Fidelity

Fidelity


CAPÍTULO ONCE

Página 30 de 62

á

s

a

c

a

b

a

n

d

o

c

o

n

m

i

p

a

c

i

e

n

c

i

a

.

Lu

Me alegró mucho que él hubiera estado escuchando el programa. Casi había estado deseando que fuera así. Aunque lo que más me gustó fue recibir un correo suyo acabando el poema que más le gustaba a mamá. Me dio un vuelco el corazón cuando lo leí. Empecé a atar cabos. Supuse que ese M. había sido él desde un principio, así que le contesté enseguida. Tenía que ser él sí o sí, pero hasta que me lo confirmó no pegué un salto de alegría. Lo que no me imaginaba es que me contestara tan pronto con este detalle. Porque, siendo sincera, aunque esperaba que me escuchara, no tenía muy claro si conocía la poesía de Walt Whitman.

Durante un mes y medio habíamos intercambiado correos y hablado de literatura. Él tenía que ser uno de esos tres chicos a los que les gustaba la literatura.

Ahora estaba delante de la pantalla leyendo la última respuesta de Marcos. Me preguntaba si podía acompañarme a la Ciudad Esmeralda. En realidad yo había propiciado esta pregunta. Antes de responderle cerré el portátil y esperé un rato. Tampoco quería sonar muy desesperada y decirle que sí a la primera de cambio.

Salí de mi habitación y fui a la cocina a por un helado. Necesitaba algo dulce para calmar mi estado de ánimo. Igual tras un litro de helado de chocolate se me ocurriría algo ingenioso que contestarle.

Nefer salió a mi encuentro. Frotó la cabeza contra mi pierna y se enroscó a mis pies. Fue casi un alivio poder hablar con ella ya que André todavía no había regresado. Nunca lo había visto tan pendiente de una mujer como de esta. Me alegraba que le fuera bien. Hacía años que no lo veía sonreír tan a menudo como ahora. Al menos había llamado para decirme que no me preocupara y que igual volvía a casa mañana. ¡Tenía un padre de lo más considerado! A veces tenía la impresión de que los papeles estaban invertidos y que él parecía más mi hijo que yo su hija. Tampoco quería quejarme, porque de momento esta relación tan atípica entre padre e hija nos funcionaba.

Nefer y yo salimos a la terraza a tumbarnos en el balancín. Aún me dolía la cabeza y me costaba pensar con claridad. No quería fastidiarla otra vez con Marcos.

Nefer y yo escuchábamos el rumor del mar chocando contra el rompeolas. Era un sonido que me calmaba, justo lo que necesitaba ahora.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero cuando me desperté media tarrina del helado de chocolate estaba derretida en el suelo y Nefer estaba acostada en mi barriga. Tenían que ser más de las ocho y media porque estaba atardeciendo. Dejé a mi gata tumbada en el balancín, recogí la tarrina y entré de nuevo en casa. Como aún no me apetecía contestarle a Marcos, cogí otra vez el libro de poemas de Mario Benedetti que había encontrado papá.

Me pasé como una hora y pico leyendo y releyendo los poemas antes de contestarle a Marcos. Me gustaba mucho cómo escribía este autor. Cuando vivía mamá me recitaba en el coche muchos poemas mientras íbamos a algún sitio, pero no sé por qué nunca me habló de Benedetti. Para chincharla, yo le decía que prefería mil veces algunas de las canciones de Hannah Montana a todo ese rollo de poetas, que parecían unos amargados de la vida, porque aunque parezca mentira, yo también tuve mi época de Hannah. Ahora, este tipo de secretos era de los que esperaba que nunca salieran a la luz.

Miré el reloj. Me lo estaba tomando con tranquilidad y en parte me gustaba. Pasé a mi habitación, busqué una canción en el móvil y me coloqué los cascos.

D

e

:

l

u

n

a

l

u

@

g

m

a

i

l

.

c

o

m

F

e

c

h

a

:

j

u

e

v

e

s

,

2

2

d

e

a

g

o

s

t

o

d

e

2

0

1

3

,

2

1

:

4

6

P

a

r

a

:

m

c

h

e

s

h

i

r

e

@

g

m

a

i

l

.

c

o

m

A

s

u

n

t

o

:

P

o

l

v

o

d

e

e

s

t

r

e

l

l

a

s

e

n

l

a

c

a

s

i

t

a

d

e

L

u

H

o

l

a

,

M

a

r

c

o

s

:

T

e

e

s

c

r

i

b

o

d

e

s

d

e

m

i

c

o

r

r

e

o

p

e

r

s

o

n

a

l

p

o

r

q

u

e

a

s

í

t

e

n

d

r

e

m

o

s

m

u

c

h

a

m

á

s

i

n

t

i

m

i

d

a

d

.

