Focus

Focus


Notas

Página 34 de 35

Notas

[1] El tronco cerebral, por ejemplo, ubicado justo encima de la médula espinal, alberga el barómetro neuronal que registra nuestra relación con el entorno y aumenta o disminuye el arousal y la atención dependiendo del grado de vigilancia que necesitemos. Los lectores interesados en conocer los fundamentos básicos de cada aspecto de la atención pueden ver el artículo de Michael Posner y Steven Petersen titulado «The Attention System of the Human Brain», Annual Review of Neuroscience, 13, 1990, págs. 25-42. <<

[2] Entre esos sistemas cabe destacar, por ejemplo, el biológico, el ecológico, el económico, el social, el físico y el químico, tanto en sus versiones newtonianas como cuánticas. <<

[3] M.I. Posner y M.K. Rothbart, «Research on Attention Networks as a Model for the Integration of Psychological Science», Annual Review of Psychology 58, 2007, págs. 1-27, en 6. <<

[4] Anne Treisman, «How the Deployment of Attention Determines What We See», Visual Search and Attention 14, 2006: 4-8. <<

[5] Véase Nielsen Wire, 15 de diciembre de 2011. http://bit.ly/sTBRR8. <<

[6] Mark Bauerlein, «Why Geny-Y Johnny Can’t Read Nonverbal Cues», Wall Street Journal, 28 de agosto de 2009. <<

[7] El criterio para diagnosticar la «adicción» no específica un número determinado de horas de juego (o, salvando las distancias, de tragos de alcohol), sino que se centra, por el contrario, en los problemas generados por el hábito en otras dimensiones de la vida como la escuela, la familia o la sociedad. Una ludopatía perniciosa puede provocar el mismo tipo de estragos personales que los producidos por las drogas o el alcohol. Daphne Bavelier et al., «Brains on Video Games», Nature Reviews Neuroscience, diciembre de 2011, Vol. 12, págs. 763-768. <<

[8] Wade Roush, «Social Machines», Technology Review, agosto de 2005. <<

[9] Herbert Simon, «Designing Organizations for an Information-Rich World», en Donald M. Lamberton (ed.), The Economics of Communication and Information. Cheltenha (Reino Unido): Edward Elgar, 1997. Citado en Thomas H. Davenport y John C. Back, The Attention Economy. Boston, MA: Harvard University Press, 2001, pág. 11. <<

[10] William James, Principles of Psychology, 1890; citado en Jonathan Schooler et al., «Meta-Awareness, Perceptual Decoupling and the Wandering Mind», Trends in Cognitive Science, 15, número 7, julio de 2011, págs. 319-26. <<

[11] Ronald E. Smith et al., «Measurement and Correlates of Sport-Specific Cognitive and Somatic Trait Anxiety: The Sport Anxiety Scale», Anxiety, Stress & Coping: An International Journal, 2, número 4, 1990, págs. 263-280. <<

[12] Tratar de centrarse en una sola cosa ignorando el resto supone, para el cerebro, una especie de conflicto. La estructura cerebral mediadora en ese conflicto es la corteza cingulada anterior (CCA), que es la que identifica ese tipo de problemas y recluta, para resolverlos, a otras regiones cerebrales. Para centrarse en un foco atencional, la CCA apela al control cognitivo proporcionado por el área prefrontal, que desactiva los circuitos distractivos y amplifica aquellos que nos permiten lograr un pleno foco atencional. <<

[13] Cada uno de estos elementos esenciales refleja aspectos de la atención que abordamos en nuestra exploración. Richard J. Davidson y Sharon Begley, The Emotional Life of Your Brain, Nueva York: Hudson Street Press, 2012. <<

[14] Heleen A. Slagter et al., «Theta Phase Synchrony and Conscious Target Perception: Impact of Intensive Mental Training», Journal of Cognitive Neuroscience, 21, número 8, 2009, págs. 1536-1549. <<

[15] La corteza prefrontal es la que mantiene la atención, mientras que una región cercana, la corteza parietal, se ocupa de apuntar a un objetivo concreto. Cuando nuestra concentración se desdibuja, esas regiones se desactivan y nuestro foco atencional se desplaza a la deriva, quedando a merced de todo aquello que llame nuestra atención. <<

[16] Estos estudios han puesto de relieve que el cerebro de las personas aquejadas de trastorno de déficit de atención e hiperactividad [TDAH] muestra una actividad mucho menor en la región prefrontal y una menor sincronización de fase: A.M. Kelly et al., «Recent Advances in Structural and Functional Brain Imaging Studies of Attention-deficit/Hyperactivity Disorder», Behavioral and Brain Functions, 4, 2008, p. 8. <<

[17] Respuestas: 1) cierre de fase; 2) sensorial y emocional, y 3) la capacidad de concentrarse e ignorar las distracciones. <<

[18] Jonathan Smallwood et al., «Counting the Cost of an Absent Mind: Mind Wandering as an Underrecognized Influence in an Educational Performance», Psychonomic Bulletin and Review, 14, número 12, 2007, págs. 230-236. <<

[19] Nicholas Carr, The Shallows. Nueva York: Norton, 2011. <<

[20] Martin Heidegger, Discourse on Thinking. Nueva York: Harper & Row, 1966, p. 56. Heidegger ha sido citado por Carr, en The Shallows, en su advertencia sobre «lo que internet está haciendo a nuestros cerebros», nada bueno, en su opinión. <<

