Fetish

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Capítulo 31

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Capítulo 31

El detective Flynn se encontraba de pie en la entrada de la habitación y los rostros ansiosos de los miembros de su equipo lo miraban atentamente, preparados para tomar notas. Se moría de ganas de volver a estar con Makedde y se la imaginaba tumbada en la cama, con el edredón caído dejando al descubierto sus curvas desnudas. Había conseguido eludir las exigencias de la investigación durante una noche mágica, pero volvía a estar en la línea de fuego y tenía un equipo de hombres y mujeres pendiente de cada una de sus palabras.

- En primer lugar me gustaría daros las gracias por vuestra dedicación al caso, en especial en una tarde de domingo -comenzó Andy-. Como sabéis tenemos una cuarta víctima, la actriz Becky Ross. La autopsia que acaban de terminar determina que la hora de la muerte está entre la noche del jueves y la madrugada del viernes. Ahora repetiré algo una vez más para estar seguro de que queda bien claro: es de una importancia vital que no haya ninguna filtración de este caso. Si la prensa se entera de algo estaremos todos de mierda hasta el cuello. ¿Está claro? Vale, sigamos.

»He preparado un perfil más elaborado de nuestro asesino; hay una copia para cada uno. -Entregó un montón de fotocopias grapadas y los demás se las fueron pasando-. Ahora, recordad: es un perfil genérico para utilizarlo como herramienta de investigación. Nuestro asesino está clasificado como “criminal motivado por la ira”. -Levantó la vista y se encontró con las miradas de algunos miembros de su equipo-. Eso quiere decir que es un sádico. Pudo no mostrar tales tendencias al comienzo, pero sin duda ahora se mueve en esa dirección; los últimos asesinatos lo confirman. Mantiene a sus víctimas con vida mientras las mutila.

»Esta clase de criminal recurre a menudo a un engaño o a un razonamiento que haga bajar la guardia a la víctima y le permita ganarse su confianza. Durante el ataque puede decir cosas tales como “llámame señor” o “amo” o algo semejante.

A Hunt le costó reprimir una risita.

- Calla y toma notas, Hunt -lo reprendió Andy-, o te va a tocar revisar todos los informes de agresiones sexuales de los últimos cinco años.

Hunt se calló.

- Podría ser que le preguntara a su víctima «¿Esto te duele?». También puede pedirle que suplique y humillarla e insultarla para satisfacer su ansia. -Miró la cara de Hunt desafilándolo a hacer algún comentario-. Tal vez tome fotografías o grabe vídeos durante la agresión. También puede causar heridas en las partes del cuerpo que sean sexualmente relevantes para él: pechos, pies, vagina, ano, etc. Es evidente su fetichismo por los pies y los dedos de los pies, y en este último asesinato ha seccionado por completo los pezones de la víctima. En una fase temprana de su desviación puede simplemente haberlos mordido o cortado de alguna manera.

»Otros casos anteriores de agresión sexual pueden darnos más pistas. Es obvio que no hace falta incluir aquellos cuyo culpable está cumpliendo condena. Este tipo es muy cuidadoso, pero podría no haberlo sido siempre. Quizás haya aprendido algunas cosas de otros delincuentes en la prisión, o tenga su propia colección de textos sobre procedimientos forenses. El criminal probablemente disfruta con el uso de aparatos de inmovilización sexual y de tortura. Podría tener trofeos o un diario. Lleva con él un equipo de agresión con armas, ataduras y accesorios sexuales. Tal vez aceche a sus víctimas o planea los ataques con anticipación. Esas agresiones pueden durar desde cuatro hasta veinticuatro horas, antes de la muerte o la liberación de la víctima. Los forenses están de acuerdo con estas conclusiones en los casos de las cuatro víctimas que hemos encontrado.

- Un psicópata -murmuró Jimmy en voz baja.

