Fidelity

Fidelity


CAPÍTULO ONCE

Página 14 de 27

CAPÍTULO ONCE

Cuando tengo que elegir entre dos males,

siempre elijo el que todavía no he probado.

MAE WEST

Marcos

Una vez superado el pequeño shock que me causó la coincidencia de que empezara el programa con el epitafio de la tumba de mi abuelo, me dejé arrastrar por las palabras de Lu. Recordaba que su voz, a través de las ondas, era cálida, sensual, como el murmullo de las olas del mar, aunque en esta ocasión noté que parecía cansada.

Hablaba como si le estuviera susurrando al oído a un oyente en particular. Había intimidad en todo lo que decía, en su manera de enlazar las palabras. Casi me avergonzaba escuchar algo tan íntimo.

Sentí un escalofrío cuando volvió a citar una frase de El principito:

—«Lo esencial es invisible a los ojos…».

Hizo una pausa corta antes de seguir hablando.

—«Aunque tu mirada te delata. No lo puedes ocultar. Porque en realidad es un misterio el país de las lágrimas.»

Supuse que no era cansancio lo que me revelaba su voz, sino que tal vez se tratara de tristeza. Ahora hablaba de lágrimas. Solo deseaba que no se refiriera a nuestra no cita del día anterior. ¿Tanto la había afectado la escena que provocó Susana fuera de sí en la performance?

Siguió susurrando, aunque esta vez parecía que ahogaba sus palabras en un suspiro largo.

—«Decía un poeta americano:

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,

que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo

extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías

sí pueden cambiar el mundo…».

Cerré los ojos y dejé que terminara el poema. Decididamente Lu era muy hábil sacando ciertos temas que me gustaban. Mi último descubrimiento era la poesía de Walt Whitman, una de las recomendaciones que me hizo mi abuelo antes de morir.

—«Y hasta aquí ha llegado este vuelo en “Polvo de estrellas en la casita de Lu”. Espero que hayáis disfrutado de este viaje tanto como yo. Mañana seguiremos el camino de baldosas amarillas hasta llegar al palacio de Oz. Porque más allá del arcoíris está ese sueño que alguna vez hemos soñado.»

No sé por qué extraña razón Lu no terminó de recitar el poema de Walt Whitman. Ahora que el programa había acabado tenía el presentimiento de que sabía que yo la escucharía. No sé si me había puesto un reto para que lo terminara yo. Igual eran paranoias mías, pero no perdía nada con intentarlo. En cualquier caso yo lo aceptaba. ¡Me encantaban los desafíos!

Abrí mi cuenta de gmail desde el portátil y le escribí enseguida.

De: mcheshire@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 16:30

Para: sugerenciaslu@radiofaro.com

Asunto: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Hola, ¿qué tal, Lu? A Walt Whitman le hubiera parecido imperdonable que la conductora del programa no haya terminado el poema: «No te detengas». Es una pena, porque se ha dejado en el tintero lo mejor: «No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas». Y como diría Judy Garland en El mago de Oz: «Algún día desearé despertar en las nubes, donde los problemas se derriten como gotas de limón. Más arriba de las chimeneas me encontrarás».

M.

Le di a enviar y cerré el portátil reprimiendo un suspiro.

Como no tenía muy claro que me fuera a contestar, al menos no inmediatamente, decidí ir a por un trozo de tarta de mi abuela. Eso siempre me levantaba el ánimo. Tampoco iba a pasarme la tarde pendiente del correo. La pelota estaba en su tejado. Ahora era cuestión de confiar en que ella asociara que yo llevaba un tiempo escuchando el programa, que lo de ayer en casa de Susana no había sido fruto de la casualidad y que quien firmaba los e-mails como M. era yo. Ahora solo deseaba que contestara algo que estuviera a la altura de lo que yo esperaba o si por el contrario me respondía con alguna chorrada. También podía enviarme a la mierda con toda tranquilidad, aunque si se decantaba por esta opción quizá me había equivocado con Lu y no era lo que en un principio había pensado de ella.

Bajé a la cocina. Mis padres, mi abuela y Elena estaban de sobremesa. Aún quedaba un trozo grande de tarta de manzana. Me preparé un café con leche y me senté a la mesa junto a mi hermana, que estaba enviando un mensaje desde su móvil. Le brillaban tanto los ojos que supuse que estaba whatsappeando con Miguel.

—Miguel quiere quedar conmigo esta tarde —murmuró Elena.