[21] George A. Miller, «The Magical Number Seven, Plus or Minus Two: Some Limits on our Capacity for Processing Information», Psychological Review, 63, 1956, págs. 81-97. <<

[22] Steven J. Luck y Edward K. Vogel, «The Capacity for Visual Working Memory for Features and Conjunctions», Nature, 390, 1997, págs. 279-281. <<

[23] Clara Moskowitz, «Mind’s Limit Found: 4 Things at Once», LiveScience, 27 de abril, 2008, http://bit.ly/II7Ine. <<

[24] David Garlan et al., «Toward Distraction-Free Pervasive Computing», Pervasive Computing, IEEE, 1, número 2, 2002, págs. 22-31. <<

[25] Clay Shirky, Here Comes Everybody. Nueva York: Penguin Books, 2009. <<

[26] Estos lazos débiles pueden ser considerados, en la política de las organizaciones, como una fortaleza oculta. En las organizaciones matriciales, la gente, en lugar de trabajar ateniéndose a una cadena de mando, tiene que influir en alguien sobre quien no tiene el menor control. Los lazos débiles, en cuanto relaciones a las que podemos recurrir en busca de ayuda o consejo, constituyen un capital social muy interesante. A falta de cualquier vínculo natural con el otro grupo en el que debamos influir, nuestras oportunidades son muy limitadas. <<

[27] Véase la entrevista de Thomas Malone en Edge.org, http://bit.ly/UpcFIT. <<

[28] Howard Gardner, William Damon y Mihalyi Csikszentmihalyi, Good Work: When Excellence and Ethics Meet, Nueva York: Basic Books, 2001, y Mihalyi Csikszentmihalyi, Good Business. Nueva York: Viking, 2003. <<

[29] Mihalyi Csikszentmihalyi y Reed Larson, Being Adolescent: Conflict and Growth in the Teenage Years. Nueva York: Basic Books, 1984. <<

[30] Mientras nos hallamos «en la zona», puede producirse una moderada activación de la red por defecto. Michael Esterman et al., «In the Zone or Zoning Out? Tracking Behavioral and Neural Fluctuations During Sustained Attention», Cerebral Cortex, http://bit.ly/15QnHyi, 31 de agosto de 2012. <<

[31] Henri Poincairé, citado en Arthur Koestler, The Act of Creation. Londres: Hutchinson, 1964, págs. 115-116. <<

[32] Algunos científicos cognitivos denominan mentes «separadas» a estos sistemas. En mi libro Inteligencia social, me he referido a los sistemas descendente y ascendente como «camino bajo» y «camino alto», respectivamente. Daniel Kahneman, en su libro Thinking Fast and Slow (Nueva York: Farrar, Straus and Giroux, 2012), utiliza las expresiones «sistema 1» y «sistema 2», a las que denomina «ficciones expositivas» y que, para mí, resultan tan difíciles de mantener como la «Cosa Uno» y la «Cosa Dos» de El gato en el sombrero. Dicho esto, cuanto más profundizamos en el cableado neuronal, menos satisfactorias resultan las expresiones «bajo» o «alto» aunque, a pesar de ello, seguiremos utilizándolas. <<

[33] Kahneman, Thinking Fast and Slow, p. 31. <<

[34] La médula espinal humana es uno de los muchos ejemplos que la evolución nos proporciona de diseño aceptable aunque no perfecto. Basado en sistemas más antiguos, ese simple apilamiento óseo en una sola columna funciona adecuadamente (aunque un trípode flexible de tres columnas hubiese resultado mucho más robusto). Cualquier persona aquejada de hernia discal o artritis cervical puede dar testimonio de estas imperfecciones. <<

[35] Lolo Jones y Sean Gregory, «Lolo’s No Choke», Time, 30 de julio de 2012, págs. 32-38. <<

[36] Sian Beilock et al., «When Paying Attention Becomes Counter-Productive», Journal of Experimental Psychology, 18, número 1, 2002, págs. 6-16. <<

[37] Todo esfuerzo para relajarnos está probablemente condenado al fracaso, especialmente en aquellos momentos en que más preocupados estamos por nuestro trabajo. Véase Daniel Wegner, «Ironic Effects of Trying to Relax Under Stress», Behaviour Research and Therapy Journal, 35, número 1, 1997, págs. 11-21. <<

[38] Daniel Wegner, «How to Think, Say or Do Precisely the Worst Thing for Any Occasion», Science, 3 de julio de 2009, págs. 48-50. <<

[39] Christian Merz et al., «Stress Impairs Retrieval of Socially Relevant Information», Behavioral Neuroscience, 124, número 2, 2010, págs. 288-293. <<

[40] «Unshrinkable», Harper’s Magazine, diciembre de 2009, págs. 26-27. <<

[41] Yuko Hakamata et al., «Attention Bias Modification Treatment», Biological Psychiatry, 68, número 11, 2010, págs. 982-990. <<

[42] Cuando los psicólogos mantuvieron algunas sesiones con individuos aquejados de ansiedad social a los que animaban a mirar los rostros amistosos y neutrales de una multitud, en lugar de fijarse en los rostros enojados, dos tercios de ellos lograron reducir su ansiedad. Norman B. Schmidt et al., «Attention Training for Generalized Social Anxiety Disorder», Journal of Abnormal Psychiatry, 118, número 1, 2009, págs. 5-14. <<