- Ahora iba a eso. Es posible que nos enfrentemos a un psicópata violento muy inteligente, lo que quiere decir que puede ser encantador y muy convincente. Todas sus víctimas eran blancas y creemos que él también lo es. Es metódico y razonablemente maduro. Yo creo que su edad está entre el final de la veintena y el principio de la treintena y que vive en la zona de Sidney. Cuenta con un lugar privado donde cometer los crímenes y mantener cautivas a sus víctimas. El nuevo aspecto de la fama nos da una perspectiva completamente nueva: está leyendo los periódicos, leyendo noticias acerca de sí mismo, y le gusta. Ahora se cree famoso. Fue una casualidad que encontráramos el cuerpo tan tarde. Aún no los está dejando en lugares difíciles. Aún no está tan preocupado por que los encuentren.

»Bueno, eso es lo que tenía que decir. Ahora id a vuestro trabajo y manteneos en contacto. Quiero que todos sepáis en todo momento lo que están haciendo los demás. Jimmy quiere decir algo a los que están trabajando con él en la pista del tal Rick Filles.

Jimmy se levantó sonriente.

- Bueno, me dejas el listón muy alto. -Fue hasta la entrada de la habitación con un pulgar metido por el cinturón que le colgaba bajo el flotador-. Vale, Mahoney tiene cita a las cinco en punto. Llevará un micrófono en el… eh… sujetador.

Andy se volvió de espaldas al equipo y puso los ojos en blanco. Jimmy conseguía sonar como si no tuviese autoridad incluso cuando ayudaba a dirigir una investigación importante.

- Todo va tal como lo comentamos -continuó Jimmy-. Nosotros estaremos en la furgoneta al otro lado de la calle. Mahoney espera encontrar fotos incriminatorias, armas o aparatos de inmovilización para que los analicen los forenses. Si algo va mal la sacaremos de allí de inmediato. Mirad, chicos… y chicas, tenemos una buena pista, así que ¡vamos a cogerlo!

Todos aplaudieron y se pusieron en pie.

- Se te dan bien los discursos, Jimmy -comentó Andy mientras todos desfilaban junto a él para salir.

Era tarde cuando Andy llegó ante la puerta de Makedde, de nuevo directamente desde el trabajo. Mostraba un aspecto cansado y estresado, pero se sentía feliz de verla. Makedde tenía un montón de cosas de las que hablar con él, pero tenía la sensación de que antes debía aclarar algunos puntos.

- Andy…

- ¿Sí?

Se inclinó hacia ella y la besó inesperadamente.

Cuando sus labios se separaron ella estaba un poco mareada.

- Creo que anoche…

- Fue maravilloso -la interrumpió él.

- Bueno, sí -continuó ella-, pero creo que las cosas fueron un poco deprisa. No es habitual que yo…

- Tampoco yo.

Ella levantó la vista con expresión escéptica.

- ¿De verdad?

Andy la miró fijamente a los ojos y dijo:

- No creo que ninguno de los dos esperase que las cosas se precipitaran de esa manera. Por mi parte estoy contento de que fuera así, al margen de los riesgos.

Todo era demasiado rápido, demasiado arriesgado. Makedde no sabía qué decir.

- Sólo quiero que sepas que yo no me lanzo de cabeza a las cosas -«sí que lo hago»-, y para mí lo de anoche fue diferente -añadió en un impulso.

- Entendido. No hace falta que sigas.

Ella sonrió, aliviada de haberlo dejado claro. «¿De haber dejado claro qué? ¿Qué estoy intentando decirle, que no soy tan fácil… habitualmente?» Mak lo llevó hasta el sofá y se sentaron juntos. Quería cambiar de tema.

- Bueno, hay algo que me gustaría decirte. ¿Sabes la nota que escribió Catherine acerca de JT y Terrigal y todo eso? Pues he descubierto que iba a encontrarse con su amante, a quien llama JT, en la habitación dieciséis catorce del Complejo Turístico de Terrigal.

Andy no abrió la boca.

- Si miras los libros de registro del hotel probablemente averiguarás con quién tenía un lío Catherine antes de su asesinato. -Makedde remarcó la palabra «asesinato» con la sensación de que de nuevo a Andy no lo impresionaba su información-. Vale, ¿qué pasa? -preguntó por fin ante su falta de respuesta.