—¡Qué divertido! —Le guiñé un ojo—. ¡Tú sí que sabes!

—Por lo menos yo tengo plan. —Entrecerró los ojos—. Y sí, a mí me parece divertido.

—Sí, tanto como una clase de matemáticas.

—Puedes pensar lo que quieras, pero Miguel es un buen tío.

Reprimí un bufido y le pegué un buen mordisco a la tarta para tener la boca ocupada. Temí que si Elena me seguía hablando del capullo de Miguel iba cogerle el móvil y tirárselo a la basura. Igual si me dejaba llevar por mis impulsos algún día me agradecería que la hubiera prevenido contra él.

Mi hermana me sacó la lengua antes de levantarse de la silla. Después alzó el dedo corazón de manera que solo lo viera yo.

—Eres un capullo —me dijo silabeando—. Pasa de mí.

—No puedo. Eres un grano en el culo que lleva molestándome desde hace diecisiete años.

Elena cerró los puños y se dio la vuelta con brusquedad. Contestó algo en su móvil antes de hablar de nuevo.

—Esta noche no vendré a cenar a casa —soltó mientras salía de la cocina. Iba dando pequeños saltos.

—¿Con quién has quedado? —le preguntó mi abuela con voz inocente.

—Con un chico que es fotógrafo. Me va a enseñar algunas técnicas. Lo conocimos anoche en la exposición y es encantador.

—Ya me conozco a esa clase de chicos. Seguro que quiere que seas tú la que le enseñe algo. —Recalcó esta última palabra—. Aunque con lo que llevas puesto dejas muy poco a la imaginación. En mi época éramos más recatadas, y por lo menos a mí no me faltaban pretendientes.

—¡Ay, abuela, por favor, no seas tan carca! —exclamó mi hermana alternando la mirada de nuestra abuela a nuestra madre para que le echara una mano—. Deja ya de meterte conmigo.

—Si yo te lo digo por tu bien… —Mi abuela puso ojitos de cordero degollado.

—Vale, Elena; ¿a qué hora has quedado? —preguntó mi madre cortando a mi abuela con una sonrisa cortés.

En ese mismo instante mi móvil vibró. Me había entrado un correo. Sonreí aun sin saber quién me lo había enviado. Crucé los dedos. Tenía que ser la respuesta de Lu. Experimenté una sensación de orgullo cuando advertí que tenía un correo de Radio Faro. Ahora esperaba que la respuesta no me defraudara.

De: sugerenciaslu@radiofaro.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 17:10

Para: mcheshire@gmail.com

Asunto: Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Estimado M.:

Muchas gracias por tu observación. Muy pocos se percatan de estos detalles. Es cierto, faltaba el final del poema. A veces me gusta jugar con los oyentes, y por lo que veo a ti también te gustan los juegos.

Por cierto, voy de camino a la Ciudad Esmeralda a ver al mago de Oz para que me ayude a encontrar un arcoíris más allá del camino de baldosas amarillas.

Como diría Dorothy: «¡A Oz!:

Sigue el camino de baldosas amarillas. Sigue el camino de baldosas amarillas. Vamos a ver al mago, al maravilloso mago de Oz. Encontrarás que es un genio de entre genios. Si alguna hubo vez un genio, él lo fue. Porque él hace cosas maravillosas…

».

Con afecto,

Lu

Nunca me había alegrado tanto de recibir un correo. Me levanté de la silla, cogí el café con leche y el trozo de tarta de manzana que no me había terminado para subir a mi habitación. Tenía que pensar qué responderle. Antes de salir por la puerta, Elena, que aún seguía discutiendo con mi abuela, comentó:

—¿A qué viene esa sonrisita?

—Cosas mías.

—¿Has quedado con alguien?

—Sí, voy a la Ciudad Esmeralda a ver a Oz.

Mi hermana se me quedó mirando como si estuviera loco, pero tampoco me importaba lo que pensara ella.

—Voy a seguir el camino de baldosas amarillas. —Le pegué un pequeño pellizco en la nariz.

—Pero ¿eso no es una película? —inquirió mi hermana.

—También, aunque es la respuesta que estaba esperando.

—Yo creo que el karaoke te sentó muy mal anoche.

—No lo sabes tú bien.

En cuanto llegué a mi habitación abrí de nuevo el portátil y descargué el correo. Busqué en YouTube la escena de El mago de Oz en la que Dorothy conoce al espantapájaros.