[43] Roy Y.J. Chua y Zou y Xi Zou (Canny), «The Devil Wears Prada? Effects of Exposure to Luxury Goods on Cognition and Decision Making» (2 de noviembre de 2009). Harvard Business School Organizational Behavior Unit Working Paper nº 10-034. 2 de noviembre de 2009, accesible en: http://ssrn.com/abstract=1498525 o http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1498525. <<

[44] Gavan J. Fitzsimmons et al., «Non-Conscious Influences on Consumer Choice», Marketing Letters, 13, número 3, 2002, págs. 269-279. <<

[45] Patrik Vuilleumier y Yang-Ming Huang, «Emotional Attention: Uncovering the Mechanisms of Affective Biases in Perception», Current Directions in Psychological Science, 18, número 3, 2009, págs. 148-152. <<

[46] Arne Ohman et al., «Emotion Drives Attention: Detecting the Snake in the Grass», Journal of Experimental Psychology: General, 130, número 3, 2001, págs. 466-478. <<

[47] Elizabeth Blagrove y Derrick Watson, «Visual Marking and Facial Affect: Can an Emotional Face Be Ignored?». Emotion, 10, número 2, 2010, págs. 147-68. <<

[48] A.J. Schackman et al., «Reduced Capacity to Sustain Positive Emotion in Major Depression Reflects Diminished Maintenance of Fronto-Striatal Brain Activation», Proceedings of the National Academy of Sciences, 106, 2009, págs. 22445-50. <<

[49] Ellen Langer, Mindfulness, Reading, MA: Addison-Wesley, 1989. <<

[50] Eric Klinger, «Daydreaming and Fantasizing: Thought Flow and Motivation», en K.D. Markman et al., (eds.), Handbook of Imagination and Mental Stimulation. Nueva York: Psychology Press, págs. 225-240. <<

[51] Kalina Christoff, «Undirected Thought: Neural Determinants and Correlates», Brain Research, 1428, págs. 51-59. <<

[52] Ibíd., p. 57. <<

[53] Kalina Christoff et al., «Experience Sampling during fMRI Reveals Default Network and Executive System Contributions to Mind Wandering», Proceedings of the National Academy of Sciences, 26 de mayo de 2009, 106, número 21, págs. 8719-8724. Las regiones ejecutivas clave son la corteza cingulada anterior y la corteza dorsolateral prefrontal y, en su modalidad por defecto, la corteza medial prefrontal y los circuitos asociados. <<

[54] J. Wiley y A.F. Jarosz, «Working Memory Capacity, Attentional Focus, and Problem Solving», Current Directions in Psychological Science, en prensa, 2012. <<

[55] Jonathan Schooler et al., «Meta-awareness, Perceptual Decoupling and the Wandering Mind», Trends in Cognitive Science, 15, número 7, julio de 201, págs. 319-326. <<

[56] Citado en Steven Johnson, Where Good Ideas Come From, Nueva York: Riverhead Books, 2010. <<

[57] Holly White y Priti Singh, «Creative Style and Achievement in Adults with ADHD», Personality and Individual Differences, 50, número 5, págs. 673-677. <<

[58] Kirsten Weir, «Pay Attention to Me», Monitor on Psychology, marzo de 2012, págs. 70-72. <<

[59] Shelley Carson et al., «Decreased Latent Inhibition is Associated with Increased Creative Achievement in High-Functioning Individuals», Journal of Personality and Social Psychology, 85, número 3, septiembre de 2003, págs. 499-506. <<

[60] Siyuan Liu et al., «Neural Correlates of Lyrical Improvisation: An fMRI Study of Freestyle Rap», Scientific Reports, 2, número 834, noviembre de 2012. <<

[61] La cita de Einstein ha sido recogida por Robert L. Oldershaw en un comentario publicado, en la revista Nature, el 21 de mayo de 2012. <<

[62] Jaime Lutz, «Peter Schweitzer, Code Breaker, Photographer; Loved Music; at 80», The Boston Globe, 17 de noviembre de 2011, p. B14. <<

[63] Se han producido más de 12 000 entradas diarias de parte de los 238 trabajadores del conocimiento. Teresa Amabile y Seven Kramer, «The Power of Small Wins», Harvard Business Review, mayo de 2011, págs. 72-80. <<

[64] Esa fue la pregunta formulada a miles de personas, en momentos aleatorios del día, por una aplicación del iPhone cuyo resultado puso de relieve que, cerca del 50% de las veces, se habían desviado de la actividad en curso. Los psicólogos de Harvard Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, desarrolladores de la aplicación, analizaron los informes relativos a 2250 mujeres y hombres estadounidenses para determinar la frecuencia con que sus mentes estaban en otra parte y cuál era su estado de ánimo. Véase Mathew Killingsworth y Daniel Gilbert, «A Wandering Mind is an Unhappy Mind», Science, 12 de noviembre de 2010, p. 932. <<

[65] Aunque muchos neurólogos la considerarían adecuada, la visión de que la corteza prefrontal medial es el asiento del «yo» es una simplificación. Se considera que una versión más compleja del «yo» es un fenómeno emergente basado en la actividad de múltiples circuitos neurológicos, entre los que se encuentra la corteza medial prefrontal. J. Smallwood y J.W. Schooler, «The Restless Mind», Psychological Bulletin, 132, 2006, págs. 946-958. <<