- Pues… -Andy parecía cortado-, sabemos que hay un hombre que se alojaba allí, pero él niega que tuviera relación alguna con la señorita Gerber, y nosotros somos partidarios de creerlo.

Mak sintió que enrojecía de ira.

- No tenías que haberte metido en todo ese lío. Por favor, déjanos a nosotros llevar la investigación.

¿Cómo podía no habérselo dicho? Mak inspiró profundamente.

- Ese hombre, ¿se llama JT?

- No.

- De acuerdo, ¿sus iniciales son JT?

- Sí, la verdad es que sí, pero eso es todo cuanto puedo decirte, ¿vale? No debería estar comentando esto contigo. ¿No podemos evitar hablar del trabajo, por favor?

Ella sacudió la cabeza mientras su furia iba en aumento. No iba a dejarlo escabullirse con tanta facilidad.

- ¿Cuánto hace que sabes de la existencia de este tipo?

- No mucho. Cálmate.

- ¿Que me calme? ¡Dios! Piensas que estoy obsesionada con ese lío que tenía, ¿no?

Andy puso sus manos sobre las de ella, que las apartó con indignación.

- Creo que en este asunto te falta objetividad -dijo Andy con amabilidad-. No tenemos derecho a entrometernos en la vida de ese hombre sólo porque una chica garabateó una nota que podría hacer referencia a una habitación en la que él iba a alojarse.

- Espera -le interrumpió ella con una idea súbita-. ¿Iba a alojarse? ¿Canceló la reserva? -Andy parecía un poco confundido-. Te das cuenta de lo que eso significa, ¿no? Catherine fue asesinada el miércoles y encontrada el viernes. Si la reserva de la habitación fue cancelada antes de que yo la identificara el sábado por la mañana, entonces quienquiera que hiciese la reserva ya sabía que estaba muerta y no aparecería. Eso quiere decir que tiene algo que ver con su muerte.

- ¡Sooo! ¡Más despacio señorita Marple! -Le dirigió otra de esas irritantes miradas de subestima-. Si ese hombre canceló su reserva de hotel, podría ser por cualquier motivo. Y dice que nunca ha visto a Catherine Gerber. No hay nada que los conecte.

- Sí lo hay. -Makedde se sacó orgullosamente el anillo del pulgar-. Mira la inscripción.

Andy cogió el grueso anillo con el ceño fruncido, lo volvió y leyó la inscripción. Sus ojos se abrieron desmesuradamente.

- ¿De dónde has sacado esto?

- Estaba en el joyero de Catherine. Lo encontré cuando empaqueté sus cosas.

- ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Esto es una prueba!

- No te lo dije porque estabas comportándote como un imbécil. Más o menos como ahora.

Andy se puso en pie. Ella advirtió cómo cambiaba su genio y se disparaba. El hombre sensible había desaparecido y un enorme ego con patas había ocupado su lugar.

- No puedo hablarte del caso. Ya lo sabes. Se supone que no voy a decirte nada, y se supone que ni siquiera estoy aquí. Así que si te molesta que no te haya contado adonde nos habían conducido las pesquisas sobre la nota, te aguantas.

Makedde cruzó los brazos y las piernas. Sus músculos se tensaron. Lo miró pasear por la habitación.

- Esto se podría considerar ocultación de pruebas. ¡Estamos hablando de una puta investigación de asesinato, por Dios, y tú estás reteniendo posibles pruebas!

- Chicos, ya tuvisteis vuestra oportunidad -afirmó Makedde sin subir el tono-. Os dije todo lo que sabía sobre la aventura de Catherine. Registrasteis el apartamento de arriba abajo. Estoy segura de que visteis el anillo y no le disteis importancia. No es mi culpa. Y a la vista de cómo reaccionaste la última vez que fui a darte información, puedes estar seguro de que no estaba precisamente deseando ir a contarte esto.

