Fetish

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Capítulo 59

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Capítulo 59

A Makedde le latía la cabeza y no podía pensar con claridad. No tenía noción del tiempo. ¿Llevaban en marcha media hora? ¿Dos horas? Se esforzó por mantenerse despierta mientras su cuerpo rodaba por el suelo de la furgoneta. Después de un trecho maravillosamente plano, el camino se volvió otra vez accidentado, y la gravilla saltaba bajo los neumáticos. La furgoneta volaba sobre baches y sus muñecas despellejadas protestaban de dolor debido a los tirones de las esposas.

Mak habló.

- No sé quién eres. Puedo asegurarte que no he visto tu… -se tragó las palabras cuando volaron sobre un gran bache y se golpeó la nuca contra el duro suelo. Volvió a empezar intentando parecer tranquila, ser racional. Su garganta emitió un borboteo al hablar-. No te he visto la cara. Podrías marcharte. Te puedo dar dinero, llevo la tarjeta…

Él no la escuchaba. Ni siquiera reconocía el sonido de su voz.

Volvió a intentarlo, esta vez más alto.

- Te daré mi tarjeta y la clave. O sacaré el dinero para ti si lo prefieres. Puedes soltarme, no se lo voy a decir a nadie. Podrías…

Intentó girarse un poco para reducir la tensión de sus hombros. «Haz algo. ¡Lo que sea!» ¿Qué le habían enseñado? Cuando una estrategia no funciona hay que intentarlo con otra. Haciendo un esfuerzo, levantó las piernas en el aire por encima de su cuerpo, como si estuviera montando en bicicleta cabeza abajo. Con el repentino movimiento la cabeza le dio vueltas. Encontró la puerta con los dedos de un pie y la pared con los del otro. Se balanceó hacia atrás y golpeó la puerta con todas sus fuerzas.

- ¡DÉJAME SALIIIIIIIR!

La puerta era sólida y no se movió, pero su secuestrador volvió la cabeza. Había captado su atención.

- ¡Cállate! -le dijo en un siseo con voz extrañamente aguda.

La furgoneta seguía avanzando a toda velocidad por la gravilla y el hombre volvió a dirigir bruscamente su atención a la carretera, pero ya estaban derrapando y la furgoneta no paraba de dar sacudidas. Dio un violento volantazo hacia la derecha. De la oscura noche saltó un árbol que chocó contra el lado izquierdo del parabrisas y lo rompió con una atronadora explosión de vidrio. La furgoneta dio un bandazo, el cuerpo de Makedde chocó contra la pared y una pesada caja de herramientas resbaló por el suelo y fue a parar contra sus costillas. El hombre emitió un ruido, un pequeño grito, cuando la furgoneta hizo un trompo, ya fuera de la gravilla. Aún esposada, Makedde volvió a golpearse contra la pared, más fuerte, y su cuerpo se retorció. Entonces sonó otro golpe, éste aún mayor.

Habían caído al agua.

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