Faith

Faith


Capítulo 4

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Él llegaría en cualquier momento. Yo me senté en el salón y mi estómago se retorcía por los nervios. Sólo esperaba que él no pudiera escucharlo.

Golpeaba rítmicamente mis pies en el suelo y mis zapatos hacías sonidos huecos en la madera.

“No hagas eso,” dijo Mamá. “No es propio de una señorita. ¿Es así como quieres que te conozca tu futuro esposo?”

Mi estómago dio otro vuelco al escuchar la palabra. “Esposo.”

“No, Mamá,” le contesté.

Descansé ambos pies sobre el suelo y alisé la tela de mi vestido. No, no era así como quería conocerlo. De hecho, ¡ni siquiera quería conocerlo!”

“¿Y preparaste las frutas cocidas?” me preguntó.

“Lo hice, Mamá.”

“¿Y el pastel?”

“Sí, Mamá.”

“¿Y el–”

“Mamá, hice todo lo que me pediste que hiciera,” le dije finalmente.

Volteó a verme con puños apretados. No vas a ponerte insolente conmigo ahora, ¿verdad? Todo esto es por tu bien. Podrás agradecérmelo más tarde.”

To mi cuerpo se tensó, pero me obligué a sonreír.

“Sí, Mamá, por supuesto.”

Después de eso, siguió haciendo arreglos en la habitación. La conocía muy bien, inspeccionaría hasta el último rincón buscando polvo hasta que él llegara. El salón estaría más limpio que nunca.

La puerta se abrio y Papá entró.

“Ya viene,” dijo.

Se sacó el pañuelo del bolsito y se limpió las manos con él. Volteó a verme.

“Ahora, sé linda con él,” dijo Papá. “La única razón por la que pude arreglar este encuentro es porque soy muy buen amigo de su padre. Yo sé que dijiste que no estabas interesada, pero pienso que podrá gustarte este muchacho.”

Mamá jadeó, suspendiendo su limpieza por momentos.

“Pero no mucho, dijo ella. “Este es sólo el primer encuentro y los dejaremos a solas, así que no hagan nada inconveniente...”

“Estoy seguro de que estará bien,” dijo Papá. Colocó un brazo sobre Mamá.

Entonces escuchamos que tocaban la puerta.

“Aquí está,” dijo Papá.

Caminó hasta la puerta para abrirla, pero yo hubiera deseado que no lo hiciera.

Respiré hondo. Lo quisiera o no, tenía que ser amable con este extraño. Ya podía darme cuenta de que Papá se paró más derecho que de costumbre. Si no me portaba de la mejor manera, quién sabe qué tipo de escándalo podría significar para mi familia.

La mano de Papá se colocó sobre la perilla de la puerta. Por un instante deseé que de alguna manera la perilla se saliera de la puerta. El perilla, redonda, de mármol café, rodaría por el suelo y o habría nada que hacer para detenerla. No se puede empezar un encuentro prematrimonial con una puerta descompuesta, ¿no es así?

Pero la perilla se mantuvo en su lugar. Papá lo tomó y abrió la puerta.

Del otro lado apareció un hombre alto. Lo primero que vi fue su sombrero. Sólo lo portó unos segundos, y luego se lo quitó de su cabeza, lo que reveló una gruesa mata de cabello negro. Brillaba como si se hubiera aplicado algún tipo de cera para la ocasión.

Al bajar la mirada, nuestros ojos se encontraron. Los suyos eran marrón profundo y sonrió cuando descubrió que había capturado mi atención.

Papá tosió. Recobré la compostura, me enderecé y aparté mi mirada de la del hombre.

“Faith, permíteme presentarte al Señor Bryson. Señor Bryson, ella es mi hijo mayor, Faith.”

El Señor Bryson inclinó su cabeza, haciendo una reverencia con el torso. Yo le devolví el saludo con una reverencia también.

“Tengo mucho gusto de conocerlo,” le dije.

“El Señor Bryson es un joven médico que trabaja en el consultorio de su padre,” dijo Papá.

Guio al Señor Bryson al interior y cerró la puerta tras de sí.

“Los voy a dejar solos para que se conozcan mejor. Señor Bryson, confío en que no hará nada inapropiado en mi ausencia.”

Observé mientras Papá dejaba la habitación, dejándome a solas con el Señor Bryson. Volteé a verlo, y me senté en el extremo del sofá. Él se sentó en el extremo opuesto, pero su mirada nunca dejó de enfocarse en mí.

Bajé la mirada a mis manos. Las tenía dobladas sobre mi regazo, pero no podía evitar que me temblaran. Mi piel estaba más pálida de lo normal y las puntas de mis dedos casi azules. ¿Cuánto tiempo iba a durar esta cita?

Mamá ya había colocado todo lo que necesitábamos para el té en sobre la mesa.  La fruta cocida, el pastel y nuestro único juego de té. No era elegante, pero Mamá lo conservaba en la mejor condición posible. Volteé a ver las piezas y aún en las tazas. Pude ver la mirada del Señor Bryson reflejada en mí.