[66] Norman A.S. Farb et al., «Attending to the Present: Mindfulness Meditation Reveals Distinct Neural Modes of Self-Reference», Social Cognitive and Affective Neuroscience, 2, 2007, págs. 313-322. <<

[67] Al menos, eso es lo que los seres humanos proyectamos sobre los animales. <<

[68] E.D. Reichle et al., «Eye Movements during Mindless Reading», Psychological Science, 21, julio de 2010, págs. 1300-1310. <<

[69] J. Smallwood et al., «Going AWOL in the Brain — Mind Wandering Reduces Cortical Analysis of the Task Environment», Journal of Cognitive Neuroscience, 20, número 3, págs. 458-469; J.W.Y. Kam et al., «Slow Fluctuations in Attentional Control of Sensory Cortex», Journal of Cognitive Neuroscience, 23, 2011, págs. 460-470. <<

[70] Cedric Galera, «Mind Wandering and Driving: Responsibility Case-control Study», British Medical Journal, publicado en línea el 13 de diciembre de 2012. Identificador digital [doi]: 10.1136/bmj.e8105. <<

[71] Lo que significa que las actividades de los diferentes circuitos cerebrales no siempre se oponen. <<

[72] K.D. Gerlach et al., «Solving Future Problems: Default Network and Executive Activity Associated with Goal-Directed Mental Simulations», Neuroimage, 55, 2011, págs. 1816-1824. <<

[73] En cambio, cuanto menos nos percatamos de las distracciones mentales, mayor es la actividad de las áreas neuronales subyacentes y mayor su poder disruptivo sobre la tarea en curso. Al menos dos de las áreas cerebrales prefrontales implicadas en la divagación pueden llevarnos también a darnos cuenta de que nos hemos distraído. Los dos circuitos en cuestión son la corteza dorsolateral prefrontal y el cingulado anterior dorsal. <<

[74] Christoff et al., 2009, op. cit. «Experience Sampling During fMRI Reveals Default Network and Executive System Contributions to Mind Wandering». Este estudio está basado en el uso de una ventana abierta durante 10 segundos para poner a prueba la mente errática; 10 segundos es mucho tiempo para cualquier actividad mental. De ese modo, la conclusión de que intervienen tanto los circuitos ejecutivos como los mediales está abierta a objeciones. Esta conclusión, no obstante, según los autores, se deriva de la inferencia inversa basada en la creencia de que cuando, durante la ejecución de una tarea, se activa una determinada región cerebral, existe un fundamento neuronal para esa tarea. Pero quizás esto no resulte aplicable a las habilidades cognitivas superiores, porque la misma región puede verse activada por muchos y muy diferentes procesos mentales. Este descubrimiento cuestiona la creencia de que las modalidades ejecutiva y por defecto operan siempre de manera antagónica (es decir que, cuando una se moviliza, la otra se desactiva). Eso quizás sea cierto por lo que respecta a operaciones mentales muy concretas, como concentrarnos intensamente en la tarea que tenemos entre manos, pero, por lo que atañe a la mayor parte de nuestra vida mental, puede resultar muy útil combinar un foco atencional intenso con una apertura a la imaginación. Ciertamente nos ayuda a pasar el tiempo cuando tenemos que conducir mucho tiempo. Véase también M.D. Fox et al., «The Human Brain is Intrinsically Organized into Dynamic, Anticorrelated Functional Networks», Proceedings of the National Academy of Sciences, 102, 25 de julio de 2005, págs. 9673-9678. <<

[75] Catherine Fassbender, «A Lack of Default Network Suppression is Linked to Increased Distractibility in ADHD», Brain Research, 1273, 2009, págs. 114-128. <<

[76] La prueba de la conciencia abierta se denomina «parpadeo atencional». Véase H.A. Slagter et al., «Mental Training Affects Distribution of Limited Brain Resources», PLoS Biology, 5, 2007, e138. <<

[77] William Falk, recogido en The Week, 10 de agosto de 2012, p. 3. <<

[78] Stephen Kaplan, «Meditation, Restoration, and the Management of Mental Fatigue», Environment and Behavior, 33, número 4, julio de 2001, págs. 480-505. http://eab.sagepub.com/content/33/4/480. <<

[79] Marc Berman, Jon Jonides y Stephen Kaplan, «The Cognitive Benefits of Interacting with Nature», Psychological Science, 19, número 12, 2008, págs. 1207-1212. <<

[80] Ibíd. <<

[81] Gary Felsten, «Where to Take a Study Break on the College Campus: An Attention Restoration Theory Perspective», Journal of Environmental Psychology, 29, número 1, marzo de 2009, págs. 160-167. <<

[82] La técnica denominada «focusing» nos ayuda a conectar con esta inmensa red de sabiduría corporal que discurre por vías ajenas inconscientes a través de la percepción de los sutiles cambios internos que se producen en las sensaciones. Véase Eugene Gendlin, Focusing, Nueva York: Bantam, 1981. <<

[83] John Allman, «The von Economo Neurons in the Frontoinsular and Anterior Cingulate Cortex», Annals of the New York Academy of Sciences, 1225, 2011, págs. 59-71. <<

[84] Lev Grossman y Harry McCracken, «The Inventor of the Future», TIME, 17 de octubre de 2011, p. 44. <<

[85] Arthur D. Craig, «How Do You Feel? Interoception: The Sense of the Physiological Condition of the Body», Nature Reviews Neuroscience, 3, 2002, págs. 655-666. <<

