Fetish

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Capítulo 17

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Capítulo 17

- ¡¿Qué quieres decir con que no lo encontraste?! -exclamó JT sin disimular su pánico.

El gesto de Luther no cambió. Con su habitual inexpresividad, se limitó a decir:

- No hay anillo.

Luther tenía el físico de un retorcido e inamovible tocón de árbol de doscientos años. Su pecho quedaba por encima de los ojos de JT y su cabeza se alzaba sobre las de todos, insertada rígidamente sobre unos anchos hombros por medio de un cuello lleno de músculos. El pelo lacio le caía sobre los ojos pero estaba rapado desde las sienes hasta la nuca. Su piel correosa y llena de marcas de acné parecía un mapa de carreteras y sus ojillos languidecían inmóviles en sus cuencas. Afortunadamente, JT sólo había tenido que encontrarse con él en persona una vez. Se suponía que Luther era el mejor, pero JT habría preferido manejar sus negocios a distancia que hacerlo cara a cara.

- ¿Me has arrastrado hasta este bar de mierda para darme una noticia como ésa? -continuó JT, intentando dejarlo tan claro como fuera posible-. No quiero malas noticias. No es para eso para lo que te pago.

Luther no sabía qué responder.

El oscuro bar era un antro de mala muerte, un refugio para alcohólicos con gastadas alfombras de dibujos rojos que apestaban a lúpulo, miseria y humo de tabaco. JT echó un vistazo a su alrededor con la nariz arrugada por el desagradable olor. Un anuncio de neón de una cerveza iluminaba temblorosamente la pared del fondo. Desde luego no era la clase de lugar que solía frecuentar y no se parecía en nada a su club de la calle Macquarie.

El camarero le ofreció cacahuetes, pero, aunque se moría de hambre, no podía soportar la idea de comer de un recipiente sobre el que habían puesto las manos los clientes de aquel establecimiento. Se imaginó salmonella o hepatitis A supurando de cada fruto seco. Volvió a restregarse las manos en los pantalones con la esperanza de no coger alguna enfermedad abominable e indecorosa a través del pomo de la puerta o del taburete.

- Mira, Luther -dijo con decisión-, quiero el anillo y quiero que la chica se largue de aquí. ¿Tengo que pagar más?

- ¿Quiere que la zurre?

Luther lo miraba expectante mientras con su dedo enorme y calloso se acariciaba con un extraño movimiento su palma llena de cicatrices. JT sospechó que a Luther le produciría gran placer ejecutar ese encargo en particular.

- No hace falta. Sólo presiónala un poco y asústala para que se vaya de la ciudad.

Luther asintió.

- No me gustan los encuentros en persona como éste. Mantenme informado como hasta ahora. Sólo llamadas desde teléfonos públicos. ¿De acuerdo?

- Por supuesto. -Luther miró a JT desde sus alturas-. ¿El dinero? -preguntó.

JT rebuscó en sus bolsillos. Era reacio a hacer un gasto tan considerable para un resultado tan escaso.

- Habrá más cuando termines -le espetó en tono áspero.

Luther cogió el sobre, lo metió en un bolsillo trasero de sus vaqueros oscuros, apuró lo que le quedaba de cerveza y salió sin decir nada más.

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