Andy seguía recorriendo la habitación. Introdujo el anillo en su bolsillo y se pasó una mano por el pelo con ansiedad.

- Vale, quizá debería haberte hablado del tipo, pero no podía ¿sabes? -se justificó-. Lo único que teníamos relacionado con él era la nota, e incluso eso era vago.

- Bueno, el anillo no es vago.

- El anillo puede cambiarlo todo. Mira, hay cosas que no puedo decirte -dijo él.

- Lo sé.

Andy dejó de pasear y fue hasta el sofá, junto a ella. Se puso en cuclillas y apoyó suavemente las manos en sus rodillas. Makedde estaba encerrada en sí misma, con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos engañosamente secos.

- Me estoy jugando el trabajo con esto. Cuanto más te cuente más me hundiré. -Estiró el brazo y trazó una línea imaginaria en su mejilla con la punta de un dedo-. Ya he llegado bastante abajo -dijo él.

- Andy, ¿qué hay de…?

De pronto la boca de Andy estaba sobre la de ella. Se abrazaron con pasión y se besaron intensamente durante un largo rato. Él la devolvió a su posición en el sofá y ella deslizó la mano por su camisa, bajando por la espalda y la cintura hasta sentir la firmeza de sus nalgas.

- Dios, eres frustrante -murmuró ella.

Andy recorrió suavemente su cuello con la lengua.

- Haz de Sean Connery para mí -susurró ella.

Al principio él pareció sorprenderse por la petición; luego sonrió.

- Mi nombre es Bond, James Bond -imitó con tranquilo y perfecto acento escocés.

«Mmmmm.»

- Más -dijo ella envolviéndolo con sus piernas.

- Es un placer verla, señorita Money Penny…

- ¡Más!

- Mmm… Un Martini con vodka. Mezclado, no agitado.

Ella volvió a besarlo.

- Oh, James… -dijo con una risita juguetona.

Horas más tarde estaban tumbados desnudos y exhaustos en medio de un revoltijo de sábanas. La habitación estaba a oscuras salvo por la luz temblorosa de una vela junto a la cama.

- Hummgnnff -murmuró Andy inesperadamente.

Makedde abrió los ojos.

- ¿Cómo?

- Hmmmmff. -Él se agitó y se encogió-. Vete. Hmmmmff.

Sus ojos seguían cerrados.

- Vete. Hmmmmff. Cassandra -continuó murmurando-. Quiero mi coche, joder -soltó de repente con mucha más claridad-. Puta…

Makedde le dio un golpe considerable en las costillas y él se detuvo. No era capaz de dejarlo hablar en sueños hasta que dijese algo de lo que luego pudiera arrepentirse.

- Mmmm -murmuró entreabriendo los cansados ojos.

Se volvió hacia el otro lado y ambos se quedaron inmóviles durante un momento, pero ella no estaba aún en condiciones de moverse. Mientras su mente vagaba, la curiosidad la empujaba de manera irresistible a buscar respuestas.

- Espero que no te moleste mi pregunta -empezó ella en voz baja mientras se giraba para adaptarse al cuerpo de Andy-, pero me hablaste de ese Rick Filles, el que tiene un estudio fotográfico en Cross. ¿Cómo es? -Andy se volvió boca arriba y volvió la cabeza hacia ella con los ojos aún cerrados-. Estoy segura de que al menos puedes decirme eso, ¿no? -insistió.

- Claro -murmuró él, medio despierto-. Espera. -Sus ojos se abrieron de golpe-. ¿Cómo sabes que su estudio está en Cross? Yo no te lo dije.

- ¿No? -Soltó una risita al acordarse de las ridículas medidas que le había dado-. Pues te digo una cosa, ese hombre hablaba como un auténtico guarro.

- ¿Hablaba? No habrás hablado con él, ¿verdad?

De repente estaba muy despierto.

- Sólo un momento. Quería ver de qué iba. Es inofensivo.

- ¡Me cago en la puta!

