Fetish

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Capítulo 21

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Capítulo 21

«Paciencia.»

Mientras esperaba que su chica cruzara las puertas disimuló lo mejor que pudo su creciente excitación. Como un gran felino al acecho, sus movimientos eran contenidos y lentos y no llamaban la atención hasta el mismo momento del ataque. Imaginó su rostro muy maquillado, sus curvas tersas y esos pies esbeltos enfundados en zapatos de tacón para su placer privado. Iba a volver sola a casa y podría hacerse con ella cuando se presentase la ocasión ideal. Y habría una ocasión ideal. Estaba seguro. El destino le había enviado la foto que encontró en la cartera de Catherine y la carta en la que le pedía que expusiera el cuerpo de Catherine, su obra, en la playa para que ella lo encontrase. Ahora su premio acababa de desfilar para él con excitantes vestidos y zapatos de prostituta, y pronto sería suya. La espera llegaría a su fin.

Después de un rato comenzaron a salir por la puerta las demás modelos; conversaban y reían, y algunas mordisqueaban pequeños canapés como si fueran hámsteres. Makedde no se encontraba entre ellas. Eso era bueno. Quería que saliera sola.

Pasaron otros veinte minutos hasta que el primer atisbo de duda cruzó su cabeza. Ya habían salido todos los invitados y las otras modelos; ¿dónde estaba su premio? Se asomó por las puertas. La estrella estaba aún conversando con un par de periodistas cerca del escenario, pero todos los demás se habían ido. ¿Dónde estaba Makedde? ¿Cómo podía haberse escabullido?

Una dolorosa desilusión lo embargó y emergió en forma de brote de rabia violenta.

¿Más esperas? ¡No!

Ya no quería esperar más. Exigía satisfacción.

Se alejó de la puerta y se camufló entre los colgadores de modelos de importación, acalló su rabia y la guardó en lugar seguro. Se arrodilló en la alfombra donde nadie pudiera verlo y se cogió la cabeza, que latía dolorosamente.

Unos minutos después salió la estrella de las telenovelas acompañada por dos hombres jóvenes que la seguían. Sacudió su pelo rubio platino y dijo con voz melindrosa:

- ¡Ha sido un gran éxito! Y en Los Ángeles también les va a encantar. Estoy segura.

Se contoneó en dirección a los ascensores balanceando seductoramente las caderas, con todo su cuerpo en precario equilibrio sobre los altos tacones de sus zapatos.

Él supo que tendría una satisfacción.

Absortos en sus cosas, Becky Ross y su pequeño séquito entraron en el ascensor sin prestar atención al hombre que se introducía con ellos en la cabina.

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