pero mientras haya otra generación, siempre habrá esperanza.

Ella lo besó tiernamente, olvidando por un momento su angustia y sus dudas.

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