Se sentó y lanzó un violento puñetazo contra la cama, que dio una sacudida. Mientras Makedde seguía tumbada, asombrada, Andy cerró los ojos y agitó la cabeza en un esfuerzo por calmarse. Necesitó varias respiraciones profundas y conscientes, y ella imaginó que estaba contando hasta diez. Control de la ira.

- ¿Qué crees que estás haciendo? -preguntó Andy en tono un poco más controlado-. Eres imposible. ¡No puedes hacer cosas como ésa!

- No le di mi número ni nada -protestó ella mientras se incorporaba también en la cama-. Dije que me llamaba Debbie; una rubia de un metro ochenta con copa D, modelo de lencería.

La mirada de Andy se detuvo en sus pechos cuando se sentó.

- Bueno, espero que Debbie recibiera una respuesta más entusiasta que la chica que enviamos nosotros -replicó él secamente.

- ¿Qué sucedió?

Andy le cogió las manos y la miró con aire severo bajo un ceño fruncido.

- Tienes que prometerme que vas a dejar esto. Te diré lo que quieras saber, siempre que prometas que no vas a charlar más con sospechosos y a ponerte en peligro.

Ella agitó sus pestañas llenas de rímel corrido.

- Lo prometo. Entonces, ¿por qué sospechas de ese tipo?

- Porque tenemos que seguir todas las posibles pistas, y Rick es una de ellas. Las dos primeras víctimas conocidas se dedicaban al negocio del sexo y podrían haber respondido a un anuncio como el que él publicó.

- ¿No estarás insinuando que Catherine podría haber respondido a un anuncio como ése?

- No, eso lo dudo -convino Andy-. Pero, a pesar de la creencia popular, los asesinos en serie no son robots. A veces cambian de táctica. Tu amiga podría haber sido una víctima ocasional que no cuadre con los demás crímenes.

- Así que… ¿enviaste a una agente a posar como modelo para ese tipo?

- Pues lo intentamos. La agente Mahoney, la que te llevó a casa la primera noche. Creo que estaba un poco nerviosa…

- Espera un momento… ¿Enviaste allí a Karen?

- Bueno, sí…

Makedde intentó imaginar la expresión del rostro de Karen mientras el fotógrafo le pedía que sacara pecho y lamiera un Chupa Chups.

- ¿Eso no es como enviarle una monja a Hugh Hefner?

En la penumbra, Makedde pudo distinguir cómo el rubor subía a las mejillas de Andy.

- Pues resultó que… sí. Tiene la edad adecuada y es buena policía, pero no pudo conseguirlo. Estaba demasiado avergonzada para ser creíble.

- ¿Qué pasó?

- Después de tirar un carrete la mandó a casa. Ella no encontró nada sospechoso en su piso, ningún aparato de inmovilización. Nada. Sólo montones de pornografía y un poco de lencería.

- Bueno, ser un guarro no implica ser un asesino; si fuera así tendrías que detener a la mitad de los fotógrafos de Milán -dijo Makedde.

- ¿Tan guarros son?

Ella puso los ojos en blanco.

- Ni te lo imaginas. Los fotógrafos de esa clase no cargan la cámara hasta que ha desaparecido toda la ropa. Probablemente ese Filles ni siquiera tomó ninguna foto de Karen.

- ¿Hacen eso?

- Oh, claro. No quieren desperdiciar su preciosa película. -Hizo una pausa-. Mejor dejamos eso. ¿Tiene antecedentes? ¿Un móvil? -Andy se quedó mirándola-. ¿Qué pasa ahora? -preguntó ella, impaciente.

- A veces hablas como si fueras policía. ¿Era ésta la clase de conversación habitual durante la cena en tu casa?

Makedde rió. Su padre había intentado no hablar de sus investigaciones durante la cena, pero, para disgusto de su madre, no parecía poder evitarlo. Era casi lo único de lo que hablaba, y Makedde suponía que ella no ayudaba mucho picándolo. Su madre y su hermana menor, Theresa, manifestaban su desaprobación con su silencio y se levantaban de la mesa en cuanto podían. Pero a Makedde nunca le quitaron el apetito las historias de su padre.

