Fake

Fake


CAPÍTULO 14

Página 16 de 22

 

 

 

C

A

P

Í

T

U

L

O

1

4

 

Ni hablar sobre el día posterior a la caminata. Estaba completamente adolorida, pero no podía evitar desear volver a subir y recordar la magnífica sensación que se apoderaba de nosotros.

Al revisar mi móvil recordé que había estado tan ocupada en otros asuntos que ni siquiera me había detenido a observar las fotografías que tenía. Muchas de ellas no las recordaba, tenía algunas con mis amigas, aunque ninguna con Lucke.

Al llegar al último álbum me llenó de curiosidad el nombre y la primera fotografía que se veía sobre la pantalla «aun sin abrir el álbum», se llamaba FAKE. ¿Por qué tendría un álbum llamado así, y con la fotografía de un chico al que no conocía de nada?

Decidí abrirlo. Para mi sorpresa tenía infinidad de fotografías de ese chico, miles… bueno, tal vez exageraba, ¡pero eran bastantes!, ¡hasta tenía videos! A decir verdad, el tipo no estaba nada mal, aunque parecía ser menor que yo, de unos 16 años, quizás.

Alto, delgado, ojos claros, pelo castaño y corto, con bastante buen porte y con un par de poses, hermosa sonrisa, labios… deseables. Con una mirada en la que fácilmente te perderías. Y una voz que te hacía flipar.

Según recordaba a ese chico no lo había visto en el colegio y mucho menos cerca de mi casa. Le preguntaría a Lucke más tarde. Tal vez sabía algo.

Dormí casi la mitad del día y el resto me la pasé conversando con Carly, hacía mucho que no hablaba con ella y la extrañaba. En verdad lo hacía.

Le conté cómo iban las cosas en la escuela, pero no hice mención de Lucke ni de mi pérdida de memoria, aún no sabía por qué no se lo había dicho, pero sabía se molestaría por no habérselo contado antes y no quería que estuviera enfadada durante sus días en Boston.

Por otro lado, Carlos seguía portándose muy bien conmigo, no parecía llegar a ser el mismo tipo del que Lucke me había hablado. Faltaban escasos días para su partido de básquetbol, el día en el que se definiría su siguiente triunfo o no; y como era de esperarse, me invitó. No me pareció buena idea rechazar la oferta así que le dije que contaba con mi presencia. Él se emocionó bastante que hasta me dio un abrazo.

—Te extraño —dijo con nostalgia, pero no pude decirle lo mismo.

Ya sé, es horrible no ser correspondido, se siente fatal quedar en la

friendzone, es una completa y absoluta mierda ver como la persona que amas corre hacia los brazos de otro.

Un corazón roto y las falsas esperanzas te hacen llegar a creer que el amor es solo un cuento de hadas, que no existe más que en los libros.

—Lo siento… yo —me miró con tristeza—. Debo irme.

Me alejé caminado hacia el otro pasillo, iba a mi siguiente clase.

Ya bastante normal se me hacía conversar con Lucke a mitad de una clase y es que no nos habíamos visto por las pruebas que habíamos presentado. Había sido una semana muy ocupada, cansada y a punto de hacernos explotar la cabeza.

“Hey, ya es viernes.” En la pantalla se observaba que aún seguía escribiendo. “Es que un viernes no me basta.” Escribió adjuntando un

emoji triste.

“Te veré en un par de horas.” Le escribí al tiempo en el que me aseguraba de que el profesor no me descubriera.

“Tengo Álgebra y no puedo concentrarme, pienso en ti ¿sabes?”

“Impaciente, te veo en las canchas de futbol en diez minutos.”

Terminé lo que estaba haciendo, el profesor había indicado que podíamos salir conforme fuéramos entregando el trabajo.

Para cuando llegué él aún no estaba así que decidí esperarlo recostada bajo la sombra de un árbol.

—Aquí está la chica que me hace volarme las clases —mencionó sonriente.

Me reincorporé tras escucharlo.

—Pero si es el chico que me saca de clases.

—Ya te pondré al corriente con tus clases de Francés —tomó lugar a mi lado, me abrazó y se inclinó para susurrarme algo—. Soy mejor en el Francés que en el Álgebra —reveló con entusiasmo.

—Ya somos dos

J’te aime es mi frase favorita… —pronunció en voz ronca y muy cerca de mí. Situación ante la cual no pude evitar sentir mariposas en el estómago; una persona tan perfecta no podía existir—. Y no tenía sentido para mí hasta que te conocí —finalizó.

—¿Así eres siempre? No quiero que cambies nunca. —Lo besé—. Te amo más.

Pasamos largo rato recostados sobre el césped, besándonos hasta perder la conciencia y la respiración, hasta sentir que llegábamos a una especie de limbo.

Empero, recordé las fotos que tenía en el móvil y no pude evitar preguntarle al respecto.

—¿Lucke? —dije—. Tengo una duda.

—Si es sobre álgebra mejor consultemos a alguien más —bromeo.