Apreté los ojos y respiré hondo.

“¿Gusta up poco de té?” pregunté.

“Sí,” contestó el Señor Bryson, “por supuesto.”

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que yo le serví té a alguien, pero traté de hacerlo lo mejor que podía. Con ambas manos, tomé la tetera y coloqué dos dedos en la tapa para evitar que cayera. Luego incliné la tetera para verter un chorro de té. Humeó conforme se iba llenando la taza con líquido ámbar. Finalmente, volví a dejar la tetera en su lugar, haciéndola un poco hacia atrás para que no goteara por el pico.

Bien. Lo logré.

Delicadamente, coloqué la taza frente al Señor Bryson y le ofrecí un pedazo de pastel. Cuando terminé, serví más té y tomé un pedazo de pastel para mí.

Por un tiempo, el silencio se llenaba con el sorbido del té y el comer pastel, pero pronto, esa distracción terminó. Cuando fue así, sólo pude mirar fijamente las migas en mi plato mientras me preguntaba qué decir.

“Señor Bryson –”

“Señorita Walker–”

Hablamos al mismo tiempo, cortando nuestras propias palabra. Mi mejillas ardieron de la vergüenza.

“Por favor, Señorita Walker, adelante. Discúlpeme por interrumpir.”

Había hecho lo correcto, pero hubiera deseado que él hablara primero.

“Mi padre dijo que usted trabaja en el consultorio de su padre, ¿piensa seguir ahí?” pregunté.

“No,” dijo él. “En el futuro, deseo casarme y poner mi propio consultorio.”

El Señor Bryson atrapó mi mirada con la suya, y había una pequeña sonrisa en sus labios. No era difícil imaginar lo que estaba pensando.

“¿Oh? Y planea viajar al extranjero? He escuchado que la vida de un médico viajero puede ser muy emocionante,” le dije.

“Por supuesto que no,” dijo el Señor Bryson. Su voz llena de risa. “Pondré mi consultorio aquí. Para qué dejar la ciudad que he conocido toda mi vida, cuando puedo vivir con calma y seguridad aquí?”

“¿No se aburrirá?” pregunté. “¿Qué hace para entretenerse? ¿Va al teatro?”

El Señor Bryson volvió a reir. “Estaré demasiado ocupado para preocuparme por el entretenimiento. Al final de un largo día todolo que quiero es llegara casa con mi dulce esposa, a la maravillosa cena que ella cocinó, y a mis bien portados hijos. Pero claro, ustedes las mujeres no saben nada de eso, ¿verdad?”

Apreté mis puños en mi regazo. ¿Este era el tipo de hombre con quien mi padre quería par que yo pasara el resto de mi vida?

“Quizás, pero me a mí me gustaría un poco de emoción en lugar de llevar una vida aburrida,” dije.

“Usted dice eso ahora,” me dijo el Señor Bryson, “pero una vez que esté casada, se dará cuenta de que es más importante la estabilidad que la llamada ‘emoción.’”

Oh, estaba segura de que él era quien quería educarme. Como si yo no tuviera voz ni voto.

Tomé la tetera, esperando que otra taza acortara la conversación. Después de todo, su visita solo duraría mientras tuviéramos té. Así que mientras más rápido se tomara el té, más rápido estaría libre yo.

“Por favor,” le dije mientras tomaba su taza vacía, “permítame.”

“Gracias,” dijo.

Cuando terminé de server, el Señor Bryson tomó un sorbo y se detuvo. “Prepara usted un té exquisito, Señorita Walker.”

Luego, desafortunadamente, colocó la taza sobre la mesa.

“Pero dejemos de hablar acerca de mí. Mi profesión es demasiado aburrida. Hablemos de un tema que le interese a usted, Señorita Walker.”

“Yo me imagino que su nivel de educación es más alto que el mío puesto que es médico, pero siempre me he interesado por los últimos libros que ha leído una persona,” le dije.

No era mentira, sí me interesaba. Si podía descubrir un nuevo libro para leer, esta velada no sería un completo desperdicio.

“Oh, yo no leo. Bueno, además de los libros científicos, por supuesto,” dijo el Señor Bryson.

“Ah, ya veo...”

En ese momento, se abrió la puerta. Era Papá. Creo que nunca en mi vida me había sentido tan contenta de que interrumpiera una conversación mía.

“Espero que ustedes dos hayan tenido una buena charla,” dijo Papá.

Yo sonreí a Papá. “Sí, bastante buena.”

Papá se dirigió al Señor Bryson. “Me temo que tendrá que esperar un poco para volver a ver a mi hija,” le dijo.

El Señor Bryson se puso de pie y caminó con Papá hasta la puerta. Papá se la abrió, pero el Señor Bryson no se marchó hasta que me hizo una reverencia.

“Espero volver a verla, Señorita Walker,” dijo. Luego se volvió a poner el sombrero y tomó la mano de Papá.