[86] Arthur D. Craig, «How Do You Feel? — Now? The Anterior Insula and Human Awareness», Nature Reviews Neuroscience, vol. 10, número 1, enero de 2009, págs. 59-70. <<

[87] G. Bird et al., «Empathic Brain Responses in Insula are Modulated by Levels of Alexithymia but Not Autism», Brain, 133, 2010, págs. 1515-1525. <<

[88] Este circuito incluye, entre otras, la corteza insular somatosensorial derecha y la amígdala. Antonio Damasio, The Feeling of What Happens, Nueva York: Harcourt, 1999. <<

[89] Farb et al., «Attending to the Present». <<

[90] Véase Fabio Sala, «Executive Blindspots: Discrepancies Between Self-Other Ratings», Journal of Consulting Psychology: Research and Practice, 54, número 4, 2003, págs. 222-229. <<

[91] Bill George y Doug Baker, True North Groups. San Francisco: Berrett-Koehler Publishers, 2011, p. 28. <<

[92] Nalini Ambady et al., «Surgeon’s Tone of Voice: A Clue to Malpractice History», Surgery, 132, número 1, 2002, págs. 5-9. <<

[93] Michael J. Newcombe y Neal M. Ashkanasy, «The Role of Affective Congruence in Perceptions of Leaders: An Experimental Study», Leadership Quarterly, 13, número 5, 2002, págs. 601-604. <<

[94] Daniel Kahneman, Thinking Fast and Slow, p. 216. <<

[95] John U. Ogbu, Minority Education and Caste: The American System in Cross-Cultural Perspective. Nueva York: Academic Press, 1978. <<

[96] M.K. Rothbart et al., «Self-regulation and Emotion in Infancy», en Nancy Eisenberg y R.A. Fabes (eds). Emotion and Its Regulation in Early Development: New Directions for Child Development, número 55, San Francisco: Jossey-Bass, 1992, págs. 7-23. <<

[97] Son muchas las disciplinas científicas que consideran que el autocontrol es esencial para el bienestar. Los especialistas en genética de la conducta estudian en qué medida esa habilidad se debe a nuestra dotación genética o a la familia en que hemos crecido. Los psicólogos evolutivos, por su parte, se ocupan de determinar el modo en que, en la medida en que maduran, los niños van desarrollando aquello que les permite mejorar progresivamente la demora de la gratificación, gestionar sus impulsos, autorregularse emocionalmente, planificar y ser más conscientes de sí mismos. Los profesionales de la salud advierten de la existencia de un vínculo entre el autocontrol y la longevidad. Los sociólogos se centran en el bajo autocontrol como predictor de la delincuencia y la dificultad para conseguir trabajo. Los psiquiatras tienen en cuenta diagnósticos infantiles como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad en la infancia y, en la vida posterior, los trastornos psiquiátricos, así como también fumar, incurrir en conductas sexualmente inseguras y el hecho de conducir bebido. Por último, los economistas especulan con la posibilidad de que el autocontrol contribuya tanto al bienestar económico como a la reducción de la delincuencia. <<

[98] Posner y Rothbart, «Research on Attention Networks as a Model for the Integration of Psychological Science». La red en que se asienta el sistema de alerta combina el tálamo con la corteza parietal y frontal y se ve modulada por la acetilcolina. La orientación, por su parte, incluye estructuras procedentes de la región parietal superior, la unión parietal temporal, los campos oculares frontales y el colículo superior y está modulada por la norepinefrina. La atención ejecutiva, por último, implica al cingulado anterior, la zona ventrolateral de la región prefrontal y el área de los ganglios basales y se ve modulada por la dopamina. <<

[99] Aunque la atención selectiva parezca tener cierto componente hereditario, tiene poco o nada que ver con la alerta, es decir, con la predisposición a lo que pueda ocurrir a continuación. Véase J. Fan et al., «Assessing the Heritability of Attentional Networks», BMC Neuroscience, 2, 2001, p. 14. <<

[100] Lawrence J. Schweinhart et al., Lifetime effects: The High/Scope Perry Preschool Study Through Age 40. Ypsilanti, MI: High/Scope Press, 2005. <<

[101] J.J. Heckman, «Skill Formation and the Economics of Investing in Disadvantaged Children», Science, 312, 2006, págs. 1900-1902. <<

[102] Terrie E. Moffitt et al., «A Gradient of Childhood Self-Control Predicts Health, Wealth and Public Safety», Proceedings of the National Academy of Sciences, 108, número 7, 15 de febrero de 2011, págs. 2693-98, http://bit.ly/15t4Vj2. <<

[103] Fueron valorados por personas tan distintas como profesores, padres, observadores entrenados y ellos mismos, a las edades de 3, 5, 7, 9 y 11 años. <<

[104] June Tangney et al., «High Self-control Predicts Good Adjustment, Less Pathology, Better Grades, and Interpersonal Success», Journal of Personality, 72, número 2, 2004, págs. 271-323. <<

[105] Tom Hertz, «Understanding Mobility in America», Center for American Progress, 2006. <<

[106] Quiero expresar mi agradecimiento a Sam Anderson, a cuyo artículo «In Defense of Distraction» debo esta idea. New York, 17 de mayo de 2009. http://nym.ag/CiVTS. <<

[107] Jeanne Nakamura, «Optimal Experience and the Uses of Talent», en Mihalyi e Isabella Csikzentmihalyi (eds.), Optimal Experience. Nueva York: Cambridge University Press, 1988. <<

