Fetish

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Capítulo 53

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El teléfono sonó cuando Makedde llevaba sólo una hora echada en la cama, exhausta tras la sesión fotográfica de cuatro horas, que había durado hasta más allá de la una. Había pasado el día con tenues y pequeños vestidos y asimétricos y lápiz de ojos corrido, colgada de los rasposos alféizares de las ventanas de un almacén abandonado en Surry Hills. Todo en nombre de la nueva imagen de

ELLE en el ámbito de la moda. Había sido un alivio cerrar sus párpados cubiertos de sombra de ojos al llegar a casa, pero el teléfono de su mesilla de noche no tardó en sonar y le robó ese momento de paz.

- ¿Makedde? -preguntó una amable voz de hombre-. Llamo de la agencia de modelos Book.

Otro más cuya voz no reconocía.

- Makedde, siento avisarte con tan poco tiempo, pero te necesitamos en un casting en el centro dentro de treinta minutos.

«¡Treinta minutos!»

- Es muy importante que llegues a tiempo. Es para un anuncio de pantis, así que enseñarás las piernas. Lo mejor será que traigas tacones altos. Asegúrate de que tus pies estén bien.

No se molestó en quejarse. Estaba acostumbrada a las citas de último minuto, que a menudo exigían cancelar otros planes.

- ¿Cuándo se hará?

- Eeh… la semana próxima.

- ¿Y cuánto pagan?

- Treinta mil.

Guau. Eso era algo excepcional. Por un anuncio corriente solían pagar diez o quince mil a una modelo desconocida como ella. Esa cantidad de dinero pagaría sus libros de texto y sus clases, y aún sobraría.

Makedde apuntó su dirección y dio las gracias al agente. Se alegró de que sus piernas estuvieran ya lisas, hidratadas y sin marcas, y de tener otra vez su portafolio, aunque estuviese incompleto. Lo único que tenía que hacer era ponerse algo adecuado y llegar allí a tiempo.

Diecinueve minutos más tarde Makedde sufría un ataque de pánico.

«¡Ahora no!»

Volvió a intentar poner en marcha su coche alquilado, pero sin éxito. Apretó la llave, la introdujo con cuidado, la giró… Nada. Muerto.

«¡No tengo tiempo para esto!»

Saltó del asiento del conductor y abrió el capó. Mak miró con atención la maraña grasienta de cables y acero, sus ojos recorrieron manguitos y tubos de metal pero no vio el problema. No era una experta en las interioridades de los coches, y desde luego la escasa luz no la ayudaba. Fue al maletero para buscar una linterna, pero no la había.

Se había arreglado tan deprisa como era físicamente posible, con un vestido corto y zapatos de tacón alto para lucir al máximo sus largas piernas. Casi no había tenido tiempo de retocarse el maquillaje de la sesión fotográfica de la mañana, y aun así ahí estaba, sin perspectiva de poder llegar a tiempo a su cita. Maldita agencia. Desorganizados. ¿O quizás había que echar la culpa al cliente? No sería la primera vez. En cualquier caso, parecía que últimamente Charles estaba demasiado ocupado para encargarse de ella. La habían pasado a algún agente viejo. Tal vez sí que tendría que haber cambiado de agencia.

Una furgoneta azul claro pasó junto a ella y luego dio marcha atrás hasta quedar a su altura; por la ventanilla del conductor se asomó un joven con el pelo de color jengibre. Había algo en él que le resultó vagamente familiar.

- ¿Necesita ayuda? -preguntó él con voz suave y cordial.

- Oh, estoy bien, de verdad, gracias -replicó Mak.

Él bajó la vista hacia el capó abierto.

- ¿Está

segura de que no necesita ayuda?

«¿Qué hago?»

Ed Brown esperó pacientemente mientras Makedde tomaba una decisión.

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