P

e

r

d

o

n

a

q

u

e

n

o

t

e

h

a

y

a

e

s

c

r

i

t

o

a

n

t

e

s

,

p

e

r

o

n

o

h

e

t

e

n

i

d

o

u

n

b

u

e

n

d

í

a

.

T

a

m

p

o

c

o

t

e

q

u

e

r

í

a

s

o

l

t

a

r

n

i

n

g

ú

n

r

o

l

l

o

.

¿

D

e

v

e

r

d

a

d

q

u

i

e

r

e

s

a

c

o

m

p

a

ñ

a

r

m

e

?

¿

L

o

h

a

s

p

e

n

s

a

d

o

b

i

e

n

?

C

o

n

a

f

e

c

t

o

,

L

u

Le di a enviar, cerré el ordenador y me tumbé en la cama. A pesar de la siesta que me había echado todavía seguía con dolor de cabeza. Me dejé llevar por la música de Ella Fitzgerald.

D

e

:

m

c

h

e

s

h

i

r

e

@

g

m

a

i

l

.

c

o

m

F

e

c

h

a

:

j

u

e

v

e

s

,

2

2

d

e

a

g

o

s

t

o

d

e

2

0

1

3

,

2

1

:

5

1

P

a

r

a

:

l

u

n

a

l

u

@

g

m

a

i

l

.

c

o

m

A

s

u

n

t

o

:

R

e

:

P

o

l

v

o

d

e

e

s

t

r

e

l

l

a

s

e

n

l

a

c

a

s

i

t

a

d

e

L

u

Y

a

t

e

h

e

d

i

c

h

o

q

u

e

s

o

y

u

n

e

s

t

ú

p

i

d

o

y

q

u

e

n

o

t

e

n

g

o

c

e

r

e

b

r

o

,

a

s

í

q

u

e

n

o

m

e

i

m

p

o

r

t

a

a

c

o

m

p

a

ñ

a

r

t

e

.

¿

Q

u

é

p

o

d

r

í

a

p

e

r

d

e

r

?

N

o

p

o

d

r

í

a

e

s

t

a

r

p

e

o

r

d

e

l

o

q

u

e

e

s

t

o

y

a

h

o

r

a

.

P

o

d

r

í

a

m

o

s

e

m

p

e

z

a

r

a

c

a

m

i

n

a

r

y

l

o

q

u

e

s

u

r

j

a

.

S

i

e

n

t

o

q

u

e

n

o

s

e

a

u

n

b

u

e

n

d

í

a

p

a

r

a

t

i

.

S

a

b

e

s

q

u

e

s

i

p

u

e

d

o

h

a

c

e

r

a

l

g

o

m

e

t

i

e

n

e

s

a

l

o

t

r

o

l

a

d

o

.

P

o

r

c

i

e

r

t

o

,

l

l

e

v

o

d

i

c

i

é

n

d

o

t

e

u

n

t

i

e

m

p

o

q

u

e

t

i

e

n

e

s

u

n

a

v

o

z

m

u

y

b

o

n

i

t

a

.

M

e

g

u

s

t

a

e

s

c

u

c

h

a

r

t

e

e

n

l

a

r

a

d

i

o

.

C

o

n

c

a

r

i

ñ

o

,

M

a

r

c

o

s

No me parecía mala idea caminar sin tener expectativas. Tampoco nos estábamos comprometiendo a nada.

Como no tenía ganas de levantarme, agarré mi móvil y le contesté desde ahí.

D

e

:

l

u

n

a

l

u

@

g

m

a

i

l

.

c

o

m

F

e

c

h

a

:

j

u

e

v

e

s

,

2

2

d

e

a

g

o

s

t

o

d

e

2

0

1

3

,

2

1

:

5

4

P

a

r

a

:

m

c

h

e

s

h

i

r

e

@

g

m

a

i

l

.

c

o

m

A

s

Ir a la siguiente página

Report Page