[108] Richard Davidson y Sharon Begley, The Emotional Life of Your Brain. <<

[109] Adele Diamond et al., «Preschool Program Improves Cognitive Control», Science, 318, 2007, págs. 1387-1388. <<

[110] Angela Duckworth y Martin E.P. Seligman, «Self-Discipline Outdoes IQ in Predicting Academic Performance of Adolescents», Psychological Science, 16, número 12, 2005, págs. 939-944. <<

[111] B.J. Casey et al., «Behavioral and Neural Correlates of Delay of Gratification 40 Years Later», Proceedings of the National Academy of Sciences108, número 36, 6 de septiembre de 2011), págs. 14998-15003, http://bit.ly/17jFUR2. <<

[112] Jeanne McCaffery et al., «Less Activation in the Left Dorsolateral Prefrontal Cortex in the Reanalysis of the Response to a Meal in Obese than in Lean Women and its Association with Successful Weight Loss», The American Journal of Clinical Nutrition, octubre de 2009, vol. 90, número 4, págs. 928-934. <<

[113] Walter Mischel, citado en Jonah Lehrer, «Don’t!», New Yorker, 18 de mayo de 2009. <<

[114] El relato aparece recogido en Buddhaghosa, The Path to Purification (Bhikku Nanomoli, traductor). Boulder, CO: Shambhala Publications, 1979. I, p. 55. <<

[115] Justine Cassell et al., «Speech-gesture Mismatches: Evidence for One Underlying Representation of Linguistic and Nonlinguistic Information», Pragmatics and Cognition, 7, número 1, 1999, págs. 1-34. <<

[116] Las expresiones faciales durante los conflictos maritales, que han sido codificadas utilizando el SPAFF (Specific Affect Coding System), predicen con exactitud el número de meses en que, en los siguientes cuatro años, se producirá la separación marital. En especial, las expresiones faciales fugaces de desprecio parecen tener un elevado valor predictivo. John Gottman et al., «Facial Expressions during Marital Conflict», Journal of Family Conflict, 1, número 1, 2001, págs. 37-57. <<

[117] F. Ramseyer y W. Tschacher, «Nonverbal Synchrony in Psychotherapy: Relationship Quality and Outcome are Reflected by Coordinated Body-Movement», Journal of Consulting and Clinical Psychology, 79, 2011, págs. 284-295. <<

[118] Justine Cassell et al., «BEAT: the Behavior Expression Animation Toolkit», Proceedings of SIGGRAPH’01, 12-17 de agosto de 2001, Los Ángeles, págs. 477-486. <<

[119] Cada una de las tres modalidades de empatía posee sus propios bloques de construcción y curso de desarrollo. La empatía, en todas sus facetas, depende de un gran número de estructuras cerebrales. Los lectores interesados en un estudio más detallado al respecto pueden ver Jean Decety, «The Neurodevelopment of Empathy», Developmental Neuroscience, 32, 2010, págs. 257-267. <<

[120] Para más detalles sobre cada uno de estos circuitos, véase Ezequiel Giechgerrcht y Jean Decety, «The Costs of Empathy Among Health Professionals», en Jean Decety (ed). Empathy: From Bench to Bedside. Cambridge, MA: MIT Press, 2012. <<

[121] Alan Mulally, director general de Ford, citado en Adam Bryant, The Corner Office, Nueva York: Times Books, 2011, p. 14. <<

[122] John Seabrook, «Suffering Souls», The New Yorker, 10 de noviembre de 2008. <<

[123] La «crueldad empática» se da cuando el cerebro de una persona refleja la angustia de otra y experimenta placer con su sufrimiento. D. de Quervain et al., «The Neural Basis of Altruistic Punishment», Science, 305, 2004, págs. 1254-1258. <<

[124] Cleckley, citado en Seabrook, «Suffering Souls». <<

[125] Los lectores interesados en la disociación entre el procesamiento cognitivo y emocional que se produce en el caso de los sociópatas pueden ver, por ejemplo, Kent Kiehl et al., «Limbic Abnormalities in Affective Processing by Criminal Psychopaths as Revealed by Functional Magnetic Resonance Imaging», Biological Psychiatry, 50, 2001, págs. 677-684; Niels Bribaumer et al., «Deficient Fear Conditioning in Psychopathy», Archives of General Psychiatry, 62, 2005, págs. 799-805. <<

[126] Joseph Newman et al., «Delay of Gratification in Psychopathic and Nonpsychopathic Offenders», Journal of Abnormal Psychology, 101, número 4, 1992, págs. 630-636. <<

[127] Véase, por ejemplo, Loren Dyck, «Resonance and Dissonance in Professional Helping Relationships at the Dyadic Level», tesis doctoral, Department of Organizational Behavior, Case Western Reserve University, mayo de 2010. <<

[128] La red neuronal de la empatía emocional incluye la amígdala, el hipotálamo, el hipocampo y la corteza orbitofrontal. Véase Decety, 2010, op. cit., para más detalles neuronales sobre esta y otras modalidades de la empatía. <<

[129] Greg J. Stephens et al., «Speaker-Listener Neural Coupling Underlies Successful Communication», Proceedings of the National Academy of Sciences, 107, número 32, 2010, págs. 14425-14430. <<