“Dele mis saludos a su padre,” dijo Papá.

“Así lo hare.”

Papá cerró la puerta, y fue todo. Me dejé caer en la silla, finalmente, y pude finalmente respirar fácilmente.

Casi como si hubiera estado escondida detrás de la puerta, mamá irrumpió en la habitación.

“¿Qué piensas, Faith?” me preguntó. “¿Acaso no es guapo?”

“Bueno, quizás, pero...”

“Y no es un vago o inestable, como algunos jóvenes. Él haría un buen esposo y padre, ¿no lo crees?” volvió a decir. Su voz estaba llena de emoción.

“Quizás...”

“Estoy feliz de que estés de acuerdo conmigo. Esperaba que fuera un buen partido, y ya ves que tiene tan buena posición, después de todo-”

“¡No!” grité.

Mis manos volaron a mi boca. Nunca antes había levantado la voz a mis padres. Y tampoco fue mi intención hacerlo esta vez. Simplemente... sucedió.

“Yo-” Mi voz desfalleció. “Lo siento.”

Mamá y Papá me vieron. Podía ver la desilusión en la mirada de Mamá. El sólo ver sus expresiones fue suficiente para llenar mis ojos de lágrimas.

“Mamá, Papá, lo siento. Es sólo que no me puedo casar con el Señor Bryson,” les dije.

Papa colocó sus manos en sus caderas y sacó el pecho. “¿Y por qué no?”

Volteé a verlo tratando de no romper en llanto.

“¡No lo amo, Papá!” le dije.

“Tonterías, aprenderás a amarlo, así como lo han hecho generaciones de mujeres antes de ti. Y estarás agradecida.”

“Harold...”

“No,” dijo Papá. Su voz perdió toda su dulzura. “¿Tienes idea de lo difícil que fue conseguir este favor? ¿Emparejarla con el hijo de un médico? Tantas chicas estarían extasiadas con un joven como él

Pero no, en lugar de un ‘Gracias, Papá’ todo lo que escucho es un ‘No lo amo’ y ‘No quiero casarme con él.’ Ya ha pasado suficiente tiempo y no cederé.”

Papá se dio la vuelta y se encaminó hacia mí con fuertes pisadas. Sus pasos hacían estremecer al piso de madera. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me recargué más en el sofá.

“Lo siento-”

“No,” dijo Papá. “No es suficiente.”

Para ahora, su rostro estaba junto al mío, lo suficientemente cerca para alargar mi mano y tocar su bigote.

“Te casarás con el Señor Bryson, te guste o no. Si te rehúsas, ya no serás parte de esta familia, y puedes hacer lo que gustes en las calles, pero dudo mucho que prefieras eso. No discutiremos más este asunto.”

Con eso, Papá salió de la habitación. La puerta se estrelló tras de sí, haciendo que Mamá y yo saltáramos.

Es ahí cuando me derrumbé. Ya no pude contener las lágrimas. Salieron a mares y mi pecho palpitaba y mis sollozos sacudían mi cuerpo, pero lo que apenas si podía respirar.

Mamá corrió a mi lado. Sus brazos me envolvieron y me sujetaron firmemente.

“Ya, ya,” dijo. Me arrulló hasta que pude volver a respirar.

“Mamá, ¿qué voy a hacer?” le rogué.

Por un momento ella no contestó, pero si se estuviera formulando la misma pregunta.

“Bueno, no te preocupes por Papá,” me dijo. “Sólo está enojado. Quizás no fue su intención. Sólo quiere asegurar tu futuro. Eso es todo.”

Las lágrimas siguieron rodando por mis mejillas. Caían en los hombros de mi madre, mojando la tela de su vestido. Acarició mi cabello con su mano, alisándolo suavemente.

“¿Pero cómo se supone que aseguraré mi futuro con alguien como el Señor Bryson?” pregunté.

Mamá hizo una pausa, luego echó un vistazo a la habitación. Habló con voz muy baja.

“Yo no amaba a Papá cuando nos casamos,” me dijo.

Las palabras atravesaron mi corazón. ¿Qué estaba diciendo? ¿Cómo podía ella decir tal cosa? Vio el sobresalto en mi rostro y continuó su relato.

“Es verdad,” dijo. “Estaba tal molesta como lo estás tú ahora. En aquel entonces, no nos casábamos por amor. Ni siquiera era una opción. Pero con el tiempo, empecé a apreciar a Papá, y me dio dos niñas hermosas. Quizás con el tiempo, tú también llegues a apreciar al Señor Bryson, y cuando tengas hijos...”

Me aparté del abrazo de Mamá y me puse de pie.

“¡No!” le dije. “¡Eso nunca va a sucedes, no con él!”

Corrí hacia la puerta y la abrí de un jalón. Volví la vista a mi madre, y ahí estaba ella, viéndome.

“Lo siento, Mamá, pero no puedo,” le dije.

Y luego corrí.

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