Fake

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CAPÍTULO 13

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Sábado por la mañana. Desperté debido a un sonido proveniente de mi celular. Lo tomé aún adormilada y sin mentir, algo molesta por haberme despertado. Las horas de sueño eran sagradas para mí, en especial durante los fines de semana. Amaba dormir, si pudiera hacerlo por siempre, apuesto que lo haría. Bueno, por lo menos de vez en cuando. Lo similar a vivir en unas vacaciones eternas, sin tener que escuchar la alarma indicando que se hace tarde.

—¿Sí? —dije con las cobijas sobre mi cara, no quería despertar. Era una llamada de Lucke.

—Te tengo una propuesta, ¡vayamos a dar un paseo! —Sonreí al escucharle al otro lado de la línea. Ahora comenzaba a arrepentirme de haber estado molesta, la verdad es que me encantaba despertar con su voz y con esa noticia, mucho mejor.

—¿A dónde? —pregunté levantándome de golpe, con el cabello alborotado y frotándome los ojos para despertar completamente. No era un sueño.

—No sé. Demos una caminata, vayamos al parque, comamos helado, lo que sea. Quiero estar contigo.

Accedí tras imaginarlo.

—Te veo afuera de tu casa, en una hora.

Me levanté a toda prisa y mientras arreglaba mi cabello no podía obviar aquella sonrisilla boba que tenía en el rostro y que se reflejaba a más no poder frente al espejo.

Amor.

Amor.

Minutos más tardé ya estaba frente a mi casa. Esperando. Con aquel brillo en sus ojos, con la sonrisa que paraliza mi alma. Él en todo su esplendor.

Lucía increíble, con un atuendo ligero y casual.

Esa sonrisa, Dios, no podía con ella, todo en su conjunto le hacía estar jodidamente extraordinario. Corrí hacia él y lo abracé sin ganas de querer soltarlo.

—¿Lista? —Me susurró.

—¡Lista!

Caminamos hasta el centro comercial, conversamos sobre el grupo en el que él afirmaba estábamos en

Facebook; y según sus afirmaciones, la noche anterior había ocurrido un bardo que le había obligado a no pegar el ojo hasta que se terminase. Dormimos hasta tarde, él me contaba lo que ocurría y es que el grupo entero se había encendido.

También fuimos al parque de diversiones, Lucke quería subirse a todos los juegos y aunque hicimos el esfuerzo no pudimos, o había tanta gente en espera o simplemente nos arrepentíamos por lo peligrosos o altos que se veían. Algunos realmente eran escalofriantes que convencerme simplemente fue imposible.

—Creí que te gustaba la adrenalina —mencionó con mofa.

—Todo en exceso hace daño.

Me abalancé sobre él para besarlo, amaba hacerlo de ese modo. Lucke me tomaba por la cintura y me pegaba a su cuerpo.

—Aquí no —su voz sonaba entrecortada.

—Creí que a ti te gustaba la adrenalina —dije sonriente.

—Por supuesto, pero conozco a alguien a la que no —dijo bromeando—. Tengo un lugar mejor.

Me soltó para tomarme de la mano. Caminé a su lado, no tenía ni idea de a dónde nos dirigíamos.

—¿Recuerdas el dibujo sobre tu pared? —cuestionó.

—¡Por supuesto! —Cómo olvidarlo si lo veía todos los días y después de su visita me era imposible no poder sacarlo de mi mente.

—Ahí iremos.

—¿A mi habitación?

—¡No!, te mostraré mi sitio favorito.

Un recuerdo fugaz vino a mi mente, mis amigas y yo sentadas en una mesa de la cafetería, los chicos del equipo de futbol entrando triunfantes. Ellas se morían por Lucke, decían que era un chico extraño, nadie sabía mucho sobre él. No hablaba con muchas chicas de la escuela, de hecho, podría decirse que con ninguna. Había que tener mucha suerte para poder hablar con él. Era el chico más cotizado de la escuela. Hablaban sobre un grupo de

Facebook en el que estaba, infinidad de cosas…

—¿Estás bien? te encantará, lo prometo.

—Sí es solo que, creí recordar algo…

—¿En serio? ¿Qué fue? —Inquirió dudoso. Se lo estaba pensando demasiado que elevó una mano hacia la nuca. Lo hacía siempre que se veía envuelto en algún problema. Disimulaba.

—Algo sin importancia, mis amigas, ya sabes.

—De acuerdo. —Suspiró profundo.

Conforme avanzábamos podía imaginar hacia dónde íbamos, frente a nosotros había una montaña así que me fui haciendo a la idea.

—Ahí arriba, ¿lo ves? —asentí—. Es similar a lo que has dibujado, desde allí arriba se ve todo. Es increíble, no lo imaginas.

—¿Subiremos?

—Por supuesto, te encantará. Será como ir de excursión.

Comenzamos a caminar hacia la cima, él me hablaba sobre la primera vez que había subido. Sobre lo mucho que se había sorprendido al ver lo que había dibujado en mi habitación. Parecía que estuviésemos conectados.

No fue fácil, he de admitirlo, pero él lo hacía ameno. Había que pisar con cuidado cada una de las rocas. En realidad, valía la pena, eso me hizo pensar en que muchas veces nos damos por vencidos al hacer algo que nos ha llevado tiempo o años, y sin darnos cuenta, lo dejamos ir, lo abandonamos sin pensar que estamos a tan solo un paso de lograr lo que habíamos querido. El amor y la pasión son nuestras mejores armas.

¿Qué más da esforzarnos un poco más si ya hicimos mucho para estar a un paso de la cima?

Cualquiera que quiera llegar al éxito ha de subir una montaña.

—¡Ven, extiende tus manos así! —gritó al borde de una de las rocas que representaba nuestra llegada a la cima. Colocó sus brazos a la altura de sus hombros, como si pudiera volar, cerró los ojos y permitió que el aire fresco pegara contra su rostro. Absoluta paz.

Tenía razón. Era increíblemente reconfortante poder sentir el aire sobre nuestro cuerpo y sentir que éramos todo en ese momento, aquello no podía compararse con nada.

Nos sentamos, desde ahí se veía todo, e indudablemente guardaba cierto parecido con lo que había en mi habitación. Desde allí arriba las cosas se veían de manera diferente, tendrías que estar para comprenderlo. Se podía observar cómo los autos apenas se movían, diminutos animales a lo lejos, y las nubes parecían más cerca y más lejos, desde ahí podías estar en un lugar y al instante estar en otro. ¡Esa visión es la que faltaba en la humanidad!

—Ven acá —mencionó atrayéndome hacia su regazo y dándome un fuerte abrazo me mantuvo cerca como si no quisiera perderme, jamás. Instintivamente elevé mi cabeza para verlo sobre mí, acarició la comisura de mis labios y poco a poco se acercó. Me besó como nunca, de forma pausada, disfrutando cada segundo en la vida, consciente de que el tiempo no puede detenerse, y como si no existiera más en la vida que estar conmigo. Sí, ese era Lucke. El chico popular que existía en la mente e incluso en el corazón de muchas, pero para él, solo existía yo.

 

 

 

 

—En un mundo en el que incluso pareciera que nada tiene sentido, todo está relacionado.

 

 

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