[130] Los circuitos del cerebro social no solo interpretan las emociones, intenciones y acciones de otras personas, sino que también activan simultáneamente, en nuestro cerebro, las mismas regiones cerebrales, proporcionándonos así una sensación interna de lo que les ocurre a los demás. Además de las neuronas espejo, también son claves circuitos tales como la región ventromedial de la corteza prefrontal. Véase Jean Decety, «To What Extent is the Experience of Empathy Mediated by Shared Neural Circuits?». Emotion Review, 2, número 3, 2010, págs. 204-207. En los estudios efectuados a personas que debían ver vídeos de gente sufriendo, Decety no constata diferencia en la respuesta entre ambos géneros. Pero sí que existe, no obstante, una gran diferencia en la respuesta social, porque las mujeres se autoevalúan como más empáticas que los hombres. <<

[131] P.L. Jackson et al., «To What Extent Do We Share the Pain of Others? Insight from the Neural Bases of Pain Empathy», Pain, 125, 2006, págs. 5-9. <<

[132] Singer constata que la ínsula registra el dolor, el sufrimiento y el afecto negativo, mientras que otro circuito, ubicado en la corteza orbitofrontal, responde a las sensaciones placenteras como, por ejemplo, las caricias. Tania Singer et al., «A Common Role of Insula in Feelings, Empathy and Uncertainty», Trends in Cognitive Sciences, 13, número 8, 2009, págs. 334-340. C. Lamm, C. y T. Singer, «The Role of Anterior Insular Cortex in Social Emotions», Brain Structure & Function, 241, números 5-6, 2010, págs. 579-951. <<

[133] C.J. Limb et al., «Neural Substrates of Spontaneous Musical Performance: An fMRI Study of Jazz Improvisation», PLoS ONE, 3, número 2, 2008. <<

[134] Jean Decety y Claus Lamm, «The Role of the Right Temporoparietal Junction in Social Interaction: How Low-Level Computational Processes Contribute to Meta-Cognition», Neuroscientist, 13, número 6, 2007, págs. 580-593. <<

[135] Jean Decety, presentación que se llevó a cabo en el Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, Cambridge (MA), el día 6 de mayo de 2011. <<

[136] Sharee Light y Carolyn Zahn-Waxler, «The Nature and Forms of Empathy in the First Years of Life», en Jean Decety (ed). Empathy: From Bench to Bedside. <<

[137] Véase, por ejemplo, Nicholas Carr, The Shallows. <<

[138] C. Daniel Batson et al., «An Additional Antecedent to Empathic Concern: Valuing the Welfare of the Person in Need», Journal of Personality and Social Psychology, 93, número 1, 2007, págs. 65-74. Asimismo, Grit Hein et al., «Neural Responses to Ingroup and Outgroup Members’ Suffering Predict Individual Differences in Costly Helping», Neuron, 68, número 1, 2010, págs. 149-160. <<

[139] Quienes habían sido testigos de personas que habían hecho trampas en juegos o visto a miembros de grupos diferentes al suyo sufriendo no mostraban la respuesta empática habitual en la corteza insular anterior y en la corteza cingulada anterior, sino que presentaban, en su lugar, un aumento de la activación del núcleo accumbens, un área asociada al procesamiento de la recompensa. Tania Singer et al., «Empathic Neural Responses are Modulated by the Perceived Fairness of Others», Nature, 439, 2006, págs. 466-469. <<

[140] Chiara Sambo et al., «Knowing You Care: Effects of Perceived Empathy and Attachment Style on Pain Perception», Pain, 151, número 3, 2010, págs. 687-693. <<

[141] John Couhelan et al., «“Let Me See if I Have this Right…” Words That Build Empathy», Annals of Internal Medicine, 135, número 3, 2001, págs. 221-227. <<

[142] Véase, por ejemplo, W. Levinson et al., «Physician-Patient Communication: The Relationship with Malpractice Claims Among Primary Care Physicians and Surgeons», Journal of the American Medical Association, 277, 1997, págs. 553-569. <<

[143] Jean Decety et al., «Physicians Down-Regulate their Pain-Empathy Response: An ERP Study», Neuroimage, 50, número 4, 2010, págs. 1676-1682. <<

[144] William Osler, citado en Decety (ed.), Empathy: From Bench to Bedside, p. 230. <<

[145] Jodi Halpern, «Clinical Empathy in Medical Care», ibíd. <<

[146] M. Hojat et al., «The Devil is in the Third Year: A Longitudinal Study of Erosion of Empathy in Medical School», Academic Medicine, 84, número 9, 2009, págs. 1182-1891. <<

[147] Helen Riess et al., «Empathy Training for Resident Physicians: A Randomized Controlled Trial of a Neuroscience-Informed Curriculum», Journal of General Internal Medicine, 27, número 10, 2012, págs. 1280-1286. <<

[148] Helen Riess, «Empathy in Medicine: A Neurobiological Perspective», JAMA 304, número 14, 2010, págs. 1604-1605. <<

[149] Citado en Ferdinand Mount, «The Long Road to Windsor», The Wall Street Journal, 14 de noviembre de 2011, p. A15. <<

[150] Kim Dalton et al., «Gaze Fixation and the Neural Circuitry of Face Processing in Autism», NatureNeuroscience, 8, 2005, págs. 519-526. Richard Davidson ha esbozado la hipótesis de que la incapacidad de quienes sufren de autismo para entender lo que resulta apropiado en cada situación puede depender de un problema que se remonta a la adquisición de la intuición social. <<