De: mcheshire@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 17:20

Para: sugerenciaslu@radiofaro.com

Asunto: Re, Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Estimada Lu:

«¿Y tú crees que si fuera contigo a ver a ese mago podría darme un cerebro?». Encuentro que últimamente no funciona como es debido. Soy bastante estúpido y busco una solución a este problema.

Con afecto,

M.

Le di a enviar y volví a cruzar los dedos para que la respuesta no tardara en llegar. Cogí la guitarra y empecé a practicar escalas. Al menos me mantendría ocupado. Aun así, estuve pendiente del reloj. Los minutos se me hicieron eternos.

Su e-mail no tardó en llegar. Para haber escrito dos líneas había tardado cuatro minutos.

De: sugerenciaslu@radiofaro.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 17:24

Para: mcheshire@gmail.com

Asunto: Re, Re, Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Estimado M.:

«No sé qué decir. Pero si no pudiera dártelo no estarías peor de lo que estás ahora. Aunque hay una bruja molesta que puede ocasionarte dificultades».

Por cierto, supongo que tienes un nombre. M. es muy impersonal.

Con afecto,

Lu

Sonreí ante su respuesta. De momento no pasaba de mí. Aún no había asociado que ese M. era yo.

De: mcheshire@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 17:25

Para: sugerenciaslu@radiofaro.com

Asunto: Re, Re, Re, Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Estimada Lu:

Tienes razón, no estaría peor. Otra cosa: «Yo no temo a las brujas. Yo no temo a nada. Pero me enfrentaría a lo que fuera con tal de obtener un cerebro. No puedo causarte molestias porque no puedo pensar. Ya sabes, soy tan estúpido que no mido muy bien mis palabras.

¿Puedo acompañarte?».

Con afecto,

Marcos

He comprobado varias veces si mi teléfono suena. Tienes mi número. Ahora no me vengas con que has estado muy liado y por eso no me has podido llamar, porque te conozco. La gorda ya no está contigo y la otra está donde se merece. Que se joda. No tendría que haberse acostado contigo. Porque yo sé que te has estado tirando a todas las que se te han puesto a tiro. Ya no sé qué más hacer. Estás acabando con mi paciencia.

Lu

Me alegró mucho que él hubiera estado escuchando el programa. Casi había estado deseando que fuera así. Aunque lo que más me gustó fue recibir un correo suyo acabando el poema que más le gustaba a mamá. Me dio un vuelco el corazón cuando lo leí. Empecé a atar cabos. Supuse que ese M. había sido él desde un principio, así que le contesté enseguida. Tenía que ser él sí o sí, pero hasta que me lo confirmó no pegué un salto de alegría. Lo que no me imaginaba es que me contestara tan pronto con este detalle. Porque, siendo sincera, aunque esperaba que me escuchara, no tenía muy claro si conocía la poesía de Walt Whitman.

Durante un mes y medio habíamos intercambiado correos y hablado de literatura. Él tenía que ser uno de esos tres chicos a los que les gustaba la literatura.

Ahora estaba delante de la pantalla leyendo la última respuesta de Marcos. Me preguntaba si podía acompañarme a la Ciudad Esmeralda. En realidad yo había propiciado esta pregunta. Antes de responderle cerré el portátil y esperé un rato. Tampoco quería sonar muy desesperada y decirle que sí a la primera de cambio.

Salí de mi habitación y fui a la cocina a por un helado. Necesitaba algo dulce para calmar mi estado de ánimo. Igual tras un litro de helado de chocolate se me ocurriría algo ingenioso que contestarle.

Nefer salió a mi encuentro. Frotó la cabeza contra mi pierna y se enroscó a mis pies. Fue casi un alivio poder hablar con ella ya que André todavía no había regresado. Nunca lo había visto tan pendiente de una mujer como de esta. Me alegraba que le fuera bien. Hacía años que no lo veía sonreír tan a menudo como ahora. Al menos había llamado para decirme que no me preocupara y que igual volvía a casa mañana. ¡Tenía un padre de lo más considerado! A veces tenía la impresión de que los papeles estaban invertidos y que él parecía más mi hijo que yo su hija. Tampoco quería quejarme, porque de momento esta relación tan atípica entre padre e hija nos funcionaba.

Nefer y yo salimos a la terraza a tumbarnos en el balancín. Aún me dolía la cabeza y me costaba pensar con claridad. No quería fastidiarla otra vez con Marcos.

