Fiat

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Fiat

W. Fawkes

© 2015, W. Fawkes

 

Diseño de cubierta: Victoria y Alberto Villar sobre una fotografía de Terry Doyle

 

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

 

 

 

A don José María, por todo.

 

A don Emilio, por todo lo demás.

 

#venceremos

 

Mira lo que realmente fui cuando andaba perdido;

y si ves en mí algo que te parezca bien,

alaba conmigo a Aquél a quien yo he querido alabar

con este libro, porque me salvó.

 

A. Agustín

(Carta al Conde Darío)

 

Dicen que el primer amor nunca se olvida, pero es mentira.

Vera no recordaba dónde había leído aquella frase. Puede que fuera el comienzo de algún libro. Rumiaba la frase desde que Mencía le contara el inesperado rumbo que habían tomado sus planes con Jaime, después de su reciente visita al ginecólogo.

—Me la recetó sin más —aseguró Mencía.

—¿Sin más? —cuestionó Vera con incredulidad.

—Soy irregular. Debo de tener algún desarreglo hormonal o algo y me la ha recetado para compensarlo. Es una cuestión médica, ¿cuál es el problema?

Vera arqueó la ceja como toda respuesta.

—¿Y tú desde cuándo eres irregular? —inquirió después con suspicacia.

Mencía hizo un gesto de fingida inocencia y reconoció:

—Es posible que exagerara un poco, pero lo importante es que la conseguí. Cuarenta días, ¿te das cuenta? ¡Estaré lista para fin de año!

Estaría tonta para fin de año como siguiera con aquella desordenada obsesión por los chicos. Mencía y Vera habían sido mejores amigas desde primero de primaria. A sus quince años, Vera estaba segura de que después de sus padres y sus tres hermanas pequeñas, Mencía era la persona por la que más había rezado en su vida. Evidentemente, tendría que rezar más.

La Nochevieja de 2029 prometía ser apoteósica. Los padres de Mencía siempre pasaban las vacaciones en Baqueira y este año, por primera vez, iban a dejar a Mencía quedarse en Madrid. Le habían dado permiso para invitar amigos y celebrar la entrada del nuevo año en su casa. Mencía estaba como loca con la idea. Era la primera vez que organizaba una fiesta adulta y quería que todo fuera perfecto. Iba a ser la primera vez para muchas cosas.

—Estás loca, tía —zanjó Vera, en un esfuerzo por resumir su postura en una frase que le diera tiempo a pronunciar antes de que sonara la campana que indicaba el comienzo de las clases del último viernes de noviembre.

 

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