Fotos

Fotos


San Lorenzo de El Escorial. (Madrid)

Página 17 de 32

San Lorenzo de El Escorial. (Madrid)

Perteguer detuvo el coche en el aparcamiento del hotel donde se hospedaba Fuster.

—Cinco estrellas… de mayor voy a ser catedrático.

Subieron hasta la quinta planta y llamaron a la puerta de la habitación. Fuster les recibió en bata y con un vaso de ginebra con hielo en la mano.

—Hola, señores. Pasen.

La habitación era casi más grande que la casa de Perteguer. Tenía casi de todo. Sofás, mesas de trabajo, una barra de bar (llamarlo minibar hubiera sido un eufemismo), y una gigantesca cama de matrimonio tras la puerta que daba al dormitorio en sí. Fuster se dirigió a la barra y cogió dos vasos de un estante.

—¿Algo de beber? No sean tímidos… invita Harvard…

Whisky

—Ron negro…

Pedro y Perteguer tomaron asiento en el sofá; habían dejado el dossier sobre la mesa. Fuster se sentó y tras dar un largo trago a su ginebra, lo abrió por la mitad y lo leyó algo por encima.

—«Descendió mi maestro sin notarse en la barca su peso…». La Divina Comedia, traducción de Juan de la Pezuela, duque de Cheste, en el siglo XIX, en igual clase y número de versos, pero en castellano…

Perteguer dejó su whisky sobre la mesa y sacó un cigarrillo.

—Veo que domina el tema… ¿Puedo fumar?

—Sí, por supuesto. Si querían un especialista en Dante, modestamente tienen al experto nacional «cum laude».

—Bien. Aunque pueda sonarle absurdo, tenemos a un… delincuente que está cometiendo crímenes siguiendo los pasos de ese libro…

—¿Y qué desean de mí?

—Bueno, hemos realizado informes, pero siempre viene bien una ayuda más cualificada…

Fuster se sintió muy complacido al ver decir a Perteguer lo que exactamente deseaba escuchar, de tal manera que esbozó una sonrisa y abrió el dossier por la primera página. En ella aparecían las cartas que había recibido Patricia.

—«Amada Beatriz: Si cuanta loa de vos fuera narrada, hasta aquí toda en una se incluyera, con la que hora es preciso, fuera nada. No la beldad que vi solo supera nuestro alcance, mas vivo persuadido de que solo su autor la goza entera». Hermoso. ¿Saben qué quiere decir Dante exactamente? Que no hay palabras para describir la belleza de su amada, aún más; dice que la belleza de Beatriz es tan… divina por así decirlo, que solo el propio Dios, su creador, es capaz de comprenderla, y de gozarla. En La Divina Comedia Dante nos relata un triste penar: va en busca del amor de su vida, que ha muerto, solo para contemplarla una vez más, y que ella le perdone por haberla olvidado, y haberla sido infiel muerta esta. Y para ello es capaz de atravesar el infierno y el purgatorio, porque para él, el amor que siente por Beatriz es más poderoso que la propia muerte.

—Pero no creo que sea el amor lo que guíe a la persona que buscamos…

—¿Quién recibió estas cartas?

Perteguer mostró la foto de Patricia a Fuster.

—Patricia García. Investigadora de una compañía de seguros. Lleva desaparecida unos días.

Fuster contempló la foto con detenimiento.

—Hermosa, su Beatriz, amigo…

—¿Confirma que el texto es de Dante?

Fuster asintió.

—Por otra parte —prosiguió Perteguer— han ocurrido una serie de «accidentes» tras los cuales aparecía un fragmento de La Divina. Nos parece una fatal coincidencia.

—¿Persiguen a alguien que parafrasea a Dante a cada paso que da? ¿Un Don Quijote del Siglo XXI?

A Fuster se le iluminaron los ojos.

—Bueno, Don Quijote no lleva doce muertos en dos meses…

Fuster se levantó y cogió un libro que reposaba sobre la mesa de trabajo. Se lo ofreció a Perteguer. Era un ejemplar de la Divina Comedia comentado por él mismo. El policía echó un rápido vistazo y se lo devolvió al Catedrático. Este lo abrió por una de las primeras páginas y leyó:

—«Pero la explicación del pensamiento del gran poeta, generalmente mal interpretado por los que no son buenos, ¿puede contribuir a extraviar los espíritus, o por el contrario, impedirá que se hagan de él citas falsas o equivocadas, o sin referencia oportuna a la época, pasiones o circunstancias que dominaban el ánimo del ofendido y desesperado gibelino, que vio pasar los mejores años de su vida en una continua y nunca satisfecha esperanza?». El Duque de Cheste ya temió en su momento, como atestigua esta carta remitida al Marqués de Molíns previa a su publicación en 1865, el mal uso de la doctrina que rezumaba esta genial obra de Dante. Y ellos vivían en el revolucionario siglo XIX; pero temían que unas palabras escritas con maestría en 1300 calasen en las mentes de los que «no son buenos». Hoy por hoy todavía hay algunos que matan por creencias religiosas, pero ningún asesino en nombre de la Biblia llevó nunca el morado episcopal.