Nefer y yo escuchábamos el rumor del mar chocando contra el rompeolas. Era un sonido que me calmaba, justo lo que necesitaba ahora.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero cuando me desperté media tarrina del helado de chocolate estaba derretida en el suelo y Nefer estaba acostada en mi barriga. Tenían que ser más de las ocho y media porque estaba atardeciendo. Dejé a mi gata tumbada en el balancín, recogí la tarrina y entré de nuevo en casa. Como aún no me apetecía contestarle a Marcos, cogí otra vez el libro de poemas de Mario Benedetti que había encontrado papá.

Me pasé como una hora y pico leyendo y releyendo los poemas antes de contestarle a Marcos. Me gustaba mucho cómo escribía este autor. Cuando vivía mamá me recitaba en el coche muchos poemas mientras íbamos a algún sitio, pero no sé por qué nunca me habló de Benedetti. Para chincharla, yo le decía que prefería mil veces algunas de las canciones de Hannah Montana a todo ese rollo de poetas, que parecían unos amargados de la vida, porque aunque parezca mentira, yo también tuve mi época de Hannah. Ahora, este tipo de secretos era de los que esperaba que nunca salieran a la luz.

Miré el reloj. Me lo estaba tomando con tranquilidad y en parte me gustaba. Pasé a mi habitación, busqué una canción en el móvil y me coloqué los cascos.

De: lunalu@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 21:46

Para: mcheshire@gmail.com

Asunto: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Hola, Marcos:

Te escribo desde mi correo personal porque así tendremos mucha más intimidad. Perdona que no te haya escrito antes, pero no he tenido un buen día. Tampoco te quería soltar ningún rollo. ¿De verdad quieres acompañarme? ¿Lo has pensado bien?

Con afecto,

Lu

Le di a enviar, cerré el ordenador y me tumbé en la cama. A pesar de la siesta que me había echado todavía seguía con dolor de cabeza. Me dejé llevar por la música de Ella Fitzgerald.

De: mcheshire@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 21:51

Para: lunalu@gmail.com

Asunto: Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Ya te he dicho que soy un estúpido y que no tengo cerebro, así que no me importa acompañarte. ¿Qué podría perder? No podría estar peor de lo que estoy ahora. Podríamos empezar a caminar y lo que surja. Siento que no sea un buen día para ti. Sabes que si puedo hacer algo me tienes al otro lado.

Por cierto, llevo diciéndote un tiempo que tienes una voz muy bonita. Me gusta escucharte en la radio.

Con cariño,

Marcos

No me parecía mala idea caminar sin tener expectativas. Tampoco nos estábamos comprometiendo a nada.

Como no tenía ganas de levantarme, agarré mi móvil y le contesté desde ahí.

De: lunalu@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 21:54

Para: mcheshire@gmail.com

Asunto: Re, Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

¿Lo que surja mientras vamos de camino a la Ciudad Esmeralda? Por mí no hay problema, aunque te advierto que soy un poco singular. No me gusta viajar con otra compañía y tú no tienes pinta de ser chico de una sola chica.

Y me encanta que te guste mi voz.

Un besito,

Lu

Pd: tengo hambre y voy a prepararme la cena. Ya hablaremos en otro momento.

Enviado desde mi Sony Ericsson Xperia neo

Necesitaba reponer fuerzas. Tenía tanta hambre que pensaba hacerme dos sándwiches vegetales.

De: mcheshire@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 21:56

Para: lunalu@gmail.com

Asunto: Re, Re, Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Si llego a saber que te ibas a cenar ya te hubiera invitado. Te debo una. ¿Vas a cenar sola? Si lo deseas puedo pasar a buscarte e invitarte a algo.

Yo también te advierto que soy un poco raro, pero solo un poco. Lo justo para que no te asustes. Y te equivocas al pensar que no soy un chico de una sola chica. Me gusta ser fiel, aunque si no me das una oportunidad nunca lo sabrás.

Y soy de los que siempre van a alguna parte. No me gusta quedarme de brazos cruzados.

Otro beso para ti,

Marcos

Mientras cenaba leí el correo de Marcos. Aunque lo hubiera leído antes no sé si me apetecía ver a alguien. Dejé el móvil en la mesa y cené con tranquilidad. Lo que había pasado con Miguel me había dejado muy tocada y no tenía ganas de ver a nadie. Aún no podía creer que él se hubiera tomado la licencia de decidir por mí y meterse en mi cama. Cada vez que lo pensaba me daban ganas de estamparle mi puño en esa boca tan perfecta que tenía.