[151] Este efecto todavía es objeto de debate porque, si bien algunos estudios muestran dicho efecto, otros no lo hacen. <<

[152] Véase, por ejemplo, Michael W. Kraus et al., «Social Class Rank, Threat Vigilance and Hostile Reactivity», Personality and Social Psychology Bulletin, 37, número 10, 2011, págs. 1376-1388. <<

[153] Michael Kraus y Dacher Keltner, «Signs of Socioeconomic Status», Psychological Science, 20, número 1, págs. 99-106. <<

[154] Gerben A. van Kleef et al., «Power, Distress, and Compassion», Psychological Science 19, número 12, 2012, págs. 1315-1322. <<

[155] Michael Kraus, Stephane Cote y Dacher Keltner, «Social Class, Contextualism, and Empathic Accuracy», Psychological Science, 21, número 11, págs. 1716-1723. <<

[156] Ryan Rowe et al., «Automated Social Hierarchy Detection through Email Network Analysis», Proceedings of the 9th WebKDD and 1st SNA-KDD 2007 workshop on Web mining and social network analysis, 2007, págs. 109-117. <<

[157] Levin, K. et al., (2009). «Playing it Forward: Path Dependency, Progressive Incrementalism, and the “Super Wicked” Problem of Global Climate Change», IOP Conference Series: Earth and Environmental Science 50, número 6, 2009. <<

[158] Russell Ackoff, «The Art and Science of Mess Management», Interfaces, febrero, 1981, págs. 20-26. <<

[159] Jeremy Ginsberg et al., «Detecting Influenza Epidemics Using Search Engine Query Data», Nature, 457, 2009: págs. 1012-1014. <<

[160] Eso fue lo que me dijo Thomas Davenport, de la Facultad de Empresariales de Harvard. <<

[161] Pero introducir a las personas en la ecuación de la información puede acabar complicando las cosas, debido a los posibles celos y luchas intestinas sobre quién controla los datos, así como a la política organizativa, que puede dificultar el intercambio de información, acaparando los datos o, sencillamente, ignorándolos. <<

[162] El libro de Thomas Davenport, todavía en proceso de escritura y provisionalmente titulado Keeping up with the Quants, ha sido citado en Steve Lohr, «Sure, Big Data is Great. But So Is Intuition», New York Times, 30 de diciembre de 2012, sección de negocios, p. 3. <<

[163] Como afirma Lohr: «Sure, Big Data is Great». <<

[164] Por supuesto, el «sistema» al que, en tal caso, se accedió, solo era un fragmento limitado de sistemas interconectados mucho mayores como, por ejemplo, la información sobre el sistema de difusión de la información, que está en el meollo del cambio producido por el paso del formato impreso al digital. <<

[165] John D. Sterman, Business Dynamics: Systems Thinking and Modeling for a Complex World, Nueva York: McGraw-Hill, 2000. <<

[166] Véase mi libro Inteligencia ecológica (Barcelona: Kairós, 2009) para mayores detalles sobre las cadenas de suministros, las emisiones y el verdadero coste ambiental de los objetos que manufacturamos. Véase, asimismo, el vídeo de 20 minutos de duración de Annie Leonard The Story of Stuff, http://www.storyofstuff.org. <<

[167] Originalmente propuesto por el grupo del psicólogo de Yale Frank Keil, la ilusión se ha extendido desde los sistemas estrictamente mecánicos o naturales hasta los sistemas políticos, económicos y sociales. Véase, por ejemplo, Adam L. Alter et al., «Missing the Trees for the Forest: A Construal Level Account of the Illusion of Explanatory Depth», Journal of Personality and Social Psychology, 99, número 3, 2010, págs. 436-451. Esa ilusión también podría estar presente en este libro, ya que describe con pinceladas gruesas una amplia gama de sistemas neuronales, sociales, emocionales y cognitivos. Ese es un riesgo inherente al periodismo científico y la razón también que explica que este libro incluya tantas notas, destinadas a quienes quieran seguir esos hilos de comprensión. Enhorabuena al lector por haber leído esta nota. <<

[168] Véase, por ejemplo, Elke Weber, «Experience-Based and Description-Based Perceptions of Longterm Risk: Why Global Warming does not Scare Us (Yet).», Climatic Change, 77, 2006, págs. 103-120. <<

[169] Nassim Nicholas Taleb, The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable, Nueva York: Random House, 2010. <<

[170] Johan Rockstrom et al., «A Safe Operating Space for Humanity», Nature, 461, 2009, p. 282. <<

[171] Will Steffen et al., «The Anthopocene: Are Humans now Overwhelming the Great Forces of Nature?». Ambio: A Journal of the Human Environment. 36, número 8, 2007. <<

[172] Basado en las cifras proporcionadas por el Banco Mundial y recogidas por Fred Pearce en «Over the Top», New Scientist, 16 de junio de 2012, págs. 38-43. Véase asimismo «China Plans Asia’s Biggest Coal-Fired Power Plant», en http://bit.ly/1czadZz. <<

[173] Cuando una multinacional de bienes de consumo utilizó el análisis del ciclo vital para analizar su huella de CO2, resultó que el factor más decisivo en ese sentido era, según ellos, que los clientes calentaban el agua a la hora de utilizar detergentes para agua caliente (delegando así la responsabilidad en manos de los consumidores… quizás el lector se pregunte cuál era el segundo de los 10 factores enumerados). <<

Ir a la siguiente página

Report Page