Fetish

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Capítulo 32

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Capítulo 32

El detective Flynn entró flotando en su oficina el lunes por la mañana, alegremente ajeno a lo que el día le tenía reservado. Aún notaba el sabor de Makedde en los labios y su pensamiento seguía tumbado ociosamente en la cama junto a ella. Lo había sorprendido; tenía un fuerte sentido de la aventura pero también ocultaba su vulnerabilidad. La palabra adecuada para ella era «contradictoria». Andy también estaba ansioso por seguir la nueva pista, el anillo que Makedde había encontrado. Al parecer el señor Tiney Jr. les había mentido. conocía a Catherine. Andy se moría de ganas de sentar a ese capullo millonario en la sala de interrogatorios y poner el anillo sobre la mesa delante de él. Entonces empezaría una desesperada retractación.

Andy tardó un poco en advertir el tenso silencio que reinaba en la oficina. La recorrió con el habitual brebaje humeante en la mano y fue reduciendo el paso al notar la atmósfera ominosa. Sus colegas lo miraban desde sus mesas al pasar y en sus caras vio la lástima que no expresaban con palabras. Algo iba muy mal. Cuando llegó a su mesa ya se le había empezado a agriar el humor.

Jimmy se acercó apresuradamente.

- Kelley quiere verte ahora mismo. No sé quién le dijo…

Andy fue hacia el despacho del inspector Kelley aturdido por la sensación de irrealidad, con las palabras de Jimmy desvaneciéndose como un eco lejano en su cabeza. Llamó con suavidad a la puerta de su mentor y la única respuesta que obtuvo fue un frío «entre». El inspector estaba mirando por la ventana y no se volvió para saludarlo. Incluso para los modales reservados de Kelley ese recibimiento era de una frialdad desacostumbrada. Apartó la silla de la mesa y esperó.

Andy comenzó a hablar pero el inspector Kelly lo cortó.

- Siéntese, Flynn. -La silla crujió ruidosamente al sentarse Andy-. ¿Hay algo que quiera contarme?

- No, señor -contestó Andy momentáneamente confundido-. Bueno, sí, tengo nueva información acerca de James Tiney Jr., pero Jimmy me ha dicho que usted tiene algo…

- En serio, creo que hay algo que quiere explicarme. Y será mejor que sea algo bueno, Flynn.

- Bueno, señor… si se trata del titular acerca de la estrella del culebrón, no hubo forma de evitarlo. Todos sabíamos que los de la prensa no tardarían en enterarse…

Volvió a cortarlo.

- Se ha liado con una testigo. Ha puesto en peligro la investigación -dijo Kelley a la ventana con escalofriante desapego-. No puedo ni explicarle cómo me decepciona eso.

Andy miró la nuca de Kelley deseando que fuera posible corregir el error de alguna manera. ¿Cómo podía ser tan estúpido como para haberlo arriesgado todo por una chica?

- Lo siento, señor. Ha sido un error de juicio por mi parte…

- Está relevado del caso.

Andy se quedó estupefacto.

- Pero, señor… -comenzó débilmente.

- La decisión está tomada. Ya le he salvado el culo antes, pero era diferente. No puedo ocultar esto bajo la alfombra. Nosotros, y con eso quiero decir usted, somos el centro de atención con esta investigación.

Un año antes Andy había pegado a un sospechoso de pederastia hasta machacarlo en un ataque de ira ciega. Desde entonces había encontrado formas mejores de gestionar su carácter, al menos en ocasiones. Kelley echó tierra sobre el incidente, probablemente porque estaba de acuerdo con que había sido justo, pero acostarse con una testigo era una falta de rigor manifiesta. Andy sabía que nada que pudiese decir cambiaría las cosas; no cuando Kelley ya había tomado una decisión. Oficialmente se había cargado el caso más importante de su carrera.

Andy se quedó mirando fijamente el hermoso escritorio antiguo de roble tallado del inspector Kelley. Era parte de un mundo inalcanzable al que nunca accedería, un futuro que le habían quitado de las manos.

Kelley se volvió para dirigir una última mirada a su protegido ahora caído en desgracia. La mirada no duró más de dos segundos, pero dejó su huella.

- Va a tomarse unos días de vacaciones, Flynn. Aprovéchelos. Le asignaré algún otro caso cuando piense que está preparado.

Andy sintió un amargo nudo en la garganta.

- Pero, señor. Si me deja explicar…

- Su arma.

Fueron dos palabras que Andy no esperaba llegar a oír nunca. Se levantó del asiento y se abrió la chaqueta para sacar su Glock de nueve milímetros. La depositó despacio sobre el escritorio. Sabía que debería estar agradecido por no haber sido suspendido de inmediato, o por que no le hubieran quitado la placa, pero ser relevado del caso ya le parecía castigo suficiente.

Haciendo un gesto de decepción con la mano, Kelley le indicó que podía marcharse y siguió mirando los coches que pasaban por la calle.

Andy salió sin decir nada más.

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