—No es sobre eso, se trata de algo que encontré en mi móvil. —Me miró confundido y algo alarmado. Se reincorporó prestando suma atención a lo que a continuación le diría.

—¿Qué cosa?

—Son unas fotos… de, un chico… —Lo observaba para evaluar su reacción, algo que me hiciera callar, pero no encontré ninguna así que continué—. Todas son de él, pero no sé quién es o por qué las tengo yo… tal vez tú…

—Muéstramelas —propuso interrumpiéndome e intentando dar respuesta a mi pregunta.

Le extendí el móvil, justo en la carpeta en la que las había encontrado. Las miraba y luego comenzó a sonreír. Se le había dibujado una bonita sonrisa mientras pasaba de fotografía en fotografía. Sin duda sabía algo, de eso estaba segura, aunque no comprendía por qué le hacía tanta gracia, como si fueran parte de un buen recuerdo o de una buena broma.

Se detuvo a observar un par de videos que no duraban más de un minuto. Parecía disfrutarlos y, sin embargo, no decía nada.

—¿Y bien? ¿Lo conoces? —pregunté curiosa.

—¡Por supuesto! —Me regresó el móvil cargado de una mirada de complicidad y tremenda alegría.

—¿Y? —insistí.

—¿Y qué? —respondió haciéndose el gracioso.

—¡Lucke, no te hagas el gracioso! ¿Quién es?

—Mi amigo —expresó con simpleza. Podría decir que, con algo de nostalgia, se notaba afligido.

—¿Tu amigo? —cuestioné nuevamente. Nunca lo había visto con alguien más que no fuera del equipo de futbol—. En la escuela no hay nadie que se le parezca.

—Lo sé, pero es mi amigo. Se me hace extraño que no lo recuerdes…

—De acuerdo, creo que tengo que recordarte que perdí la memoria.

—Lo tengo presente, es solo que… se me hace raro porque gracias a él nos conocimos… Creí que podrías recordarlo —dijo esto último en un susurro apenas audible.

De acuerdo, cada día aprendía algo nuevo sobre mí y nadie me lo ponía fácil, ¿qué tan difícil era hablarme con claridad sobre lo que había pasado antes del accidente? Parecía que lo hacían para meterme en problemas y generarme más dudas.

—¡Hey!, me tengo que ir. Tengo clase —me dijo levantándose de donde estaba. Tenía razón, yo también tenía clase—. Te veo luego.

Justo antes de comenzar la clase de deportes, busqué a mis amigas para preguntarles sobre el chico extraño de mi móvil.

—¿Lo conocen?

—No —dijeron al unísono después de examinar la foto una y otra vez.

—¿Están seguras? —Insistí.

—Por supuesto, pero está muy guapo. Preséntalo —dijo Astrid con carisma.

—Tampoco lo conozco —dije desilusionada.

—¿Estás de broma? —respondió—. ¿Y por qué lo tienes en el móvil? —inquirió.

—Lo mismo quisiera saber yo —respondí con desaire.

Tal vez era algo que solo Lucke y yo sabíamos, o de lo contrario ellas le reconocerían. Sin más nos dirigimos a nuestras clases.

—Vaya, vaya, pero si la olvidadiza ha llegado —dijo Lea al verme llegar con Hailey.

—No le hagas caso —dijo ella incitándome a seguir caminando.

—Y dime ¿cómo va tu teatrito con Lucke? ¿Lo estás disfrutando?

—¿De qué mierda estás hablando? —Me volví hacia ella.

—Ups, creo que no te lo han contado tus amiguitas —mencionó burlona. Miró a Hailey en búsqueda de respuestas. Sus amigas reían.

—¡Eres una estúpida celosa! Lucke no te quiere y nunca te querrá —gritó Hailey retándola.

—No estoy hablando contigo. —La miró con odio—. Yo que tú me apartaba de ellos, que solo se han aprovechado de tu accidente para manejarte a su favor —me dijo furiosa.

No podía ser cierto lo que había dicho, mis amigas no me harían algo así, Lucke tampoco. Lo conocía y sabía que no lo haría, no luego de todo lo que habíamos vivido.

La discusión terminó luego de que la profesora hubiera llegado.

Lucke, que había estado escuchando la discusión, miraba a Lea con hastío.

Hailey parecía triste y molesta.

Y yo ahora era un mar de dudas.

—Lo dice para fastidiarnos… —explicó o por lo menos lo intentó

—¿Es cierto lo que dijo? ¿Ustedes me han mentido?

—¡No Gi! Lea está loca, no sabe qué inventar para poder estar con Lucke, está furiosa porque él pasa de ella.

Tuviera razón o no, lo que ella me había dicho me había hecho dudar. Cuadraba con lo que Carlos me había dicho. Yo no era fanática de los chicos deportistas y no sabía por qué Lucke se había acercado a mí o yo a él.

Necesitaba respuestas y era obvio que no las encontraría en mis amigos.

 

 

 

 

—Estaba en la etapa de reconocimiento de mí misma.

 

 

Ir a la siguiente página

Report Page