—¿Dónde quiere llegar?

—Un amante de Dante, alguien que disfrutara de su lectura, que amase cada letra escrita por el mismo, jamás justificaría la sangre derramada amparándose en su obra. El que comete estas atrocidades que me muestran es, con toda probabilidad un inculto que malinterpretaría incorrectamente hasta un libro de recetas…

—No cualquier inculto tiene acceso a una obra tan… barroca…

—Exacto, no cualquier inculto.

Un hombre rubio, alto y musculoso apreció tras la puerta de entrada. Fuster sonrió al verle.

—Caballeros, les presento a Donovan.

Donovan y Fuster se dieron un apasionado beso ante la atónita mirada de Pedro y Perteguer.

—Como verán, deben descartarme como admirador de su Beatriz. Y en cuanto a los asesinatos… por lo que veo en sus dossieres me temo que siquiera estaba en España cuando ocurrieron…

Perteguer endureció el gesto.

—No vinimos a acusarle, sino a pedirle ayuda, Fuster…

—No opina lo mismo el jefe de su amiga, el señor Mouton. Ayer mismo Donovan tuvo que echarle de aquí a empujones.

—¿Mouton de VidaPlus?

—Desde que tuve el incidente con la compañía, se empeña en que quiero arruinarles. Además parece que esa chica que buscan ya había pensado en hablar conmigo, por lo que Mouton, muy sagazmente, pensó que yo era el causante de este pandemonio. La verdad es que no es muy agradable que acusen a uno continuamente de asesinato y secuestro día sí, día también…

—¿De qué incidente habla?

—Mi automóvil explotó en mi garaje matando a mi mujer y mi hijo hace diez años. Tras cinco de juicios conseguí una ridícula indemnización de esos peseteros de VidaPlus. El recurso se perdió, y asunto acabado.

—¿Estuvo casado… usted? —Pedro intervino por primera vez en la conversación—. ¿Cuándo?

Fuster miró a Donovan antes de contestar y sonrió.

—La vida da muchas vueltas. ¿Sabe? Yo quise a mi mujer y a mi hijo como a nada en este mundo, pero cuando decidí rehacer mi vida escogí otra senda distinta…

Perteguer y Pedro negaron con la cabeza y se despidieron de Fuster y Donovan. Cuando ya estaban en la puerta, Fuster cogió de un brazo a Perteguer.

—¿Saben que al morir Dante, en 1321, sus hijos Jacopo y Piero encontraron La Divina Comedia incompleta?

—¿Cómo la completaron?

—Buscaron infructuosamente por toda la casa durante meses y perdieron toda esperanza, hasta que una noche, Jacopo tuvo un sueño: Vio a su padre vestido de blanco y bañado en una luz espectral. Entonces preguntó a la visión si el poema había sido completado a la muerte del autor; Dante, o su espectro, asintió con la cabeza y señaló a Jacopo un rincón secreto de su despacho. A la mañana siguiente, y acompañado por un notario, acudió al rincón y desclavó unas tablas descubriendo un ventanuco oculto. En su interior había unos papeles mohosos, en los que estaban escritas lasa palabras perdidas de la Divina Comedia. Gracias a la aparición de ese espectro, esta obra maestra salió a la luz. Parece que Dante estaba tan empeñado en que su Comedia se diera a conocer que no descansó hasta hacerlo. Llévense un tomo cada uno de regalo…

Les tendió dos libros y abrió la puerta de su habitación. Cuando ya hubieron salido del hotel, Perteguer pegó una patada al suelo.

—¡Mouton! ¡Sherlock en estado puro! ¿Cómo no se me ocurrió mirar los juicios a favor del demandante? Mira este caso…

—Pero no pensarás que Fuster…

—Pues no lo sé… Volvamos a Madrid a ver que sacamos de este ovillo…

Ya era de noche cuando regresaron a la ciudad. Detuvieron su coche frente a las oficinas de VidaPlus. Carlos Mouton ya se había ido a casa.

Ir a la siguiente página

Report Page