Le contesté antes de acostarme.

De: lunalu@gmail.com

Fecha: jueves, 22 de agosto de 2013, 23:53

Para: mcheshire@gmail.com

Asunto: Re, Re, Re, Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Acabo de leer tu correo y siento decirte que ya he cenado. No creas que es una excusa y que no quería cenar contigo, pero lo dejaremos para otro día. De verdad, hoy no soy una buena compañía. Ahora solo me apetece dormir. Mañana será otro día.

Buenas noches,

Lu

Enviado desde mi Sony Ericsson Xperia neo

Desconecté el móvil. Cerré los ojos y busqué en el MP4 algo de música para dormirme. Me apetecía escuchar a Evanescence.

Estuve dando vueltas en la cama. Me dormía y enseguida me despertaba agitada. No me podía dormir. Encendí de nuevo el móvil y vi que tenía un mensaje de Marcos.

De: mcheshire@gmail.com

Fecha: viernes, 23 de agosto de 2013, 00:01

Para: lunalu@gmail.com

Asunto: Re, Re, Re, Re, Re: Polvo de estrellas en la casita de Lu

Buenas noches. Es una pena que no hayas leído antes el correo, porque pensaba llevarte a una pizzería donde hacen una pasta para chuparse los dedos. Ya me dijiste una vez que no eres de esas chicas que cuentan calorías y que todo lo piden light. En esta pizzería todo es contundente.

Que descanses. Deseo que mañana estés mejor. Un beso,

Marcos

De: lunalu@gmail.com

Fecha: viernes, 23 de agosto de 2013, 01:34

Para: mcheshire@gmail.com

Asunto: no puedo dormirme

¿Estás despierto? Estoy dando vueltas en la cama. Y no, te digo en serio que no soy de las que cuentan calorías. Creo que es algo evidente. Me encantaría acompañarte a esa pizzería. Me chifla la pasta.

Otro beso de buenas noches,

Lu

Enviado desde mi Sony Ericsson Xperia neo

Me sorprendió que me contestara a los cinco minutos.

De: mcheshire@gmail.com

Fecha: viernes, 23 de agosto de 2013, 01:39

Para: lunalu@gmail.com

Asunto: Re: no puedo dormirme

Yo tampoco puedo dormirme. Para ser sincero, mi hermana es una pesada que no me deja dormir. Hace un rato que ha vuelto y me está contando su aventura con tu amigo Miguel. Así que aquí estoy, haciendo como que la escucho mientras te escribo… parece que no le ha sentado bien que pase de ella… mi hermana me está mirando mal… temo por mi vida… si no respondo a tu siguiente e-mail es porque algo malo me ha ocurrido…

Quizá sea mi último beso,

Marcos

Enviado de Samsung Mobile

Volví a leer de nuevo el correo.

No es que me molestara que Miguel saliera con Elena. Ya casi me daba igual. Lo que en realidad me molestaba es que ya sabía por qué me sentía tan mal. De repente supe por qué no podía dormirme. Por muy borracha que estuviera jamás habría aceptado acostarme con alguien sin usar protección.

Entonces me levanté de la cama de un salto. Busqué en el suelo, tenía que estar ahí. Me maldije entre dientes por ser tan desordenada. Juré por todo los santos que algún día, no muy lejano, ordenaría mi habitación. Como no encontré nada fui a la papelera del baño y después me puse unos guantes para buscar en la basura. No podía creerlo. No había encontrado nada. Ahora sí que estaba realmente cabreada. Miguel me iba a oír. Tras los tres primeros tonos de llamada me respondió con voz ronca.

—¿Lu? ¿Pasa algo? Estaba durmien…

—¡Me importa una mierda que estés durmiendo. Y sí, claro que pasa! —grité—. Eres un cabrón. ¡Dime que no lo hiciste sin preservativo!

Polvo de estrellas en la casita de Lu

Unos llegan y otros se van. Yo no lo he querido así. Te mostré mi alma, me desnudé sin temor, te di mi mano y ya no sé quién eres. Cuanto más atrás miro menos reconozco a la persona que un día amé, a aquel chico que me hacía reír. El amor por ti se convirtió en pasado. Ya no estás en mi presente, ni pensaré en ti en el futuro. Firmado: Lu

Ir a la siguiente página

Report Page