- Contesta la pregunta, detective -insistió ella empujando a Andy para tumbarlo y sujetándolo.

- Sí, tiene antecedentes. -Andy hizo una pausa-. De verdad; no me gustan esas extrañas llamadas que recibes.

- Seguro que no tienen importancia.

Mak se sentó a caballo sobre sus caderas desnudas y se echó sobre él.

Él intentó mantener el tono serio.

- Tampoco me gusta cómo te estás involucrando en esto.

- No te preocupes por mí. Limítate a encontrar a ese tío.

- Es más fácil decirlo que hacerlo. Tanto una cosa como la otra.

- ¿Más pistas, señor detective? -preguntó ella recorriéndole el pecho con un dedo.

Quería inmovilizarlo y mantenerlo allí. Quería tomar el control. Makedde había olvidado lo genial que era sentirse sexy y ahora era como una niña con juguete nuevo.

- Un par… -Él no podía apartar la vista de sus pechos-. Seguimos presionando a Tony Thomas. Un montón de vías muertas… ¡Eh! ¿Quieres parar? ¡Me haces cosquillas!

Ella rió y se apartó hacia un lado.

Andy se volvió hacia ella; el buen humor había desaparecido de sus ojos.

- Ese tipo, quienquiera que sea, es un verdadero hijo de puta, un sádico.

- Razón de más para asegurarnos de detenerlo de inmediato -dijo ella-. ¿Y si intentas tender una trampa a ese Rick con otra modelo?

Él vio por dónde iba.

- No, no. Makedde. ¡Sácate eso de la cabeza! Me has prometido dejarlo si yo te cuento lo que estamos haciendo.

- Pero yo podría hacerlo mucho mejor…

Andy le cubrió suavemente la boca con la mano y la dejó con la palabra en la boca.

- Prométeme, prométeme, que no vas a meterte en esto. Deja que me ocupe yo.

Ella asintió despacio y él retiró la mano.

- Lo siento -dijo Andy-. No puedes arriesgarte tanto. Tenemos todo un equipo trabajando en el caso. Lo pillaremos. Nunca me lo perdonaría si te sucediese algo.

- Bien; siempre que tus policías y tú os ocupéis de las cosas no tendré que hacerlo yo. Pero no me eches la culpa si tengo que detener a alguien…

- ¿Cómo?

Makedde sonrió para dejar claro que bromeaba.

- Imposible -murmuró él, e intentó colocarse encima de ella, pero Mak lo empujó, lo tumbó de espaldas y volvió a sentarse a caballo sobre él sujetándole los brazos por encima de la cabeza. Él sonrió, excitado por su seguridad-.

No eres muy dada a cooperar, ¿verdad? -la picó él.

La sonrisa desapareció de su cara cuando ella metió la mano bajo la cama y la sacó con sus esposas.

- Pero qué… -En cuestión de un segundo consiguió esposarlo. Cerró las esposas con fuerza, como una policía, y él hizo una breve mueca al sentir una punzada de dolor-. Espero que tengas las llaves -dijo ella.

Los ojos de Andy estaban muy abiertos. Mak había estado esperando el momento adecuado y ahora tenía a aquel detective grande y fuerte desnudo y a su merced; su fantasía favorita hecha realidad. Bueno, casi. Su favorito era Sean Connery en 007 contra el Dr. No, pero éste era el segundo con poca diferencia.

Él seguía con la boca abierta por la impresión, con un aspecto que ella encontró excitante desde tan corta distancia. Le mantuvo los brazos estirados hacia atrás por encima de la cabeza. El vello de sus axilas era suave y oscuro, y ella aspiró su olor antes de devorar su cuerpo indefenso con besos y mordiscos suaves. Los pezones de Andy se endurecieron y Mak jugó con ellos con la lengua mientras él se revolvía.

Él carraspeó.

- Entonces, eh… quieres…

- Hablas demasiado, detective -dijo ella, y lo interrumpió poniendo la mano sobre su boca con firmeza.

Él no protestó.

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